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CAPÍTULO 13

—Madlow despierta — Escuchaba una voz lejana llamarme. Mi cuerpo quería responder y moverse ante su voz, pero no podía, era cómo tener grilletes en mis párpados. —Nena, despierta Madlow.

Había silencio. Un inquietante silencio.

Hombres cubiertos de fuego peleaban contra seres alados que bajaban del cielo con espadas y arcos. El cielo se tornó carmesí y escuchaba trompetas y shofares. No entendía que pasaba, pero al mirar mis manos, había un fuego oscuro envolviéndome. Yo estaba en medio, estaba cubierta de ese fuego. Había mucho caos alrededor de mí. Pero algo llamó mi atención, un hombre a lo lejos caminaba hacia mí. Me provocó miedo instantáneo, no se veía su rostro, pero sus ojos eran cómo dos lumbreras en la oscuridad. Me veía fijamente. Una sonrisa venenosa apareció en sus labios y sus colmillos eran destacables.

Al otro lado, una columna de fuego blanco caía con violencia. De aquella luz, una figura envuelta en una armadura blanca me apuntaba con su espada. Sus ojos eran dos esferas como el sol. Ambos hombres estaban alejados de mí, cada uno viniendo del extremo opuesto en mi dirección.

Desperté cuando sentí una mano golpear mi mejilla suavemente. Era otro de esos extraños sueños. Cada vez era más la intensidad con la que estos aparecían en mi cabeza. Lo primero que observé cuando pude despertar, fueron los ojos azules de O'Donell examinar los míos con detenimiento, su brazo derecho sujetaba mi espalda y su brazo izquierdo libre mientras golpeaba mi mejilla. Por unos segundos, pude darme cuenta de que las facciones de él se relajaron. Una sonrisa realmente sexy se formó en su boca haciéndome sentir incomoda. Parpadee un par de veces para adaptarme a la extraña iluminación.

Volví a mi realidad, todo lo que vi desapareció.

—Santos Cielos, eres tú...— Llevé una mano a mí pecho, O'Donell seguía viéndome de manera extraña — ¿Qué está pasando? — Le comenté mientras me levantaba poco a poco. La noche era fría y O'Donell desprendía mucho calor y de cierta manera no me daba pendiente enfermarme o algo por el estilo— ¿En dónde estoy...? —Dejé las palabras en el aire al observar mi entorno.


Los edificios se habían levantado, la noche estrellada había aparecido en el firmamento y O'Donell estaba cerca de mí. Estoy en la calle... Y no precisamente con buenas compañías. Mi pulso se disparó y ahora todo venía a mi mente, lo que había visto en cada uno de ellos no era normal, era algo sobrenatural emocionante y peligroso a la vez.

La tormenta se avecina.

Aquella voz volvió aparecer.

—Oh Mon Chéri, nos has dado un buen susto a todos. No despertabas desde hace minutos—Vizo empujó a O'Donell de mí lado y llevó su mano a mi espalda baja y me atrajo a su cuerpo.

Su rostro se acercó mucho al mío y sus labios casi rozaban los míos, cerré mis ojos con temor, no tenía las suficientes fuerzas para luchar y menos contra un demonio, pero hubo un vacío, ya que Vizo fue empujado por O'Donell quien se encontraba un poquito molesto por su reacción.

Como pude me levanté.

Di unos pasos hacia atrás abrazándome a mí misma. Busqué con mi mirada la manera de irme, pero realmente estaba rodeada por estos demonios. Algo captó mi atención, vi unas sombras brincar de edificio en edificio y desaparecer en ellos. No eran espíritus, parecían personas.

— ¿Qué crees que estás haciendo Vizo? — Su voz sonó gruesa y dominante.

Reaccioné, volviendo a plantarme en mi realidad.

Retrocedí de nueva cuenta unos pasos y todos fijaron sus miradas en mí. O'Donell estaba algo hostil, lo sentía en su aura. Vizo ofendido por el comentario de O'Donell intentó ignorarlo y sacó de su chaqueta mi móvil y me lo entregó. Lo tomé mientras mis manos temblaban. ¡Carajo! No puedo estar en el mismo lugar que ellos. Los miré aterrorizada, dándome cuenta de la realidad ¡Ellos son Demonios! Seres malignos, lo peor que puede existir en un mundo sobrenatural. Escuché comentarios de algunos espíritus que encontrarte con uno, sólo eran malos augurios. Ahora, no me imagino que será encontrarte con un clan.

— ¿Te sientes bien, Madlow? Pareces asustada — Comentó de lo más normal O'Donell.

Por supuesto, él no estaba cuándo ellos me lo dijeron. Lo miré y retrocedí de su cercanía. Él pareció notar mi incomodidad hacia él y el ambiente que se había creado. Después de todo lo que sabía, no tenía idea de qué era lo que seguía, ¿qué haría para alejarme por completo de O'Donell? Symak y Prax intercambiaron miradas nerviosas, Allec estaba viendo el cielo tranquilamente y Vizo lloriqueaba en silencio. Parecían tan humanos, que me era difícil pensar en que no lo eran. No, ellos no son normales, mis ojos ahora veían las auras malignas emanar de ellos. Ahora todo tenía sentido, ahora no solamente había descubierto la verdad de todo esto, sino que debía protegerme a mí misma de todos ellos. Una tarea imposible, puesto que son seres de gran poder.

— ¿¡Cómo no quieres que esté asustada, si ustedes son demonios!? —O'Donell se quedó sin expresión alguna, viéndome directamente a mí. Hizo un mohín con sus labios, pasando una de sus manos pesadamente por su rostro, rodó los ojos y miró a los chicos de manera cansada. —No quiero que en la puta vida te me vuelvas a acercar nunca más. Te lo advierto.

Pude observar a cada uno de ellos tensarse y sudar en frío cuando O'Donell me dio la espalda. Tenía que escapar sí o sí. Sólo Dios sabe que es lo que ellos quieren conmigo.

— De acuerdo —Apuntó con su dedo al aire — ¿Quién le dijo? —Su voz sonó cansada.

Cruzó sus brazos sobre su pecho y frunció su ceño esperando una respuesta. Yo misma podría decirle quién fue el idiota que me le dijo, pero, bueno ¿Para qué meterme en más problemas? Pudiera llamar a papá, pero sólo tendría más problemas de los que ya cargo. Symak y Prax apuntaron a Allec rápidamente y nerviosamente mientras que Vizo se alejaba un poco de él. El rubio se quedó quieto mientras que observaba a todos de reojo, imagino que se tiene que sentir algo traicionado por sus propios colegas. Levantó su ceja derecha e hizo una mueca con sus labios.

— ¿Qué? ¿Enserio? ¿Me echaran la culpa a mí? — Preguntó ofendido mientras llevaba su dedo índice a su pecho.

Las luces de los faros comenzaron a encenderse y apagarse rápidamente. Un viento caliente nos rodeó. Symak y Prax fueron hacía mí y me tomaron de los brazos mientras me alejaban unos cuantos metros de los demás. No entendía que era lo que estaba pasando, pero no creo que fuera algo bueno que me gustara ver.

O'Donell comenzó a llenarse poco a poco de flamas y abrí mis ojos con terror y asombro. Vizo cubrió mi boca con su mano, al yo estar entrando en una especie de colapso. El terror me inundaba y la aplastante presencia de estos demonios era brutal. Era como si te estuviera consumiendo toda la existencia, la falta de aire y la debilidad en mi cuerpo no tardó en aparecer. Allec también comenzó a llenarse de flamas y miró a O'Donell un poco ¿Asustado? Claramente estaba nervioso de enfrentarse a Él.

—Señor...

— ¡Les dije que yo se lo diría a su debido tiempo! ¡Idiotas! —Contestó de manera tranquila, pero desgarradora.

O'Donell se veía con una mezcla de arrogancia, porte, agresividad, sensualidad y tan malditamente atractivo. Chasqueo la lengua y se colocó en posición de atacar. No sé cómo fue que pasó, pero O'Donell empujó Allec hacia una pared destrozándola por completo. ¿QUÉ MIERDAS ES ESTO?

La apariencia de ambos cambió drásticamente. Sus ojos se habían alargado y había tomado la forma en sus rostros cómo chacales, cómo lobos endemoniados. Pero a la vez, era ver sus rostros.

—No todo el tiempo cuando luchan lucen así, por lo que el amo realmente está cabreado —Explicó Symak.

Ellos acababan de hacer que me cagara de miedo. Esto no va a funcionar, no puedo seguir conviviendo con seres así.

—Quiero ir a casa... —Dije en voz baja mientras comenzaba a perder la poca estabilidad que poseía.

Esto era mucho que procesar. Podía ver ambas fuerzas chocar, visiblemente podría verlas.

—Mon Chéri, yo puedo llevarte a viajar por las estrellas, observar el amanecer juntos... mientras el aire golpea tu rostro tan bello— Vizo empujó a Symak y Prax mientras me tenía en sus brazos casi en el suelo, su mano en mi espalada baja, su otro brazo acariciando mi cabello mientras cerraba sus ojos y soñaba despierto —Eres más hermosa de lo que pude haber imaginado, los rumores son ciertos, a los ojos de los mortales eres como otra chica cualquiera, a los ojos de los Inmortales, cómo nosotros, eres simplemente asombrosa. Eres como una joya que cualquiera podría robar.

Dentro de sus palabras había llamado mi atención lo que dijo, " a los ojos de los mortales eres como otra chica cualquiera, a los ojos de los Inmortales, cómo nosotros, eres simplemente asombrosa. Eres como una joya que cualquiera podría robar".

Sus palabras resonaron fuertemente en mi cabeza. Y mi vista no se podía despegar de ninguno de los presentes. Eso significa que ¿Es así como me ve O'Donell? ¿O'Donell me categorizaría de esa manera?

Seguía estando sujetada por Symak y Prax, mientras que Vizo no dejaba de verme.

—Suéltala ¡Ahora! Vizo — Oí los pasos de O'Donell acercarse me tensé de inmediato.

Las lágrimas de Vizo cayeron por su rostro mientras me reincorporaba de esa extraña posición de novela. Yo no podía separar la vista de los demonios que estaban enfrente de mí. No olvidaría nunca cómo el poder demoníaco los transformaba en extrañas criaturas.

—No podremos estar juntos por ahora Mon Chéri, pero te prometo que si me das la oportunidad, haré de tu vida la chispa que encienda tu vida... — O'Donell le dio un zape bien tronado detrás de su nuca mientras rodaba sus ojos — ¿Por qué todo el mundo hace eso?

O'Donell no despegaba su vista de mí. Y yo no podía sentirme más incómoda al respecto. Mi respiración se descontrolaba.

— No seas cursi, ella viene conmigo. —Su voz era mera autoridad.

Alargó su brazo en mi dirección y me tendió su mano, indicando que esperara que yo la tomara, pero me alejé bruscamente de él. ¿Cómo podría? Antes creía que era extraño, que no era normal todo lo que pasaba a su alrededor y tenía razón. Confiar en él sería cavar mi propia tumba. Esto no era más que meterme a la boca del lobo. Rápidamente su mirada azulada me penetró. A él no le había agradado aquella acción, lo podía notar. Puesto que ahora ya todo estaba revelado, no tendría O'Donell que ocultar su verdadera naturaleza. ¿Cómo me pude meter en esta situación? ¿Qué había hecho mal en mi vida? Juro por todo lo sagrado que, si tuviera un arma para exterminarlos, lo haría de inmediato.

—No me toques — Le amenacé con toda la seguridad en mi voz.

O'Donell soltó una carcajada y negó con su cabeza. Mordió su labio y observó a los chicos y éstos tan solo se alejaron un poco mientras iban por un Allec algo herido. Una oscuridad inquietante se hizo presente. Y la neblina en el suelo apareció. Un brillo inusual apareció en sus ojos y no pude hacer más que temer por mi imprudencia.

—Que graciosa, ahora, sin juegos Madlow, ven conmigo — Dio un paso hacia mí.

Hice un movimiento brusco, alejando su brazo con mi mano.

— Te estoy hablando muy enserio, grandísimo Imbécil —Sus ojos se encendieron y sentí que había cometido un error.

Quise apartarme, pero él volvió a acercarse. No me tocó en ningún momento, pero inclinó su rostro al mío y me sentí intimidada. Mi área personal fue invadida. Y ahora entendía, que con O'Donell no podría seguir jugando.

—Perdón, pero ¿Qué dijiste? — Preguntó de manera seria. No podía responderle, él ejercía mucha presión y me helaba su cercanía— ¡REPÍTELO!

— Nosotros ya nos íbamos, nos vemos en el otro lado, señor — Comentó Allec por todos.

Y desaparecieron envueltos en humo. Menudos cobardes, mira que dejarme aquí a solas con O'Donell. Nos quedamos solos, retiró su rostro del mío y sentí volver a tomar oxígeno. No me había dado cuenta que había retenido mi respirar. Su postura era segura, me dio la espalda un momento y pasó una mano por su rostro.

—O'Donell aléjate de mí, no te quiero cercas. Esto es muy difícil para mí, prometo no decirle a nadie sobre lo que eres y lo que sabes hacer. Pero enserio, déjame tranquila.

Alzó una ceja y negó con su cabeza divertido.

—Eso es lo que te quieres hacer creer, ahora eres parte del problema—Se encogió de hombros — vamos ven. Prometí llevarte a casa y eso es lo que voy hacer.

— ¡O'Donell te he dicho que no!

Llegó hasta mí en un santiamén y me sujetó de la cintura fuertemente. Las luces de los faros terminaron por apagarse por completo y sentí su mano acariciar mi cuello desnudo. Mi piel se erizó y me odié por sentir esta extraña sensación, él pareció notarlo puesto que sonrió seductoramente. Levanté mi mano para golpear su mejilla, pero él la detuvo en el aire. Me miró un poco expectante, pero no me dejó por ningún momento.

—Tengo tan fuertes deseos en ti que te niegas a aceptarlo —Hice pequeños movimientos por soltarme, pero era inútil. Mordí mi labio inferior sintiéndome frustrada —A mí nadie me dice que no, nena.

Golpeé su entrepierna, éste me soltó y salí corriendo. Mañana vendría por mi auto ahora solo debo de correr alejarme de él. Giré mi cabeza y observé a O'Donell levantarse como si nada. Sus ojos me siguieron y lo vi sonreír de lado sin una chispa de gracia. Chifló y yo fruncí el ceño. ¿Por qué chifló?

Seguí corriendo y escuché el rugir de su moto. ¡Mierda, mierda y más mierda! Sabía que sus intenciones no eran del todo buenas. ¡Lo sabía! Maldita sea, soy una idiota. Los edificios cada vez se iban haciendo más frecuentes, pero no había nada personas por ningún lado. Agradecía en estos momentos tener buena condición. Mis pensamientos y mis mayores temores me impulsaban a seguir corriendo. Volteé bruscamente y vi su motocicleta venir hacía mí sola, sin nadie sobre ella. ¡SOLA! No podía comprender que era lo que veía. Probablemente uno de los tantos trucos que los demonios podían hacer. De repente escuché un gran aullido, volteé como si el diablo me fuera a llevar, y pude ver como una gran llamarada apareció y se transformó, tomó la forma de un perro, bastante grande. Ojos rojos, grandes colmillos y garras. Reprimí un grito. Con el miedo corriendo por todo mí cuerpo lo único que podía hacer era seguir corriendo con mayor efusividad.

— ¡Zeus! ¡Alcánzala! —Escuché la voz de O'Donell muy divertida.

Tratando de quitármelos de encima, entré en un callejón sin salida. Había un gran contenedor de basura a uno de mis costados, pero tenía una oportunidad. Olía asqueroso, pero no importaba, tenía que alejarme de éste idiota; cerré las puertas y comencé a subirme en el. Solo necesitaba llegar a la orilla de la pared y saltar al otro lado y todo estaría bien.

Escuché aplausos y giré mi cabeza rápidamente hacia atrás. O'Donell se encontraba acariciando a su perro de un metro con algunos sesenta centímetros. ¿¡Qué abominación era esa cosa!? ¡Ese no es un perro es una maldita motocicleta!

—Zeus, tráela hasta mí — El perro entre gruñidos y aullidos se acercó hacía mí.

Mis fuerzas aumentaron considerablemente y me permití hacer un esfuerzo más. Brinqué y me sujeté de la orilla de la pared y me ayudé con mis brazos a seguir subiendo. Sentía la mirada penetrante del cretino de O'Donell, pero me valió una mierda. Sentía el sudor de mi cuerpo correrme por toda la espalda, frente y pecho. El perro de O'Donell estaba demasiado cercas de mí.

—Debo volver a repetirlo nena, tienes un trasero muy apetitoso — Maldito.

Solo me estaba molestando. Seguía con mi acción cuando de repente, algo agarró el borde de mi vaquero y me jaló hacia abajo con suma violencia. Caí en el contenedor y esa cosa horrible me tomó del cuello de mi chaqueta y caminó hasta O'Donell, conmigo en su hocico. Yo me removía e intentaba quitarme la chaqueta, pero el perro dejó de avanzar y me soltó. Caí de lleno en el suelo, y sentí mis brazos adoloridos.

O'Donell tenía una sonrisa dibujada en su rostro. Se acuclilló delante de mí y tomó mi barbilla con su mano. Me observó con detenimiento, había un brillo en sus ojos que no sabía descifrar, cerró sus ojos y volvieron hacer como antes. No podía hablar, él me había atrapado.

—De mí nadie huye...Y menos tú nena, menos tú.


© J. ZARAGOZA

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