Era un día soleado y brillante, las ventanas estaban entreabiertas y el aire se colaba disimuladamente.
Ceno, un chico de 17 años de pelo gris ceniza, teñido, y oscuros ojos azules , se levantó de su larga y mullida cama.
Se quitó su pijama, que consistía en una ancha camiseta de manga corta gris y un pantalón de chándal del mismo color y lo cambió por una camiseta más ajustada y unos tejanos azules.
Se peinó, se lavó la cara y luego se puso unos zapatos algo viejos y blancos.
Entonces bajó las estrechas escaleras para llegar al salón, donde preparó su desayuno que consistía en dos tostadas, una con mermelada y otra con mantequilla, y un zumo de naranja natural.
Después cogió un bocadillo que su madre le había dejado preparado y recordó que debía lavarse los dientes antes de salir de casa, así que eso hizo y, después de cojer unas cosas, salió por la puerta de su casa, corriendo, no sin acordarse de cerrar con llave. No quería llegar tarde.