15
"Mago creído muerto aparece en el Ministerio.
Así es, Regulus Arcturus Black, hijo menor de Walburga y Orion Black, apareció esta mañana en la sede del ministerio en busca de una cita con nuestro querido ministro Fudge, ¿La razón? Buscará un juicio contra su hermano, pues en el anterior gobierno al parecer hubo ciertas "fallas" por lo que el hermano del Señor Black, Sirius Black, quien creíamos un sanguinario asesino... tal vez no lo sea, eso lo decidirá la corte.
"Mi hermano jamás haría aquello contra sus mejores amigos" declaró el hombre, quien amablemente nos permitió unas palabras.
Le preguntamos acerca de su supuesta muerte y desaparición, con pena nos dijo que había sido secuestrado por alguien que al parecer, no recuerda, pero sí que era constantemente torturado.
Es una pena que importantes miembros de nuestra sociedad hayan muerto y desaparecido en el anterior mandato, pero el ministro Fudge, momentos después salió a declarar que... si hubo un error al mandar al hombre inocente a Azkaban eso no seguirá.
"Durante mi gobierno no permitiré ninguna injusticia " fueron sus palabras, esperaremos ansioso para ver el desenlace de la historia.
Sirius Black... ¿Inocente o culpable?
Nos tocará esperar hasta que el día de la audiencia sea dictada y estemos allí, para darle la primicia de este cruel caso, revelaremos el misterio tras el encarcelamiento del señor Black sólo para ustedes.
Rita Skeeter."
Sus ojos refugian de ira, mientras sus manos temblaban al ver diario el profeta de esa mañana, así lo había encontrado Severus al ingresar a su despacho luego de haber sido llamado por el Director, tuvo que hacer malabares para dejar a Harry encerrado en sus habitaciones personales con la profesora de transformaciones, quien amablemente se había ofrecido a cuidarlo, puesto que Dumbledore no estaba al tanto de que el niño permanecía en el castillo, y esperaba que estuviera así por lo menos tres años más.
-¿Has visto el Profeta de esta mañana, mi muchacho?- preguntó el viejo de túnicas coloridas, y el hombre de negro soltó un imperceptible suspiro, mientras evitaba todo contacto visual con el hombre.
-Lo he visto, salió en primera plana- respondió seco, con su habitual tono sarcástico. El mayor continuó con una expresión seria.
-¿No se ha contactados contigo... verdad? - pero Severus respondió con rapidez y tajante.
-No, ni siquiera se dignó a enviarme una carta, es obvio que quiere alejarse de todo lo que sucedió en el pasado, por eso intenta ayudar a su asqueroso hermano mayor... aunque es interesante, se me hace raro que no hayas corrido a salvar a ese perro- dijo, entrecerrando los ojos, suspicaz, intentando probar al hombre, quien con simplicidad sonrió "tristemente ".
-Era la guerra Severus, no se podía confiar ni en la propia sombra de uno, lo verdaderamente interesante es que tú te intereses en lo que le pase a Sirius - los ojos azules del director parecieron brillar bajo el armazón de sus lentes en forma de media luna, y Severus sólo hizo un gesto despectivo con la boca.
-A mí no me interesa nada de ese sarnoso, y si eso es todo lo que desea de mí...-iba a continuar pero fue interrumpido por el hombre.
-Últimamente me he sentido tan sólo Severus - comenzó, mirando con aflicción muy bien fingida sus manos sobre el escritorio. Severus suprimió un gruñido.
-Y me gustaría compartir más momentos contigo, momentos íntimos - tanteó el mayor, y un escalofrío recorrió al hombre de negro de pies a cabeza, imperceptible para el viejo pero muy presente para el pocionista.
-Pues he tenido demasiado trabajo atrasado, además, estoy haciendo algunas investigaciones, veré cuando lo visito para la hora del té - dijo, mientras se dirigía a la puerta cuando captó cierta frustración por parte del director.
Una vez fuera de la escalera en forma de Griffin, y ya a varios pasillos de distancia, se permitió suspirar con tranquilidad, estaba más que seguro que el hombre investigaría qué fue lo que pasó en realidad para que Regulus se le escapara. Y más aún pidiera con tanta seguridad un juicio para su hermano, sabiendo que desde pequeños su rivalidad había sido gracias a que estaban en casas diferentes.
Una vez que llego a las mazmorras se permitió estar totalmente tranquilo, y a paso confiado ingresó a su despacho, para que luego, de la pared surgiera una puerta que lo dirigiría a sus habitaciones personales.
Al ingresar, fue recibido por una sonriente McGonagall y un demasiado hiperactivo Harry.
-¡Papi! ¡Papi! ¡Quiero una escoba!- y eso fue lo último que escuchó antes de desmayarse, jurando casi inconscientemente que ese año le quitaría todos los puntos que pudiera a Gryffindor, solo para fastidiar a Minerva, ¡Merlín lo libre de Harry en escoba voladora!
Mientras... ese día, mucho más temprano, Regulus Black había hecho acto de presencia en el despacho del ministerio, Fudge, un hombre robusto y de ojos saltones, amante del color violeta; por que sólo él era capaz de utilizar unas botas de ese color, lo miraba tan asombrado que sus ojos ya de por sí saltones parecían salir de sus cuencas.
-Sí, soy Regulus Black, eso quedó claro, ¿No?- dijo el menor ya exasperado, avanzando en la habitación.
-¿No piensa invitarme a tomar asiento?- preguntó, arqueando una de sus cejas, mientras recargará su peso en el pié derecho, iba vestido muy elegante y con un bastón negro con el rostro de un can en la punta superior, en el mango. El ministro asintió y le señaló un sillón frente a su escritorio en el cual con elegancia tomó asiento.
-Seré claro, si me dieron por muerto, es cosa de ustedes, me secuestraron, me torturaron durante casi diez años seguidos, me creyeron tan débil que no pensaron que podría escapar, y ahora me ve aquí, en todo mi glorioso esplendor- extendió sus brazos a los costados y sonrió con arrogancia, para luego, drásticamente cambiar su expresión a una más seria.
-Quiero ver el informe del juicio de mi hermano- dijo, fuerte y claro, el hombre mayor frente a él procesó la orden quedando en una especie de transe, hasta que llamó a su secretaria para que vaya en busca de dicho documento.
Quince minutos de pesado silencio, de miradas frías y despectivas después, la muchacha, temblorosa ingreso a la sala, diciendo que no había un documento, por que no se le había hecho un juicio al mayor de los hermanos Black, el ministro sintió se que se le secaba la boca, y un escalofrío recorrió su espalda.
-Que... desafortunado - comenzó Regulus, con la misma seriedad que llevaba por mas de veinte minutos.
-Sería desafortunado que saliera en los medios que su mandato apoyará este tipo de injusticias - la voz de Regulus era baja, siseante, como una serpiente a punto de atacar, y de hecho, era eso mismo.
-Que le parece señor Ministro... que le parece que la familia Black, luego de hacer un juicio como es debido a mi hermano, lo apoyara en su carrera política, las elecciones están cerca, ¿no es así?- preguntó, recibiendo un asentimiento de su parte, el menor simplemente sonrió, mostrando una hilera de dientes blancos con los colmillos levemente más largos y puntiagudos, casi como los de un cánido.
-Entonces... mi recomendación sería, hacer un juicio privado a mi hermano, no quiero que Dumbledore mueva influencias, exijo la utilización de poción de la verdad, para que no haya dudas - comenzó, acercándose un poco más al escritorio y por ende al ministro.
-A cambio, tendrá nuestro total apoyo en las elecciones, eso también incluye a la familia Malfoy y al Lord Prince, quien se ha mantenido oculto por un tiempo, y así será, pero financieramente lo estará apoyando, ¿le agrada esa propuesta? - preguntó, y antes de que pudiese responder agregó algo que impediría que se negara, como todo un Slytherin lo había planeado, había planeado cada reacción con anticipación.
-Si se niega claro está, dichas familias exigirán un juicio conforme a ley, y le aseguro que ese juicio se hará por las buenas o por las malas, depende de usted si desea ser alabado por estas ancestrales y nobles casas o ser... repudiado públicamente - el silencio volvió a reinar y el ministro tragó grueso, mientras movía nerviosamente las manos y buscaba ayuda inexistente con sus ojos en la habitación.
-Le aseguro...- comenzó dubitativo, sin estar muy seguro de lo que diría.
-Le aseguro que ese juicio se realizará, y la verdad surgirá, si su hermano es inocente saldrá en libertad de inmediato y se le tendrá que dar una suma considerable de galeones por los años que estuvo en prisión - Regulus asintió sonriendo y se levantó de la silla, provocando que el señor Ministro también lo hiciera, y entonces estrecharon las manos, sellando aquel pacto.
-Le agradezco su comprensión Ministro, no dude que será muy bien recompensado por ello- y sin más, salió del despacho del mandatario, donde varios periodistas lo esperaban, curioso, pero le venía de maravilla aquello, dio sólo algunas declaraciones y Fudge salió poco después también a decir unas palabras para vanagloriarse un poco.
Todo salió de acuerdo al plan.
Mientras tanto, en una celda de Azkaban, aquel secreto tan bien guardado del Lord había sido nuevamente revelado, los paquetes que Regulus le había llevado eran un par de recuerdos y un pensadero plegable; se fundió en los recuerdos más veces de la necesaria, le costaba creer que alguien como Dumbledore hiciera aquello, los demás recuerdos eran de Severus; mostrándole casi todo lo ocurrido con Harry, la primera ves que vio en el recuerdo que el pequeño niño llamaba papá a Quejicus se desmayó, despertó por uno de los tantos gritos de su prima, los otros recuerdo eran de Lunático y unos casi tan horribles como los de Voldemort eran los de su hermano, a quien veía como cada día era matado de hambre, cada cierto tiempo, cierta cantidad de crucios impactaban contra su cuerpo, al igual que otros hechizos, solo recibía un vaso de agua al día y un poco de pan cada cantidad de días.
Sirius Black la primera vez que vio todos los recuerdos lloró, como nunca lo había hecho, por Tom, quien no pudo defenderse, de felicidad por que Severus aunque odiara admitirlo, hizo lo que él no pudo, proteger a Harry, lloró, porque extrañaba tanto a Lunático y lloró aún más por su hermano, por que siempre estuvieron separados y aun ahora seguían así, y aunque no lo demostrara, de verdad lo quería.
El sonido de las cadenas deslizándose por el rocoso suelo húmedo llenó el silencio del pasillo, con la mirada baja, a pesar de no ser observado se acercó a la puerta de su celda, que queda casi al frente que el de su prima.
-Bella...- la llamó, no hubo respuesta, pero el mismo sonido de cadenas arrastrándose se oyó, y supo que ella se había acercado para oírlo mejor.
-Aquello que le sucedió a Voldemort...-
-¡No digas su nombre! ¡No lo mereces! - gritó, interrumpiéndolo, Sirius estuvo tentado a rodar los ojos, pero la situación ameritaba de seriedad.
-Lo que le sucedió al señor tenebroso, estando en el castillo... ¿Ocurrió en verdad?- preguntó, dubitativo, el rostro demacrado de su prima hizo aparición de entre los barrotes de su celda.
-¿Sigues dudando? Veo que sí - su voz ya no se oía como una fanática, como una desquiciada como hace sólo segundos, incluso su mirada volvía a ser aquella astuta de sus tiempos de colegio.
-Eso pasó, y eso es lo que le espera al chico si sigue del lado de ese enfermo, nuestro señor lo ayudará, la pregunta que en verdad deberías hacer querido primo es... ¿Estás dispuesto tú a dejar atrás tu pasado y darlo todo por la familia? ¿Por Harry? - y no supo por qué Bellatrix decía el nombre de Harry con tanto respeto si se suponía querían matarlo, pero la respuesta no necesitaba ni decirla. Él estaba dispuesto a todo por su familia, por Harry, por Lunático, por su hermano, por Bella y Narcissa aunque suene loco, solo deseaba poder salir de allí y tratar de recuperar lo perdido.
Esperaba que no sea tan tarde.
-Iré por ti... Harry -
El cumpleaños número ocho de Harry había llegado, y aunque un aura de tristeza rodeaba a casi todos por la ausencia del padrino del chico, fue Draco quien salvó la fiesta diciéndole a Harry que no se preocupara, que tendría muchas fiestas para compartir con padrino y que incluso lo tendría cerca de nuevo antes de su noveno cumpleaños. La inocencia del pequeño rubio pareció incrustarse en los corazones de los adultos, quienes empezaron a contarle anécdotas divertidas de lo que hacían sus padres en tiempos de juventud.
Una vez terminada la fiesta y con los niños durmiendo, los adultos nuevamente se reunieron en la sala, con vasos de whisky de fuego para los hombres y un poco de brandy de cerezas para Narcissa, la reunión había comenzado.
-Se encuentra en un mal estado, aparentemente sin un cuerpo físico - comenzó Severus, sentado en un sillón al lado de Remus, del otro lado estaba Regulus y frente a ellos Narcissa y Lucius.
-¿Y como es que sobrevive? - preguntó la única mujer, angustiada, tomando de la mano a su marido en busca de fuerzas.
-Al parecer, poseyendo pequeñas criaturas mágicas, como serpientes, pero eso no le da mucha movilidad, debemos enviar a alguien, lo suficientemente débil, para que posea su cuerpo, y traerlo, para luego buscar una poción o hechizo que le dé nuevamente un cuerpo como en el pasado- Severus se masajeaba el puente de la nariz como frustrado, no podía ayudar a su señor, y ya habían pasado siete años.
-¿Pero... en qué parte se encuentra exactamente? - Remus fue ésta vez quien habló, sorprendiendo a los presentes, pues creían que era "neutral".
-En algún lugar de Albania, quizás un bosque, lejos de muggles, él jamás estaría cerca de ellos, al menos eso dijo nuestro informante - Remus se levantó de un salto con una gran sonrisa en sus labios.
-Hay una manada de lobos que conocí allí, cuando James y Lily murieron, Sirius encarcelado y Harry lejos de mí, decidí viajar para conocer un poco mas acerca de mi maldición, podemos pedir ayuda, juntos podríamos hacer una especie de rastrillaje por todos los bosques- dijo, mirando a Severus y Lucius esperando una respuesta.
-Lobos... ¿crees que se unan a la causa?- preguntó el rubio, Remus lo pensó un momento.
-Bueno, ellos desean dejar de ser llamados bestias, creo que si le explicamos los reales motivos de Voldemort tal vez lo hagan, yo puedo ser mediador - dijo, con sus ojos dorados brillantes, al saber que volvería con aquella manada que le había hecho ver su maldición como algo más que ello, pero fue Severus quien lo hizo aceptarse como realmente era.
Por otro lado, el hombre de negro sonrió complacido, siempre supo que Remus serían un buen aliado, además... tenía el plus de amarlo. Asintió y miró nuevamente a Lucius, quien solo sonrió.
-Así que el lobito tiene más amigos peludos...- murmuró, con una sonrisa malvada, pero luego se levantó y le dio una suave palmada en la cabeza, como cuando tu mascota hizo bien el "ve y recoge ".
-Buen trabajo Remsie, ¿No quieres una galleta?- le preguntó, sus ojos grises brillantes de burla, el castaño simplemente gruñó por lo bajo, dando un mordisco al aire. Provocando una carcajada en general.
-Ya deja a Remus, querido - mencionó Narcissa mientras un elfo aparecía llevándose los servicios que utilizaron.
-Sí, querido - mencionó Severus, viendo como el rubor subía por las mejillas de Lucius hasta sus orejas, nuevamente las risas reinaron en la sala.
-Creo que mejor nos retiramos para dormir - mencionó el rubio, seguido de su risueña mujer, quien le guiñó un ojo a los presentes, estirando de la ropa a su marido.
-Bueno, creo que yo también me retiro, mañana debo hacer algunos trámites en el banco- el menor de los Black suspiró con cansancio y se alejó por otro pasillo, dejando solos a Remus y Severus.
-Gracias por tu ayuda - comenzó el hombre de negro, acariciando con delicadeza la cálida mejilla del lobo con sus frías manos.
-Lo hago por ti, por Harry y por que sé que Voldemort quiere lo mejor para el mundo mágico, a decir verdad... A pesar de saber que lo lobos tendrían mejores condiciones de vida junto con el Lord, me uní a la orden por el Director, a él le debía todo, mi vida, dejó que estudiara a pesar de mi condición - frunció el ceño y miró al suelo, siendo el hombre de negro quien en un rápido movimiento se sentara a horcajadas sobre él tomándole del rostro.
-No le debes nada a ese mago, es su deber, sabes, hubo un tiempo en el que las criaturas con la capacidad de tener magia en sus venas, podían ingresar a Hogwars, no había discriminación, repudio, eran simplemente estudiantes, eso es lo que queremos de nuevo- dijo, acariciando sus labios con sus dedos, aquellos labios tan carnosos. Suspiró satisfecho antes de besarlo, moviendo levemente las caderas. Un gruñido escapó de Remus en medio del beso, tomando fuertemente de la cintura.
-Creo...- comenzó Severus, sin aire gracias al beso. Y sonriendo Remus, comenzó a dejar pequeños besos en su cuello.
-Creo que también... También deberíamos ir al cuarto- dijo, entrecortadamente, tomando de los cabellos al licántropo.
-Remus...- gimió quedo al sentir una particularmente fuerte mordida en su hombro.
-Cuarto... ahora- volvió a decir, observando al de ojos dorados sonreír, mientras sus manos viajaban a sus nalgas, para alzarlo y llevarlo a la habitación, con una sonrisa triunfante en el rostro.
-Remus eres un depravado - dijo Severus, aun en los brazos del hombre, peinando sus cabellos color castaño con sus dedos.
-Sí Severus, lo que tú digas - sonrió el hombre, provocando que el pocionista frunciera el ceño, dejando toda respuesta sarcástica morir en sus labios, al sentir la lengua de de Remus bailar por su cuello, con su cálido aliento provocándole miles de sensaciones.
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