●CAPÍTULO UNO●
Domingo es el día que más odio, muchas personas lo hacen su favorito ya que pueden descansar, tanto de sus trabajos como de las escuela. Pero yo no, lo odio, detesto, aborrezco los domingos.
¡Los domingos son una mierda!
Son aburridos, no tengo nada que hacer más que estar en la cama y debido a la costumbre de despertar todos los días temprano por cierto chico de la cafetería, aquí estoy despierta un domingo a las ocho menos diez de la mañana. Los pajaritos cantan con dulzura por la mañana, los rayos del sol son cálidos y el ambiente es agradable.
¡Agradable, mi pié! ¡El ruido de afuera da martillazos en mi cabeza, el sol molesta en mi cara y hace un calor infernal!
¿¡es esto acaso un horno!?
—¡Nohla! ¿¡no encendiste el aire o qué!?—grito lanzando mis sábanas de una patada.
Nohla es mi compañera de cuarto desde hace nueve años, también es mi prima por parte de padre. Nuestro apartamanto consta de dos habitaciones, las cuales una es de ella y la otra me pertenece, sin embargo comúnmente solemos compartir habitación y dormir juntas, debido a que es muy cobarde y cualquier tipo de sonido o movimiento aparentemente inexplicable es un detonante para sus gritos, aunque éste sólo haya sido causado por el viento.
En mi caso no me es agradable compartir mi habitación con alguien, pero es preferible a que ella se pase toda la noche dando gritos a cada momento llamando a todos los que se le pasen por la cabeza, despertar a los vecinos por el ruido y que ellos informen a la policía. Ha sucedido por más de una vez, así que me propuse tolerar esto.
Al no recibir respuestas de su parte o algún movimiento que indique que está viva y no le dió un paro cardíaco durante la noche, me incorporo en cama despacio, giro mi rostro de un lado a otro, de seguro he de verme como psicópata. Entonces me doy cuenta de que no está en la habitación.
La cama-sofá donde duerme está tendida y recogida, siendo ahora sólo un sofá. Resoplo con fuerza y me desplomo en la cama.
Esa chica hará que pierda la poca cordura que poseo.
De pronto escucho como la puerta es abierta con lentitud, la imagen encorvada y en cuclillas de Nohla con una expresión compleja, labios apretados, sus ojos achicados y cejas fruncidas, se posiciona en mi mente.
—¿Qué has hecho ésta vez?—sus pasos dejan de escucharse y asumo que se ha detenido—sólo haces eso cuando no quieres enfrentarme por algo que has hecho, y que sabes que de alguna forma me molestará, suéltalo.
—¿eh... yo? No he hecho nada—su dulce voz sale débil y al final se corta. La fulmino con la mirada y ella procede a morder su mejilla interna tal como una niña al ser regañada por sus padres. Gira su cabeza evitándome—no he hecho nada, lo juro...
Noto como por su garganta pasa saliva con dificultad, y aprieta sus uñas contra sus brazos, empiezo a perder la paciencia. Cierro mis ojos por unos segundos y al abrirlos ella sabe lo que se avecina.
—¡Habla!—alzo la voz, ella se sobresalta en su lugar y toma una posición militar. Respiro tratando de calmarme—habla—vuelvo a decir más tranquila.
Solemos pelear, por no decir matarnos, como animales por el hecho de ser tan diferentes, tanto en gustos, comportamientos, físico, todo somos lo contrario de la otra, por eso siento que en cualquier momento encontrarán mi cuerpo tirado de la fustracion.
A pesar de todo nos llevamos bien, más o menos, pero bien. Ella es bastante abierta y me cuenta todo lo que le sucede, a veces me siento su mamá por como nos tratamos.
Lo siento tía, pero siento que estoy ocupando tu lugar ahora y siendo sincera no me alegro de eso.
—Está bien señora—hace énfasis en la última palabra y descubro cierto tono sarcástico en ella—he tomado dinero prestado, juro que te lo devolveré, pero esta vez en serio era algo urgente, es un asunto de vida o muerte.
Me levanto de la cama despacio y contengo la respiración.
—¿Qué ha sido esta vez?—es odvio que lo que saldrá de su boca es una estupidez completa. Todo en ella lo es.
—Es un bolso nuevo, acaba de salir y lo necesitaba con urgencia. No podía dejarlo ahí, sentí como me llamaba y no me resistí.
Nohla es una compradora impulsiva, malgasta el dinero en cualquier cosa inservible nueva que salga en el mercado. Esa es una de sus tantas cualidades negativas que no me agradan de ella.
—¿Porqué tuviste que usar presisamente mi dinero? Sabes existen estas cosas llamadas trabajos que puedes hacer para conseguir dinero, o préstamos bancarios, el hecho que hayas usado mi dinero... —dejo la palabra en el aire y muerdo mi lengua conteniendome.
—Es que tardaría mucho pada conseguir mil dólares Soohye, y nadie paga por adelantado a un nuevo empleado.
Estampo mi pié contra la madera de la cama, provocando que la madera cruja fuertemente en un arranque de ira.
Seguro ha conseguido el dinero que estuve ahorrando por medio año, ahora no queda nada. Me aseguré de colocarlo en un lugar bastante difícil de encontrar, ¿¡Cómo demonios lo encontró!?
—En ese caso deberías de vender tu cerebro al merdado negro, aunque seguro no cuesta mucho—digo con ironía. Su rosto se tensa y su boca se entreabre, más no ejerce ninguna palabra.
Tomo una chaqueta de cuero negra que está tendida y me la coloco encima, es tiempo de invierno así que hace un frío de muere afuera. Cojo las llaves de la despensa y las deposito en el bolsillo derecho de la chaqueta. Camino hasta la puerta con la clara intención de salir. Entonces Nohla toma de mi brazo enroscando sus dedos en él.
—¿Vas a ver ese chico de nuevo?, ya han pasado tres años y aún no sabes su nombre, me parece que es tiempo de dar el paso definitivo. Adelante o atrás, no puedes vivir así por siempre. Has tenido suerte por esto tres años que ha seguido apareciendo frente a ti, pero y si derrepente deja de frecuentar por un día, luego dos, una semana o si no vuelve a aparecer, ¿te quedarás con el arrepentimiento de nunca haber dado ese paso y pasar la linea imaginaria que has trazado?—deja la pregunta en el aire y dice,—se que está guapísimo, además es tu tipo a simple vista, así que no lo pierdas.
Permanezco en silencio por unos pocos segundos o minutos, sólo mirándola fijamente, hasta que me suelto de su agarre.
—Eres tan molesta.
—Y tú tan temible, encerio eres hija del tío, das tanto miedo como él. Pensé que moriría con tu mirada—abraza sus brazos como si sus bellos de la piel estuviesen erizados y los frota. Mi papá, cierto.
Mi padre, el gran personaje que ha sido todo para mí. He vivido con él desde pequeña, fue mi madre y padre todo el tiempo. Es cierto que es severo y firme al exigirme hacer algo, sin embargo con todo lo que gracias a eso he aprendido, me sirve más que cualquier cosa.
—Me voy—digo al salir.
—Recuerda, tienes que dar el paso—la escucho gritar.
Introduzco mis dedos dentro de la chaqueta sintiendo mi temperatura descender por el frío. Las calles están llenas de nieve por todas partes, sin embargo dentro hace un calor inaguantable, ¿porqué?, porque la calefacción se averió estando encendida a tope y ahora es imposible arreglarlo a menos que compremos otro. Vivimos sólo nosotras dos de manera independiente, así que no podemos darnos el lujo de compararnos uno nuevo.
Además, hoy es un día el cual no le veré y por eso lo detesto. Gruño suavemente poniendo los ojos en blanco. Estúpido domingo, no debió de existir ahora por su culpa no puedo odservar mi obra de arte exclusiva para mí. Oh empiezo a escucharme como una verdadera acosadora.
El frío cala mi piel a través de la gruesa tela de la chaqueta y empiezo a tiritar por ello, la verdad es que me da igual así que sólo me dispongo a caminar sin un rumbo fijo.
En días como estos debería de llamar a mis amigos, pasar una agradable tarde de películas en el cine, disfrutar de las palomitas de maíz y soda mientras nos centramos en la trama, tal vez luego tendríamos una pillamada hasta dormirnos tarde. Pero mi círculo de amigos es muy pequeño, y no es porque quiera, sólo que para que alguien capte mi atención debe esforzarse mucho y poseo una maldición desde pequeña la cual es ser demaciado sincera sin restricciones de lo que digo, entonces acabo diciendo todo lo que pasa por mi mente. Y cuando una persona no capta mi atención, entonces no me interesa, no puedo evitar demostrarlo haciendo que ellos se alejen de mí por su cuenta. Aveces intento hablar de manera amable, sin embargo mi expresión muestra lo contrario, en conclusión si mis palabras no lo dicen mi cara lo hace.
Había estado caminando sin rumbo y para cuando me di cuenta, estaba de pié frente a un callejón solitario y toda la calle igual. Las nubes alzadas en el cielo se empiezan a tornar de un color gris oscuro, casi negro. Entonces derrepente una persona es lanzada por los aires hasta ser estampada contra el duro cemento gris de la pared, en un auto-refelo me escondo rápidamente tras la pared de la esquina, ya que para mi suerte no había entrado al callejón. Mis pies se apoyan en la punta de mis dedos y me agacho para estar más segura, cuando creo que todo está tranquilo me atrevo a volver a mirar con sumo cuidado de no ser descubierta.
La persona antes lanzada permanece tirada en el suelo contra la pared, al mirarlo noto todos los moretones que tiene en su cara, su labio sangra con abundancia, toda su ropa está sucia y empapada con sangre. Apenas tiene la fuerza para mantenerce consciente, y por el forzado movimiento de su pecho es odvio que le cuesta respirar. Su cara está tan hinchada que sus ojos casi son imposibles de ver.
¿Qué hago? ¿qué hago? ¿qué hago?
En esta situación debería llamar a la policía, claro. Pero estoy siendo testigo de un posible intento de asesinato y sería todo un problema lidiar con los estúpidos policías, querrán hacerme preguntas y esas estupideces policiales.
Cierto, no debería llamar.
Pero si no lo hago una persona terminará muerta, aunque de todas maneras moriremos, tarde o termprano igual lo haremos, ¡pero lo harán frente a mis ojos joder!
Debería llamar ¿verdad?
¡Aaaah! Esto me está volviendo loca, nunca salgo los domingos, ¿¡porqué tuve que salir hoy!?
—Oye, ya ha sido una semana idiota. Dijiste que lo pagarías todo en una semana—me sorprendo por su tono tan profundo y gélido de voz, es como una voz sacada directamente de un película de terror, tan rasposa y firme que con sólo una palabra logra causarte una avalancha de miedo y escalofríos. Sabía que algo no encajaba, civilmente hablando, en él. Suelo tener buen ojo para este tipo de cosas. Nunca imaginé encontrarnos en ésta situación, pero debo admitir que es interesante.
El hombre tirado se retuerce de dolor tratando de levantarse en el suelo y se asusta cuando el causante de su estado se le acerca intimidante. Su cara mantiene una expresión neutra, pero sus ojos dicen que es capaz de hacer cualquier cosa negativa con tal de conseguir lo que se proponga.
—Ya ha paso esa semana basura, así que donde está el dinero ¡eh!—alza la voz, está claro que su paciencia está por agotarse, si es que tiene. Él se agacha hasta la altura de su víctima, aprieta los guantes negros de cuero cubriendo sus manos a juego con su traje, corbata y zapatos, y los acomoda. Entonces estampa un fuerte golpe con su puño cerrado en su cara, ésta misma se gira y un chorro de sangre sale expulsada de su boca—¡maldita sea!
Exclama y empieza a patear el cuerpo casi inerte del hombre, el cual se abraza a sí mismo tratando de protegerse. Esto sólo parece intensificar la ira de su agresor, ya que ahora golpea más fuerte. Entonces me levanto de un golpe y hago lo que tal vez fue mi error desde el principio. Me acerco.
—Mierda, esto es tan malo—chasqueo mi lengua cargando mi tono de voz con diversión y ajusto la chaqueta a mi cuerpo—no deberías hacer esto ¿sabes?, está mal golpear a las personas—me detengo frente a él, a una distancia considerable.
Nohla he tomado tu consejo y tal como has dicho he dado el paso y cruzado el límite de la línea amarilla, luego de tres años.
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¡Aquí el primer capítulo de The Corbins!
Como siempre espero y les sea de su agrado, agradecerían un montón que le dieran mucho amor a esta historia.
Tomen mucha agua, coman bien y cuidense.
♡Gracias por leer♡
×CHOI×
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