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23

Después de haber recibido aquella carta de Severus, los hermanos Black se hallaban inquietos, jamás habían vuelto a tener un acercamiento como aquella noche en la que Regulus reveló acerca de su violación, aunque quizás si había pequeños roces y miradas brillantes y anhelantes. Pero ninguno tenía el valor de avanzar, uno por cobardía, el otro porque aún no entendía bien qué sucedía en su corazón por culpa de su hermano.



-Si queremos ayudar a ese chico y su hermano, creo que debemos hablar de lo que pasó durante esos años- y el hermano menor sintió un escalofrío recorrer su espalda, un sudor frío comenzó caer de sus sientes y suspirando se sentó en uno de los sillones frente a la chimenea, Sirius tuvo la delicadeza de darle su espacio y sentarse frente a él.


-¿Qué es lo que quieres saber?-  estaba atrasando las cosas, evitándolas, lo sabía, lo sabía por qué su hermano no le preguntaría nada directamente, por que respetaría su decisión de no responder si no quería, el suspiro del mayor también se lo decía.




-Las torturas, mencionaste que eran solo hechizos en un comienzo, ¿Cuáles?- Regulus se removió en el asiento, jamás cruzando miradas con su hermano, en ese momento la alfombra parecía muy interesante.




-Principalmente crucios, no era muy ingenioso a la hora de los hechizos, algunas maldiciones oscuras para siempre estar hambriento o sediento, ese tipo de cosas- no dijo más y durante algún tiempo su hermano tampoco, pero para su desgracia la conversación no acabó allí.




-¿Cuando eso ocurría...?- comenzó inseguro Sirius, el menor tragó fuerte.




-Dijiste que usaba un glamour... ¿De quién? ¿Cómo supo el rostro de quién usar?- una fugaz mirada al rostro compungido de su hermano mayor y Regulus lo supo, él trataba de entender las cosas y ayudarlo, esta vez ya no lo alejaría, ya no lo dejaría de lado, inspirando profundamente comenzó a relatar.



-Un día había traído un espejo... no se veía como cualquier otro, había una magia especial rodeándolo, definitivamente no era uno común, lo supe cuando vi mi reflejo en él, mi yo no se veía tan horrible como creía estar, y no estaba sólo... no, a mi lado estaba mi mayor deseo del corazón, arrodillado a mi lado, abrazándome, sonriéndome, incluso creí sentir su calor envolverme-




-Y entonces él utilizó legeremancia para ver en mi mente lo que pude observar en el espejo, se rió de mí, me lastimó tanto oír que mi deseo del corazón jamás se cumpliría, por que esa persona me abandonó, me dejó atrás y jamás volvería a mí por que cortó los lazos que teníamos- 




-El dijo que jamás estarías a mi lado Sirius, que tú ya me dabas por muerto, que no te afectó en lo más mínimo esa noticia, que no te importaba- y las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas, pequeños espasmos lo atacaban y uno que otro sollozo escapaba de sus labios.





-Y entonces tomó tu apariencia, escuchaba de tus labios salir que jamás me amarías, que nunca podría formar la familia que quería contigo, que te daba asco- Regulus temblaba en su lugar y Sirius miraba con ojos brillantes todo el daño que le había causado su separación a su hermano, estaba dispuesto escuchar cada maldita palabra que dijera; a pesar de que éstas fuesen como dagas en su pecho, solo para que su hermano comenzara a sanar nuevamente.




-Y cuando las palabras ya no podían herir más mi corazón, decidió usar tu apariencia para castigar mi cuerpo- y Regulus levantó la miradas, sus ojos grises inyectados de sangre por su contínuo llanto se clavaron en los idénticos de Sirius.




-Quiero que me lo digas Sirius, ¿Fue verdad todo aquello? ¿De verdad me odias tanto? ¿Te doy asco por amarte? ¿Vas a irte nuevamente?- las lágrimas se detuvieron, y la tristeza en la voz del menor de los Black fue casi agónica. Y Sirius sintió su pecho arder en entendimiento. No pronunció palabra mientras se lavantaba a encontrarse con su hermano, su pecho dolía y su garganta se sentía seca, con temblorosos brazos rodeó a su hermano, abrazándolo, un casto beso fue dejado en sus cabellos.




-Quiero que escuches bien Regulus...- fue apenas un susurro sobre sus orejas, el menor se estremeció, apretando más el agarre de su hermano, acercándose aún más como si eso fuera posible.




-Quiero que olvides todo lo que ese hombre te dijo... yo ahora estoy contigo y jamás te dejaré nuevamente- con delicadeza acarició una de sus mejillas, alzando su rostro para mirarlo a los ojos, para que vea la sinceridad en ellos.



-Jamás me darás asco, por que de ahora en adelante siempre te amaré- un fugaz roce de labios llegó al menor, quién tembló entre los brazos de su hermano.





-Y la familia que siempre deseaste... que siempre deseamos, será posible esta misma noche, conseguiremos la custodia de ése muchacho y lo querremos tanto como si fuera nuestro, Severus preparará la poción, tendremos dos hermosos niños antes de que te des cuenta, tendremos una familia, nuestra propia familia- acariando ambas mejillas unió sus frentes, cerrando los ojos ante el contacto, disfrutando de aquella calidez de la que solo su hermano era capaz de darle.




-Nunca más lo dudes Regulus, nosotros estamos unidos por mucho más que la sangre- sin esperar una respuesta volvió a unir sus labios, en un beso que le supo a gloria, se movían con delicadeza, casi temerosos, cuando sus lenguas hicieron contacto ambos se estremecieron, olvidaron como respirar, hasta sus propios nombres.




Se sintieron por fín en casa.



Ese día Regulus por fin sintió que su alma dejó de sangrar, y que poco a poco las heridas de su corazón comenzaron a sanar.












































Regulus amaba mucho a Sirius, de verdad que lo hacía; pero eso no significaba que ignorara la idiotez que poseía el cuerpo del mayor la mayoría del tiempo, fue por eso que le golpeó la nuca al ver el estado casi catatónico en el que dejó al pobre chico tras decir una simple frase, se suponía que no sería así, estúpido e idiota Sirius, se lamentó.





-Ignora al idiota de Sirius, nosotros somos los padrinos de Harry, nos llegó una carta de él ayer por la noche hablando de tu hermano, al parecer se hicieron muy unidos en el viaje en tren, esta mañana nos llegó otra de Severus, contándonos a grandes rasgos lo que te habia sucedido, ¿Quieres hablarnos de ello? Solo queremos ayudar- Percy los miró con intensidad, durante unos momentos todo quedó en silencio, hasta que el menor comenzó con su relato.





-Desde siempre Ron y yo fuimos diferentes a nuestra familia, yo era el más cercano a la abuela, apreciaba cada contacto que tuviera con ella... simplemente era como si nuestra magia se vinculara, entonces me habló sobre el don de mi hermano y mío- se frotó las manos nerviosamente, sus ojos nunca compartía mirada con los mayores.





-La tía abuela Cedrella era una de las pocas bendecidas en la familia que poseía el don de la adivinación- fue Sirius quien habló, el sonrió levemente.




-Sí, no podía ver mucho, pero sí lo suficiente, ella se había vinculado con un Fénix tras salvarle la vida, por lo que los dones de la criatura le fueron otorgados-





-Ella ya no era tan joven, recibir magia tan pura como la de una criatura sería catastrófico para su núcleo mágico, por lo que decidió heredar esos poderes a aquellos nietos que tuvieran un corazón tan puro como el de un Fénix-




-Anticipó que yo sería uno de ellos, luego me predijo que el último varón de la línea Weasley actual también recibiría dones por parte de aquél Fénix que se había vinculado con ella- un prolongado silencio se instaló en la habitación, lo único que se oía era el crepitar de las llamas de la chimenea frente a ellos.





- Yo hice todo lo posible para enseñarle a Ron, todo lo que podía dentro de aquella intolerante casa, las festividades como Samhain,Yule e incluso Imbolc solo eran historias secretas que nos contabamos antes de dormir- su rostro reflejaba una inmensa tristeza, los adultos reprimian las ganas de consolar al menor.





-Aún así me alegra que al menos no sea una oveja más del rebaño de Dumbledore, lo supe cuando fue seleccionado en Slytherin, viendo por su propio bien antes del de los demás, yo no reniego de mi casa, a pesar de mi inteligencia... soy un sentimental y mi instinto de autopreservación se iría al retrete si veo que algo malo le pasa a mi hermano, no dudaría en tirarme hacia el peligro por él-





-Sin embargo, al citar la antigua ley sangre pura no solo me puse en peligro a mí, sino también a Ronald, ¿Qué haré ahora? No puedo mantenerme solo, mucho menos a mi hermano; pero no podíamos seguir en aquel lugar, cuando los dones de Ronald aparezcan sería catastrófico, yo lo mantuve en secreto; por que sabía qué vendría, Ron no tiene ni idea de lo que pasará y temo que Molly intente hacer algo con su magia, porque Ron será mucho más poderoso que yo incluso-  Percival arrugaba entre sus puños parte de su túnica, se sentía bien hablar de ésto con los adultos, además ellos eran los padrino de Harry y su padre respectivamente, eran de confianza, su magia se hallaba tranquila con ellos.





-En la mañana envié una carta a Gringotts, puede que nuestras cámaras no tengan galeones, pero los duendes debían saber que Ron y yo no pertenecemos a esa familia, el ministerio también está al tanto de que soy parte criatura, y me hicieron llegar un formulario que llené y ya lo envié, así que al menos eso ya está solucionado, en navidad nos quedaremos en el castillo, tengo hasta el último día de clases para ver dónde quedarnos el verano- Percival hablaba atropelladamente, volviendo a sentir aquella presión por conseguir algo, lo que sea para cuidar de su hermano, sentía un gran peso sobre su espalda, ni siquiera había hablado de ello con su hermano aún.






-Para eso es que estamos aquí, Percival- fue Snape quien habló primero, fue esa la primera vez que el menor levantó la mirada desde que comenzó a hablar, volvió a ver a  Severus Snape bajo una nueva luz. Le agradaba.





-Yo, no quiero incomodarles, ésta fue mí decisión, así que debo asumir las consecuencias de mis actos- respondió con convicción, aunque por dentro lloraba ante su maldita suerte.




-Es admirable la responsabilidad que tomas ante una situación tan complicada como ésta- comenzó Regulus, los tres hombres asintieron como aprobando lo que sea que dijo.




-Pero apenas eres un mocoso de 15 años, ¿De verdad crees que tendrás una oportunidad ahí afuera?- Sirius por primera vez lo miró con seriedad, sus palabras quizás fueron hirientes, pero era lo que necesitaba Percy, debía abrir los ojos ante lo que se avecinaba. Ante una cruel realidad que se acercaba.



-¿Qué puedo hacer?- con sus brillantes ojos azules miro a los tres adultos, el pecho de Regulus se comprimió al verlo, en un rápido movimiento se acercó al pelirrojo, sus brazos lo estrecharon en un abrazo cálido, el más joven se largó a llorar; mientras recibía un abrazo con más calidez que uno de su propia madre. Sintió su magia rodear al menor de los Black, tentatitavemente, casi como si temiera recibir alguna reprimenda. Entonces los brazos de Sirius los rodeó a ambos.




-Como Lord de la casa Black, es mi deber cuidar de los miembros de nuestra ancestral y noble familia, ¿Percy, estás dispuesto a que Regulus y yo cuidemos de ti y de tu hermano?- preguntó Sirius, Percival parecía incluso más pequeño de lo que era, ahí en medio de ambos hermanos, siendo abrazado afectuosamente y observados por un Severus bastante nauseabundo de la sentimental escena, no podria esperar menos de un león y el perro; se dijo a sí mismo.





-Yo... estoy dispuesto a hacer lo que sea con tal de que protejan a mi hermano, yo no importo, trabajaré, devolveré cada galeón que gasten por él- murmuró, no iba a negar que sentía un calorcito en su pecho con el abrazo de los Black, pero nada era gratis en este mundo, él lo sabía.




-No necesitas devolver nada, ni trabajar, eres un niño, tú lo que debes hacer es estudiar, si nos permites... será nuestro trabajo hacernos cargo de ti y tu hermano- Regulus seguía acariciando los rizos pelirrojos del menor, y Sirius suspiró, tomó a Percy de los brazos de su hermano y lo hizo sentar en sus piernas como a un niño pequeño, el estudiante se sintió mortificado al ser tratado de esa manera.





-Sabes Percy, nosotros no confiamos en que Dumbledore no intente nada contra ti o tu hermano, y no dudaríamos en proteger a los amigos de Harry, pero no lo hacemos solo por ello, Regulus y yo siempre soñamos con una familia, una nuestra, no queremos solo cuidar de ustedes como si fuesen invitados, queremos que sean familia, nuestros hijos... eso es si ustedes lo quieren, si no, tampoco es que dejemos de cuidarlos, serán tratados como familia, sí, pero no habría adopción mágica, ¿Entiendes? Cuidaremos de ustedes, tanto tú como tu hermano decidirán si quieren que los adoptemos- Percival se mantuvo en silencio, sin embargo, él quería tomar esa decisión con su hermano, no podía hacerle eso.





-Profesor... ¿Podría llamar a mi hermano? No quiero tomar esta decisión solo y quiero dar nuestra respuesta ésta noche a los señores Black- su voz sonaba firme, el hombre de negro ya sabía que algo así vendría, por lo que no paso mucho tiempo hasta que se escucharan unos pequeños toques en la puerta.




-Permiso profesor... ¿Percy?- el menor de los pelirrojos miró con confusión la escena, su hermano mayor en las piernas de un pelinegro desconocido, con otro desconocido muy parecido al primero acariciando sus cabellos, el profesor Snape parecía enfermo ante la sentimental escena, y él... Él levantó una de sus cejas.






-Díganme algo para no mal pensar esta situación- fue lo único que dijo, y como si las piernas de Sirius le quemaran el trasero, Percy se levantó sonrojado, llevando a un rincón a su hermano, comenzando a relatar lo ocurrido.
































-Se ven buenas personas, Harry me habló mucho de sus padrinos, el Sr. Regulus... él sufrió mucho- Ron miraba como los tres adultos charlaban en voz baja lejos de ellos.




-¿De qué hablas?- preguntó, lo único que sabía de los señores Black era lo que salía en el profeta, pero no podía fiarse de ello.





-Harry me dijo que cuando lo secuestraron tomaron la forma del Señor Sirius, lo torturaron con la imagen de su más grande amor, debió ser terrible ver el rostro de la persona más amada diciéndole esas cosas horrorosas, dañando su cuerpo- Ron sintió sus ojos picar, mirando como los hermanos Black entrelazaban sus manos, a pesar de todo lo que pasaron.





-A mí me gustaría ser parte de su familia- susurró el menor.





-Sí, a mí también, tal vez a cambio de que nos cuide podremos hacerlos felices, siendo sus hijos; ¿No lo crees?- Ron dio una pequeña sonrisa, y ambos se acercaron a los adultos, sus vidas estaban a punto de cambiar.









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