CAPÍTULO 9
Su silueta desprendía un aroma a humo y un aura negativa inundó la habitación. Sus ojos eran como llamas azules que fueron reemplazados por unos del color del azufre más puro.
¡Esto era malo, muy malo! Esto no puede estar pasándome a mí.
Me recargué en el respaldo aun estando en mi cama con cierta incomodidad. No podía llamar a papá o Arnold. No podrían hacer nada contra éste sobrenatural. Porque era más que obvio que lo era, pero aun no sabía exactamente de qué clase. ¿Qué es esa costumbre de qué un chico entre a tu habitación en la noche? Él en ocasiones podía despertar el miedo en mi interior. Pero a su vez, y no quería admitirlo en voz alta, podía sentirme segura.
Su actitud de maniático psicópata estaba demás de soportar. Estaba a la defensiva. Mis últimas palabras lo dejaron quieto. O'Donell avanzó hacia mí y se acomodó en mi cama. Su cuerpo se hundió en la cama y sentí como me resbalé un poco. Me miró como si esperase a que hablase más y fue exactamente lo que hice. Su hostilidad me estaba carcomiendo el alma.
— O'Donell ¿Qué haces aquí? ¿Qué es lo que eres? — Para esta última pregunta el rio por lo bajo. Parecía un chiste de mal gusto. Los nervios comenzaron a cobrar ánimo. Mi respiración se agitó tan solo un poco. —Contéstame por favor.
En la poca visión que tenía, sus ojos me hipnotizaban cual víbora a su presa. Chasqueó la lengua y se inclinó un poco hacía mí. Su cercanía sofocaba. Logró tocar mi barbilla y la elevó un poco.
— ¿Amable conmigo? ¡Increíble! Nunca me lo hubiera imaginado de ti, Madlow. —Dijo — Eres una chica de carácter fuerte. Y para serte sincero me agrada bastante. Pero ahora, verte en esta nueva faceta, se convertirá en mi favorita, indefensa. A merced de mí.
Jugaba conmigo. No había duda alguna. Me aferré a mis cobijas cómo si fuera una niña pequeña. Por increíble que fuera, no había hecho el esfuerzo por separarme de él. Todo lo que había en mi cabeza era ese extraño sueño.
—No te tengo miedo —Mentirosa, eso era real mentira la que había dicho— ¿Sabes? Que yo recuerde nunca me presenté contigo. No tienes derecho a llamarme por mi nombre. — Salté a la defensiva.
Y era una buena pregunta, todo este tiempo me había estado llamando por mi apellido, pero en realidad, yo no recuerdo habérselo dicho. Él era misterioso. Su chaqueta de piel negra lo acompañaba, su camisa negra bien podía ser parte de esta oscuridad. Un extraño poder comenzó a emanar de él, algo que nunca antes había percibido, haciendo que me sintiera más ansiosa que nunca. No hablaba, tan solo me veía.
—Sí que lo tienes, nena —Cerró sus ojos y éstos volvieron a ser de un azul sobrenatural —Y, por cierto, contestando a tu duda... Eso no me ha detenido para obtener lo que quiero, Madlow. Sé más de ti de lo que puedas imaginar.
Mi coleta se había desvanecido. Acercó su mano y tomó un mechón de mi cabello suelto y lo colocó atrás de mi oreja. Con ese toque, solo ese toque, sentí mi cuerpo arder en fuego. Era una sensación algo reconfortante, pero con un trasfondo oscuro. Estábamos una vez más, muy cercas el uno del otro.
—Ya no quiero jugar. Dime todo lo que sepas — Mi tono de voz se podía describir cómo una súplica y hambre por querer respuestas —Hay cosas que no son normales como lo que tú eres, todo lo que está a tu alrededor es extraño, O'Donell. Esta noche fue una de esas que no son normales para mí ¿Por qué no recordaba eso? Estabas tú en mis sueños —Él me escuchaba atentamente cada palabra que pronunciaba— ¿Por qué esos dos hombres me querían atrapar aquella noche? ¿Y porque me defendiste? Tú me protegiste, fuiste a mi rescate... Hay muchísimas preguntas que me rondan la cabeza día y noche.
—Nena...—no lo dejé terminar de hablar.
—En mi sueño o recuerdo ¿Por qué te mandaron protegerme? Soy solo una chica cómo las demás ¿Por qué me hablaste y has insistido en verme? No pareces ser el tipo de chico que estaría con alguien como yo —Él se tensó al mencionarle aquello— ¿Por qué desaparecen de la nada y reaparecen en otros lugares? Siento que me vuelvo loca...
Mi voz por un segundo se quiso quebrar. Mi mirada se había intensificado en él, y me había atrevido a rozar mi mano con la suya, a lo que esté la alejó.
Suspiró.
— Dulzura, haces muchas preguntas — Negó con su cabeza. Su rostro es indescifrable no es predecible. —No debiste haber recordado eso. Es mejor no saber muchas cosas, al menos no por el momento — Su mirada parecía sincera— No era conveniente, aún...
Me acerqué a él cautelosamente, estando a tan solo unos cuántos centímetros de separados. Nuestros cuerpos parecieron reaccionar o eso me daba la impresión. Levanté mi mirada y lo observé. No sé qué era esta sensación, pero necesitaba estar cerca de él.
—Y tú no respondes a ninguna, esto es muy frustrante. —Mi voz era baja.
—No puedes saber mucho, Madlow. Confórmate con el hecho de que tengo que protegerte, tienes que fingir que estas al margen de todo lo que ahora sabes. Hay quiénes van tras de ti.
He sabido que han pasado casos en las que los servidores de la oscuridad secuestraban a las personas cómo yo. Pero, la verdad es que nunca me he hecho notar. Me he quedado al margen. No creo que alguien del otro lado haya metido la pata. A todos los que he podido ayudar lo he hecho. ¿Por qué traicionarme?
—Pero ¿Por qué O'Donell?
—Eres... Especial. —Su voz sonó ronca.
De pronto, todo lo que había creído de él se derrumbaba, no por completo, pero sentía que estaba siendo sincero. Por alguna razón inexplicable sus palabras me alteraron. Acarició mi rostro, apenas sus dedos ejercieron alguna presión sobre mi piel y sentí la mejor de todas las sensaciones que había sentido antes. ¿Por qué dejo que me toque de esta manera? Y peor aún, en mi cama en la noche. Pero había algo importante en todo esto, algo que no me podía permitir olvidar, y eso era que no puedo relacionarme con alguien cómo él.
Los espíritus advertían que algo venía. ¿Y sí era él? ¿Y sí desea hacerme daño?
Me retiré de mi cercanía con O'Donell, esto estaba mal yo no podía estar con él. Es decir, en esta situación. Así que me levanté de la cama, encendí una de mis lámparas de noche y me dirigí a mi armario, esto me estaba sofocando, no podía sacarle nada de información, me importó poco que logrará verme en ropa interior ya me ha visto antes, ya sería inútil hacer algo. Ignoré su mirada escaneándome de arriba hacia abajo, porque eso era lo que estaba haciendo, y me coloqué unos vaqueros oscuros, botas vaqueras y una blusa de manga larga azul marino, una blusa muy sencilla pero calientita.
Me recogí el cabello colocándome una goma y haciendo de esta manera una coleta alta. Podía ver a O'Donell observarme con el ceño fruncido a través del espejo. Rocié mi perfume por todo mi cuerpo. Necesito despejarme un rato ya que con este idiota aquí no puedo hacerlo.
— ¿Qué haces, Madlow? — Preguntó O'Donell mientras se levantaba de mi cama.
Vestía absolutamente de negro, una playera negra maga corta, botas negras y un vaquero negro. Su cabello estaba despeinado y juro que si no lo conociera probablemente estuviera loca por él.
—Voy a salir genio, ¿No es obvio? — Contesté con obviedad y sarcasmo asomándose.
Tomé mi móvil, mi billetera y las llaves de mi auto. Ignoré a O'Donell que me miraba con los brazos cruzados y una fina línea recta de sus labios.
—Volvió la fiera, Madlow —le escuché resoplar.
Caminé hacia la ventana y la abrí una vez que apagué las luces de la habitación para que Arnold ni mi papá se enteraran que a estas horas seguía despierta. No sabía exactamente qué estaba haciendo, puesto que nunca antes lo había hecho, pero quería correr de todo y de todos.
—No voy a dejar que bajes por ahí, nena —Escuché la voz de él sin ninguna expresión de burla. —Ven y duérmete y hablamos mañana con tranquilidad.
¿O'Donell preocupado por mí? Esto está para un buen chiste.
—Puedes irte al diablo —Mi momento de debilidad había cambiado al agresivo.
—Te vas a lastimar—Afirmó. Su ceño estaba fruncido y me veía como quién ve a un niño malcriado hacer berrinche en un supermercado.
—Lastímame esto —Le saque el dedo de en medio — ¿A que es mucho mejor?
Rodeé los ojos y puse un pie afuera de la ventana. Medio cuerpo estaba afuera, pero algo pasó, pisé mal y resbalé de la ventana. No pude sujetarme bien de la ventana y sentí que iba descendiendo muy rápido ¡Mierda!
Cerré mis ojos maldiciendo en voz baja hasta que sentí caer en los brazos de alguien, rápidamente los abrí y me encontré con la sonrisa socarrona de O'Donell. ¿Cómo llegó tan rápido? ¡Demonios sabía lo que diría! Y no estaba dispuesta a aceptar un "Te lo dije".
—Esta demás decir que "Te lo dije", nena. Creo que mejor nos evitamos bajar por la ventana, Madlow —Caminó aun yo estando en sus brazos y se dirigió a mi auto y yo renegaba porque me bajara.
Estúpido caso perdido de persona.
Su motocicleta estaba estacionada en la calle. Las llamas dibujadas se movían. Me hipnotizaba. En un momento de descuido tomó mis llaves de mis bolsillos traseros de mis vaqueros y abrió el auto colocándome de copiloto. ¿Cómo rayos hizo eso?
—Menudo imbécil ¿Qué Demonios haces? Se supone que iba a salir SOLA, quiero tomar aire fresco —Refunfuñé cuando el entró al auto y lo encendió— ¿Me estás escuchando?
—Te escucho fuerte y claro. No es conveniente que andes sola a estas horas de la noche—Salimos de mi casa y aceleró.
Emprendimos la marcha, saliendo por todo el vecindario.
—Te detesto. —Dije enojada como una niña pequeña a lo que el carcajeo.
Su carcajada no tenía un peso sarcástico. Realmente parecía sincera.
Van detrás de ti.
Esa voz de nuevo.
Miré por el retrovisor y no había nada. Sin embargo, sentía la sensación de que alguien nos estaba persiguiendo. Y no pude evitar sentirme de cierta manera insegura.
—Me adoras nena. Y lo peor del caso es que lo sabes.
Después de tal vez una media hora de guardar un silencio sepulcral decidí que no tenía por qué callarme, era mi auto, mi gasolina, mi maldita noche sin éste cabron.
— Estoy cansada de este estúpido misterio, no tienes por qué cuidarme O'Donell. No te conozco, no me conoces. ¿Qué si soy especial? ¡Claro que lo sé! Tengo contacto con los sobrenaturales. —Eso pareció llamar la atención de O'Donell por lo que me echó un rápido vistazo— Y la razón por la que no me siento cómoda contigo es por varias razones. Número uno: no sé si eres humano. ¿Me explico? Cosas extrañas pasan a tu alrededor. Dos: a mí no me interesa involucrarme contigo. Tres: encuentro todo esto terrorífico y no quiero estar así, Cuatro. te detesto, Cinco: si no me vas a decir nada no me busques más, carajo— Confesé con mucho enojo.
No recibía ninguna señal de que quisiera colaborar con la situación.
Tuvo que hacerlo, todo el tiempo puso cara de pocos amigos, mantenía su ceño fruncido y la mano en el volante estaba tensa. Si no le agradaba lo que decía, podía irse al carajo. Su cabello negro que ocultaba sus cejas por lo que se veía muy pobladas, brillaba, aunque la luz de la luna no le pegará, su mirada fija en la carretera me hacía pensar que tal vez este maldiciéndose por estar aquí conmigo, sus atractivos ojos azules hacían a cualquiera caer a sus pies. No olvidemos su postura de chico malo, su forma de vestir era única, aunque siempre vista de negro lo hacía único. Debería cambiar su actitud conmigo.
— Un día lo sabrás, pero ahora no es el momento nena. — Detuvo el auto en el Infernal Cave's. De alguna manera me sentía intimidada había algo en el ambiente que había cambiado.
Era tóxico.
●▬▬▬▬▬▬୧♛୨▬▬▬▬▬▬●
Ya no estaban los chicos de mi escuela, había gente más diferente, no sé cómo explicarlo, gente más grotesca, gente con un aura más ¿Dominante? Representan la hostilidad, peligro y algo demoníaco. ¿Qué rayos hacíamos aquí? Esta no era mi idea de un ambiente fresco. Rodeé los ojos.
Cuando bajamos del auto O'Donell se adelantó y yo lo seguía a pocos centímetros de distancia. Se veían mujeres por todos lados, sinceramente vestían como prostitutas. Hubo una que llamó mi atención, era pelirroja y nos miraba como si nos quisiera muertos. La ignoré y seguía muy de cercas a O'Donell con la mirada. Se giró unos segundos adelante y volteo a verme con sus ojos oscureciéndose. Le fruncí el ceño ¿Y ahora a éste que le pasaba?
—Quédate aquí, tengo unos asuntos que atender y enseguida vuelvo contigo. Pide lo que sea en la barra, va por mi cuenta. Recuerda quédate aquí, no hables con nadie — Me tendió las llaves de mi auto y yo levanté una ceja ¿Por qué esto me sonaba mal?
—¿A dónde se supone que vas? —le pregunté realmente curiosa.
—Ya vuelvo. —se limitó a contestar.
Y fue en definitiva una respuesta cortante. No hice nada cómo reclamarle más que sentarme en el banquillo de la barra cuando entramos y pedir agua. Patético, lo sé. Pero es lunes ¡Por Dios! Además, yo casi no tomo.
Genial. Yo sólo quería ir a pasear un momento por la ciudad.
●▬▬▬▬▬▬୧♛୨▬▬▬▬▬▬●
Había transcurrido media hora o quizás un poco más y O'Donell ni sus luces.
Para empezar, es mi culpa. Debería estar durmiendo en casa. Esto me gano por esperar al imbécil de O'Donell. Mi trasero estaba entumido y la gente parecía que cada vez llegaban más. Giré mi espalda y lo busqué hasta donde mis ojos llegaban a ver. Estúpido O'Donell, estaba realmente aburrida. Tenía que ir a dormir, moría de sueño.
El Bar Man, me miraba interrogante mientras limpiaba una copa de cristal. Parecía que esto de la vida nocturna no le afectaba en lo absoluto. Yo por otra parte, moría del sueño.
—Disculpa la pregunta, no quiero ser un metiche, pero... ¿Esperas a alguien? — Rápidamente mi atención fue dirigida hacia él. —Es que, tienes ya mucho tiempo aquí sentada y la verdad se ve que no eres de las que suele venir a estos lugares.
Me sentí algo apenada. Es como si fuera una primeriza en un bar.
—Pues de hecho sí, tengo como dos horas aquí sentada esperando a un muchacho, O'Donell quiero creer que viene muy a menudo por aquí ...
—Perdón dijiste ¿Duncan O'Donell? —Preguntó con voz nerviosa.
Pareció interesarse mucho porque se acercó a mí y se inclinó. Al menos el bar man, es una señorita chismosa. Pero a quién engaño, me gusta mucho el chisme. Éramos como dos confidentes en medio de tantas personas.
— Sí, ¿Lo conoces? ¿Sabes en que problemas está relacionado? ¿Pandillas, armas, drogas? —Pregunté esperanzada.
Tal vez él podría decirme en qué tipo de líos se mete. De ahora en adelante, es mi amigo.
—Te seré sincero chica, yo creo que lo mejor es que te vayas ahora que puedes y te alejes de él — Se acercó hacía mí susurrándome como si tuviera miedo de que alguien lo escuchará. — Es alguien al que la fama le precede y no por actos muy buenos. Él está involucrado con ... — Justo como lo pensé, drogas y pandillas — Mujeres muy populares en la zona. Posiblemente él ya no volverá contigo. Es decir, no creo que quiera sentar cabeza. Te ves demasiado decente.
De acuerdo. Eso fue algo decepcionante. Es evidente que a la edad de O'Donell, ¿Veintitrés tal vez veinticinco? Y con esa presencia masculina, tenga a las mujeres que quiera. Pero no era lo que esperaba escuchar. En realidad, ya lo esperaba.
—¿Por qué lo dices? ¿Acaso sabes algo más de eso? —Le pregunté curiosa.
Ya que me habían dicho, la probabilidad de querer saber más sobre las mujeres de O'Donell captó mi completa atención.
— Digamos que él no es la mejor compañía para alguien como tú. Tengo años trabajando en este lugar y cada día trae a una chica distinta. Discúlpame si te hago sentir mal, pero, no te hagas sentir especial a su lado. Siempre lo veo con diferentes tipos de mujeres, pero como dije, eres diferente a las demás, pareces una chica decente. Es raro en él, por eso es que estoy sorprendido.
Cretino.
—Oh, vaya me halagas, pero yo no soy ni su amiga, mucho menos algo más. —Dije algo apenada.
Levantó una ceja y en su rostro reflejaba un gran signo de interrogación. Me estudió unos segundos. Era evidente para el muchacho que fue una gran sorpresa esa revelación.
Tienes el tiempo contado. Tienes que salir ahora mismo de aquí.
Ignoré esa voz. No tenía tiempo ahora para esto.
—¿Es decir que tú no eres una de esas mujeres con las que él se acuesta?
Casi me caigo de espaldas al escucharlo decir esa estupidez.
—¡NO! —Le dije asustada, mi virginidad está intacta — Yo nunca saldría con un mujeriego egocéntrico como él. Es un patán mentiroso, si estoy aquí es porque él me debe algo, no porque quiera otra cosa más con ese idiota.
El muchacho se rio con ganas. Al menos ya lo había hecho reír.
— Y dices bien en pensar de esa manera. Chicos como él, no son lo mejor para nadie.
Asentí y volví a ver el reloj.
— Enseguida vuelvo, ya ha tardado demasiado, no sé que rayos esté haciendo y ya quiero ir a casa.
Levantó la cabeza hacía una dirección en específico.
— Creo que lo vi irse al fondo de ese pasillo —Comentó él mientras señalaba con su dedo el final de un pasillo oscuro una puerta con poca luz.
—Muchas gracias por hablar conmigo, aunque sea un momento...Amm ¿Cuál es tu nombre? Mucha charla y aun no se cómo te llamas—Sonreí.
— Oh pero que torpe soy, me llamo Joe. —Su sonrisa era hermosa y cálida.
— Soy Yvaine. Me dio gusto haber charlado contigo.
Le tendí la mano y me retiré con una sonrisa. Él me devolvió el gesto y volvió a su trabajo.
Caminé hasta el final del pasillo por donde me había indicado Joe. Cuando iba de camino, lo único que podía pensar, eran en los reclamos que le daría a ese imbécil de O'Donell. Al momento de llegar iba a tocar la puerta hasta que escuché unos golpes dentro. No abrí si no que quise escuchar. ¿Qué demonios estaba pasando?
¿Dónde estaba el idiota de O'Donell?
—¡Maldita sea! — Gritaba una chica y por cómo se escuchaba muy cansada —Ya no puedo más.
¡Oh por todos los cielos! Qué vergüenza. Ya no quería saber nada de lo que estaba pasando allí adentro. Iba a retirarme, creo que Joe se equivocó aquí no puede estar O'Donell. Eso sería demasiado. Mucho tiempo.
—Y puedo seguir toda la noche — La voz ronca de O'Donell me hizo quedarme quieta — sin compromisos, ya sabes.
Sentí un nudo en mi garganta. Escuché que alguien se levantaba de la cama, me reitré rápidamente dándome la vuelta, hasta que escuché que abrían la puerta.
—Nena, sí querías participar habérmelo dicho antes. Para la otra consideraré hacer la invitación apropiadamente —La cabeza de O'Donell se veía con una expresión de burla y la cerró de golpe.
¿Pero qué le ocurría a ese imbécil? Soy una grandísima idiota.
Sentía que el llanto quería salir, pero me lo reprimí. ¿Por qué llorar? Si es un hijo de perra.
© J. ZARAGOZA
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro