The piano's heart
Canción en el multimedia: Nightingale de Demi Lovato. Me he decidido por esta canción porque la protagonista, ya que ella también está buscando a alguien que la haga volver a sentir. Ahora están preparados para leer esta historia. Espero que les guste
Nombre del capítulo en español: El corazón del piano
Recuerden que pueden proponer canciones, la única regla es que tengan el piano como instrumento principal, pero pueden tener voz mientras el piano se note :)
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Fría, sin sentimientos, sin rencores, sin dolor. Así se sentía en aquellos momentos. Parecía que ya nada importaba, ni la traición, ni el corazón roto, ni las lágrimas secas de sus mejillas.
Y sin embargo, no pudo evitar recordar todo lo que había pasado en los últimos tiempos, cuando lo vio por primera vez.
Un joven de pelo oscuro y mirada perdida, como si estuviera muy lejos de allí. En algún lugar mejor.
Ella quiso ir allí, sin saber, el alto precio que tendría que pagar.
Aquel joven, del que se quedó prendada por ser tan distinto a los hombres que había visto, no estaba destinado a estar con ella.
O por lo menos no en este mundo caprichoso.
Ella lo sabía, pero a veces es mejor tapar la realidad con la esperanza. Porque es lo último que se pierde.
Y en estos momentos, con el frío llenándole el cuerpo, aún mantenía ese hilo de ilusión.
Ella lo observó de lejos durante un tiempo, tan acostumbrada estaba a pasar desapercibida que nadie jamás se dio cuenta de su presencia. Siempre atenta a cualquier movimiento de aquel forastero. No le importaba que fuera un amor imposible, que él jamás se fijase en ella.
Ella tenía el corazón enamorado y una esperanza que nunca iba a perder
Todo cambió, cuando escuchó una dulce melodía. Al principio, pensó que era el fantasma del antiguo propietario y le entró pánico. Siempre había sido muy supersticiosa, y aquella leyenda le ponía la carne de gallina.
Pero la curiosidad, pudo con ella. No le importó que hasta aquel momento, no se hubiera acercado jamás a aquel piano. Tenía un presentimiento muy fuerte...
O tal vez, solo estuviera hipnotizada por aquellas notas, como tantos otros a lo largo del tiempo.
Esa melodía que parecía condenar a todos los que la escuchaban, o por lo menos, a aquellos que sabían escuchar.
Él tocaba aquella música que la acompañaría hasta su muerte, y que terminaría por hacerla caer en un pozo sin fondo, lleno de sentimientos y sensaciones que aún no había experimentado.
Y si alguna vez se cuestionó todas las decisiones que había hecho a lo largo de su vida, no cambiaría aquella en concreto.
Porque una existencia sin sentimientos, no se le puede llamar vida.
Ella se dio cuenta de que hasta aquel momento había estado perdiendo el tiempo, porque si era posible todo aquello que creyó ser un cuento.
Aquel joven más interesado en la música que en los matrimonios de conveniencia, encontró su musa en la chica que tantas veces observó entre las sombras. En sus ojos tranquilos y su cabello tapado; en sus manos pequeñas y torpes, ásperas por los años de trabajo. Pero sobretodo, en su risa, cristalina y que le recordaba al cantar de los pájaros.
El problema es que él solo estaba interesado en la música, o mejor dicho, en la de aquel piano.
Ella no se dio cuenta de que él jamás la amaría, que su corazón ya pertenecía a otra desde hace tiempo. Aquellas sonrisas y miradas cargadas de sentimientos, no eran para ella y jamás lo serían.
Terminó sola, pero con la leve esperanza de que por lo menos ocuparía un pedazo pequeño de su corazón.
Y tal vez, no estuviera equivocada.
En aquellos momentos, en los que su vida pasaba ante sus ojos, recordando los felices días donde había vuelto a sentir, se dio cuenta de algo muy importante.
Su historia se parecía a una que le contaba su madre cuando era pequeña. A los enamorados les separaba la clase social y una joven rica. Pero había una pequeña diferencia.
A ella le había separado la música.
La melodía de aquel piano que oía ahora en su cabeza.
Un amor tan fuerte y puro que jamás podría ser vencido por otra circunstancia. Casi una obsesión, lo que vivía aquel joven todos los días.
Desde que aquel piano había entrado en su corazón.
No obstante, no se dio cuenta de lo importante que era su musa hasta que la perdió.
Algo se rompió en él en el instante que la joven dejó escapar su último suspiro, asesinada por los celos y el miedo.
Los celos de una rica señora que veía como sus planes pendían de un hilo, que se deshilachaba con el tiempo. Aunque no se diera cuenta de que ya se había roto hace tiempo.
El miedo de una niña caprichosa en su lecho de muerte. Ahogada por sus propios deseos.
Y quizás, una pizca de soledad. La de un hombre que había perdido todo lo que amaba.
Entonces el piano cantó, la misma melodía que hasta entonces ya había sonado por los corredores de la casa, creada por un joven enamorado.
Y sin embargo... Ahora se oía como realmente era.
Una nana a la tristeza, a los corazones rotos y a los finales felices truncados.
La melodía que entonaba los fantasmas del piano, celebrando su nueva compañera.
Y aquel que no tardaría en caer.
Porque la música no entiende de ataduras
Y la muerte no puede acallarla
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