Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

EPÍLOGO

Jueves 01 de Septiembre, 2016

En un bar a las orillas de Long Beach una motocicleta en particular estaba aparcada en la entrada del Infernal Cave's. Era un jueves algo turbio, y los espíritus se inquietaban más de lo usual. Después de meses de plena quietud y paz en el mundo terrenal, nuevamente algo perturbaba la paz de aquellos que podían percibir más allá de lo carnal.

La presencia de cierto individuo les hacía estremecer y estar a la defensiva en todo momento. Decir que la presencia de él no intimidaba ni ponía nerviosos a más de uno, sería una falacia. Dentro del establecimiento no había mucho ruido, la música estaba a un volumen medio en el que fácilmente las personas que estaban se podían escuchar, y las luces rojizas cubrían una pista de baile algo desierta. Habría que recordar que era un día en el que el Infernal Cave's no tenía mucha aglomeración de personas.

En una esquina solitaria, un hombre de chaqueta de piel se encontraba bebiendo solo. Absorto en sus pensamientos. El cigarrillo en sus labios estaba a punto de consumirse y una melena un poco más larga de lo que usualmente llegaba a usarla cubría sus pobladas cejas negras. Llevaba meses sin poder conciliar el sueño, atormentándose de lo que actualmente vivía y de la soledad que comenzaba a marchitarlo. La angustia lo abrumaba, y la melancolía era su cazadora en noches como aquella.

No pasó mucho tiempo para que al lugar entrara Gab con una gabardina beige, con rastros de gotas de lluvia sobre ella. Vestía con un pantalón negro y una camisa blanca y corbata. Típica vestimenta para el lugar en donde trabajaba. Dejó su maletín en el Jeep pues no tenía sentido que lo bajara. Había acabado un poco más tarde de lo usual de dar clases en la universidad, y pues a pesar de ir en contra de sus instintos, decidió aceptar la invitación de nada más y nada menos que de su rival. Tomó el suficiente aire para entrar a un lugar de poca monta como el Infernal Cave's. En donde por excelencia los demonios acudían seguido, personas que trabajan en negocios ilícitos también frecuentaban el bar y uno que otro adolescente que se sentía lo suficientemente rudo para relacionarse con matones sigilosos y una que otra persona del bajo mundo.

Cuando Gab divisa a un demacrado Duncan se acerca a él. Ignorando a los pocos demonios que se hallaban cerca. No era de extrañar que la presencia del ángel inquietara a más de uno. Estos le temían al ángel, pues a pesar de no aparentarlo, Gab era el más poderoso ángel que existía hasta la fecha.

Esperando a que todo acabara rápido, pues quería ir a visitar a Yvaine a su casa y llevarle la cena. Toma asiento frente a él y sin saludar comienza hablar.

—¿Cuándo regresaste? —Gab le pregunta algo seco.

Gab no tenía intenciones de alargar demasiado la conversación. Quería ir directamente al grano.

La presencia de aquel demonio no le agradaba mucho. Si bien habían estado levemente en contacto, por no decir que el contacto era casi inexistente, no se habían visto como tal en muchos meses. Y solo pensar que él estaba de nueva cuenta pisando terreno humano era un foco de advertencia. A Duncan tampoco le agradaba verle la cara al ángel, pero a veces debía pensar con la cabeza fría y dejar a un lado un poco de su orgullo. Se encogió de hombros y expulso el humo del cigarrillo.

—Hace como veinte minutos —Dijo sin más. Los ojos azules no dejaban de ver al odioso ángel. Tuvo mucha fuerza de voluntad para no haberlo matado el día en el que todo en él se murió —¿Cómo está ella?

Gab sintió una punzada en su pecho. Era evidente que el demonio preguntara por Yvaine. Por mucho que quisiera evitar el tema, simplemente sería en vano. Sospechaba que la razón por la que Duncan había vuelto después de tanto tiempo de ausencia, era por nada más y nada menos que la princesa de las tinieblas. Aunque él no quisiese reconocerlo, sabía que Duncan la amaba por sobre todas las cosas y eso era algo que él respetaba y por la que continuaba vivo. Sin embargo, eso amenazaba con su relación.

—Ella está bien, está en casa esperándome probablemente.

Sí bien, Gab había hecho el comentario aposta, dando a entender que estaba marcando su territorio, Duncan formó una línea con sus labios. Se retorció en su lugar sin demostrarlo demasiado. Aunque la sangre le hirviera, sabía que con Gab había estado segura, de cierta forma estaba agradecido con él, pero no sería algo que él se atreviese a confesar en voz alta. Los celos lo atormentaban cada día desde que supo que Yvaine estaba viva y al lado del Fuego Celeste. De solo imaginar cómo su amada se hallaba en sus brazos se le revolvía el estómago. Se decía así mismo que debía ser paciente, que pronto todo acabaría y todo sería un mal recuerdo.

—¿Y los bebés? —Mencionar a sus bebés le daban esperanzas, le daban fuerzas.

Duncan no podía evitar pensar que la mujer a la que más había amado en su vida fuera a tener a sus bebés. Razón por la que simplemente no podía concebir el sueño. Y él tan lejos de ellos. Parecía una broma absurda y de mal gusto. Haberse separado de lo único bueno que tenía en su vida y estaban alejados por culpa de la absurda guerra. Guerra que ya había pasado y seguía dando problemas. Un efecto colateral, dirían por ahí.

Gab no dejaba de analizar a Duncan con escrutinio, Duncan no demostraba mucho sus emociones, y aunque el ángel tenía una breve idea, no podía constatarlo, si bien hablar sobre Yvaine y los bebés le devolvían cierto brillo al rostro de Duncan, era algo que no quería crecer en él alguna especie de esperanza.

—Serán una niña y un niño —Dijo Gab sin borrar una sonrisa que inconscientemente apareció en sus labios, emocionándose con la idea de formar una familia—Nacerán entre mediados de septiembre o finales, por si te interesa saberlo.

Duncan se ofendió en sobremanera. Duncan en modo serio era realmente peligroso, no se sabía cómo podría reaccionar. Y solo eso bastó para encender la furia del demonio. El ambiente se volvió pesado, no pasó desapercibido por Gab, por lo que estaba preparado para enfrentarse en cualquier momento con Duncan. Su aura se había potenciado, y más de uno de los presentes, que sabían sobre Duncan, estaban a la expectativa por su próximo movimiento. Éste último, tomó toda su fuerza de voluntad para no golpearlo en el rostro y comenzó a relajarse. Últimamente cualquier cosa que le pasara hacía que sus nervios aumentaran y la irritación no bajaba con nada. No era para menos, estaba separado de lo que más amaba.

—¿Qué estupidez acabas de decir, alado? Claro que me interesan, son mis hijos.

Gab se acomodó en su lugar un tanto incómodo por las últimas palabras. Sabía que era verdad, pero no podía evitar tener una especie de recelo ante la idea.

—Querrás decir mis hijos, yo les daré mi apellido, mi techo. He cuidado de Yvaine todo éste tiempo —hizo una pausa —Yo los he cuidado hasta el momento, soy más padre de lo que tú has demostrado en todo éste tiempo.

Duncan soltó una risa seca. Sus ojos se encendieron en un rojo carmín y levemente sus colmillos se volvieron más puntiagudos.

—He vuelto por ellos, Gab. —Duncan le habló franca y directamente sobre sus intenciones. Por supuesto que el Fuego Celeste se las olía, pero que lo dijera abiertamente le causaba conflicto—Voy a recuperar a Yvaine. No te hagas ilusiones en que jugarás a la casita con mi chica y mis hijos.

Gab tensó su mandíbula y recostó sus brazos sobre la mesa. Ignorando todo lo que pasaba a su alrededor. En su mente debía pensar como el guerrero que era, y no como un ser misericordioso. Y sabía que palabras decir, que él sabían que probablemente harían eco en la cabeza de Duncan.

—¿No crees que Yvaine ya pasó por mucho sufrimiento? Desde que la conozco, nunca la había visto tan sonriente, tan feliz como ahora. El que los ángeles hubieran tenido misericordia de ella, devolviéndole la vida y borrándole la memoria fue un regalo, una oportunidad. Tanto tú como yo sabemos que ella siempre quiso continuar con su vida de humana, y aunque ella esté sellada otra vez, es un nuevo comienzo. No lo eches a perder por tu egoísmo. ¿La amas? Déjala que continúe así—Gab se acarició el cuello que comenzaba a sentirlo pesado— Admito que ninguno de los dos estuvimos enterados de esto hasta que ella apareció en mi puerta hace unos meses, pero las cosas han cambiado. —Gab se sentía a la defensiva, y no era para menos. Después de todo, la relación entre él y el Fuego Oscuro estaba viento en popa.

Duncan tiró su cigarrillo en el cenicero e imitó la postura del ángel. Sus codos estaban sobre la mesa y las manos de Duncan cubrían un poco sus labios. Había estado pensando en eso durante todos esos meses, no era un idiota. Asimiló todas sus posibilidades.

—¿Quieres dejar que viva en una mentira? Creo que el egoísta es otro.

Ese fue un golpe bajo para en ángel.

—No creas que ese comentario me afectó. Pero acéptalo, quizás sea un poco de mentira. ¿Tú crees que Yvaine quisiera recordar todo lo que vivió desde que te apareciste en su camino? No sé su historia, pero sé que ahora está mejor que antes. —Ambos estaban de acuerdo con eso, pero Duncan a pesar de todo, no era de los que se rendía—Cuando fui a verte en medio de toda tu rebelión fue para avisarte, fue mera cortesía, lo hice por ella...merecías saberlo.

Duncan alzó sus cejas no dando crédito a lo que escuchaba.

—No te creas el sabiondo, yo ya sabía que estaba embarazada. Cuando me di cuenta que ella estaba viva de nuevo y cuando despertó del coma lo sentí, pero no podía ir a verle, aunque lo quisiera.

—Abandonaste a tu novia y tus bebés por un estúpido reino —le reclamó Gab—Reino que Yvaine nunca quiso.

Ciertamente las cosas se estaban poniendo tensas y algo calientes. Ninguno de los dos parecía ceder, y ninguno de los dos quería dejar de hablar. Se habían reprimido demasiado el uno con el otro. Duncan frunció su ceño y encendió otro cigarrillo.

—Lo hice por ellos. Porque quiero que vuelvan conmigo, sin la presencia de Tymaurel de por medio. Pero es algo que tú jamás podrías entender. ¿Imaginaste alguna vez que pasaría si Tymaurel se enterara que Yvaine esperaba bebés? —Gab se quedó callado escuchando lo que Duncan tenía que decir— Los usaría como armas era lo más seguro. Un Fuego Oscuro y mi linaje, es algo con lo que siempre ansío Tymaurel. No podía permitirlo, si mi sacrificio era no ver a Yvaine por tantos meses y mantenerme alejados a mis hijos, lo haría de nuevo. Por verlos seguros. —Duncan se llevó el cigarrillo a la boca y siguió hablando— Y ahora que soy el Rey Demonio, que derroté a Tymaurel, puedo ofrecerles un futuro sin preocuparme de que algo les ocurrirá a ellos.

Gab escuchaba atentamente las palabras de él.

—¿Qué hay de los cazadores? Por el momento no están tras ella, está sellada. Pero la vigilan, de cierta manera yo también lo hago. —Carraspeo—Pero es para protegerla, ten por seguro que no le pasará nada malo estando conmigo.

Duncan lo miró fijamente. Sabía que así sería, pero, de todas maneras, era su obligación proteger a su familia.

—Son mi responsabilidad y mataré a cualquiera que se le acerque a ella con esas intenciones. No me importa quiénes sean, y mucho menos que sean los mismos "amigos" de mi chica. Los mataré. —Dijo decisivo.


●▬▬▬▬▬▬୧♛୨▬▬▬▬▬▬●


Ajena a todo lo que había acontecido hace unos días entre el Rey demonio y el Fuego Celeste, una Yvaine embarazada caminaba por el malecón completamente sola. Había ocasiones en las que ella salía sola hacia ese lugar. Porque por alguna extraña razón, inconscientemente llegaba a ella como una fuerza magnética. Sin saber que en ese lugar fue dónde todo terminó para ella y dónde ella regresaba, buscando algo que sentía perdido.

Había ocasiones en las que simplemente le gustaba desaparecer de todos. Sentarse a la orilla del mar y forzarse a recordar todo lo acontecido. Inútilmente conseguía algo. Después de todo lo que había pasado. Fue fácil encariñarse con Gab, el habérselo presentado a su padre y hermano fue un alivio para ella. A pesar de que Rick y Arnold enloquecieron por la edad de Gab, fue aceptado. Los tres se llevaban de maravilla e Yvaine no podía estar más contenta por ello. A pesar de que todo había vuelto un poco a la normalidad, ella sentía que algo le estaba faltando.

Sarah fue la que más se apegó a ella. Carl y Ana, a pesar de que estaban cercas de Yvaine, ella no podía dejar de sentir que algo raro pasaba con ellos. Olvidó el tema unos minutos.

Acarició su vientre y una sonrisa se formó en ella.

—¿Saben? Hay muchas opciones, la verdad no sé cuál escoger. —era común en ella hablar sola con una enorme panza de embarazada. Y por más extraño que pareciese, cuando ella hablaba con ellos, sentía que estos se movían en su vientre—Al menos, sé cómo te llamarás tú, Eydan. Tu hermana es la del problema. —reía tímidamente.

Para ella fue fácil elegir el nombre de su niño. Eydan, su pequeño fuego.

De cierta manera ella estaba involucrada con el fuego. Y pareció haber escuchado ese nombre en sus sueños, alguien se lo decía. Pensó por unos momentos que ella se estaría volviendo loca o algo por el estilo. Yvaine estaba un poco inquieta. Pues a pesar de que había calma en su vida, no dejaba de tener sueños sobre el fuego y un chico. En ocasiones parecía olvidarlo, pero últimamente esos sueños eran recurrentes y recordaba fragmentos de ellos.

El carácter de Yvaine se había ablandado más de la cuenta. No pareciera que esa nueva mujer, hubiese sido un poderoso demonio y de carácter pesado.

Yvaine se da la vuelta disponiéndose a marcharse en su auto. Mientras caminaba vio algo que llamó su atención. Era negra y brillante. Mordiéndose el labio se acercó a una motocicleta que parecía sacada de sus más locas fantasías. Parecía como si las llamas dibujadas tuvieran vida, o eso era lo que ella pensaba. Algo que ella pensó que le sonaba demasiado familiar.

—Espléndida.

Una voz ronca y varonil habló a sus espaldas. Pronto sintió un dolor en su cabeza, y sintió que eso era algo que ella ya había vivido. Como un sueño lejano o quizás una especie de Deja Vú. No pudo evitar sentir que todo su cuerpo reaccionó a la voz de un desconocido.

—¿Disculpa? —le dijo ella, dándose la vuelta.

Un chico de cabellos azabache y ojos azules la miraban con mucha atención. Su sonrisa pícara se movió hacía un lado y bajó un poco su cabeza. Yvaine se sintió algo intimidada. Frunció su ceño y creyó haberlo visto antes. Ella creyó que él era la personificación de todo un chico malo. De esos que las chicas sienten que se les bajan las bragas y los invitan a sus alcobas de noche.

Se vieron unos eternos segundos, ninguno de los dos hablaba. Y parecía que ninguno de los dos parpadeaba. Duncan sentía que la vida le había vuelto al cuerpo. Verla tan radiante, tan hermosa y viva le provocaban unas enormes ganas de besarla y llevársela lejos. Vio rápidamente su vientre y no pudo sentir otras cosas que ir abrazarla y besar en dónde sus bebés se encontraban. Nunca antes se había sentido tan vulnerable y ansioso por alguien. El corazón le había acelerado como locomotora cada que veía a su chica. Sabía que no podía presentarse como antes, a pesar de que esto le trajo muy buenos recuerdos, pues él sabía que ella había cambiado un poco. Desde que volvió a Long Beach, la vigilaba como si fuera su sombra. Tenía días cuidándola y añorándola a la distancia.

—La motocicleta —le sonrió él con coquetería.

Verla sonrojarse le provocó ternura. Y a pesar de que ella no se dio cuenta, sintió que se volvía a enamorar de ella.

—Oh claro, que tonta —rio apenada y para Duncan fue cómo si la estuviera conociendo de nuevo, nunca había hecho eso desde que la conocía—Disculpa, ¿nos hemos visto antes? —Yvaine se cruzó de brazos y no dejaba de verlo

Sentía la ligereza de conocerlo de antes. Duncan se dijo así mismo que no haría las cosas mal de nuevo, pero simplemente Yvaine se prestaba para molestarla. Y recordar es volver a vivir.

—Solamente que hayas aparecido en mis sueños, nena —alzó su ceja y cruzó sus brazos sobre su pecho.

Yvaine pensó que era un imbécil.

—¿A los chicos cómo tú no les importa siquiera que una chica esté embarazada cierto? Parecen un cazador tras una presa.

Duncan carcajeó con ganas e hizo que la piel de Yvaine se le erizara. Demonios, la había extrañado horrores. Su chica no había perdido el toque. Era como si el tiempo nunca hubiese pasado, como si todo volviera a cómo todo era antes.

—Un cazador eh... —ciertamente Duncan coqueteaba con ella descaradamente —Soy O'Donell, Duncan O'Donell.

A Yvaine se le aceleró el pulso. ¿De dónde rayos le sonaba ese nombre? Por extraño que pareciese, Duncan le extendió la mano. Jamás en la vida había sido tan educado, pero ¡por favor! Quería darle una buena impresión, o bien, no echar las cosas a perder. Ella dudosa la vio unos instantes y la estrechó. Al joven rey demonio le corrió una fuerte ola de calor por todo el cuerpo. Sentirla de nuevo era como llevarlo al paraíso. Yvaine por otro lado, lo sintió extrañamente familiar.

—Yvaine Madlow —le respondió algo confundida —Perdona que insista, ¿De verdad no nos conocemos? Siento la impresión de que nos hemos visto. ¿A qué preparatoria ibas?

—No soy de por aquí, nena. —Yvaine asintió.

A pesar de que "nena" le molestara por ser tan confianzudo, no le disgustaba haber entablado una conversación con él.

—¿Y dime, cuántos meses tienes? —Duncan le preguntó realmente interesado.

Yvaine parpadeo y llevó sus manos a la parte superior de su vientre y le mostró una sonrisa sincera. A Duncan le dio una punzada en el corazón de ver a su chica sonreír de manera tan feliz, tan jovial.

—Casi los 9 meses.

Duncan asintió y se recargó sobre su motocicleta. Estudiándola con adoración. Físicamente se veía demasiado embarazada, el busto le había crecido y sus cabellos eran demasiado largos, más de lo que él la recordaba.

—Entiendo, ¿esperas un niño o una niña? —Aunque él ya sabía la respuesta no podía asustarla. Y hablar con ella siempre se sentía bien. A pesar de que ella no lo recordara.

—Sorpresa, ambos. Tendré gemelos.

Duncan sonrío como si fuera la primera vez que se enterara de que sería papá.

—¿Has elegido nombres? —Se acarició la barbilla mientras no le apartaba la mirada a su chica. —Los nombres son muy importantes.

Yvaine se sonrojó por alguna extraña razón.

—El niño se llamará Eydan. —Duncan en su cabeza aprobó el nombre, le gustaba la elección del futuro príncipe de Demonét —Y la niña...todavía no lo sé.

Duncan se acercó a ella y con la mirada le pidió permiso para acariciar su vientre. Yvaine con la mirada le indicó que podía. Cuando el joven Rey Demonio puso sus manos sobre ella sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo. Los bebés comenzaron a moverse más de lo común y en el pensamiento Duncan les decía cuánto los amaba. Los gemelos sentían a su padre por primera vez. Yvaine no sabría cómo describir lo que estaba sucediendo en ese momento. No entendía como dejaba que un desconocido se acercara tanto. Para ella, él no le resultaba tan indiferente como lo hubiera imaginado.

—Vesta —Casi lo ordenó el demonio.

—¿Vesta? —Le preguntó Yvaine al pelinegro.

—Diosa del fuego —Sonrió Duncan.

A Yvaine le agradó el nombre. Y sintió algo de confusión. Más fuego en su vida, parecía que todo se relacionaba a ello. Parecía una coincidencia, pero a lo que ella llamaba coincidencia, Duncan lo llamaba destino.

—Y original, no tendrá problemas en llamar la atención de todos—Rieron con ganas.

—Te aseguro que no será de las que pasen desapercibidas en un futuro —Duncan imaginaba a su princesa ser objeto de atención entre la corte real demoníaca.

Duncan no alejó sus manos del vientre de Yvaine. Sus rostros estaban muy cercas el uno del otro. Sus ojos se encontraron de nuevo y era como perderse entre un cielo gris y un gran mar azul.

El Fuego Oscuro no supo en que momento comenzaron a entablar una plática normal, todo en ellos fluía de manera tan equilibrada. Duncan se abstuvo de robarle un beso en más de una ocasión, no podía evitar perderse en esos ojos grises, en acariciar sus cabellos castaños y en cargarla como a la princesa que era. El embarazo le había sentado demasiado bien, había un brillo especial en sus ojos y éste no podía evitar verlos. Y es que, a pesar de la distancia, su corazón era de ella, le pertenecía. La amaba con cada fibra de su ser.

Yvaine por unos momentos pensó que era un chico algo coqueto. Probablemente si no estuviera embarazada y no estuviera con Gab, pensaría en que sería lindo que él la invitase a salir. Aunque bien, ella sabía que ese tipo de chicos con la labia más que trabajada, sería un conquistador, un mujeriego. De esos que te rompen el corazón y dejan tu vida echa un desastre. Sin embargo, no podía dejar de creer que él era simplemente atractivo. De hecho, atractivo era quedarse corto, el chico ardía y estaba más que segura que él lo sabía. ¿A quién rayos no le gustaba un chico malo? Pronto se sintió apenada de todo lo que le pasó por la cabeza en tan poco tiempo.

Estos no dejaban de bromear y tratarse como si tuvieran años de conocerse. Nada existía a su alrededor, era una burbuja que ellos habían formado. De pronto, el hellhound de Duncan se acercó a él y se quedó a su lado, observando con añoro a su antigua dueña. Yvaine no pudo evitar no verle un poco incomoda, pues ella creía que ese perro estaba algo dotado, más grande que otros de su raza.

—Oh... ¿es tu perro? —dijo ella un poco nerviosa.

—Sí, es mi chica se llama Axis —acarició al hellhound mientras se acuclillaba.

—Bien, lindo nombre muy original —Yvaine colocó un mechón de cabello detrás de su oreja izquierda. Ya había perdido demasiado tiempo, probablemente Gab ya estuviera en casa con su padre y Arnold— debo irme, fue un gusto conocerte O'Donell —decir aquellas palabras pareció tan común.

Se sintió familiar. No se lo podía explicar.

—Espero verte pronto, Madlow.

En el pecho de Yvaine algo se removió. Se dio la vuelta y frunció su ceño. En su cabeza, era como haber escuchado eso en un sueño muy lejano.

Duncan quiso detenerla, pero en cambio se quedó viendo como Yvaine se le iba de nuevo. La sensación de que ella se marchaba otra vez le pareció agobiante y dolorosa. Pero después de muchos meses, era como volverse a enamorar de su pequeña y terca fuego oscuro. Axis extrañaba a su dueña y lo único que hizo fue emitir un pequeño gemido.

Cuando la castaña de ojos grises se dio la vuelta sintió algo mojado que recorrió sus piernas. Con el corazón latiéndole a mil bajó la mirada.

—¡Maldita sea! —gritó ella.

Yvaine no lo podía creer. Duncan quién no la había perdido de vista, la tomó de los hombros quién fue testigo de todo. Escuchó la manera en la que gritó su chica.

—¿Qué pasa, nena? —Yvaine no replicó si no que se dio cuenta.

—Se me rompió la fuente... —dijo asustada.

—Te llevo al hospital.

—No puedo ir en tu motocicleta... —Yvaine estaba asustada. Estaba entrando en pánico.

¿Por qué se le adelantó el parto? Se supone que todavía faltaban dos semanas para ello. Esa tarde por muy sorprendente que pareciese, no había mucha gente caminando. Era domingo.

—Imagino que traes tu auto.

Yvaine asintió mientras se tocaba el vientre, le dio las llaves y Duncan le abrió el Malibú que no estaba muy lejos de ahí.

—¿Cómo sabías que era un malibú?

Yvaine frunce el ceño. Duncan se da cuenta de lo descuidado que había sido, rápidamente se encogió de hombros y decidió improvisar.

—Es el único auto Chevrolet que hay por aquí, no hay que ser muy listos.

Ella no muy convencida entra al asiento de copiloto. Comienza a sentir contracciones. Duncan pensó por unos momentos si se trataría acaso de las jugarretas del destino. Él sabía de antemano que los bebés fueron concebidos en Demonét, el tiempo allá transcurría de forma muy distinta a la de los humanos. Probablemente, sería por el hecho de que los bebés ya debieron de haber nacido, pero Yvaine estaba sellada. Quizás esa era la cuestión. Duncan arrancó el auto y condujo lo más rápido que podía. Yvaine intentó llamar a su padre, pero su móvil se había descargado.

Ella ignoró todo lo que pasaba a su alrededor. Sintió que el aire le estaba faltando e imágenes comenzaron aparecer en su cabeza. Eran partes de sus sueños, pero que se veían muy reales. Sin saber qué en realidad, todo lo que estaba viendo eran recuerdos. Duncan no dejaba de ver a Yvaine que no dejaba de quejarse.

Tomó su mano mientras que con la otra iba conduciendo. Sin replicar, ella la tomó y sintió que no estaría sola. Su respiración se aceleraba. Un fuerte dolor se posó en su vientre y pronto ella sintió que el aire no estaba pasando correctamente por sus pulmones. Duncan comenzaba a sentirse algo nervioso. Pronto comenzaba a sentir que Yvaine no estaba despidiendo la misma aura. Sentía levemente una energía demoníaca fluir, que desaparecía de vez en cuando. Duncan la veía de reojo y notaba en el rostro de Yvaine sufrimiento. Se suponía que cuando ella estuviera en peligro, su lado demoníaco afloraría ¿Algo más le estaba ocurriendo a Yvaine?

El Fuego Oscuro estaba teniendo espasmos por todo el cuerpo. El sudor le corría por todo su cuerpo, y Duncan iba a toda velocidad.


●▬▬▬▬▬▬୧♛୨▬▬▬▬▬▬●


Llegaron al Miller Children's and Woman's Hospital.

Yvaine no podía pensar con claridad, no podía recordar el número telefónico de su familia y menos el de Gab por lo que pedirle el favor a Duncan no podría ser. Al entrar a la sala de urgencias, Duncan cargaba a una Yvaine a punto de dar a luz. Ella se aferraba a su cuello y su frente estaba en el cuello de Duncan. De cierta manera, Duncan que casi podía volar con tener a Yvaine tan cercas de él. Sensaciones y pensamientos que para él antes podrían ser ridículos y cursis; Pero que ahora que lo vivía, podría comprender.

No había mucha gente, por lo que el personal rápidamente se dio cuenta de los recién llegados.

—Enfermera, ella está...—Duncan se acercó a recepción.

Rápidamente las enfermeras trajeron una silla de ruedas. Duncan estaba un poco desesperado, pues sentía como Yvaine se removía en sus brazos. Y lo que menos quería era verla sufrir. Su vestido azul cubría gran parte de sus piernas y su cabello se pegaba firmemente a la espalda algo sudada de ella.

—No se preocupe, su esposa estará en buenas manos. Por favor pase a esta sala para que pueda entrar al quirófano.

Duncan voltea a ver a su chica y ésta no deja verlo. Sintiendo un poco de temor estar sola.

—Tranquila nena, estaré ahí contigo. —ella asintió.

Mientras Yvaine era transportada en la silla de ruedas, sentía un calor salir de ella. Pero no era algo común, su poder sellado le exigía tomar el control de su cuerpo. A su cabeza un sinfín de recuerdos iban arrasando con ella. Cada una de las escenas reprimidas en su subconsciente estaban saliendo, apareciendo. Pronto, Yvaine comenzó a recordar el momento exacto en el que ella conoció a Duncan. Todo pasaba muy rápido, tan así, que no se dio cuenta que ya estaba en quirófano, con un equipo médico preparando todos sus instrumentos.

Cada vez que cerraba sus ojos, todo pasaba como en cámara lenta. Se transportaba a su pasado. Pero ella creía que estaba delirando. Lo veía a él, veía sus ojos intensos. Como su cuerpo se envolvía en llamas, todas las veces en las que ese demonio la molestaba y la protegía. Todas sus peleas, los celos, todos los besos y caricias. La pelea, todo comenzaba a volver a ella. Su boca estaba algo seca y no dejaba de sentir dolor en el área de su pelvis.

—Aquí estoy nena —Escuchó la voz de Duncan.

Sus manos estaban unidas y ella lo miraba intensamente. Reconociéndolo a la perfección. No entendiendo muy bien del todo cómo es que seguía con vida. Realmente confundida con el exceso de información que llegaba a ella como lluvia.

—O'Donell —tomó una bocanada de aire y Duncan acaricia la frente de ella—T-Te recuerdo...—Comenzó a pujar.

Duncan la mira y quiere soltar un par de lágrimas. Dos corazones que habían sido separados, se reencontraban, se reconocían porque a pesar de lo sucedido, sus sentimientos estaban intactos.

—No te dejaré, aquí estoy.

Las luces del quirófano comenzaban apagarse y a encenderse. Mientras que Yvaine sigue pujando, duran unos cuántos segundos que Yvaine lo hace con más fuerza. Toma la mano fuertemente de la de Duncan. Su rostro estaba descomponiéndose del dolor. El Rey Demonio le da palabras de aliento y jamás nunca en la vida imaginó que él podría estar en esa situación. Estar haciendo cosas de humanos. Después de escuchar los gritos de Yvaine, ella se calla y un bebé se escucha llorar. Los corazones de Yvaine y Duncan se detienen por unos momentos, no cabiendo en ellos la felicidad y la emoción que estaban sintiendo.

El doctor extrae al primer bebé de ella.

—Es un niño —Dice contento el Doctor.

Las enfermeras lo envuelven en una cobijita azul y se lo pasan a Duncan. Éste dejó de respirar y mira a su primogénito con adoración y amor, pensando en que no podría haber algo más importante y perfecto en su vida.

—Hola, Eydan...aquí está papá. —El pequeño bebé se retuerce en los brazos de su padre.

Duncan besa su frente y se lo enseña a Yvaine que no deja de sonreír algo cansada. Yvaine continua con sus últimas fuerzas hasta que otro llanto de bebé se escucha. El doctor toma en brazos al bebé recién nacido y se lo da a una enfermera quién envuelve al bebé en una cobijita rosa.

—Es una niña.

Se la dan directamente a Yvaine. Ella la toma en sus brazos y ambos bebés están llorando.

Duncan acerca al otro bebé y ésta los carga con ambos brazos. Duncan besa los labios de Yvaine y ambos derraman lágrimas.

—Hola Vesta...—Yvaine besa a sus pequeños y no puede creer que ya los tenga en sus brazos. Duncan recarga su frente con la suya—Te recuerdo mi amor, ya te recuerdo...—La princesa de las tinieblas luego de besar a Duncan besa a sus bebés de nuevo.

—No los volveré a dejar, Yvaine —Ve a sus bebés y sonríe mientras llora —Nunca más, lo prometo.

—A ver hermosa familia, sonrían —Una enfermera capta su atención mientras lleva consigo una cámara digital.


●▬▬▬▬▬▬୧♛୨▬▬▬▬▬▬●


Gab llega al hospital junto con Rick y Arnold. Decir que el humor del ángel era apacible, sería mentir. No solo por el hecho de que Yvaine estuvo con Duncan, si no por el hecho de que había dado a luz y él no estuvo ahí. La cabeza de Gab era como una tormenta en mar abierto, rebelde, sin sujeción y muy peligrosa. Simplemente no cabía en él cómo es que se habían dado las cosas.

Aun se encontraban en el lobby, pero no faltaba mucho para enfrentarse a Yvaine y Duncan. Después de haber dado a luz y de recomponerse, Yvaine los llamó y simplemente no sabría cómo iban todos a tomar su familia la noticia de que Gab nunca fue el padre de sus hijos, si no que Duncan era el verdadero padre. Y es que, para el ángel, nada de esto tendría que haber sucedido. En más de una ocasión se preguntaba ¿qué planes había para él? Ya no había un objetivo que perseguir. Después de cientos de años, experimentaba cierta libertad... Libertad que esperaba tener con la chica de la que él se había enamorado, pero ahora ¿qué pasaría entre ellos? Era evidente que ella había recuperado la memoria, y él hecho de estar tan seguro es que Duncan estaba ahí, interponiéndose en su felicidad.

Mientras que Gab y la familia de Yvaine estaban entrando en el ascensor, la feliz pareja se encontraba junta al fin.

Duncan en ningún momento se separó de Yvaine.

—¿Por qué te fuiste, O'Donell? —Ella pregunta en la camilla, mientras espera a que les devuelvan a sus bebés. —¿Por qué nos dejaste?

Duncan estaba preparado para esa pregunta. Era evidente que si Yvaine recuperaba la memoria se preguntara todo eso. Y he de decir, que para haber recuperado la memoria y recordar todo lo que vivió, desde una guerra de ángeles contra demonios y una muerte, se encontraba demasiado calmada. Demasiado surreal.

Sin embargo, Yvaine sabía desde el momento en que despertó del coma, algo había cambiado, todo era extraño. Más que asustarse por todo lo que había pasado con ella, una extraña paz la envolvía. Porqué después de muchos meses de vivir en una mentira, la verdad la hacía libre.

—Jamás quise abandonarlos. Pensé que habías muerto, mi vida acabó en el momento en el que dejaste de respirar, Madlow —dijo Duncan con sus manos puestas en las de ella sin despegar su vista de ella. Ciertamente, para Yvaine escucharlo hablar de una manera tan triste le rompió el corazón y no imaginaba cómo pudo haberse sentido en su lugar. —No tenía motivos para vivir, al menos no sin ti. Pero algo me impulsó para no arrojarme al abismo...Tenía que vengarme de todos los que te hicieron sufrir.

Duncan recordó cada sentimiento, como si no hubiese pasado el tiempo y estuviera reviviendo lo mismo una y otra vez. Yvaine pasó saliva duramente por su garganta y cerró sus ojos. Recordando absolutamente todo, recordando la humedad de aquella noche, de los peligros que la asecharon.

—¿Qué va a pasar con nosotros? No sé qué haré, cariño —Dice honestamente Yvaine, preparándose mentalmente para arrojar las palabras que probablemente hieran a su demonio —Porque sé que te amo, O'Donell. Te amo mucho, pero Gab ha estado a mi lado todo éste tiempo y no puedo negar que le he cogido cariño.

El corazón de Yvaine se hallaba dividido, porque, aunque ella quisiera ignorar sus sentimientos por Gab, sabía que su lugar estaba con Duncan. Sabía que elegía a Duncan, pero no podía evitar sentir una especie de dolor por Gab, quién fue bueno con ella, la cuidó y la amó de todas las maneras posibles, física y emocionalmente. Yvaine se sintió avergonzada y una traicionera por decirle sus sentimientos por Gab a Duncan. Pero, sorpresivamente él lo entendió. No podía luchar contra eso, sin embargo, ella no lo amaba y ambos lo sabían perfectamente. Duncan conocía los sentimientos de Yvaine. Por lo que al orgulloso demonio no le preocupaba demasiado lo que estaría por acontecer.

Duncan sintió la presencia del ángel desde hacía un buen rato, era cuestión de minutos para que llegara y se armara la de troya.

Duncan besa la frente de su amada.

—Tenemos tiempo para pensarlo. No te abrumes, por mientras debemos tener en cuenta que tu hermano me quiera golpear, tu padre me quiera asesinar, y no mencionemos a Gab —rio sin gracia.

Por lo que Yvaine se preocupó. ¿En qué rayos se había metido? Se preguntó por unos minutos.

Para ser honestos, a Duncan le valía tres hectáreas de madre la opinión de su familia y de Gab ni se diga, pero por pocas veces en su vida, se preocupó por alguien más que por él mismo; Por los sentimientos de Yvaine, de cómo afectaría su relación familiar.

No era un idiota, sabía qué para los ojos de su padre humano.Duncan era todo lo que él no quería, un chico malo con tatuajes y una motocicleta que embarazó a su única hija. Y que sumándole todo lo mencionado, era el líder de todos los demonios, o en su caso, de una gran pandilla. Que le gusta fumar y vivir su vida nocturna como si nada, la fama de mujeriego, entre otras cosas más. Sabía desde el principio que era un mal partido para alguien como Yvaine, pero simplemente no podía evitar enamorarse de ella. No pudo evitar sentir que todo a su alrededor se congelaba cuando la castaña de ojos grises le miraba. Estaba dispuesto a luchar por ella. Peleó contra todo aquel que la quiso dañar, contra el mismo rey demonio, pelearía por ella y la bendición de su padre si se diera la oportunidad.

Cercas de la habitación, Gab se encuentra perturbado caminando a paso veloz. Sentía el aura demoníaca de Duncan y de Yvaine. Eran aplastantes para aquellos sensibles a lo espiritual. Grandes energías emanaban y se mezclaban por todo el lugar.

Por otro lado, Rick no dejaba de estar feliz por conocer a sus nietos y Arnold se encontraba nervioso. Ahora era tío, eran los pensamientos banales que llenaban su cabeza.

Ajenos a todo lo que estaba por ocurrir.

Al momento de llegar los tres hombres, cruzaron la puerta y lo único que hicieron fue perder el aliento. Un chico desconocido para la familia, estaba tomando de las manos de Yvaine, de una manera autoritaria y Gab siente que el corazón se le está saliendo. El dolor era una palabra que se quedaba corta. Verlos juntos fue demasiado para él.

Tan solo Gab no dijo nada.

—¿¡Pero qué rayos está pasando aquí, Yvaine Alexia!? —Rick no deja de observar con ira al chico de la chaqueta de piel. Jamás su padre le había hablado de tal manera, por lo que para Yvaine fue una gran sorpresa. Duncan se separó de Yvaine y se puso de pie, con el cuerpo gallardo y levantando la barbilla —¿Tú quién eres y porqué tomas a mi hija de las manos!?

Yvaine se llevó un mechón de cabello detrás de su oreja. Arnold no dejaba de ver fríamente a Duncan y comenzó a formar sus puños. Lo reconocía de cierta manera, sabía de su reputación y ahora no había viento y marea que detuviera a Arnold.

—Papá por favor, hay algo que necesito explicarte. —Yvaine trató de tranquilizarlos.

Pero pareciera como si una fuerza sobrenatural los hubiera poseído.

Gab les da la espalda y se acaricia la frente. Pensando y pensando en que sus peores pesadillas estaban cobrando vida. Pero, ¿Tenía razón para interponerse? Había una lucha interna que Gab estaba viviendo.

—¿Es que estás perdiendo el juicio Yvaine?—Responde Arnold quién se acerca amenazadoramente a Duncan.

—¿Quién eres? —Pregunta Rick.

—El padre de los bebés, suegro —soltó Duncan como si nada.

Rick se queda en su lugar perplejo, mientras que un Arnold a punto de perder los estribos mira en dirección de una pálida Yvaine. Gab por otro lado sigue en silencio, lo que hace que al Fuego Oscuro le llame la atención.

—Gab, yo...

En eso, Gab voltea a verla y está a punto de decir algo. Pero una enfermera hace su entrada con ambos bebés en brazos. Todos se quedan en silencio, Gab no deja de verlos con adoración.

La enfermera deja a Eydan y Vesta en los brazos de Yvaine.

Gab se acerca, para, aunque sea mirarlos por última vez. Vesta abre sus ojos y son como los de Yvaine, mirando directamente a Gab. Duncan, por muy impresionante que fuera, deja que se acerque a ellos mientras que ve a Rick y Arnold todavía un poco alterados, pero con la vista directamente en los bebés.

Gab se acuclilla y acaricia las cabezas de ambos bebés. Yvaine siente que su corazón se rompe, y es algo que Gab puede percibir. En el fondo, sabía que Yvaine lo quería, estaba consciente, pero su corazón no le pertenecía a él.

—¿Vas a estar bien? —Pregunta con un hilo en su voz. Resignación era la palabra que definía a Gab en esos momentos. Después de mucho pensarlo, se dio cuenta que no podría luchar contra Duncan sin lastimar a Yvaine.

Yvaine lo mira con mucha ternura. Entendía el significado de sus palabras, ¿estaba preparada para ver partir al Fuego Celeste?

—Vamos a estar bien, Gab. ¿Y tú?

Gab asiente no sin antes besar la frente de Yvaine y la de los bebés.

—Lo estaré —Duncan no deja de seguir a Gab con la mirada —Entonces, ya no tengo nada más que hacer aquí.

Al momento de dar unos cuántos pasos fuera de la habitación, Rick se interpone entre él que hubiese sido su futuro yerno.

—¿¡Estás demente, Gab!? ¿¡Puedes explicarnos que sucede aquí!? —Pregunta furioso Rick quién no deja de tocar el bigote y la barbilla.

—Él es el verdadero padre de los gemelos —se limita a dar más explicaciones Gab, pues eso no le correspondía a él —Lamentamos mucha esta farsa, les prometo que no volverán a saber de mí en caso de que me estén odiando.

Rick se sienta en un sofá no creyendo lo que Gab acababa de decir, acongojado y completamente confundido, mientras que eso sucede Arnold se acerca a sus sobrinos y carga a la niña en sus brazos.

Duncan alcanza a Gab, quien ya había salido de la habitación. El pasillo estaba vacío. Un silencio sepulcral los abrazaba.

—Es duro para ella también —Dice Duncan.

Gab detiene su andar y le habla por encima del hombro. Recuperando su orgullo de ángel, esperando que todo lo que había hecho en esos meses no le costara las alas.

—Ella tomó su decisión, lo respeto. —Suspira —no creas que no me verás por ahí de vez en cuando. Yo la amo, y siempre veré que esté bien.

—Lo va a estar, ya estoy con ella —Dice determinante Duncan.

Gab voltea a ver al cielo y sonríe tristemente.

—Más te vale, mi misión en el mundo de los humanos ha concluido, cuida bien del Fuego Oscuro —Extiende unas enormes alas blancas y desaparece no sin antes decir unas palabas al aire—Rey Demonio.


●▬▬▬▬▬▬୧♛୨▬▬▬▬▬▬●


Después de un mes turbulento para los jóvenes demonios, de mucho roce entre Arnold, Rick y Duncan, lograron calmar las cosas. Difícilmente Duncan fue aceptado, pues la imagen que Gab había dejado con su familia, era muy difícil de alcanzar, o al menos era lo que ellos decían. Poco a poco todo fue recuperando el ritmo. La relación entre Carl, Ana y la princesa de las tinieblas fue irreparable. La única que se quedó al lado del Fuego Oscuro, fue Sarah.

Más meses pasaron.

Sin embargo, había paz. Yvaine y Duncan se encuentran sentados en la arena con sus bebés en brazos. Duncan carga a una dormida Vesta, con su poca cabellera negra azabache, mientras que Eydan mueve tiernamente sus manitas en el aire. La cabellera castaña de Eydan contrastaba con los ojos azules de Duncan. Después de tanto tiempo, Yvaine y Duncan estaban juntos, ahora criando a sus hijos.

—¿Cómo es posible que Eydan tenga tanta energía? —Pregunta Yvaine riendo, a la vez que observa al amor de su vida.

Duncan ríe y besa a Vesta.

¿Quién lo diría? El ser padre ablandaría un poco a Duncan, pero a su vez, sería un enemigo realmente peligroso. Y es que, a pesar de todo, por fin podían ser felices.

—Vesta se parece a ti, igual de perezosa —suelta una carcajada e Yvaine golpea el brazo de Duncan, pero ambos sin dejar de reír.

Por unos minutos se quedaron viendo fijamente al mar. Como las suaves olas llegaban a la orilla del mar.

—¿Y ahora? ¿Qué hacemos? —El atardecer estaba cayendo y Eydan no dejaba de reír y hacer pucheros.

Duncan pensó en que ya era momento de escribir su historia en otro lugar. En su verdadero hogar, dónde los Leadarks y su madre le esperaban ansiosos. No era como que se deslindaran de su padre y hermano, pero él quería criar a sus hijos en Demonét.

—Podríamos irnos de aquí una temporada —Dice Duncan.

Vesta abre sus ojos y miran directamente a su papá. Éste la carga y la pone frente a frente mientras besa su nariz. Yvaine no deja verlos y sonreír.

—¿Irnos? ¿A dónde? —Yvaine carga a Eydan quién ya dejó de moverse tan bruscamente.

Comienza a cerrar sus ojitos. Eydan y Vesta eran lo contrario. Cuando uno estaba dormido, el otro despertaba. El Sol y la luna, dirían por ahí. Una brisa golpeo sus rostros, mientras que las estrellas poco a poco comenzaban aparecer. Ese momento estaría marcando un nuevo inicio en sus vidas.

—Volvamos a Demonét —Dice Duncan viendo fijamente los ojos grises de Yvaine. Ésta tuerce sus ojos y niega con la cabeza, mientras una sonrisa melancólica aparece en sus labios, principalmente al recordar todo lo sucedido hace casi un año atrás —Ya no es el Demonét que conoces, es diferente...

Yvaine se ve dudosa. Ahora tenía que ver sus bebés, no era solamente una decisión que ella tomaría por su cuenta.

—¿Y nuestros hijos?

—Los poderosos príncipes, Eydan y Vesta O'Donell, los hijos del fuego. —Decía Duncan teatralmente, con un toque divertido y orgulloso.

Yvaine sabía en el fondo que Duncan quería irse, él no aguantaba mucho la rutina humana.

—¿Me prometes que estarán a salvo?

—Te daría mi alma asegurándotelo...—Duncan se levanta, Yvaine lo imita, mientras Duncan la ayuda brindándole su mano, y éste la mira fijamente —Cásate conmigo, Madlow.

Las palabras de Duncan la habían tomado por sorpresa.

—Creí que ya me lo habías propuesto.

—Así es...—Se acuclilla aun con Vesta en brazos, saca del bolsillo de su pantalón negro un anillo y se lo extiende —Yvaine Alexia Mugunta Madlow, ¿quieres casarte conmigo y vivir una eternidad a mí lado? ¿Criando a nuestros hijos?

Yvaine sonríe. Eydan se acomoda en el hueco de su cuello y se queda dormido en ella. Vesta por otro lado, está despierta, viendo a sus padres y apareciendo en ella una gentil sonrisa.

—Si me contestaras rápido, te lo agradecería porque Vesta comienza a jugar con mi camisa —ríe Duncan.

—Claro que sí, cariño. —Duncan le coloca el anillo de oro en el dedo anular izquierdo.

Sus labios se funden en un dulce beso.

El corazón les palpita como locomotora, y es que, a pesar de todo, es como si fuera la primera vez que se besaran. La emoción, el cariño y el amor estaban intactos, y cada día creciendo un poco más.

Una explosión sútil hace que Yvaine se separe de Duncan. Un portal se había abierto frente a ellos. A lo lejos, un gran castillo aparece delante de ellos, ya no hay caos, ya no hay fuego. Solo una resplandeciente luna a un costado y un sol brillando al otro. El cielo carmín había desaparecido, para dejar paso a un cielo lleno de estrellas.

Jardines se ven de lejos y una gran guardia real los espera del otro lado. Symak y Prax se abrazan y lloran al ver a Yvaine con sus hijos. Ésta también no deja de llorar de la emoción de volver a verlos. Allec quién se encontraba atrás de los chicos, sonríe para sí mismo mientras mira al cielo, y piensa "Ojalá estuvieras aquí, Vizo".

Duncan toma la mano de Yvaine. Ambos se perdieron dentro del portal.

—Ven a Dónde el Fuego no se apaga...

FIN

N/A: Primero que nada, gracias por tener paciencia.

Segundo. Quiero agradecerles desde el fondo de mi corazón que hayan llegado hasta aquí, el haberle brindado una oportunidad a "The Dark Fire", sé que duré años editando el bendito libro. Gracias por leerme y ser parte de mi historia, historia que escribí hace 6 años cuando era una adolescente. De verdad que es una historia que amo con todo mi corazón, mi favorita de hecho, y el que ustedes la leyeran hasta el final, es mi recompensa. Gracias por todo su apoyo, sus likes, sus comentarios que disfrutaba tanto leer. Gracias por ser los mejores.

Los amo con todo mi oscuro corazón.

ATTE:

JACKY Z.G

PENDIENTES 2 CAPÍTULOS EXTRAS Y CURIOSIDADES. 

https://youtu.be/AlZuqUTgcss


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro