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CAPÍTULO 22

Mi mirada se alzó y a medida que avanzábamos pude notar a un cierto grupo vestido completamente de negro, enmascarados fijarme la mirada. Estaban ahí, mezclados con las demás personas. En un parpadeo ellos desaparecieron. Intenté hablar, pero las náuseas estaban presentes. Los busqué con la mirada, pero ya no había rastros de ellos. Probablemente estoy tan borracha que ya ando delirando.

Salimos por la puerta trasera del restaurante. Ni siquiera tuvo la decencia de salir por enfrente del establecimiento. Las manos de O'Donell me sujetaban con mucha fuerza que creí que jamás me soltaría. No podía ignorar el hecho de que una vez más él estaba aquí conmigo. No eran las condiciones en las que deseaba que me prestara atención. Tampoco podía olvidar el hecho de que estaba con otra chica, y de sólo pensar en eso mi corazón se estrujaba con fuerza. De todas maneras, quería llorar y ya no estaba segura que fueran los efectos del alcohol. Esto no era justo, era mierda todo lo que me estaba pasando. Una lágrima cayó de mi mejilla ¿Cómo podía seguir como si nada cuándo él estaba? Golpeé su espalda una vez más, un poco más débil. Era inútil soltarme de su agarre.

— ¡Joder O'Donell! ¡Bájame ahora mismo! — Mi voz tenía que sonar como la típica de una borracha.

Estaba avergonzada de cierta manera, nuestro encuentro en semanas y me tenía que ver exactamente así, borracha. Muy bien Madlow, esa era la cereza del pastel. Accedió a bajarme y me tambaleé un poco al tocar el suelo frío, mis pies descalzos reaccionaron y comencé a dar pequeños brinquitos, pero los brazos de O'Donell me sujetaron firmemente y no me dejaron caer. Nos habíamos detenido a mitad del callejón. Al sentirme un poco más segura de mí misma intenté apartarme de él. Pero, aun así, él seguía poniendo resistencia ante mis absurdos movimientos. No me atrevía siquiera a mirarle, me estaba humillando ante un hombre ¿Dónde estaba mi dignidad en todo esto? Había olvidado los valores que me inculcó mi padre y mi madre.

— ¿Qué demonios crees que haces? — Su voz ronca me hizo sentir lumbre en mis venas.

Un calor se apoderaba de mis puños.

— Intento que me sueltes genio... —Intenté sonar obvia, mi voz sonó quebrada por lo que me reprendí internamente, pero lo único que obtuve en respuesta fue un resoplido y una maldición por su parte.

Me abracé a mí misma sintiendo la brisa helada. Quería verlo, aunque sea unos segundos. Miré de reojo y lo vi atravesarme con la mirada. Se le veía cansado por lo que, comencé a preocuparme. Tal vez no sea la desgraciada que fui, después de todo tengo un corazón sensible. Sus cejas pobladas estaban fruncidas y su rostro se encontraba a unos cuántos centímetros, pero de pronto lo alejó. Cerró sus ojos por unos momentos y yo pude apreciar en él fatiga.

—No hablo de eso, nena —Aun con una mano en mi cintura sacó de su chaqueta un cigarrillo para encenderlo.

Me quedé sin palabras al ver como en sus ojos se volvían a aparecer ese extraño fenómeno de oro en sus ojos ahora eléctricos. Echó su humo en mi rostro por lo cual tosí como loca, ya sintiéndome más sobria, alejé un poco mi rostro para poder respirar aire fresco. O'Donell rio, pero no sabía cómo descifrar esa risa, no era burlesca como siempre, si no que sentía melancolía, era como... triste y eso me saco de orbita.

— No sé qué es lo que quieres saber — Dije aun con el olor a cigarro sintiéndolo penetrante en mi nariz —Maldita sea O'Donell, deja de hacer eso.

O'Donell se separó de mí. Me dio la espalda por unos segundos y me regaló una vista de su perfil. Sin embargo, mi atención voló hacia arriba de los edificios. Mi corazón latía con rapidez y no sabía por qué. Estuve a punto de mencionárselo a O'Donell pero se giró hacía mí y comenzó hablar.

— Madlow, estás borracha no piensas con claridad. Algún idiota pudo haberte tomado para tocarte o para hacer quién sabe qué cosas contigo en ese estado— Aventó su cigarrillo por ahí. Aunque el callejón estuviera desolado, llena de cajas de cartón por todos lados, edificios muy altos cubrir la luz de los faroles y de la luna, de alguna manera me sentía segura a su lado — Para empezar, no quiero saber porque estabas en éste lugar, ni porque hiciste lo que hiciste, pero te diré que tú no eres esa clase de chicas.

Fue mi turno de fruncir mi ceño. Me había molestado un poco que utilizara el término "esa clase de chicas". Yo puedo ser lo que se me dé la gana. Podía salir y tomar si yo quería, incluso hacer el ridículo, pero jamás voy hacer lo que un hombre me diga.

—No eres quién para saber juzgarme. Yo puedo ser éste "tipo de chica" cuando a mí se me antoje.

O'Donell cruzó sus brazos. Llevaba una camisa negra y unos vaqueros de piel, con sus botines militares. Su cabello se veía un poco más largo y la barba sin afeitar. Le daba un toque de chico aún más malo del que ya tenía. Sus ojos azules se apagaron y volvieron a ser normales. Carcajeó de manera seca.

—Oh Madlow, no me creas tan ingenuo, mucho menos idiota— En un movimiento sumamente rápido empujó su cuerpo contra el mío hasta topar con una pared fría — Tengo muchas décadas viviendo, siglos incluso, yo sé cuándo una persona es así y tú no lo eres. Tal vez seas la persona más difícil de tratar, terca, insoportable, cabeza hueca y carácter de mierda, pero eres más pura de lo que piensas, eres una chica que a pesar de todo lo que te he mencionado que eres, nunca serás cómo "esas chicas". Y creo habértelo dicho antes.

Aquella declaración me hizo callar de golpe, quería decirle tantas cosas como de que se iba a morir, pero al escucharlo hablar simplemente no pude seguir. ¿Es que intentaba decirme otra cosa?

—O'Donell yo...

Levantó su mano derecha hacía mí y me hizo callar.

— No digas nada, nena. Es por eso mismo no quiero que estés conmigo — Demandante.

Eso era O'Donell, una persona demandante con un poder extraño de dominio, puede manipularte en cualquier momento. Me estaba convenciendo de pensar lo contrario, pero no podía. Era como estar enfrente de una barrera impenetrable. Pero después de tanto tiempo estaba siendo franco conmigo, era coherente el hombre por todos los cielos. No me quería a su lado. Esperaba que esas palabras me dolieran. pero no fue así. Acerqué mi rostro hacia él quedando a tan solo centímetros de sus labios. Sintiendo su respiración golpear mi frente. Controlé mis impulsos que llamaban a gritos besarlo. Fuerzas invisibles me arrojaban a la posibilidad. Él tenía sus brazos a cada costado de mi cabeza, estaba acorralada por su cuerpo. En un movimiento involuntario yo jalé los bordes de la camiseta de él hacia abajo y sentí como bajaba su mirada hacia mí con total atención. No había palabras de por medio, sólo miradas que decían todo y a la vez nada. El aroma de su colonia me mareó, era deliciosa y adictiva. Comenzaba a sentir cosas extrañas, sentía que el corazón se me saldría en cualquier momento. Mis dedos acariciaron apenas su rostro en delicados movimientos.

— ¿A qué le temes exactamente, O'Donell? — Me atreví a iniciar conversación.

En cambio, una línea recta se formó en sus labios, ciertamente lo había hecho pensar en algo que a él no le agradaba.

—Nena... Yo no soy bueno para ti—dijo — En ningún aspecto lo soy.

Se formaba algo dentro de mí similar como huracán, una lluvia de distintos deseos y pensamientos comenzaron a surgir en mi cabeza. Este era un momento extrañamente cómodo en el que sentía una calidez y abrigo cubrirme. Sentía que estaba siendo sincero conmigo. Me emocionaban sus palabras. Eso significaba que le importaba. Se separó de mí con mucha fuerza de voluntad y lo notaba por sus brazos. Sus músculos contraerse de la tensión, él... ¿también quería estar conmigo de nuevo? ¿Será acaso que me extrañaba? Quería pensar eso, lo juro que quería pensar eso. Él, al fin y al cabo, tenía la tarea de protegerme.

Luego recordé que estaba molesta.

—Me abandonaste, O'Donell —le dije con la frente reposando en su pecho.

—No te he abandonado —dijo él mientras acariciaba mi espalda.

—Lo hiciste, idiota —quería llorar —Así que, volveré ahí adentro y seguiré divirtiéndome.

—Madlow, ya para con esto —su voz sonaba ronca —estás ebria.

Pero él me detuvo. Ni siquiera le miré. Desistí de la idea por lo que dejé de oponer resistencia. Él dejó de sostenerme, giré mi rostro y él tenía los ojos cerrados, con ambas manos en sus caderas. Se le veía tenso.

— Te llevo a casa — Dijo con decisión.

Avanzó unos pasos hacia la calle. Le seguí torpemente como pude. Ahora que ya estaba pensando con claridad había recordado que Kike fue por el auto para llevarme a casa. Golpeé mi rostro con fuerza. ¡Maldición! Me siento una zorra. Fue entonces que me detuve y volteé a ver la puerta trasera por dónde habíamos salido. Mordí mi labio inferior y me planteé el hecho de regresar.

—Éste verás... Yo... —Me sentía estúpida —No vine sola... — se detuvo en seco para girarme a ver con un brillo en sus ojos que me heló la sangre.

Por unos instantes su aura se intensificó. Alzó una ceja y una sonrisa de fastidio se posó en él. Volvió a cruzar sus brazos y comenzó una tensión en el aire que había estado queriendo evitar crear con él desde que lo vi. Me miró con arrogancia y esa oleada de calor golpeó mi cuerpo. Bajé la mirada y volví alzarla.

—Qué mala cita, te dejó sola —Elevó sus brazos a la altura de sus hombros.

¿Me echó algo en cara? Mordí mi labio, indecisa porque rayos hacer.

—Debería volver. Él me está esperando...

No alcancé a terminar todo lo que tenía que decir por qué él me interrumpió con una risa seca.

— ¿Quién, tu novio? — intentó adivinar mientras chasqueaba la lengua.

Era evidente que le molestaba... incluso decir la palabra. Giré un poco mi rostro intentando evitar el contacto visual.

— No es mi novio — Kike me dejó, sólo salíamos así que técnicamente no es mi novio. —Solo es una salida común y corriente.

Decidí que tenía que verlo. Tenía que ver sus expresiones y ver que no estaba molesto. En cambio, él elevó sus cejas con sarcasmo y burla en ellas. Comencé a sentir como el efecto del alcohol disminuía. Tampoco podía olvidar lo que había visto hace unos minutos adentro. Tenía que decírselo a O'Donell porqué presentía que algo no andaba bien, y este idiota no hacía más que desviarme.

—¡Oh Madlow! ¿Qué clase de sujeto te deja sola? Deberías elegir bien con quién salir y con quién no —eso último lo dijo con pesadez.

—Aquí vamos, O'Donell. Tú ya lo hiciste una vez ¿O ya lo olvidaste? Me abandonaste, no me buscaste.

—No estamos discutiendo sobre mí. Él te dejó sola con toda esa bola de idiotas allá adentro, exhibiéndote.

Resoplé y me agarré la cabeza con ambas manos. ¡Era un cínico! No se podía tratar con él. Cerró sus ojos, una sonrisa apareció por ese rostro lleno de burla. Lentamente, con movimientos lentos se acercaba hacía mí y yo no sabía cómo alejarme de él porque lo quería cerca. Sentí un extraño calor abrigarme.

— ¿Qué demonios te pasa O'Donell? — Dije ignorando los fuertes latidos de mi corazón.

— Esa pregunta debe de ser para ti, no para mí — Sonrió de manera perversa.

Les digo que no entiendo a los hombres, o más bien no logro entender a O'Donell. Primero me rescata, luego se molesta conmigo, se burla de mí, intenta decirme algo con sus movimientos corporales, se vuelve a enfadar, se vuelve celoso, se pone en una actitud sarcástica y ahora se acerca a mí como si me estuviera asechando.

—Eres imposible, O'Donell. Solo... Olvídalo ¿Quieres? — pasé por su lado enojada y aun un poco torpe.

Pero me sujetó fuertemente de mi muñeca y me jaló topándome con su pecho. Lo miré a los ojos sorprendida. Sus ojos volvían atraparme y me sentía a su merced. Parecía que quería decirme algo. El tiempo estaba desapareciendo, todo en realidad era insignificante y en lo único que podía pensar era que O'Donell me gustaba, era más que claro, ¿cómo podía estarlo negando por tanto tiempo? Él me gustaba, y no era un espejismo que salía de mi cabeza. Era un afloja y estira con él. Lo odio, lo odio por todo lo que me hace sentir.

—¿De verdad esperas que lo olvide? — Su voz se volvió aún más ronca.

Siempre había sido su cercanía la que me irritaba, porque me atraía. Siempre era él y su conducta de chico malo lo que me volvía loca y disfrazaba con otras cosas. Reprimía toda ésta atracción, porque simplemente no quería que él me gustara. Pero ahora, era imposible.

— Solo olvídalo — Calor, sentía mucho calor. Y me estrujó más contra él. —Por favor O'Donell, para con esto.

Pero era momento de aceptarlo y negarme a él. Saldría muy lastimada si continuaba con esto, él era un demonio en el que no podía confiar mis sentimientos. Probablemente sea un buen protector, pero no es lo que quiero para mí. No podía ser así. Porque él me gusta, pero ¿yo le gusto? Porque, aunque a veces bromeara con cosas como "me encantas", hacían que flotara. Mariposas en el estómago, dragones, lo que sea, lo sentía revolotear dentro de mí.

— ¿Con qué exactamente? — imploró cerca de mi oído, sentí una extraña incomodidad en mi entrepierna. No lo había sentido antes que no fuera con él— Vamos nena, dime — Mi respiración comenzó a ser irregular.

Mi mano, que estaba sujeta por la de O'Donell, viajó a la orilla del cuello V de su camiseta y lo atraje hacía mí. Mi mano libre acarició su cuello y él gruñó. No, definitivamente no me podía alejar sin quemarme en las llamas con él, aunque fuera por unos breves segundos.

—No insistas, O'Donell —giramos y de nuevo me encontraba contra la pared.

Con una diferencia esta vez, yo atraía a O'Donell hacía mí y él parecía no resistirse demasiado. Su cuerpo lo sentía tenso.

— Dime una cosa, nena. ¿Quieres que te bese? —paseó su nariz por mi cuello.

Mi piel se puso de gallina y sentí como mordía mi labio inferior involuntariamente y cerraba mis ojos para sentir mejor esa sensación. ¿Él quería besarme? Aquí es de estas situaciones en las que estaba a tiempo de salvar lo poco que quedaba de mi dignidad. Er obvio que quería, pero no podía arriesgarme a que él lo supiera.

— ¿Tú quieres eso? —Le renegué perdida con su cercanía. O'Donell me volvía loca.

—Quiero escucharlo de tu voz—Dijo él mientras hablaba entrecortadamente —Vamos nena, dímelo y lo hago — Besó mi mandíbula y llevé mis manos a su espalda encajando mis uñas.

Sentía sus caricias en mis brazos, pasaba sus dedos tiernamente y conforme avanzaba, sentía como me quemaba. Lo atraje un poco más hacía mí hasta sentir nuestros cuerpos muy juntos.

— Yo...— le dije sin saber que decía exactamente.

Escuché un carraspeo fuerte y claro, O'Donell no se movió, pero yo me alarmé y dejé de hacer lo que mis manos estuviesen haciendo en aquel momento. Volví a la realidad. Sentía que la borrachera se esfumaba. Me encontraba en un callejón, descalza y con O'Donell casi encima de mí. Cerré mis ojos con fuerza y ahí fue cuándo definitivamente todo lo que tenía de alcohol en el sistema se había evaporado. Kike...

Mierda.

—Disculpen ¿Interrumpo algo? — Su voz era grave y peligrosa.

El aura demoníaca me estaba sofocando. Estaba enojado, realmente enojado. Me olvidé de Kike por unos minutos por culpa de O'Donell. Demonios, era una vil zorra...

— Sí.

—No. — Dijimos al mismo tiempo O'Donell y yo.

Alejé a O'Donell de mí. Me escabullí entre los dos chicos colocándome en medio de ellos. No sabía ni con qué cara iba ver a Kike. Estaba avergonzada con él, esto fue demasiado lejos. A puesto a que O'Donell lo hizo a propósito, ha puesto a que me había visto con Kike y lo hizo por fastidiarnos. Kike por su lado clavaba de manera magistral a O'Donell con la mirada y ni siquiera volteaba a verme a mí. En cambio, O'Donell se encontraba de lo más sereno observándolo con una calma que me daban ganas de matarlo yo a él. Me sentía sucia, ahora que lo pensaba, era de lo más bajo ¿Cómo podía hacer esto en una cita con Kike?

—Duncan, cómo siempre entrometiéndote en lo que no te importa. ¿Qué le hacías a mí chica? — Reclamó Kike.

—Nada que ella no quisiera —su voz era picosa.

Fruncí mi ceño. Y antes de que O'Donell hablara más me metí en la conversación.

—Espera, ¿De qué hablas? No soy tu chica Kike, no porque haya accedido a venir contigo significa que soy tu chica — Le miré mal y abrió sus ojos con sorpresa y estuvo a punto de decir algo cuando la risa de O'Donell lo dejó callado.

Kike y yo lo volteamos a ver extrañados. O'Donell seguía carcajeándose e incluso pasó su mano por su rostro y clavó la mirada en Kike.

—Esto fue increíble, ojalá hubiera podido grabar esto. Lawler, ya la escuchaste, ella no es tuya — Apoyó O'Donell mientras me miraba a mí.

Me sentí incomoda. Quizás no debí haber dicho eso enfrente de O'Donell.

—No te quieras pasar de listo, Duncan — Señaló Kike con su dedo índice.

Se aproximó hacia él, pero me interpuse en medio, otra vez. No quería una pelea entre ellos dos en público, sé lo que son y no estoy tan segura de que consecuencias habría si ellos dos pelearan justo aquí afuera de un lugar nocturno.

—Cariño, apártate —Dijo O'Donell mientras daba un paso hacia nosotros. —Le partiré el hocico a éste animal.

—Yvaine, por favor —Kike imitó su acto. —Hay que enseñarle modales a los callejeros.

— ¿Quieren controlarse los dos? — Los miraba alternadamente. —Esto es una estupidez.

El callejón estaba completamente solo. A lo lejos se veían las personas cruzar las calles ignorando por completo aquella situación tan incómoda en la que me encontraba. Ellos estaban fulminándose con la mirada, parecían niñatos. Parecían adolescentes con las hormonas alteradas.

—Ella es mi cita — Frunció el ceño Kike — tú ya tienes a la tuya. Deberías ir con ella, te ha de estar extrañando.

Lo había olvidado por completo. Tragué en seco y bajé la mirada la piso un poco perdida. Era una tonta, claro que había venido con otra chica. ¡Solo me utilizó!

—Yo no tengo citas, y eso deberías saberlo —Aun así, no dejaba de pensar que había otra chica.

Era sólo un juego para que O'Donell molestara a Kike.

—Chicos por favor. No les estaré rogando por mucho tiempo. —Me estaban ignorando y ninguno de ellos me miraba.

— No me hagas romperte la cara enfrente de Yvaine, eso sería muy penoso para ti — Kike alzó un poco la voz.

Dieron un paso más. No sabía por cuánto tiempo más resistirían mis fuerzas.

—Ya que estamos siendo sinceros... Te comeré, así como a tus compañeros si me sigues provocando, maricón de mierda — Las palabras fuertes de O'Donell me dieron a entender que estaba hablando totalmente enserio. —Disfrutaré cuando te esté descuartizando vivo. Voy a usar tu sangre para bañar a mis canes.

— ¡Por favor chicos, terminen con esto! — Las lágrimas querían comenzar a salir de mis ojos. Me estaban asustando.

— ¡Voy hacer que no vuelvas a usar tus testículos! —Amenazó Kike. Esto era tenso, me tenían apretada entre los dos cuerpos.

— ¿Celoso, Lawler? — Rio O'Donell con bastante gracia— A diferencia de mí, no eres más que un simple puberto. Porque, lo que a mí me sobra, a ti te falta. Cuando has pasado por una chica, por mí han desfilado cien — Eso realmente me había molestado.

Bufé y grité ya estando en cólera. Sentía mis puños arder en llamas. Algo dentro de mí vibraba y el fuego oscuro comenzó aparecer en mis manos y no lo podía controlar.

— ¡Suficiente! ¡Me voy! —Me separé de ellos notablemente molesta. — ¡Mátense si quieren, me importa una mierda ahora!

Aun los podía escuchar discutir, niñatos de mierda. Y hablando de mierda ¿Dónde carajos dejé mis tacones? ¡Ah! ¡Qué importa! Cuándo estaba caminando hacia la calle principal, del cielo cayó un hombre vestido completamente de negro con ropas de piel. Enmascarado y con una espada en su mano. Detrás de él aparecieron otros hombres con un arco y una ballesta, apuntándome directamente hacía mí. Eran ellos, eran los hombres que había visto. Algo dentro de mí estuvo alertándome de esto durante toda la noche. Desde que salí de casa. En mis puños el fuego oscuro seguía.

Me congelé de inmediato, quería gritar.

—¡YVAINE!

—¡MADLOW!

Escuché cómo los chicos gritaron mi nombre. Pero sólo eso, los escuché.

Los otros hombres que acompañaban al de la espada, corrieron por mis costados y comenzaron atacar a O'Donell y Kike. Este hombre comenzó a dar unos pasos hacía mí con su espada por delante. Yo comencé a retroceder, pero otros cuerpos femeninos estaban detrás de mí custodiando que no escapara.

—Con qué, aquí está la realiza infernal. Nos has causado muchos problemas desde hace dieciocho años. Ya has de saber de nosotros, somos los Cazadores —El hombre había hablado, y fue cuándo las mujeres vestidas de negro me sujetaron de ambos brazos.

Podía escuchar cómo O'Donell y Kike peleaban contra los hombres de negro. Estaba impresionada de que aun riñeran, eso significaba que no eran simples humanos.

—Suéltenme inmediatamente —Mi voz no tembló.

La espada se posó en mi garganta haciendo presión, mi sangre comenzó a resbalarse por mi cuello.

—Claro que te soltaremos, después de rebanarte el cuello.

Retiró su espada y lo único que hice fue cerrar los ojos.


© J. ZARAGOZA

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