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CAPÍTULO 1

Long Beach, California, Estados Unidos.

Octubre 02 del 2015


Presentía que algo iba a pasar hoy. Lo supe ésta mañana que había despertado con una inquietud en el pecho. No sabría decir si es algo bueno o malo, pero no podía quitarme la sensación de que hoy pasaría algo, quizás algo grande. Durante las últimas semanas mis pesadillas habían incrementado. La sensación de que alguien me vigilaba a la distancia y a la cercanía, de cierta manera me hacían sentir paranoica. Y pese a que me decía a mí misma que todo estaba bien, sabía que algo me rondaba.

Mis intenciones de quedarme en casa se vieron brutalmente desechas con la llamada de Ana advirtiéndome que ya había planes con las chicas. Mis excusas fueron infructíferas, la decisión de que hoy debíamos salir era un hecho.

Sabía que no debería estar fuera de casa hoy. Y ahora, lo único que podía hacer era maldecir a mis adentros y ¿por qué no? A mis afueras también.

Caminar con tacones por las calles llenas de piedras, con una brisa algo gélida para Long Beach en octubre era algo peculiar. Volteo a ver directamente a mi muñeca, iban hacer las diez de la noche. A eso añádanle la poca iluminación que ofrecían los postes, y acompañada por mis mejores amigas no era el mejor escenario para una chica de diecisiete años que apenas y saca sus narices de los libros y las series de televisión. No me malinterpreten, no soy una chica cliché, de esas que leo por las noches antes de dormir. Lo sé, lo sé, puede sonar patético, quizás para muchas chicas de mi edad que solo desean estar de fiesta en fiesta y pasear de cama en cama. Tampoco soy una chica "única y diferente", no he llegado a tal punto. Es decir, suelo salir a fiestas, pero no siempre. Sé divertirme. Sin embargo, soy la rara del club y es que mis amigas creen qué, si seguimos perdiendo el tiempo, la juventud se les irá volando. En ocasiones, bromeaban sobre las criaturas nocturnas y los vampiros esperándonos en una esquina, por supuesto, para ellas era una especie de pasar el rato, pero para mí, que conocía demasiado del tema, y no hablo de vampiros, no creo que existan, podía decir con plena libertad que hay cosas más aterradoras por ahí. Y eso no era ninguna broma para mí.

Dentro de mi cabeza todo era turbulento. ¿Por qué lo hacían? ¿Es que acaso no les había dejado en claro que no quería salir hoy, viernes? Ahogué un grito de frustración mientras seguía moviendo mis pies al ritmo en el que lo hacían las chicas. Mi móvil se encontraba en un bolsillo de mis vaqueros negros. Traía una blusa gris sencilla, mi cabello suelto con un poco de volumen, y mi chaqueta de piel negra por encima. Sombra oscura en los ojos para disimular el desvelo de las últimas semanas.

No sé cómo es que me habían obligado a ir a ese estúpido bar, particularmente hoy no andaba de buen humor, pero insistieron. ¿Tan difícil es de entender?


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La noche había caído muy rápido. No podía dejar de ver la luna en las noches cuando tenía insomnio, cuando era presa de mis sentimientos más escondidos. De esas cosas que sabes que nunca podrías hablar con nadie, cosas que nadie más debía de saber, porque hay que admitirlo, hay secretos que se deben quedar nuestros.

— Vamos, ya quita esa cara Yvaine —Decía con burla Sarah.

Quién no dejaba de mover las caderas cada vez que un hombre pasaba por la calle. Su cabellera rubia, por supuesto atraía la atención más de uno, tampoco podíamos olvidaros de su piel pálida, unos ojos caoba coquetos y de estatura muy alta. No era una chica que pasara desapercibida tan fácilmente. Ella es la chica bonita del grupo o al menos así la describiría yo. La razón por la que muchos chicos nos hablaban o conocían, era a causa de ella. Una rompecorazones nata, la envidia de muchas en la preparatoria y una de mis mejores amigas. Así era Sarah Hampton.

—Chicas, les dejé bien claro que no quería venir —Refunfuñé mientras cruzaba mis brazos sobre mi pecho— Ir a un bar, puedo entenderlo, lo que no entiendo es ¿Por qué tan lejos? ¿no había uno más cerca? Y eso sin mencionar los tacones que son realmente innecesarios. ¿Me quieren matar? ¿Quieren que me acosen los borrachos con mi caminar al estilo Bambi? — Las miré a las tres con reproche.

Isla levantó su ceja rojiza y comenzó a masticar una goma de mascar después de hacerla bomba. Sus ojos verdes me miraron un poco confundida. Se quedaba quieta viéndome como si no entendiera lo que le quería decir. La pelirroja, de piel bronceada se llevó su mano a su mejilla. Ella era quizás, la más desorientada de todas nosotras. Su mente volaba hacía nunca jamás. En ocasiones no tenía idea de que era lo que sucedía a su alrededor. Pero ¡va! ¿No era muy obvio o se lo explicaba con manzanas? Abrí mis ojos dándole entender de qué prosiguiera. Me miró y me mostró una amplia sonrisa. Y gritó un suave: ¡Relaja, la raja! Esa era Isla Marianne Milkovich.

Luego de ello escuché la carcajada más sincera que se puede escuchar.

Ana, la mejor de todas mis amigas, de piel muy morena, de ascendencia latina, tiene un cabello chino negro envidiable, alta y de ojos negros profundos. Sí bien, ella podría ser catalogada como la religiosa del grupo. No me malinterpreten, no tengo nada en contra de los religiosos, ella es un amor de persona, solo que sus comentarios iban muy orientados a ello.

Me miró con ojos abiertos y se comenzó a tocar la mano con pena por su risa. Bueno, bueno... Después de todo no era tan santa como se veía. Ana López era así, el sol de todas nosotras.

Sí bien, no puedo creer que las tenga catalogadas a todas ellas. Dios, debo ser la peor de todas ellas.

Hay una larga lista de defectos y virtudes que poseo como toda persona. No soy perfecta, pudiera decir que tengo más defectos que virtudes. Físicamente soy de piel blanca, estatura mediana, cabello castaño claro, ojos grises, la que siempre se está quejando de todo. En mi opinión, soy una chica promedio. No soy una belleza andando, pero tampoco espanto a los chicos.

Excelente forma de clasificarnos ¿no? Demonios, debo ser tan perra para clasificar a mis amigas de ésta manera. Bueno que más daba, todo esto se queda en mi mente así que ¿Cuál riesgo de que tus amigas se molesten contigo?

—No seas amargada ¡Habrá chicos! —Gritó Isla mientras chillaba y daba saltitos en su lugar. —Chicos realmente lindos.

Si bien debo decir, no me llamaba la atención ningún otro chico. No estoy peleada con la idea del amor, pero no lo necesito en estos momentos. Debo superarlo primero. En mi vida ya hubo un chico y pues, ¿para que decir más? Hay una historia extraña aun por ahí. No me gustaba tratar el tema y ellas lo sabían. Pero a veces lo hacían sin querer.

— ¿Y? Ustedes saben que siempre dejo a los chicos en último término—Dije con aburrimiento reflejado en mi tono de voz y en mi manera de verlas.

Ahora, el momento se había puesto algo sumamente tenso, para mí era muy delicado hablar de ese tema. Había sentimientos en mi corazón todavía, pero rápidamente eran reemplazados por un rencor que, aunque yo creía haberlo superado, seguía latente dentro de mí. Caminábamos lentamente gracias a mí, que apenas y podía mover un pie y luego el otro.

Jodidos tacones y jodido imbécil él que los creó.

—Exageras. Oí de muy buena fuente que estará Josh, Ashton — Los más idiotas de la escuela ¿Por qué no me sorprende que estuvieran tan desesperadas por ir? Digo, eran una especie de dioses griegos, demasiado atractivos para su propio bien y sumamente idiotas—Y aún no sé qué tan cierto sea que estará Duncan O'Donell con ellos —Ana y las chicas suspiraron al oír su nombre.

Alcé una ceja de manera dudosa y me quedé quieta mientras las demás avanzaron un poco hacia adelante y me vieron fijamente. ¿Porque será que ese nombre me suena? Solo que no logro recordar en dónde mierdas lo he escuchado.

— ¿Qué ocurre? Los chicos nos esperan —Dice Ana mientras que Sarah se ve las uñas con mucho detenimiento.

Ante lo de Sarah, lo único que puedo pensar es en decirle: "Querida es de noche nadie las va notar si te vas acostar con alguien, al hombre no le va importa".

Esa es otra de las razones por las que evito salir muy seguido con ellas a bares, bueno solo con Sarah e Isla. Su problema es que son muy vanidosas y siempre buscan algún ligue con los chicos, eso me frustra como no tienen una idea. No me malinterpreten, las amo, son mis mejores amigas. Pero siempre que hay chicos de por medio, se ponen odiosas.

— ¿Quién es Duncan O'Donell? —Pregunté inocentemente.

Me suena su nombre, juro que ya lo había escuchado, pero de verdad que no recuerdo en donde demonios ha sido. ¿Equipo de Futbol? No. ¿Basquetbol, natación, ajedrez? No ¡Carajo!

A Isla casi le da un paro cardíaco, o bien fue lo que intentó darme a entender con su expresión corporal, y Sarah la detiene entre sus brazos de manera exagerada. Sí algo había en esas dos, era lo melodramático que eran. Ana me mira con los ojos casi botándoseles, se dirige hacia mí y me sujeta bien firme de mi chamarra de piel de forma casi ruda. Si de algún problema mental sufren mis amigas es por la obsesión por los chicos.

—Yvaine ¿Qué dijiste? ¡Esto es simplemente insólito! —Sentí como si el aura de Ana se transformara, y en cambio, apareciera una versión oscura de ella.

Un tanto confundida me atrevo a decir:

—E-Eh pues fue una pregunta ¿Quién es Duncan O'Donell? — Intenté ser lo más obvia posible.

Isla recuperó su estado crítico por así decirlo y se acercó a mí. Con mucho drama y "dificultad" para respirar. Hizo a un lado a Ana y me tomó de los hombros mientras que Sarah y Ana negaban con sus cabezas a manera de decepción.

Exacto, éramos cuatro chicas en medio de las calles oscuras con problemas serios y mentales. Y cabe de mencionar que es muy noche y de verdad, agradecería algo de cordura por parte de ellas y salir lo más rápido posible de lugares muy solitarios. Es cuando me pongo a pensar en porqué no utilizamos algún taxi para llegar hasta acá o mínimo usar mi auto. Les gustaba complicarse la vida. Como pudo, ella se hizo la fuerte para poderme decir las cosas que ella estaba pensando. La miré con mucha atención mientras le alentaba a que siguiera hablando.

— Es una suerte que hayas hecho esa pregunta a las personas indicadas. Yvaine, Duncan O'Donell es la perfección encarnada. Cuando lo veas, sabrás de lo que hablamos, y tranquila, nadie te criticará por enamorarte de él ¿quién no lo haría? O sea, —alzó sus manos al cielo — ¡Es una obra de arte tallada por los mismísimos ángeles! — Fue cosa mía pero claramente imaginé que una lágrima salió de su ojo y la iluminación la cegaba.

Las chicas se acercaron a mí y me abrazaron por los lados. Me sentía como un huevo y mamá gallina sobre mí. ¿Por qué un huevo? La pregunta era ¿Por qué no?

—Pobre oveja descarriada —Decía Sarah con tintes burlescos en su voz —me encargaré de llevarte por el buen camino, te resumiré en pocas palabras. Ese chico dice "Deseo" por todo su cuerpo. Sí fueras Eva en el jardín del Edén, por favor, él hubiera sido la serpiente tentándote. —Estrujó mi mejilla y salimos en camino al bar una vez finalizada su extraña explicación.

Con todo lo que me mencionó. Creo que ya recordé quién era ese tal Duncan O'Donell. Y debo decir que al menos a mi criterio, no eran cosas buenas o al menos no a su favor. Es un chico con el que se acostó una chica de mi clase de Álgebra. Estuvo presumiéndolo durante un mes entero. ¡Oh! pobre Karen Williams, si supiera que solo fue el juguete de una noche. Su nombre estaba escrito en los baños de la escuela, era mencionado de boca en boca por toda clase de chicas, pero hasta donde yo tengo entendido, Duncan O'Donell no asiste a nuestra escuela. A menos de que sea un Universitario, pero no logro recordarlo exactamente a él. Es demasiado popular en las escuelas preparatorias de Long Beach de nuestro distrito, y claro, por popular me refiero a que siempre está en boca de todas las chicas, sus grandes admiradoras.

¿Qué es lo que pienso yo?

Ha de ser un vago que anda por ahí cazando a chicas inocentes para después acostarse con ellas. Sí es que a algunas se les puede llamar Inocentes. No es más que otro típico Bad Boy, con la misma historia de siempre, alcohol, drogas y pandillas. ¿Las chicas de hoy en día no pueden ver más allá de una cara bonita?

¡Me enferman!

Cuando caminábamos no pude evitar sentir que mi piel se erizaba. Los grandes edificios eran iluminados por las luces de la ciudad. Para los ojos de mis amigas todo iba normal. Para mí no. No podía dejar observar sombras pegarse a los edificios e irse por otras direcciones. Los susurros de aquellos espectros eran tan normales para mí como escuchar la risa de los niños. ¿Qué estaría pasando en su plano astral? Siempre veo mucho movimiento entre los fantasmas, los espíritus nocturnos. Había escuchado hablar sobre los demonios y los ángeles, pero realmente nunca me había topado con uno. A excepción de los ángeles de la guarda, que son similares a pequeñas esferas de luz. Por supuesto, eran para personas especiales, con propósitos importantes. O al menos eso es lo que yo creía.


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Bastaron algunos minutos para llegar y ver el gran letrero Infernal Cave's. Sus letras verdes neón llamaban mucho la atención, mientras que el poste que lo sostenía, tenía adherida una gran serpiente en color verde oscuro y ojos rojos que abría la boca e intentaba comerse el mismo letrero con enormes colmillos. La fachada era algo tradicional, de ladrillo y bastante amplio. Estaba casi junto a un muelle, y para ser sincera, una larga carretera a la derecha. Bastante alejado del mismo centro de la ciudad.

Esto ha de ser un nido de esos locos satánicos.

Las chicas iban un poco adelante, pero se detuvieron para charlar con unos chicos. Por supuesto, me quedé al margen de ello. Como había mencionado, no estaba de humor para fingir una sonrisa con los chicos.

Había mucha gente con sus autos deportivos, chicos de nuestra edad y hombres mayores con muchas mujeres, con cervezas en mano y motocicletas estacionadas era lo que más predominaba en el Infernal Cave's. Recorrí mi vista por todo el lugar, inspeccionándolo porque no dejaba de sentir una extraña sensación.

En lo personal, hubo una motocicleta que llamó mi atención de inmediato. Era de un color negro con llamas dibujadas, eran tan reales que juro que hasta se movían de lo bien hechas que estaban. Eso era impresionante, decidí acércame un poco para verla mejor. Era increíble de ver, sentía mucha admiración. Podría jurar que casi podía tener vida aquella máquina de acero. Escuchaba a mis amigas reír con unos chicos animadamente y yo estaba entretenida viendo aquella motocicleta. De hecho, esto era más interesante que hablar con chicos. ¿De quién sería ésta belleza?

Sonreí dándome cuenta que le sonreía a una motocicleta. ¡Qué locura! Fierros que nos mueven y yo entretenida.

Giré sobre mis talones sin dejar ver la motocicleta, y pronto sentí choqué con algo o más bien, con el pecho de alguien. Estaba por irme de espaldas hasta que sentí la mano de alguien tomar mi cintura y ser atraída de nuevo hacia él, ese mero contacto sirvió para calentar por completo mi cuerpo y que corrientes eléctricas me atravesaran las piernas. El aroma varonil que esa persona emanaba llenó mis fosas nasales.

Primero que nada, separé su mano de la mía y me dispuse a retirarme una vez que recuperé la postura. Ni siquiera levanté la vista, porque era evidente que sería un hombre, y lo que menos quería era relacionarme con alguien de por aquí. No había necesidad de entablar conversaciones, todos son iguales: Fumadores, Bebedores, Drogadictos y todos amantes del sexo con chicas más jóvenes.

—Eres un poco maleducada, dulzura —La voz ronca del individuo captó mi atención por completo haciéndome sentir calor en mis mejillas obligándome a mí misma a ceder a esa voz en mi interior que me decía "da la vuelta".

Y me giré hacia atrás para ver que era realmente atractivo, jodidamente atractivo debo de corregir. Tanto que puedes sentir un orgasmo visual en este mismo momento. Él no solo desprendía un deseo exagerado, sino algo más fuerte. La manera en la que separaba sus piernas, su postura, su sonrisa, su mirada intensa, y, sobre todo, lo que era él.

Era ese mal del que toda chica podría caer.

Tiene algo extraño, diferente a los demás. Algo verdaderamente peligroso. Tanto que sentía una opresión en el pecho.

— ¿Disculpa amigo? —Enarqué una ceja con enojo. ¿Dulzura? ¿Enserio? De todas las palabras que existen se le ocurrió decir aquello.

El chico de cejas negras y pobladas alzó una de ellas y de manera sarcástica sonrió de medio lado. Llevó sus brazos a su pecho y su postura fue rígida todo el tiempo. Se percibía que él tenía grandes aires de grandeza. Juro que quisiera golpear a todos los de su tipo.

—Acabo de evitar que te golpearas, no suelo hacer ese tipo de favores... Al menos no gratis. Se ve que tienes algo de clase, pero te ves algo engreída. Creo que tus padres no te enseñaron modales —Se encontraba mirándome fijamente sin perderse ningún detalle de mí o eso me daba la impresión ya que sus ojos azules me escaneaban de pies a cabeza. Escondiendo atrás de esa mirada de la burla, la indecencia y la lujuria bien podrían aparecer.

Fruncí ligeramente mis cejas. Definitivamente no iba a perder el tiempo con patanes cómo él.

—Si tanto lo deseas oír, pues entonces Gracias—Contesté secamente para darle la espalda y dirigirme hacia el bar.

No tardé en escuchar su ronca risa salir débilmente mientras murmuraba algo que no pude escuchar con claridad.

A un lado, cerca de una muralla pequeña de piedra, fijé mi atención a una gran sombra con ojos amarillos, me quedé quieta mirándola fijamente, me doy cuenta que tarda mucho en hablar así que me dirijo a la puerta de cristal, cuando de pronto habla por lo bajo.

—Ya están aquí y no tardaran en encontrarte.

Me detuve en cuánto escuché sus palabras, pero así cómo pronunció sus palabras se esfumó en el viento. Sentí nervios de lo que sus palabras habían significado. ¿Quiénes eran ellos? Debo estar loca para prestarle atención a un espíritu de la noche. Si bien, esto era parte de mi vida cotidiana, nunca me habían dicho algo como eso. Por lo que, ahora me encontraba algo más que paranoica.

Mis amigas ya no estaban afuera por lo que supuse que estarían adentro. No permití asustarme y puse mi mejor cara.

Al cruzar por las puertas el aroma a humo de cigarrillos entró por mis fosas nasales y rápidamente mi mano se encontraba tapándola, impidiéndole el paso a ese veneno mortífero para la salud. Divisé rápidamente a mis amigas quiénes se encontraban en una mesa ya con unos tragos en la mesa. Negué con mi cabeza y llegué hasta ellas y tomé asiento. Para mi sorpresa, no había chicos en nuestra mesa por lo que pude respirar con normalidad.

Había muchos sujetos viéndonos de manera mordaz, esperando por cazarnos y esa era otra razón que me incomodaba. Éramos como la presa de los lobos.

—Ya te habías tardado, Yvaine. —Sarah estaba tocándose los pechos haciéndoselos más para arriba. — ¿Perdiste el Norte? ¿Necesitas para la próxima una brújula? ¿Google Maps?

Decidí pasar por alto sus comentarios estúpidos.

—Lo siento, me distraje un rato allá afuera.

Isla llevó una mano a mi hombro y comenzó a reírse como maniática. Miré a Sarah y Ana quiénes encogieron sus hombros ante su reacción. Y aquí vamos.

—No creo haberme tardado demasiado afuera ¿Cuánto ha bebido desde los cinco minutos que llevamos aquí? —Coloqué mis codos encima de la mesa esperando a que me dijeran su respuesta.

La música era Rockera y sonaba alto y claro. La risa de las personas del lugar, toda la algarabía estaba en su mero punto. Las luces en el cielo cambiaban a distintos colores y las mesas estaban bien distribuidas. El interior para mi sorpresa era algo rústico, y al ser demasiado amplio, se podían ver tres mesas de billar en una de las esquinas. La barra estaba llena de personas, de hecho, el lugar estaba a reventar.

Ana sonrió y tomó un trago de tequila pura para después hacer movimientos con sus manos.

—Sólo lleva dos shots, creo que le pegaron demasiado bien —Dijo mientras me decía formando con sus dedos el signo de amor y paz.

— ¿Sólo dos? ¿Y ya está así? —Abrí mi boca de sorpresa—Increíble. Ya recordé por qué ella no bebía.

Sarah se levantó de su asiento y arrastró a Isla hacia la pista de baile. Bien, no era nuevo que se levantasen sin decir alguna palabra como "Vamos a bailar". No, simplemente se levantaban y se iban. Rodeé mis ojos y Ana se acercó a mí con otro trago en su mano. Lo mejor sería quitárselos.

Saqué mi móvil para tomarnos una foto, sonreímos y al terminar de tomarla Ana se levantó.

— ¿Quieres algo de tomar, Yvaine? — Negué con mi cabeza.

—Tráeme unos nachos—le pedí. A lo que ella aceptó de inmediato y desapareció de mi vista, gracias a toda la aglomeración de la gente.

Genial. Otra vez sola.

Es decir, estoy acostumbrada a que hagan este tipo de cosas, bueno, en realidad lo digo por Sarah e Isla quiénes son las más unidas. Ana raramente se despega de mí, pero creo que le atribuyo la culpa a esos shots. De igual manera, me traería nachos.

Para no sentirme tan sola decidí ver la foto que me había tomado con ella y me sorprendí al ver que una llama de fuego se encontraba atrás de nosotras. Sentí mis vellos erizarse tan rápido como visualicé la imagen. ¿Se estaba quemando alguien o algo? Me giré bruscamente para ver si algo se estaba incendiando, pero no. No había nada.

¿Esto era alguna clase de señal? No dejaba de ver la imagen y luego ver hacia mis espaldas.

Por lo general casi siempre veía fantasmas, brujas o incluso duendecillos. De todas clases y épocas, lo más curioso de todo, es que ellos podían verme, pero nunca han hecho nada para querer establecer conexión conmigo. Muy pocos, realmente muy pocos se habían detenido conmigo para intercambiar diálogos. A veces cosas incoherentes, otros solo palabras al aire. Ver esa foto hizo que mis recuerdos y mis vivencias surgieran de nuevo.

Después de estar viendo de espaldas un buen rato decidí voltearme, tan sólo era un momento paranormal en mi vida; Y para mí gran susto el chico con el que me encontré afuera, estaba enfrente mío sentado mientras me observaba sin ninguna expresión. Ahogué un grito. Y, aun así, el chico me miraba con suma atención, tanto que te paralizabas. No podía describirlo, pero juro que no respiraba por verme. Me incomodé.

Llevé una mano a mi corazón el cual estaba tan agitado.

Y negué con mi cabeza. Mierda, ahora tendré que lidiar con un idiota que está ebrio.

— ¡Demonios! ¡No hagas eso! Serás tan bestia—Le repliqué — Oye, ¿Qué haces aquí a todo esto? Ese lugar está ocupado, así que lárgate.

Se quedó observándome sin siquiera contestar y en un momento determinado escuché como un vidrio caía al suelo y supe de inmediato quién era.

Ana.

Por fortuna, ella aun sostenía mi bandeja de nachos. Se lo quité de las manos y lo puse en la mesa, llevándome un pedazo a la boca sin despegar mi mirada del intruso.

— No cabe duda que los milagros existen—Apareció Ana con emoción mientras se sentaba junto a mí.

Cuando estaba borracha decía todo lo que pensaba, supongo que si fuera yo estaría muerta de la vergüenza. Miré al chico y a mi mejor amiga y no sabía qué hacer. Su silencio no era normal por lo que sospechaba que ese chico era la clara razón.

La música aumentó su volumen y cada vez veía a más gente bailando, nuevas personas entrando haciendo un desmadre y parejas de cualquier sexo estar besándose como si no hubiera un mañana.

— ¿Qué tienes? ¿Está todo bien, Ana? ¿Quieres que éste se retire? —Le pregunté dándole una indirecta al sujeto de que se retirara. —Puedo hacer que se retire con gusto.

—Yvaine, por Dios... ¿Qué modales son esos? — Me regañó con la mirada y se giró al chico —Vaya, ¿Qué te trae por aquí, guapo? —Preguntó Ana con delirio.

La chica comenzó a coquetearle y pestañearle. La atención del pelinegro estaba totalmente puesta en mí y eso tan solo me hacía sentir incomoda. Se recargó en el asiento de Sarah y sacó un encendedor de metal cromado y comenzó a abrirlo y cerrarlo de manera lenta haciéndome subir la bilis a la cabeza.

—Tu amiga me trae por aquí, Ana— Pronunció el nombre de mi amiga de manera lenta. Me señaló con su dedo índice imitando una pistola.

Por alguna razón pensé que tal vez estaba confundido. ¿Yo? ¿Es que acaso él es idiota? Lo mandé a volar cuando nos encontrábamos afuera. Pero si yo ya no sé qué quiere él conmigo.

— ¿Por ella? No me digas que fue grosera contigo —Me miró de mala forma Ana—Dime para poder darle sus nalgadas por malcriada.

¿Yo grosera? ¡Por favor! ¿Qué clase de mejor amiga eres Ana? A esto último, el chico y Ana soltaron la carcajada y solo me quedé ahí observándolos mientras comía nachos.

—De hecho, para serte honesto ella si fue grosera conmigo. —Se hizo la víctima.

¡No es más que otro hombre manipulador de mujeres! Conozco a todos los de su tipo, se hacen las víctimas, los inocentes y culpan siempre a la chica por sus problemas de personalidad.

— ¡Oh vamos! Te di las gracias y a menos que lo quieras por escrito con gusto lo escribo en una servilleta para que te largues de mi vista —Crucé mis brazos y de forma aburrida miré el techo.

En este momento supe que chicos como él, buscan a personas como yo mientras manipulan a otras, no pueden tener buenas intenciones.

La bilis estaba por salir de mi cuerpo, pero intenté reprimirme. ¿Cómo habíamos llegado a esto?

—Bueno, tu agradecimiento no salió de corazón, nena —se limitó a sonreír y a beber de uno de los tragos que Ana había traído a la mesa. Decir que Ana estaba totalmente poseída y encantada por este sujeto, era quedarme corta.

—No me digas nena... ¿Y tú como carajos vas a saber si salió de corazón o no? A todo esto ¿Quién demonios eres tú para venir e invitarte solo a nuestra mesa? —Le pregunté de manera directa.

Normalmente no soy así de agresiva con la gente en público salvo en mi cabeza, pero haré una excepción, éste sujeto tiene algo más que malas intenciones. En mi cabeza me formulaba el hecho de que quizás era una especie de depredador sexual. Imágenes turbias me rondaron la cabeza. ¿Y si era un asesino en serie? Yvaine, ves demasiadas películas y estás paranoica.

—Oye...Yvaine mmm. —Me miró con nerviosismo y sus rizos adornaban su rostro, se inclinó un poco a mí mientras se mordía el labio— él es Duncan O'Donell —Me dijo Ana de forma baja.

Y fue en ese momento en el que comprendí a lo que se referían con el físico de Duncan O'Donell. Entendí todo... pero también entendí que ese idiota y yo jamás congeniaríamos de ninguna forma posible.

© J. ZARGOZA

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