CAPÍTULO 24
Mi cuerpo se sacudía levemente. Mis brazos estaban en mi pecho, y mi espalda recargada en algo suave. No sé cuánto tiempo pasó. Pero algo era seguro, estaba en el asiento trasero del auto de Kike. Tenía encima de mí la chaqueta de piel de O'Donell, sabía que era de él. Su aroma era característico de él y no hablemos de lo pesada que era. Mis ojos estaban cerrados por el agotamiento mental. Pero aun así podía escuchar lo que esos cuchicheaban entre ellos. Me sorprendía que ellos pudieran estar juntos en el mismo auto sin quererse matar. Aferré el borde de la chaqueta de O'Donell entre mis manos, como si fuera mi ancla a la realidad.
—¿Qué tanto sabe, aparte de lo de Tymaurel? —Podía escuchar a Kike un poco tenso.
—Nada —Respondió a secas O'Donell —No sé qué tanto le haya dicho su alteza a Yvaine —Dijo despectivamente — pero no creo que sea sobre eso. Lo que me sorprende todavía, es la manera en que juega con nosotros. Un día nos dice que la escondamos, al otro que la busquemos cómo perros sabuesos, para qué al último se le revele sin más. Algo no está bien en todo esto.
Hubo un gran silencio por parte de estos dos. Quería abrir los ojos y preguntarles directamente de qué estaban hablando, pero eso significaría que interrumpiría lo que sea de lo que estuviesen hablando. Y desde luego, quería grabarme hasta el más mínimo detalle. Sin embargo, cuándo Kike le preguntó a O'Donell qué tanto sabía me dejó angustiada. ¿Había algo peor que enterarte que tu padre biológico regía el infierno? ¿Y qué tu madre no es quién decía ser? ¿De verdad había algo peor?
El resoplido de Kike me hizo estar alerta. Probablemente dirían algo que me serviría como referencia. Ellos sabían más cosas y quiero averiguarlas. Nunca había sido una chismosa, pero en mi situación, a cualquiera le gustaría saber la verdad. Así que técnicamente no podía culparme por querer una dosis de realidad.
—Es obvio que es un juego, para él siempre lo ha sido. Eso está más cercas ahora. Tymaurel tendrá a su heredera, la profecía pronto se cumplirá y tú sabes perfectamente bien la razón por la que los Goldless y los Leadarks están peleando por ella. —El auto se detuvo, y yo estaba más ansiosa que nunca ¿qué era "eso" de lo que tanto hablaban? ¿Por qué no lo decían abiertamente? ¿Temían que yo fuera a escucharlos? —No me agradas Duncan, es más, te odio. Y no porqué seas hijo de tus padres, ni por tu clan, ni porque seas el preferido de Tymaurel. Va más allá de eso. No soy un idiota.
—Qué sorpresa —Bufó O'Donell. Mientras escuchaba como se acomodaba en su asiento.
—Hablo enserio —dijo molesto Kike — solo un idiota no se daría cuenta de cómo la vez. Es obvio lo que pasa, lo supe desde el primer momento en que cruzaste la puerta de mi oficina y la viste. ¿Sabes qué es lo peor? Yvi tenía ese brillo en sus ojos, ese brillo que tenía cuando ella me amaba —algo dentro de mí se estrujó al escucharlo decir eso con tanta melancolía.
—No sé de qué hablas, Lawler. —se limitó a responder O'Donell —Ella no me ve de esa manera.
Pude percibir incomodidad de su parte. Kike rio sin gracia, había tintes de ironía.
—Pedazo de imbécil. No finjas demencia, Duncan. Sé que ya no soy del interés de Yvaine, no creas que no lo sé. Pero a pesar de eso, yo quiero estar con ella. Yo la conozco mejor que nadie, sí estuviera conmigo ella no tendría que soportar todo lo que la haces pasar, estoy seguro que no te es indiferente lo que ella piensa de ti y estoy aún más seguro que sabes lo que ella siente por ti. Lo que no entiendo es ¿Por qué la haces pasar por tanto calvario?
Estaba justamente detrás del asiento de O'Donell. Éste giró su rostro hacía la ventana, y pude ver la expresión de su rostro. Estaba serio, no emitía ningún gesto. Me era imposible adivinar qué era lo que estaría pensando, o si en realidad las palabras de Kike habían significado algo para él. Se volvió un silencio incómodo y yo no sabía que pensar. Después de eso, escuché cómo ambos abrieron las puertas del auto y fue cuándo me esforcé en cerrar aún más mis ojos y parecer que estaba dormida. La puerta en dónde mi cabeza estaba fue la que se abrió, me sustrajeron del auto e iba en los brazos de Kike, la chamarra de O'Donell permanecía conmigo.
Hice cómo si recién despertara, Kike me veía dulcemente, pero no decía palabra alguna. O'Donell por otra parte ni siquiera me miraba, tenía la mirada perdida en la acera de mi vecindario. Se veía realmente pensativo. Le pedí a Kike que me bajara y sentí el suelo frío, pero, aun así, me abracé más a O'Donell, le tendí la chamarra y fue cuándo por fin me volteó a ver. Estos eran uno de esos momentos en los que una mirada se hace eterna. O'Donell por primera vez en mucho tiempo me miraba triste, o al menos eso era lo que yo percibía por parte de él. Quería decirle tantas cosas, pero no era el momento ni el lugar. Cuando estaba por decir algo, despegó sus labios, pero no emitió palabra alguna. Escuchamos el rugir de una motocicleta y tanto Kike cómo yo volteamos en dirección a ella. Era Zeus.
—Vengo por ella luego, nena. —O'Donell se retiró, pero nadie dijo nada.
O'Donell fue directo a su motocicleta Zeus. Y la montó para perderse entre la oscuridad de las calles. El rugir que lo acompañó, desapareció minutos después. Mi mirada estaba perdida en el camino que O'Donell había tomado. Pensando y pensando en todo lo que él y Kike habían dicho en el auto. Kike cerró las puertas del auto lentamente mientras me acompañaba a la puerta de mi casa. En mi cabeza repasaba todo lo que había pasado y lo que habían dicho Kike y O'Donell durante el viaje en el auto. Ya sabía algunas cosas, pero creo que había algo que no me estaban contando.
—Yvi, No voy a preguntar qué tipo de relación llevas con Duncan, pero — lo miré — solo no cometas un error que después vayas a lamentar.
Lo miré un poco desconcertada. No puedo creer que esté precisamente él hablando acerca de errores.
— Kike, con "error" ¿A qué demonios te refieres? — Creo que me estaba empezando a sobresaltar.
Lo que menos quiero en estos momentos es pelear, no tenía energías ni ganas de hacerlo. Kike mordió su labio inferior y se acomodó en su lugar.
—Mira, no discutiré contigo por su culpa, lo único que te pido es que pienses muy bien con qué clase de tipos te quieres relacionar. Créeme no es la mejor compañía que puedes tener en estos momentos.
Estábamos en los pequeños escalones de la entrada y no podía creer todo lo que Kike quería comenzar a decir. Rasqué parte de mi cabeza y cerraba los ojos con cansancio. Definitivamente esto prometía una discusión.
— Tus palabras están fuera de lugar. ¿Olvidas que son lo mismo, demonios? —Lo estaba viendo fijamente.
— ¿Es enserio? ¿¡Desconfías de tu ex novio y amigo de casi toda una vida... o sea a mí, lo haces mejor conmigo que con un tipo que conociste algunas semanas atrás!? Yvi, me conoces de toda una jodida vida ¡Demonios! Yo no soy cómo él —Perfecto, tenía a un Kike fuera de sus casillas.
Era cierto.
Él no es cómo Kike. Podría enumerar una larga lista de que eso es verdad. Pero dadas las circunstancias de lo que ha pasado. ¿Cómo podría confiar en alguien que me ha mentido o me ha mantenido alejada de la realidad?
—No desconfío de ti. —Dije cansada —¿Sabes? He tenido un día de mierda, no quiero pelear. Estoy muy cansada Kike, hablemos de esto otro día, gracias por todo Kike. Buenas noches. —Besé su mejilla y me retiré.
Cuándo abro la puerta de mi casa, me encuentro con Arnold dormido al borde las escaleras con un bate de béisbol. Quise reír, pero reprimí una carcajada. El pobre se había quedado ahí esperándome. Sonreí con verdadera ternura. Mi hermano tenía sus facetas de "hermano sobreprotector". Observé mi reloj de la muñeca y eran las 2:36 a.m. Me senté a su lado y recargué mí cabeza en su hombro. No me importaba que no fuera mi hermano verdadero, él siempre sería mi familia. No sé cuánto tiempo estuve así. Siento que pasaron cómo veinte o treinta minutos, cuándo me di cuenta que no podíamos simplemente quedarnos dormidos en las escaleras. Desperté a Arnold con suaves empujoncitos en su hombro, éste al principio se asustó, pero se dio cuenta que estaba en casa, después lo acompañé a su habitación. No sin antes recibir el regaño del siglo. Lo único que le decía era "Sí señor". ¡Parece mí padre!
Después me dirigí a mí habitación. No hubo necesidad de encender la luz, sabía perfectamente el camino. Me deshice de mí ropa, dejándola conforme caminaba, y tomé mi camiseta larga de KISS y me la eché encima. Aunque la pesadez de mi cuerpo era enorme. No sé cómo conseguí entrar en mi cama y poder cerrar mis ojos unos momentos. Era una especie de trauma, no podía dejar de pensar en todo lo que había sucedido. Desde lo borracha que me puse, el coqueteo con O'Donell y el rey demonio. A este paso, estaré cambiando mi residencia a un hospital psiquiátrico. ¿Yo hija del rey de las tinieblas? Increíble, no me lo podía creer.
Me sobresalté unos momentos cuando escuché ruidos y vi que alguien estaba entrando por mi ventana. Me puse de pie enseguida, el sueño se me fue inmediatamente y tomé el bate de béisbol que tengo debajo de mi cama. Me acerqué rápidamente, cuando me di cuenta que ya estaba dentro de mi habitación y le di un golpe en el estómago.
—Tranquila, tranquila. No hay porqué ser agresivos. Soy yo, tu príncipe azul.
Mis ojos casi se salen de mí. Y pude soltar el aire con tranquilidad... o algo así.
—¡O'Donell, por el amor al cielo! ¿¡QUÉ HACES AQUÍ!? —No pude evitar gritar de manera silenciosa. —Olvídalo... sólo quiero dormir.
Volví a la cama y le di la espalda a O'Donell.
No pasó mucho tiempo para cuándo sentí que se había acostado en mi cama, me tomó de la cintura y me acercó a su pecho, aun estando de espaldas. Sentí de pronto nostalgia, ¿qué hacía aquí?
—Quería saber cómo estabas, ya que no pude decir después mucho...—No contesté, no sabía que decir exactamente— Madlow, pasaste por mucho hoy y éstas últimas semanas. Lo que quiero decir es que...yo lo siento — aprisionada contra su pecho me encontraba.
Sin embargo, escuchar a O'Donell disculparse hizo que mis cejas se alzaran. Las cobijas enserio que me estaban haciendo un gran favor en bajar mis defensas, tan solo esta noche. O'Donell estaba calientito y cada vez más el sueño bajaba mis defensas.
— ¿Por qué te disculpas? — Respondí casi en susurro. Queriéndome envolver en un sueño profundo. —De alguna manera me protegiste.
Me di la vuelta y me acobijé con él. Acomodó las cobijas en mi cuerpo de manera tierna que podía sentir mis mejillas sonrojarse. Mi rostro estaba directo en la parte de su cuello.
— Nena, no eran las formas correctas de hacerlo. Y admito que el coraje me duró más de lo que debería. Tengo órdenes directas de ser quién te proteja y no lo hice, te evité — al menos admite que él personalmente me tiene que proteger.
—¿Y porque lo hiciste? — Escuché su suspiro.
En realidad, no creo que me vaya a decir del por qué se fue. Por lo general siempre evade sus respuestas. Lo sentí dubitativo.
—No importa el por qué, ya estoy aquí — Lo imaginé.
Suavizó el abrazo de mí cintura, y por primera vez en mucho tiempo, me sentía bien. Buscó y entrelazó sus manos por debajo de las cobijas con las mías. No pude evitar sentir emoción al respecto. Quería preguntarle muchas cosas, pero creo que sería hasta mañana. Me acomodé mejor en mi lugar, y aspiré el aroma de O'Donell. Una sonrisa inconsciente apareció en mis labios.
—Prométeme que ya no me dejarás sola — Dije sin pensarlo.
Mordí mi lengua por haber pedido algo tan bochornoso para mí. Cerré mis ojos y sentí el pecho de O'Donell moverse gentilmente.
—¿Quieres que esté contigo todo el tiempo, nena? —Casi podía sentir su sonrisa ensancharse cada vez más.
—Yo... Quiero decir que...
—Shhh, tranquila lo sé. Sí, lo prometo dulzura — Besó mi frente de manera tierna y sentí que casi podía sentir que me desmayaba.
¡ÉL BESO MI FRENTE! ¡Es un Demonio! ¿Fue tierno conmigo... otra vez? No me era fácil acostumbrarme a esta faceta nueva de él. Pero definitivamente me gustaba. Me gustaba tanto cómo él me gustaba.
Pasaron unos minutos, pero aun así no podía conciliar el sueño. No con todo lo que había pasado con él en ese callejón. Las alteraciones volvieron a apoderarse de mi ser. Mi cabeza trabaja y recordaba absolutamente todo. Me torturaba a mí misma, pues quería volver a revivir todo lo que había pasado entre él y yo.
—Madlow... — Se acomodó en su lugar.
— Dime, O'Donell — respondí de manera soñadora.
— Repitamos lo de hace rato —dijo vehemente.
Abrí mis ojos cómo si me llevara el diablo. Levanté parte de mi cuerpo para poder verlo desde arriba. Bueno, lo que podía ver. La habitación estaba oscura así que no podía ver mucho. Él imitó mi acto, su codo izquierdo descansaba en la almohada, mientras su mano sostenía su cabeza.
—Ahora ¿De qué hablas?
— ¿Quieres que te bese? — Sentí que la respiración se me fue.
© J. ZARAGOZA
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