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"Línea de sangre"

—¿Puedes oírlo?

—Un poco…

—Eres tú.

—¿Yo?

—Sí, caminas sobre una pila de huesos, gozosa de haber vencido a tus enemigos, fue hace ya varios años, pero sabía que lo recordabas.

—¿Y por qué oigo esto?

—Para que entiendas que naciste para esto.

Star tenía los ojos cerrados. Cuando los abrió, se encontró en Mewni. El cielo era azul, las nubes blancas estaban sobre ella y el paisaje lejano le daba un toque de tranquilidad. A su alrededor no había nada ni nadie, era desierto.

Es hermoso, ¿no? Un planeta iniciado de cero, donde no había civilización, sólo la naturaleza.

Pero aquí sólo veo tierra sin hierba, ¿dónde está la naturaleza que mencionas?

—Lejos, por aquellas llanuras. Bienvenida al renacimiento.

—¿El renacimiento?

—Lo entenderás muy pronto —rio.

—Está bien… supongo…

Star…

—¡¿Quién anda ahí?! —volteó a todas partes. Su varita no se encontraba con ella.

—Soy yo… Marco…

—¿Marco? —observaba a todas direcciones, pero no lo veía en ningún lado.

—¿Por qué lo hiciste? —la tomó del vestido. Ella se asustó y dio un brinco hacia atrás. Su mejor amigo estaba demacrado: sus brazos presentaban muchas heridas y cortadas, su piel estaba roja. Se arrastraba por el suelo—. Debes detenerte…

—Esto es sólo un sueño…

—¡¿Qué demonios sucede?!

Star…

La mano de Marco se alzaba hacia ella. La rubia no supo que hacer hasta que…

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—¡Star! ¡Despierta! Llegaremos tarde a la escuela de nuevo —replicó el castaño indicando que eran las siete en punto de la mañana. La princesa, por su parte, se levantó exaltada.

—¡Marco! —el chico volteó a verla.

—¿Star?

—Marco —se levantó de inmediato a abrazarlo. Este le devolvió el abrazo algo confundido—. ¡Estás bien! —lo apretó más y sonrió como nunca antes.

—¡Claro que lo estoy! ¿Ahora nos vamos? —señaló hacia la puerta.

—Cla-claro —lo soltó y el chico se dirigió hacia el baño.

De esta manera, procedieron a arreglarse para iniciar otro día.

Que pesadilla más aterradora…

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En la escuela, Marco se revisaba en el espejo de su casillero. Podía ver claramente algo de vello en su rostro, siendo este su bigote, el cual apenas daba rastros de estar saliendo. Jackie pasó por allí, saludándolo.

La chica saludó a otro y le halagó la barba que le estaba saliendo, esto afectó a Marco en parte, pues si tuviera más barba quizá Jackie también podría haberse fijado en eso. Star comprendió la situación de su amigo y propuso hacerle una barba, este replicó diciendo que no hay cosa que ella haga sino es con magia. Ella siguió insistiendo, pero él perduró hasta el final con una negación. En el camino, salió Britney, quien se veía bastante molesta.

—¡Me las pagarás, Star Butterfly! ¡Esos piratas no tuvieran piedad conmigo!

—Te lo merecías… —su varita se transformó de inmediato.

Estos últimos días, Star había estado siguiendo sus sentimientos y emociones junto a su instinto como si fuera lo principal, pues parte del trato con Diego había sido eso.

—¡¿Qué dijiste?!

—Dije que te lo merecías, porrista presumida. Además —se acercó a ella amenazante—, ¿qué planeas hacer al respecto? ¿Eh? ¿Decirle a tu papi? —la varita emanó un aura gris.

Marco cayó al suelo, arrodillado, parecía que aún no se acostumbraba al dolor de cabeza que iba y venía, ¿pero por qué?

—¡Estás demente! ¡Pero ya verás! ¡Terminarás lamentandote, chica rara! —y con algo de temor en su interior, la porrista salió de allí. Ver aquella varita en ese tono le traía recuerdos escalofriantes.

Star se calmó y el dolor de Marco acabó en ese momento.

—¡Maldición! —con esfuerzo, el karateka se fue levantando. Su amiga lo vio y se le acercó preocupada.

—¿Estás bien, Marco? —le tomó del hombro.

—Sí, sólo fue otro ataque, nada más… tranquila —sonrió. La princesa imitó su sonrisa—. Y bueno, ¿por qué está Britney molesta contigo?

—¿Eso? Hmmm —dejó una pausa—. ¿Recuerdas el día en que dijiste que tenías que ir a tu karate sí o sí, y yo quería conseguir un objeto "mágico" de aquí en la Tierra? —asintió—. Bueno, pues cuando me dejaste sola, fui en busca de una "mejor tienda". En eso me topé con un restaurante de piratas…

—Y pensaste que eran reales, ¿verdad? —preguntó aburrido.

—Exacto —rio nerviosa—, entonces "liberé" —hizo la expresión entre comillas—… a los que estaban ahí, provocando la destrucción total del establecimiento.

—¿Y luego? —alzó la ceja y se cruzó de brazos.

—Y luego… comenzaron a perseguirme, yo corrí y me escapé en un carrito de supermercado. Entonces, encontré una "mejor tienda" y ahí estaba Britney.

—¿Te insultó o dijo algo malo?

—Pues digamos que "alguien" me dijo que ella había sido demasiado mala conmigo al punto de hasta odiarme sin sentido y pues… haciendo un hechizo, la convertí en mí, así que… cuando entré a la tienda, los piratas la vieron y…

—¿Creyeron que eras tú? —la señaló.

—Así es…

—Pobre Britney, pero supongo que tienes razón, a todos deben llegarle el Karma alguna vez… aunque no quita el hecho de que me sorprende que lo hicieras.

—¿Por qué?

—¡Porque eres una chica cool! ¡La que trata de llevarse bien con todo mundo! Eso de verdad fue raro viniendo de ti…

—Bueno —lo tomó de su abrigo—… raro fue que "alguien" me subestimara.

Marco tembló y sintió el dolor de cabeza de forma leve.

—¡Ya te dije que lo sentía, Star! ¡Por favor, no lo volveré a hacer! ¡Sólo no desordenes mi parte del baño de nuevo!

Star rio al oírlo decir eso.

—¡Está bien, de acuerdo! Tranquilo, Marco; pero en serio, no me subestimes.

—No lo haré —se rascó la nuca mientras soltaba una risilla llena de nervios.

Siguieron el día de manera normal.

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Al día siguiente, Marco se observaba en el espejo de su baño, pudo notar que el vello le había crecido de la noche a la mañana. Extasiado, decidió contarle a Star, quien al final reveló que fue la culpable de que eso sucediese. La barba de Marco creció exponencialmente después de eso, dejando a Star afuera de la casa y a una varita abandonada dentro del baño.

La voz dentro de ella se burló, riendo alocadamente.

—¡Eso fue tan estúpido y gracioso al mismo tiempo!

Star se enojó.

—Únicamente quise darle un empujón para que Jackie le hiciera caso.

—¡Qué irónico! Pensé que ocultabas algo por él.

—¿Qué?

—Deberías de saberlo, Star. Pensé haberte dicho que tú y yo nos vamos volviendo una sola, nunca olvides esas palabras. Ahora, creo que deberías ir por la varita, en ese estado tan vulnerable sería fácil de robar, al menos, yo lo haría.

—¡¿Vulnerable?! ¡¿Robar?! —comenzó a buscarla en todas partes de su vestimenta y se percató de que la varita se había quedado en el baño.

Tontuela, como siempre. La dejaste caer. ¡Debes ir por ella!

—¡¿Y cómo entro entre tanto pelo?! —extendió ambas manos señalando la casa inundada de cabello.

Yo no sé, tú lo provocaste y ahora lo solucionas. Sin embargo, estaré aquí contigo por cualquier cosa, de todas formas, te sigo a todas partes a pesar de que no quiera.

—Dime algo que no sepa ya…

—Hmmm… que a comparación de nuestra primera vez, debo de admitir que te has vuelto muy buena.

—¡¿En serio?! —sus ojos mostraban felicidad pura.

—¡No! Aún tienes mucho que aprender, pero descuida, es cuestión de tiempo —y se retiró con una risa.

—A veces siento que me volverá loca —negó con la cabeza.

Luego de pensar como entrar, recordó que había unas tijeras de jardín en el patio. Las recogió y se adentró a la casa.

Ahí mismo, llegaba el séquito de Ludo junto con Toffee. Este traía un radar que indicaba la posición de la varita.

Reviviendo traumas del pasado, Ludo ordenó a sus monstruos que entrasen, eso a pesar de los escalofríos que le causaba toda la casa.

Antes de que Toffee siguiera avanzando, fue detenido por una voz gruesa.

—No sabes en lo que te meterás, reptil…

Volteó su cabeza para saber de dónde había provenido la voz, aunque no vio a nadie. Con los ojos entrecerrados, decidió ignorarlo y continuar con su camino, al igual que con su plan.

—Pero sé que todo resultará al favor de cada uno…

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Como si se tratara de una selva, Star pasaba entre el cabello mientras lo cortaba con las tijeras de jardín.

—Ni siquiera sé dónde está el camino —pensó disgustada. Continuó cortando.

Llegó un momento en el que creyó que ya había arribado, pero para su infortunio, ella había regresado a la sala de la casa, más o menos donde inició.

A este paso nunca llegaré…

Por si lo que estaba pasando fuera poco, el cabello de Marco se extendió más, generando una ola de pelo dirigiéndose hacia ella. Fue arrastrada y las tijeras se perdieron en la frondosidad de aquel laberinto velludo. Aparte quedó atascada en el pelo.

¡Por un demonio! Lo que faltaba —suspiró derrotada—. Si tan sólo tuviera mi varita, esto sería más sencillo.

En ese instante, apareció un perro láser, quien se situó a su lado, de igual forma estaba atorado. Su mirada tierna hizo que Star lo abrazara. De pronto, escuchó una voz riéndose.

—Y como siempre, sale a relucir la Star Butterfly incapaz. Una don nadie, “¿cómo voy a continuar sin mi varita?” —se burló imitándola—. Con o sin varita, debes demostrar que eres una guerrera. ¿Recuerdas el sueño de ayer? ¿Donde caminabas sobre una pila de huesos?

—Sí…

—¿Traías una varita en ese entonces? No, ¿verdad? ¿Por qué “Star Butterfly: la insuperable” necesitaría una tonta varita para ejercer su poder y capacidad?

—Porque no sé cómo hacerlo sin magia…

—Inútil e insensata, descuidada e irresponsable… infantil —soltó una risilla—, ¿cómo, pues, pretendes tú avanzar si te limitas con tu actitud? Pero no importa, así eres tú y nada debe cambiarlo, al contrario, debes usar todo eso a tu favor.

—¿A qué te refieres?

—Bueno, debes volverte más útil de manera que seas capaz de movilizarte sin la necesidad de una varita, eso sí debes perfeccionarlo. Tu actitud infantil e insensata podría serte útil también. Así que… ¿puedes recordar todos esos momentos de despreocupación e irresponsabilidad donde te lanzabas al ataque sin importar nada y salías victoriosa?

—Lo recuerdo como si fuera ayer —sonrió.

Vale, pues no había varita, sólo eras tú, Star. Por lo tanto…

—Puedo salir de esta…

—Definitivamente. Pero apresurate, tu amigo podría acabar aplastado entre tanto pelo y todo esto sería tu culpa, ¿crees que siga queriéndote después de tu gran estupidez? Si yo fuera él, empezaría a dejar de acercarme y tratar de pasar más tiempo con personas que en verdad no causaran problemas…

—¡¿Por qué siempre quieres hacerme sentir mal?!

—¡Porque eres escoria, por eso niña tonta! —finalizó con una risa que fue desvaneciéndose.

—Ya verás —las manos de Star se rodearon de un aura roja. Agarró al perrito y, al contacto con sus manos, empezó a expulsar rayos láser de mayor grosor e intensidad, el cual desintegraba una buena cantidad de cabello sin mucho esfuerzo—. Esto es genial —y sonrió de manera macabra.

En eso, se encontró con los monstruos de Ludo.

—Vaya, vaya, miren quienes están aquí… tienen suerte que no tenga mi varita aquí, sino ya estarían bajo tierra —sonrió maliciosa.

—La varita está cerca, por allá —comentó Toffee señalando hacia las escaleras.

—¿Por qué no me deshago de ustedes antes de que continúen su camino? —su mirada seria dio a relucir, mas su sonrisa macabra se quedó con ella.

—¡Aprovechen que no tiene la varita! ¡No dejen que llegue a ella! —ordenó Ludo—. ¡Muévete pedazo de estorbo! ¡¿No ves que nos puede ganar?! ¡Andando inútil! —la pobre gallina monstruo, después de aquel maltrato, continuó el camino indicado. Mientras tanto, varios monstruos se lanzaron hacia Star.

—Te demostraré que no necesito varita, estúpida voz —el aura de sus manos brilló con mayor intensidad, aunque no expulsó nada de magia, parecía realizar otros efectos.

Un monstruo se lanzó hacia ella y, con un golpe procedente de su puño, hizo romper la pared con este. Salió sumamente herido y, posiblemente, con varias fracturas.

—¿Quién sigue? —hizo una seña con sus manos indicando que se acercaran a atacarla. Con una buena técnica de combate, sacó a todos los monstruos fuera de la casa. Toffee no dijo nada y se dirigió al cuarto de baño, donde estaba ahora su "jefe", con ese tiempo, seguramente ya se encontraba con la varita en manos…

Sin embargo, Ludo se hallaba riendo entre el cabello mientras soltaba lágrimas diciendo que no era su cumpleaños. En eso, el reptil decidió huir rápidamente para dar las malas noticias que recaerían a su favor.

Star se encontraba subiendo las escaleras con mirada triunfante y una expresión de orgullo y soberbia.

—¿Quién ocupa una varita? —comentó para sí misma y luego rio. Pudo ver al ave, quien ya no se encontraba encima de la gallina monstruo, aparentemente fue absorbido por el cabello de Marco—. Mira nada más, teniendo la reliquia frente tuya y no la pudiste agarrar, como luego me dice "alguien", eres una vergüenza, Ludo —se burló la princesa. Tomó su varita y la guardó—. Escuchame bien, Ludo, me he dado cuenta que… soy más que una simple princesa mewmana con una varita mágica… yo puedo llegar a ser más que eso. Así que, aquí tienes mi advertencia —lo alzó ferozmente de su ropa y lo miró atentamente a los ojos. Ludo sintió un miedo indescriptible, podría jurar que estaba siendo atravesado e incluso asesinado a través de esa mirada que Star le lanzaba—: si te vuelvo a ver, te juro que ya no la volverás a contar, ¿de acuerdo? Y no me importará nada de lo que pienses, ¿me oíste? —apretó con mayor fuerza, alzando más alto a la pequeña ave—. ¡Pregunté que si me oíste!

—S-s-s-sí —alcanzó a pronunciar a penas en un chillido.

—En ese caso, ¡lárgate! —Star soltó a Ludo y este decidió saltar por una de las ventanas en la escalera para evadir todo el cabello.

Ya tranquila de haberse librado de esos malhechores, Star se dirigió a Marco, estaba inconsciente.

—¡¿Marco?! —su odio e ira desaparecieron. Corrió hacia el castaño y trató de despertarlo. No lo pudo lograr—. ¡Marco! ¡Despierta!

—Tranquilízate, carajo, ¡no dejas estar en paz! Él está bien, seguro… le dio otro ataque de dolor —rio.

—Te has vuelto muy risueña últimamente y eso es… extraño, ¿sabes?

—No tanto como tú lidiando monstruos de una manera tan fácil y sencilla. Te dije que serían el menor de nuestros problemas. Además, es cierto, has hecho casi todo con magia… aunque, eso no significa que debes dejar de usarla, solamente no seas tan dependiente de ella.

—Suena al único buen consejo que creo me has dado.

—¡Entonces siéntete orgullosa! Eso significa que siento que ya estás lista para tu siguiente fase.

—¿Siguiente fase?

—¿Acaso crees que esto es todo el poder? —rio alocadamente—. No tienes ni la más mínima idea, pequeña tonta. Por ahora, liberemos a tu amiguito y sigamos la rutina del día.

—¡Lo haré sin magia esta vez!

—Tampoco seas payasa, llevará años quitar todo el vello y no queremos desgastarnos en eso, mejor no uses magia en cosas que no necesiten magia, ¿qué te parece eso?

—Bastante lógico, a mí parecer…

—¡Qué bien! Hemos elevado tu sentido común…

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—¡Cómo siempre salieron siendo unos inútiles, debiluchos y patéticos! —se quejó Ludo mientras rondaba en círculos frente a su séquito—. ¡¿Acaso no hay cosa que no hagan bien?! ¡Se acabaron los privilegios de refrescos psra ustedes! ¡Quiero que usen este tiempo para pensar en lo que hicieron!

—Tal vez deban usar ese tiempo para pensar en lo que tú hiciste.

—¡Exacto!… espera, ¿qué?

Toffee se dirigió a los monstruos.

—Les haré una pregunta: ¿qué clase de líder los mete a una cueva de vello, los hace hacer todo el trabajo y no aprecia los sacrificios dados por ustedes?

Volteó para ver a Ludo.

—¿Qué clase de líder tiene todo el poder del Universo en sus manos y sólo le da cosquillas?

—¡Toffee! ¿Qué estás haciendo?

—Tus soldados merecen algo mejor, así que, ¿quién es mejor líder? ¿Ludo…? —lo señaló—… ¿o yo? —se señaló así mismo.

Los monstruos comenzaron a debatir y, a pesar de que la ave argumentara la razón por la cual ellos le pertenecen, decidieron echarlo fuera del castillo, tal y como pasó con Sapotoro.

—It's time… —una risa resonó en todo el lugar…

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Tiempo después, Star y Marco se encontraban en una dimensión en otra de sus locas aventuras. La princesa trataba de conseguir un sandwich que estaba dentro de un monstruo el cual parecía tener montañitas encima de él. Marco le advirtió que se alejase de allí, aunque como siempre, la despreocupación de Star ganó y, tras un duro esfuerzo, logró tomar el preciado aperitivo; desafortunadamente, quedó atorada en el proceso, pero consiguió salir.

—¿En serio esto es seguro? —cuestionó el castaño.

—Nunca dije eso…

Entonces empezó a salir humo de aquellas montañitas, sacando a Star de donde estaba. El monstruo que estaba allí, los vio y se molestó de que le hubiesen arrebatado su comida. Iniciaron a huir de él, despavoridos.

Sin embargo, se encontraban en un risco: una altura considerable los distanciaba del suelo.

—De-déjame… —Marco iba sentándose en el risco, pero Star lo terminó empujando.

En el aire, situó una tarta en la cual ambos rebotaron. Cayeron sobre unos árboles y se enredaron en unas lianas.

—¡Star! ¡Creo que ya va siendo hora de irnos! —exclamó asustado mientras veía como el monstruo había descendido de igual forma. Este expulsó humo y la tierra inició a temblar.

—Ya casi… lo tengo… sólo un poco más cerca —extendía sus manos hacia el sandwich con felicidad.

—¡Star, presta atención! —sin embargo, era ignorado—. Agh —sacó la tijeras dimensionales del bolsillo de Star para así liberarse de las lianas. En eso, salió el monstruo.

Oh, el monstruo —habló la voz mientras Star pensaba las mismas palabras. Sin siquiera inmutarse, sacó su varita y, con una expresión vacía, expulsó un rayo de color negro el cual desintegró al monstruo sin piedad alguna. Después de aquella acción, siguió con su cometido de alcanzar la comida—. ¡Listo! Lo tengo —Star agarró el sandwich y le dio un mordisco aun estando de cabeza. Marco había sufrido un ataque en su cabeza mientras la rubia mataba al monstruo.

Al abrir los ojos, el castaño solamente divisó un montículo de cenizas. Abrió los ojos en grande algo asustado.

—¡Hey, Marco! ¿Quieres sandwich? —preguntó con una sonrisa—. ¡Está bastante bueno!

—¿Qué demonios? Es… como si no le hubiera importado en lo absoluto —pensó el karateka asustado mientras se metía dentro del portal lentamente sin dejar de mirarla con una expresión de asombro.

—¿Marco? —usó su varita para cortar las lianas, la mitad del sandwich ya se hallaba consumido. Cruzó por el portal y lo único que encontró fue a un Marco escéptico—. ¡Hey, amigo! ¿Qué pasa? —tomó su hombro, pero él se la apartó.

—¡Su-suéltame!

—¿Eh? —lo vio confundida. Marco cerró el portal.

—Necesito estar solo, por ahora. Tengo que… pensar.

—A ver, espera, ¿pensar en qué? ¿Acaso hice algo malo como para que estés así? —Marco la vio con desaprobación.

—¿Malo? ¡Acabas de matar a un monstruo que sólo defendía lo que le pertenecía, Star! —alzó los brazos al cielo con cierta molestia.

—¡Pero si no lo hacía, entonces podrías haber salido herido! ¡O peor!

—¡Pues en ese caso nos hubiera bastado con tomar tus tijeras…! —alzó las tijeras, mostrándoselas—… ¡y abrir un portal a casa! ¿Cuánto te costaba hacer eso? Además, ¡esto siempre sucede cuando me duele la cabeza! ¿No es acaso extraño eso? Es como si fuera una señal o algo así, ¿hay algo que me ocultes?

—Hay cosas que no se pueden decir, Díaz…

—¿Dices que no confías en mí?

—¡No es eso! Simplemente que no puedo decírtelo.

—¿Por qué? ¿Es algo malo? ¿Alguna maldición o algo así?

—¡No!

—¿Entonces por qué no me dices?

—¡Porque no te importa, rayos!

Star soltó un gruñido de furia. Su varita se transformó y mostró un semblante de molestia ante su amigo. Marco se sintió un poco ofendido por la acción.

—Entonces así será, ¿no? —con ceño fruncido, el castaño tomó dirección hacia la puerta.

—Odio cuando actúas así, hasta hace preguntarme por qué somos amigos.

Marco se sintió de aquella declaración. Ya sin importarle nada, entró a su cuarto.

—Tonto Marco, ¿quién lo necesita? —se dirigió a su habitación.

Fue a su cama y se tapó el rostro, realizando un grito ahogado. Pasó todo el día allí, tratando de que se le pasara el enojo. Terminó durmiéndose en el acto. Llegada la noche, despertó asustada.

—¡Marco! —estaba agitada, seguro fue otra inquietante pesadilla—. Maldición —se acercó al espejo donde estaba la mitad del sandwich que dejó. Ahí pudo ver una foto de ellos en el "día de la playa". Suspiró resignada y fue a la habitación de su mejor amigo.

—Sería una lástima sino estuviera…
—Sería una lástima sino estuviera…

Star y la voz habían decretado lo mismo, eso hizo que le diera unos cuantos escalofríos a la rubia, ya era la segunda vez que sucedía.

Ok, tú… no hagas esto más complicado, ¿quieres?

—No prometo nada, aunque te seré muy útil a partir de este punto, o mejor dicho, tú misma te serás muy útil —rio.

—Ya no sé ni cómo sentirme contigo —murmuró. Tocó la puerta. Suspiró—. Marco, lo siento. No debí enojarme contigo… es sólo que debes entender que yo aun no estoy lista para revelarte ciertas cosas de mi pasado que me ayudaron a ser mejor… ¿Marco? —abrió la puerta y este no se encontraba.

—Esto se ha puesto interesante…

¡Silencio! Esto es serio, de verdad quiero hablar con él. Seguro salió, ¡sí! Debió haber hecho eso…

Bajó las escaleras y les preguntó a los señores Díaz si sabían algo sobre Marco. La mamá pensó que estaba paseando a los cachorros láser, mientras que el papá le dio la idea de llamarle a su celular. Star hizo esto último con el teléfono de la casa. Se dio cuenta que el celular de Marco estaba sonando dentro de la casa. Se dirigió a su habitación nuevamente. Ahí estaba "Marco" de espaldas mientras sonaba el celular.

—Marco, que bueno que te encuentro, aunque es extraño que hace un momento no esta… —en ese momento, se reveló que quien portaba el abrigo no era su amigo, sino la mosca monstruo—… tú, ¿qué hicieron con Marco? —no tardó en fruncir el ceño y su varita inmediatamente se transformó.

—Si quieres volver a ver a tu amigo con vida…

Quizá fue obra del padre tiempo o muy probablemente fuese obra del gran poder que ya tenía, pero Star sintió que el tiempo se había detenido por completo al escuchar esas últimas palabras, y eso que el monstruo no había terminado de hablar. Varias escenas de Marco pasaron por sus ojos.

Tu amigo, se lo llevaron a causa de tu egoísmo.

—No…

—¿Qué piensas hacer ahora? ¿Eh?

—Había sido muy clara cuando declaré que nadie ni nada se metería conmigo o lo que quiero.

Frunció el ceño y su rostro se ensombreció. Una gran rabia se hallaba en todo su ser. El tiempo retomó su estado normal y alzó sus ojos hacia la mosca. Lo único que impedía a Star de cometer una locura, era la falta de motivación, sólo un empujón más y nadie estaría a salvo de su mano.

—¡¿Con vida?! —velozmente, tomó el abrigo donde estaba la mosca y lo tumbó en la cama, su mirada de furia no expresaba otra cosa que no fuese ira y un claro mensaje que dictaba:

Muerte…

—¡Espera maldita loca! ¡Aún no te termino de dar el mensaje completo! —respondió con mucho nerviosismo la mosca.

—Tienes cinco segundos…

—¡Lleva la varita al castillo de Ludo y ve sola! —comenzó a temblar de miedo.

—Te daré este mensaje a ti, diles: ¿Cuántas veces les dije que no se metieran con lo mío o lo que quería?”

—¡Está bien, está bien! ¡Ahora déjame ir!

—¿Después de que robaran a tu amigo y te causaran problemas? ¿Después de los múltiples avisos? ¡Ellos se merecen lo que les has estado advirtiendo!

—No…

—Entonces no tendrás las agallas para defender lo que amas… cobarde e inmadura chica estúpida…

Y justo ahí, algo dentro de Star… se quebró.

—¡Oh, espera! Qué gracioso —rio maniaticamente. Ladeo la cabeza—. ¿Cómo vas a enviar el mensaje si tú…? —extendió la varita hacia él mientras esta emanaba un aura roja, un rayo negro con contorno verdoso en forma de cuchilla salía lentamente de la reliquia—… ¿ya no vivirás para contarlo? —y el rayo fue introduciéndose dentro del cuerpo de la mosca, sacando un líquido verde.

—¡Detente! —lloraba por el dolor.

—De acuerdo, hagamos esto de la manera tradicional —se alejó de él—. ¡Mega-matamoscas eléctrico mágico! —y de la varita salió dicha cosa, la cual terminó electrocutando al monstruo.

—¡Basta!

—Ya no causarás más problemas…

Luego de un rato, el monstruo quedó estático y sin vida.

Nadie se mete con Star Butterfly…

En ese momento, llegaron los Díaz al cuarto de su hijo. Salía mucho humo de allí.

—¿Encontraste a nuestro hijo? —cuestionó el Sr. Díaz.

—Fue secuestrado —contestó seriamente.

—¡¿Qué?! —ambos se asustaron.

—No sé preocupen, todo está bajo control… él estará bien y yo —a Star se le iluminaron los ojos al igual que las marcas en sus mejillas. Un aura roja de tonos blancos la rodeó. Inició a flotar dentro de la habitación. Su corazón se había llenado de odio e ira, al igual que de frustración y culpa; todo esto siendo canalizado dentro de ella—… me encargaré de que así sea —sacó las tijeras dimensionales y abrió un portal hacia el castillo de Ludo.

—¡Dejanos ir contigo! —suplicó el Sr. Díaz.

Star se limitó a mover la cabeza hacia a ellos.

—Será mejor que se queden aquí… no querrán presenciar lo que viene… ya no habrá más problemas —y salió de allí por el portal.

—¿Esa era Star?

—No lo sé, querida… no lo sé…

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Saliendo del portal, pudo ver al castillo de lejos.

—Pensé haber sido clara, Ludo —su expresión maliciosa no se inmutaba a cambiar.

Flotando, fue avanzando hacia el castillo. Sin embargo, se detuvo a mitad de camino al ver al ave, quien le había entregado un saco a Sapotoro. Se acercó a él sin que se dieran cuenta.

Ludo estaba conversando con Sapotoro para "comprarlo" y fuese a sacar a Toffee de su castillo, hasta que una sombra lo cubrió. Quizá fue porque ya sabía como se sentía esa presencia, pero no tuvo que voltear para saber de quién se trataba.

—¿Qu-qué haces a-a-aquí? —preguntó Ludo entre tartamudeos.

—Creí haberte dado una advertencia, Ludo —se fue acercando más a él y su expresión de furia se resaltó todavía más—. Sobre aviso no hay engaño —extendió su varita hacia él y se envolvió en un aura negra.

—¡Espera, Starcita! ¡Déjame explicarte lo que pasa!

—Yo siempre cumplo mi palabra, Ludo.

—¡No, no, no! ¡Tienes que escucharme!

—¡Detente, Star! —Sapotoro se situó en frente de su antiguo jefe, cubriéndolo con ambas manos extendidas a los lados—. ¡Tú eres mejor que esto! ¡Lo sé!

—Es cierto, Sapotoro —su sonrisa se borró—. No mereces el mismo destino de quien te echó a la calle. Así que, ¡puño oscuro arcoíris! —un puño salió disparado de la varita tomando una dirección curva hacia Sapotoro, el cual le impactó en el estómago y lo sacó volando de allí. Cayó cerca del regalo de Ludo, pero tras el golpe, quedó semi-inconsciente—. Ahora sí —volvió a sonreír maliciosamente—, ¿en dónde me quedé? —regresó a apuntar hacia el ave. La varita se envolvió en un aura negra nuevamente.

—¡Podemos negociar! ¡Te puedo ayudar! ¡Debe haber algo que…! —y antes de que siguiera hablando, un rayo enorme de color negro cubrió a Ludo—. ¡Nooooo! ¡Te odio Star Butterfly! —poco a poco fue desintegrándose hasta que ya no quedó nada de él, bueno, lo único sobrante fue el cráneo que siempre portaba encima de su cabeza.

—Para que lo recuerden —comentó observando dicha decoración estilo corona.

De esta manera, Ludo había sido borrado de la existencia, para siempre.

Star se acercó al saco (el regalo de Ludo hacia Sapotoro) y lo abrió para saber si se trataba de su amigo, pero lo único que encontró fue un montón de renacuajos recién nacidos.

—Bonito obsequio de la vida —volteó a ver a Sapotoro—, sin duda merecen un padre que se preocupe por ustedes.

Se dirigió a Sapotoro.

—Considérate afortunado.

Tendido en el suelo, Sapotoro sólo pudo sentir un vacío en su ser, pero al menos sería rellenado con el regalo de la paternidad… hasta que despertara, claro está.

—Pobre Ludo, seguro lo sacaron del castillo al igual que su más fiel servidor.

—Si Ludo no lo tenía, ¿entonces quién? —pensó Star.

—Está en el castillo, de eso no cabe duda.

—En ese caso, quien sea que se encuentre ahí… sufrirá.

De esta manera, aquella aura flotante rojiza con un tono blanquecino fue acercándose hacia el castillo lentamente.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

En el castillo, estaba Toffee sentado en una mesa larga, se le hacía extraño que la mosca monstruo aún no regresase de dar el mensaje. Marco estaba sufriendo un dolor de cabeza tremendo.

—¡Argghh! ¡Ahhh! —gritaba y se quejaba con mayor intensidad. El reptil lo observaba curioso—. ¡Esto es insoportable! ¿Acaso esta cosa va hacerme explotar el cerebro? —se refería a la habitación de cristal en la que estaba encerrado.

—No se supone que haga eso —contestó algo confundido con una ceja levantada. Se levantó de su silla y fue a dejar su traje en un perchero metálico. Fue por un plato con un sandwich y entró donde Marco.

—¡No sé qué quieras…! —apretó los ojos del dolor—… ¡de mí! ¡Pero…! —cerró los puños ahora. En verdad era indescriptible la migraña que estaba sufriendo—… ¡créeme que no conseguirás tu cometido! Muchos… han tratado… de robar la varita…

—Quizá te haga falta comer algo —puso el plato encima de una mesita que había en la habitación.

—Estoy… satisfecho en verdad… pero soy un buen… cocinero… si tienes hambre podría prepararte algo, sólo tienes… que liberarme.

—De acuerdo… aunque en tu estado actual dudo que puedas preparar algo decente —con un botón liberó a Marco. Este se quedó sorprendido.

En ese instante, Marco cerró los ojos nuevamente por el dolor, mas al abrirlos, sólo se notaba una mirada seria. El dolor desapareció, aparentemente. Se levantó y, antes de acertar un golpe erróneo hacia el cristal perfectamente limpio, volteó su cuerpo y dio un golpe en el pecho de Toffee a puño limpio, este salió disparado hacia el otro lado.

—¡Imposible! —el cuerpo del reptil se agujeró por el golpe, sin embargo, no tardó mucho en regenerarse.

—Un poco de diversión no me hará daño, estar aquí encerrado me ha estado aburriendo durante todo el día —sonrió.

Será mejor actuar… —Toffee entrecerró los ojos y se puso en posición de combate.

Los monstruos secuaces ya iban a entrar a ayudarle, pero con una seña, el septariano les indicó que se apartasen.

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Star arribó al castillo. Vio la puerta y lo único que hizo fue volarla en mil pedazos, nada le importó que las llaves de Ludo estuviesen ahí para entrar de manera sigilosa. De todas formas, pareciese que nadie prestaba atención al exterior.

Creo que a partir de aquí caminaré —descendió al suelo y el aura que la rodeaba desapareció. A paso lento, la rubia se iba acercando a otra puerta que, con el único movimiento de su mano, salió disparada al interior. Sus ojos blancos con tono rojizo resplandecieron más.

Entró al castillo destruyendo cada puerta a su paso, debido a que no conocía el castillo, tardaría un poco en encontrar el cuarto indicado.

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—Era más duro de lo que esperaba —un Toffee cansado yacía en la silla principal de la mesa, descansando. Marco se hallaba desmayado dentro de la caja, seguro el ataque mental que sufrió cesó a tiempo para permitirle al reptil salir de ahí. Estaba algo herido, pero su instinto de guerra fue algo que le ayudó a evadir y combatir al karateka. Se puso una servilleta en el cuello y se dispuso a comer un sandwich que trajo para sí mismo: algo de energía no vendría mal en ese momento.

Degustaba su aperitivo tranquilamente hasta que una explosión resonó en la puerta que daba entrada a la habitación.

—Es un gusto que vinieras —declaró el reptil limpiándose las migajas.

—Y para mí es un honor mostrarles el camino al otro lado —su sonrisa causaba pavor en los monstruos. Toffee solamente volvió a sentirse nervioso, pero trataba de ocultarlo—. Hagamos esto rápido, ¿sí?

Con una mano, Star alzó su varita, la cual desprendió ocho rayos negros en forma de cuchilla. En menos de dos segundos, los rayos habían atravesado a todos los monstruos alrededor del reptil, al ser atravesados, comenzaron a tornarse de color negro hasta quedar inertes. Bajó la varita y, al hacerlo, los monstruos cayeron al suelo sin vida.

Dando un brinco hacia la mesa, fue acercándose lentamente hacia Toffee. Este no entendía con totalidad la nueva naturaleza de la chica, ella había cambiado y eso no lo había tomado en cuenta, con este nuevo factor, su plan se vendría abajo. Con cada paso que daba, más cerca quedaba del reptil, hasta que se detuvo a medio metro de él.

El semblante de Star era sombrío; macabro. Sus ojos estaban iluminados al igual que las marcas en sus mejillas, tal y como ingresó a la dimensión desde el inicio. Su expresión no había cambiado en lo absoluto. Su sonrisa maliciosa mostraba el deseo y la satisfacción que ahora su poder le podía otorgar.

Tomó la varita con ambas manos y la dirigió a Toffee. Este la observaba con tensión, apretaba los dientes por la presión del momento. Entrecerró los ojos mientras la observaba, sus manos estaban pegadas a las brazeras de su asiento. El corazón de Toffee comenzó a llenarse de adrenalina.

Ambos se miraban fijamente, sin despegarse la mirada ni un mísero segundo.

—Será mejor que lo liberes ahora, te estoy dando una oportunidad…

—Y yo te daré la oportunidad de que rechaces todo el caos que estás desatando —con lo sucedido a su alrededor, no podía darle un mejor argumento a su odio hacia la magia.

—¿Rechazar? —rio—. Con esto puedo acabarte en un sólo movimiento.

—Y yo con esto puedo hacer que tu amigo se muera —Toffee apretó un botón, haciendo que la habitación de cristal donde estaba Marco descendiera, de no actuar, terminaría aplastado.

—Tienes cuatro segundos para detener el avance…

El reptil no contestó.

—Uno… dos… tres —su varita se rodeó de un aura roja—… cuatro.

Le disparó a Toffee, inmovilizándolo. Lo elevó a su altura y, sin tardanza, disparó un rayo enorme de color negro haciendo que el reptil perdiera todo su cuerpo, a excepción de la cabeza. Terminado eso, dejó caer esta última en el suelo.

Sin demorar tanto, apuntó hacia la prisión y un rayo de color rojo fue suficiente para quebrar el cristal. Alzó a Marco con su mano y lo dejó afuera de la prisión de vidrio. Después de haber hecho eso, el cristal volvió a regenerarse.

Finalmente, después de tanta atrocidad y muerte, la rubia consiguió liberar a su mejor amigo. Por fin, en ese momento, consiguió calmarse. Sus ojos dejaron de brillar al igual que sus marcas. Suspiró profundamente.

—Ya nadie volverá a subestimarme…

—Y esto fue apenas el comienzo —la voz rio.

La princesa corrió hacia Marco para despertarlo, estaba en el suelo, acostado. Star se sentó junto a él.

—Marco —lo movía de un lado a otro—… Marco —empezó a darle cachetadas leves en ambas mejillas—… ¡Marco, despierta!

—¡Toffee! —gritó entre molesto y asustado junto a un movimiento de karate con su mano derecha, acertando un golpe hacia la nada.

—¡Marco! ¡Estás bien! —lo abrazó fuertemente estando ambos aún en el suelo.

—Star… viniste por mí —cerró los ojos feliz. Sin embargo, al abrirlos, se llenó de sumo terror—. ¿Star?

—¿Qué sucede? —se quedó confundida mientras Marco se separaba de ella y retrocedía con las manos, pegándose contra la pared.

Los cuerpos de los monstruos soltaban sangre, y había un charco del mismo líquido debajo de ellos. Lo que más le causó escalofríos fue la cabeza de Toffee, aunque extrañamente parecía continuar aún con vida.

—Lo has hecho de nuevo —no la reconocía, se sentía intimidado.

—¿Eso? —señaló la masacre—. Lo hice para salvarte… —Star se levantó y se fue acercando a Marco.

—¿No pudiste dejarlos inconscientes solamente? —su corazón se aceleraba conforme la rubia avanzaba hacia él.

—Pero, Marco…

—Star… ya no sé quién eres…

La princesa quedó estática.

—¿Qué… qué quieres decir… con eso? —ahora comenzó a tener miedo, miedo de que Marco dijese algo que la hiriera.

—Tú no eres así … lo sé en el fondo de mi ser… ¿dónde está la Star con quien compartía mis aventuras?

—Soy yo, Marco… en serio —la tristeza comenzaba a invadirla.

—La Star que yo conocí quizá era agresiva y violenta, pues después de todo, sólo se defendía así misma y a quienes quería. Sin embargo, cada vez que no había nadie a quien afrontar, llegué a conocer a una Star divertida, inocente y relajada. ¿Qué puedo hacer para sacar esa parte de ti? A esa chica tierna y dulce que sé reside en ti… a veces pienso que hay algo bueno en tu interior.

—De eso no cabe duda —Toffee había regenerado su pecho en conjunto con sus brazos. Se arrastraba a donde estaban—. No sé qué tipo de magia estés usando, pero regenerarme me está causando trabajo —llegó al fin donde estaba la princesa—. Esa varita te ha estado cambiando.

—Me molesta que me hayas raptado —se dirigió Marco hacia él—, pero desafortunadamente, debo estar de acuerdo con él.

—¿A dónde quieren llegar?

—Mi mejor amiga está ahí dentro, sólo debo mostrarle la luz nuevamente para que tú no la dejes atrás…

—¿Por qué me dices eso?

—Está más que claro que tú no eres Star.

—¡Soy yo! ¿Por qué no quieres aceptarlo? —inició a llorar.

—Porque mi mejor amiga nunca mataría, al menos eso quiero pensar —se quedó cabizbajo.

—Tu varita, Star, parece que es ella la que te está dominando a ti —corroboró el reptil—. Tienes que destruirla y, quizás así, puedas liberarte de lo que sea que te está controlando.

—¡Date cuenta! ¡Por favor!

Star levantó su varita y la observó…

Un gran debate consigo misma comenzó.

—¿Qué debo hacer ahora? —se arrodilló y su mirada se perdió en el cristal. La varita había vuelto a la normalidad.

Haz lo que tu instinto te indique…

Todo el esfuerzo y el poder que demostró desde el secuestro fueron con un sólo objetivo: recuperar a Marco. Entonces, ¿qué caso tenía rescatarlo si al final terminaría teniéndole miedo? Todo lo había hecho por él y en ese momento captó que no había nada más importante que los seres queridos. Star tuvo que comprender que debía defender a los demás de cualquier peligro, eso, incluyéndose así misma. Tomó una decisión, se desharía de sus deseos con tal de recuperar la confianza y la paz con su mejor amigo; no había nada más importante ahora que eso. Aunque, había un problema…

No sé cómo hacerlo… —agachó la mirada y cerró los ojos.

—Fue… el primer hechizo que tu madre te enseñó…

—El hechizo susurrado —murmuró para sí misma—. ¿No hay otra manera?

—Me temo que hay muchas, pero tu decides cual.

—Fuiste tú quien me orilló a ser quien soy ahora… si Diego me ayudó a ser poderosa con la varita, puede que también mueras.

—Nunca lo sabremos si no lo haces…

—Creo que ya no te necesito…

—Entonces sólo destrúyela.

Star tomó su varita con ambas manos y comenzó a recitar el hechizo. El cristal perdió todo su color, quedando en negro, las alitas se desvanecieron y de la misma reliquia salió el espiritú de un unicornio, el cual le susurró algo a Star; lloró un poco.

Ha sido lo mejor… quizá sí tenían razón… no era yo…

—Nos vemos… Star…

Star se limpió las lágrimas y corrió junto a Marco. La estrella de la varita se había partido en dos. Levantó al castaño y le indicó que debían huir de ahí, saltaron por uno de los agujeros que la rubia provocó con tantas explosiones.

—Lo hice… —el reptil se acercó a la varita, la cual comenzó a emanar un rayo rojo hacia el cielo. Toffee esbozó una sonrisa y, después de ello, una explosión se generó. El castillo de Ludo quedó hecho cenizas.

Fuera del mismo, se encontraban Star y Marco. Este último se levantó y tosió todo el polvo que aguardaba en el ambiente.

Star también se levantó y, al ver a su mejor amigo, de inmediato lo abrazó.

—Lo siento tanto, fui egoísta y tonta… debes odiarme ahora mismo —estaba llorando en su hombro.

—Tranquila, Star. Al menos estoy feliz de que hayas regresado… deshiciste tu varita sólo por mí.

—Y lo haría de nuevo… Marco, perdóname, no quise asustarte.

Luego de un rato, algo cayó del cielo, impactando en el suelo. Ambos se asomaron para saber de qué se trataba, y quedaron boquiabiertos cuando miraron que era nada más y nada menos que…

—La varita —musitó Star, aterrada tanto de la varita como de sí misma.

—El destino aguarda…

—¡¿Qué?!

—Sigo aquí, tontuela —rio.

No pienso agarrarla de nuevo.

—Star —Marco tomó su hombro—… sigue siendo la reliquia de tu familia, pero creo que ahora depende de ti tomarla o no… yo sé que acabas de hacer el sacrificio más grande al dejarla ir, pero… parece que la vida te va a dar otra oportunidad.

—No lo sé, Marco. Estoy muy asustada. Tal vez sólo debería dejarla ir… ya me siento mucho mejor ahora. Me siento… libre —sonrió y suspiró.

—Es tu decisión, Star. Me alegra que hayas dejado salir toda esa cosa que te tenía controlada.

No hay nada de qué preocuparse, Star.

—¿Cómo puedes estar tan segura? Ni siquiera sé qué pasó conmigo. Esto es una locura, si sigo así, quizá termine convirtiéndome en una fría asesina. No quiero continuar…

—Pero serás gobernante de Mewni. Yo te ayudaré a controlar tus emociones, créeme. Quizá sí nos desviamos, pero si aprendemos juntas a manejarte mejor, estoy segura de que podrás evitar otra masacre como esta.

—¿Cómo puedo confiar en ti? Sigo sin saber quién eres.

—Te prometo que lo sabrás antes de lo que imaginas.

—¿Pronto?

—Más que pronto.

—Sigo indecisa… además, la varita ya no sirve…

—Quizá una señal te baste…

En ese instante, un unicornio pequeño que hablaba otro idioma, se situó entre ambos amigos y se arregló el cabello, amarrándoselo. Luego de un largo monólogo, entró a la varita y esta se metió dentro de la tierra.

La varita resurgió dentro de un cristal, actualizada y con la mitad del cristal.

De acuerdo, si no haré lo mismo de hoy nunca más, lo voy a volver a intentar. Ahora, sólo será cuestión de enfocarme, espero contar contigo.

—De eso no lo dudes.

Volteó a ver al castaño.

—Marco, prometo cambiar.

—¿Lo harás?

—Sí… no me dejaré llevar otra vez…

Tomó la varita entre sus manos y sintió un choque de electricidad.

Segunda fase, nada mal…

—Espero poder confiar en ti…

—Tú sólo ten fe…

Desde ese punto, los padres de ambos no tardarían en arribar.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

—Hola… Toffee…

—¿Quién eres tú?

—Soy quien conoce el futuro y el destino de este Multiverso. Necesitas a alguien que porte la otra mitad del cristal…

—¿Por qué necesitaría eso?

—Para recuperar tu dedo, claro está…

—Mi única opción ha muerto…

—Yo conozco a alguien más…

—¿Por qué me ayudas?

—Porque debo guiar a alguien a su próximo destino…

—No confiaré en ti…

—Ya sabía eso, pero tampoco es como si tuvieras más opción. Yo me encargaré de llevarte a tu marioneta, de ahí te quedarás sólo.

—Está bien…

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Diego caminaba entre el bosque hasta que divisó una casa abandonada. Tocó la puerta y un ave de gran tamaño se asomó por una rendija.

—¿Quién es usted?

—Soy un mensajero, vengo a traerles noticias…

—Se ve muy elegante para ser mensajero, ¿cree que va a engañarme?

—Quería ser amable, pero bueno… —chiscó los dedos y el monstruo cayó desmayado. Con otro chasquido abrió la puerta y con un último chasquido desmayó a la mujer del ex-rey.

—¿Quién eres y por qué vienes a causar tanto escándalo a mi hogar? —un ave, de nombre Dennis, se había situado delante de Diego.

—Yo soy quien te trae este mensaje —de su saco, sacó un cráneo de toro y se lo lanzó al suelo.

—¡Ludo! ¿Qué le hiciste? —enfadado, encaró al hombre.

—¿Yo? Nada. Sin embargo, lamento decirte que tu hermano ya no se encuentra entre nosotros.

—¿Qué dices?

—Ludo… ha muerto.

Dennis sintió su corazón retorcerse. Las lágrimas no tardaron en salir.

—No… no es cierto, ¡usted miente!

—Para tu mala suerte, yo no soy de los que mienten.

—Pero, ¿cómo pudo ser? ¿Y quién?

—Fue la princesa de este reino.

—¿Qué?

—La archienemiga de tu hermano: Star Butterfly.

Dennis agarró el cráneo con todas sus fuerzas y lo abrazó en contra de su pecho mientras las lágrimas salían.

—Puedo ver odio y tristeza en tu semblante, ¿quieres vengarte? —sonrió.

—Sí, ¡no puedo dejar que muera en vano!

—Entonces escucha atentamente. Deberás viajar a los territorios más salvajes y extremos de Mewni. Hay un lugar cerca, lleno de nieve. El frío y la hambruna es abundante sino se es inteligente. Deberás ir allí y encontrar el cristal que te dotará del poder para vengarte.

—¿Cómo puedo confiar en usted?

—Porque tengo un mapa —le entregó dicho objeto y marcó el sitio en donde dicho cristal se hallaba.

Dennis agarró el mapa.

—Buena suerte en tu travesía, la necesitarás —y con una sonrisa, Diego salió de aquella casa.

—Prometo vengar tu muerte, hermano mayor —colocó el cráneo en su cabeza y con mirada determinada, también salió de allí.

—Hay que continuar con tu camino… hija mía…

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Quiero agradecer a EstudioChibiJack por el fabuloso fan-art que decora este capítulo.

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