Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 3

Mello:

El peor día de la semana, por mucho, debe ser el domingo. Por alguna razón siento que es el día más largo y caluroso de toda la semana, sin programación interesante en la tele, y por si fuera poco, aquí se les ocurre que la mejor manera de matar el aburrimiento es limpiar hasta el último rincón de la cafetería. Ah, y eso no es lo peor, según el señor Yagami para que podamos terminar antes de abrir al público debemos empezar a las cuatro de la mañana, ¡a las cuatro!, y si lo pienso, creo que ni siquiera eso es lo peor, lo peor de todo es que al ser una rutina ya estoy despierto todos los domingos a las tres cuarenta y cinco sin necesidad de una alarma. Odio mi reloj biológico tanto como odio los domingos.

Tengo fines de semana libres, pero siempre ayudo un poco antes de salir por ahí o irme a casa de mis padres. Ni siquiera tiene sentido que mis días de descanso sean cuando más clientela hay, pero años viviendo con esta familia tiene sus ventajas, además suelen contratar ayuda extra solo para estos días y se las arreglan bastante bien.

—No puedo creer que Light siga dormido.

La voz de la señora Yagami me saca de mis pensamientos, volteo hacia el reloj de pared, las siete de la mañana, ni siquiera me había percatado que los focos del lugar están apagados y que la luz que entra es la del sol. Esta familia está convirtiéndome en zombie sin darme cuenta.

—Debe de ser porque su Light no durmió toda la noche por estar leyendo ese estúpido libro —. Frunzo el entrecejo de forma involuntaria antes de seguir intentando sacarle brillo a las mesas.

—Tampoco te enojes. Uhm... —la señora Yagami revisa la hora en su reloj de muñeca, pensativa— abrimos en media hora... ¡Ya sé! Te doy libre mañana para que descanses de todo lo que hiciste hoy y que Light te cubra ambos turnos, ¿te parece justo?

Me encojo de hombros y sigo en lo mío mientras ella continúa agrupando billetes y dejándolos sobre la mesa para luego anotar los detalles en el cuaderno que tiene a un lado. Me apresuro a terminar, cuando ella se pone a hacer eso es porque en la tarde me pondrá a hacer mandados. No sé qué mierdas estaba pensando hace dos años cuando quise comprar una moto, ahora aparte de ser mesero soy el mandadero. No es que quiera quejarme, pero es domingo, el peor día de la semana.

Si yo quisiera fácilmente podría renunciar y regresar a vivir con mis padres, pero me gusta estar aquí, así que a mis progenitores los visito cada fin de semana o cada dos fines, a veces mejor les insisto que ellos vengan y los Yagami encantados de recibirlos.

—Buenos días... —volteo al escuchar esa voz y me encuentro a Light tallándose los ojos, aún con pijamas bajo el umbral que divide al pasillo del mostrador.

—¡Buenos días, amor! —contesta Sachiko con una gran sonrisa antes de ponerse de pie para ir a saludarlo como si fuera un niño pequeño. Es una manía de ella el pincharnos los cachetes como si no tuviéramos más de veinte años—. ¿Quieres que te sirva el desayuno?

Light asiente y se dirige a una de las mesas, la señora Yagami desaparece tras una puerta que lleva a la cocina, dejándonos solos.

—Buenos días, Mello...

Volteo, viéndolo con esa radiante sonrisa que lo caracteriza, sin embargo lo ignoro. Acomodo las sillas de la última mesa que estaba limpiando y me dirijo al pasillo, sabiendo que atrás mío Light debe haber quedado muy confundido. Sabiendo que saldré a hacer pagos, prefiero ir a tomar una ducha, creo que eso le da tiempo de sobra a mi Lucecita de pensar en lo que hizo.

-

Light:

Las noches de los sábados son intocables. Hace tres años descubrimos con Mello un canal de YouTube de un muchacho cuyo fin era subir cuantas radionovelas encontrara. Empezamos por curiosidad, la primera que encontramos era colombiana, al principio fue extraño y la musicalización demostraba que yo ni siquiera había nacido cuando fue grabada, o como dijo el fino de Mello: "todavía ni andábamos en los huevos de nuestros padres". Pero nos enganchamos tanto con las historias que pronto hicimos un hábito que consistía en dejar la cafetería arreglada lo más rápido que podíamos luego de cerrar, cepillarnos los dientes, ponernos el pijama e ir a darle un beso de buenas noches a mi mamá, porque ay de nosotros el día que se nos ocurriera no hacerlo.

Nuestra casa es bastante grande, solo la parte de enfrente es el restaurante y al lado una terraza para los clientes, pero a lo largo del pasillo hay un total de cinco habitaciones más un campo abierto en la parte de atrás. Sin embargo, a pesar de la cantidad de recámaras, Mello y yo compartimos mi cuarto, siempre ha sido así, por lo que un sábado nos acostamos en su cama para escuchar el capítulo mientras compartimos auriculares y al siguiente sábado lo hacemos en mi cama.

Pero creo que rompí nuestra costumbre...

Los últimos días he estado tan inmerso en mi nuevo libro que quizá olvidé en qué día estábamos. Recuerdo haber escuchado a Mello ir al baño en la madrugada, todavía bromeé diciéndole si acaso me veía lindo porque sentí que tras abrir la puerta se me quedó viendo por unos segundos desde ahí. No obtuve respuesta y la verdad no le presté atención, tan solo quería saber qué más le sucedía al principito.

Sin embargo, acabo de saludarlo como siempre lo hago y volvió a ignorarme. Eso fue suficiente para que una obviedad viniera a mi mente: hoy es domingo. No me sorprende que no me hayan despertado para ayudar, mis padres deben haberle restado importancia por tratarse de "su niño", si por mí mamá fuera aún me cantaría en las noches para dormir aunque ya tengo veintiún años. Sin embargo el punto ahora no es enfocarme en lo sobreprotectores que son, mi cabeza se ve invadida por una conclusión tan tonta como preocupante: si hoy es domingo, significa que ayer fue sábado... ¡Rayos!

Camino despacio hacia adelante mientras muevo mis brazos hacia todas partes, intentando hacer contacto con algo hasta que mis dedos rozan una silla. Solo necesito ubicarme así que con la misma precaución giro, mi intención es volver a mi habitación ya que estoy seguro que Mello se encuentra ahí. Sin embargo en ese instante escucho una puerta abrirse junto al chirrido que hace el metal de un cubierto contra la porcelana de un plato.

—¿A dónde crees que vas?

La voz de mi madre trunca mis planes y hasta puedo imaginarla levantando una ceja.

—Iba a buscar a Mello, asumo que está en nuestra habitación.

—Puede ser, después de todo es su día de descanso. Ah, y te aviso que le di el día libre mañana, le dije que tú lo cubrirás .

—¿Significa que deberé trabajar el doble? —Parpadeo confundido y preocupado. No me quejo pero mañana es mi día libre, ¿cómo así que tendré que trabajar?

—¡Obvio no, mi niño! —Suelto un quejido cuando los dedos de mi madre apachurran mis mejillas, estaba tan inmerso en mi drama que no detecté sus movimientos— Solo se lo dije para ser justa. Aunque aquí entre nos —se acerca a mi oído, haciéndome cosquillas con las puntas de su cabello en mi mejilla— hoy se levantó echando chispas, al punto que trapeó los pisos con tanta furia que hasta brillan.

—Creo que eso fue mi culpa —murmuro cabizbajo, jugando con mis dedos—. Creo que está molesto conmigo.

—Oh, pues deberías enojarlo más seguido, todo está rechinante de limpio. —Su risa no me hace sentir mejor, yo realmente necesito hablar con él así que trato de continuar con mi plan de ir a la habitación, sin embargo siento unos dedos enrollándose en mi brazo— ¿A dónde vas, jovencito? Ya te serví el desayuno.

—Mamá, tengo que hablar con él. —Insisto porque aunque huele delicioso, mi prioridad es hacer las paces con a quien yo considero como un hermano.

—Irás luego de que desayunes, no pienso discutir al respecto. Así que te lo diré una sola vez Light, siéntate a comer... a-ho-ra.

Mi madre tiene muchos timbres de voz y ese en específico es el de «Como se te ocurra llevarme la contraria te irá peor». Si mi padre sucumbe ante él, yo no tengo muchas posibilidades de ganarle, así que me rindo y tomo asiento en una silla.

Mello.

Sonrio de lado cuando la puerta se abre y Lightcito aparece por ella, notablemente apenado. Continuo acostado en la cama, lanzando una pelota de tenis contra el techo mientras finjo que ignoro su presencia hasta que él toma asiento despacio a la orilla del colchón.

—¿Podemos hablar? —Me dice un poco cabizbajo.

En cualquier otra ocasión ya lo hubiera perdonado, es más quizá ni le hubiera hecho drama, no soy fan de hacerlo sufrir pero realmente me siento traicionado. No solo es que haya olvidado nuestra cita de los sábados, sino que lo hizo por el libro que un tipo cualquiera le regaló, y un tipo que además es un imbécil.

—¿De qué? —Le respondo luego de unos segundos. No he dejado de lanzar la pelota en ningún momento, es entonces que con una habilidad impresionante Light la atrapa en el aire. Es su manera de hacer que toda mi atención se enfoque en él.

—De lo que pasó ayer. —Lo veo ladearse y aunque sigue luciendo apenado, levanta la cabeza y mantiene la frente en alto.

—¿De qué me cambiaste por un anciano con el que solo has cruzado palabra dos veces?

-

Light:

Parpadeo y mis labios se abren por sí solos. Entiendo que haber olvidado nuestra cita de los sábados es imperdonable, pero ¿¡de dónde rayos sacó que yo lo cambié por alguien!?

—¡Yo no te he cambiado por nadie! —Creo que acabo de exaltarme pero es que no esperaba esa respuesta.

—Sí lo hiciste, y por un viejo que no hizo más que tratarme mal el otro día.

—Fue un accidente y ese viejo que tú dices tuvo la decencia de volver y disculparse.

—Entonces quédate con él si tanto lo prefieres.

La cama se mueve haciendo crujir un poco los resortes, asumo que acaba de darse la vuelta y ahora me da la espalda. Mi mejor amigo es la persona más dramática que conozco y yo estaba dispuesto a aceptar todos sus dramas relacionados a las radionovelas de los sábados, ya que ahora por mi culpa no sabemos si Maria va a perdonar a Julio Alberto de la Barrera. No obstante esto no lo pienso tolerar.

—Eres un egoísta. —Sin más me pongo de pie y voy camino a la puerta, de verdad no espero que me siga pero lo escucho levantarse con bastante rapidez y de la misma forma me toma del brazo.

—¿¡Yo, egoísta!?

Lo imagino con el ceño fruncido y la mandíbula tensa, de hecho sus dedos se sienten calientes alrededor de mi brazo, aún así yo no me muestro intimidado.

Estoy seguro que mis palabras le calaron porque toda su vida Mello me ha demostrado de todo menos egoísmo, sobre todo cuando perdí la vista.

—Sí, egoísta... —Insisto aunque no es lo que realmente pienso.

—Pero si eres tú el que me está cambiando por alguien.

—¡Mello, lo único que sé de él es su nombre! ¿¡Cómo puedes decir que te estoy cambiando!? —No sé por qué de repente me siento mal con esta discusión, no tiene sentido, y me siento peor cuando siento el agarre de mi amigo aflojarse como en señal de derrota.

Respiro buscando calmarme. Quizá debo intentar entenderlo, hace años mi Mellodramas estuvo de novio con un chico, Matty era un amor de persona pero yo no podía evitar sentirme celoso cada que ese muchacho venía de visita, sentía que él me robaba la atención de mi amigo. A lo mejor Mello solo está celoso, unos celos bastante tóxicos y sin sentido si me lo preguntan, pero celos al fin y al cabo.

—Lo siento por exaltarme... —digo sonriendo un poco—, también lo siento por haber olvidado nuestra rutina de los sábados, pero por favor no creas que te he cambiado es solo que... quizá me emocioné demasiado.

—¿Por el regalo que te dio un extraño?

Lo escucho resoplar y hasta lo imagino poniendo los ojos en blanco. Yo guardo silencio unos segundos.

—Por el hecho de sentir que podía hacerlo solo —respondo cabizbajo, teniendo que carraspear la garganta para que mi voz no salga tan débil—. Tú sabes que cuando perdí la vista tenías que acompañarme hasta el baño y ayudarme a apuntar para no hacer un desastre, te tenía toda la confianza para que me vieras desnudo de ser necesario pero yo me sentía inútil. Ahora soy más independiente, sin embargo sigo teniendo mis limitaciones, por eso cuando descubro algo nuevo que puedo hacer por mi cuenta me hace demasiado feliz. Honestamente, Mello ¿cuántos libros tengo? Todos los que están en braille son educativos por la enseñanza que mis padres decidieron darme en casa, de ahí todas las historias siempre me las has leído tú, y yo encantado, créeme —busco sus manos y enredo sus dedos entre los míos—, pero también sabes que me gusta sentir que puedo hacer las cosas por mí mismo. Discúlpame si te hice pensar algo que no es.

-

Mello:

La vida no es justa, se suponía que Light iba a pedirme perdón, yo diría que lo iba a pensar y él se ofrecería a darme lo que fuera para convencerme. Pensaba chantajearlo con chocolate, pero luego de lo último que dijo solo me siento como un idiota.

Light es tan inteligente, talentoso y fuerte que a veces olvido que sus días están llenos de retos al ser no vidente. Recuerdo que él siempre fue muy independiente desde que éramos niños, también recuerdo lo frustrante que fue para él perder la vista porque tenía que depender de otros. Quizá debo ponerme más en sus zapatos.

—Discúlpame tú a mí —digo luego de haber inspirado un par de veces para calmarme—. ¿Sabes? Ahora que lo pienso, creo que deberíamos invertir los papeles, ¿por qué no me lees tú a mí?

Lo veo abrir los ojos por completo notablemente emocionado, de seguro esa idea ni siquiera se le había cruzado por la cabeza, y no lo culpo porque a mí apenas se me acaba de ocurrir.

—¿¡En serio!?

—Sip, a la noche antes de dormir puedes leerme un capítulo. —Debo ponerme de puntillas para revolverle el cabello, odio que haya crecido más que yo— Te diría que podríamos empezar desde ya pero...

Antes de poder terminar alguien llama a la puerta antes de abrirla, no me sorprende ver a Sachiko con un folder y una billetera. Exactamente por esto no podemos iniciar en este momento, porque yo sabía que era cuestión de tiempo para que la señora Yagami me buscara y...

—Mello, ya que no fuiste a visitar a tus padres, ¿podrías ir a la ciudad a hacer algunos pagos y compras? Puse todos los recibos y la lista de compras aquí para que no se te complique. —Me extiende el sobre, acto seguido me promete que me tendrá listo una torta de chocolate para cuando vuelva.

Me gusta ir a la ciudad pero no me gusta hacer mandados, sin embargo eso es suficiente para convencerme, así que de inmediato giro sobre mis talones para ir en busca de mis guantes y chaqueta de cuero. No obstante, la voz de Light nos hace dar un respingo a ambos.

—¿Yo también puedo ir?

Volteo sobre mi hombro solo para encontrarme con una expresión de horror en el rostro de Sachiko.

—Pe-Pero... ¿no prefieres quedarte conmigo?

—¿La verdad? Prefiero ir con Mello.

Light, tan honesto como siempre. Yo sé que las mamás siempre verán a sus hijos como sus pequeños aunque ya tengamos pelos hasta en el culo, mi madre siempre me trae emparedados en figuras de dinosaurios cada vez que viene de visita. Eso no significa que lo sigamos siendo y ella no puede envolver a Light en una burbuja. Sin embargo también la entiendo a ella, su hijo quedó ciego tras un accidente.

—Sí, pero... —La veo frotarse las manos, quizá en un intento de reprimir lo mejor que puede su lado sobreprotector porque sabe que a Light le caga que quieran cuidarlo como si fuera un niñito.

—¿Qué sucede? —Por suerte Soichiro hace aparición, mugriento y maloliente tras una mañana trabajando en el jardín, pero es el único capaz de tranquilizar a su esposa.

—Mamá quiere que Mello vaya a la ciudad a hacer algunas cosas y yo quiero ir con él.

El señor Yagami suspira y adentrándose despacio le pone una mano sobre el hombro a ella antes de darle un leve apretón.

—Las motos son peligrosas. —Se apresura a responder Sachiko, quizá previendo las intenciones de su esposo.

—Pero va con Mello, ¿quien mejor que él para que lo acompañe?

Quizá no soy la definición de persona responsable, pero el viejo tiene razón, por eso sigue siendo mi bigotón favorito. Si alguien va a proteger a Light hasta con su vida, ese soy yo. Y parece que eso la convence, no diría que la noto tranquila pero al menos accede.

—Tengan mucho cuidado y no se tarden. —Lo dice sin su peculiar sonrisa, así que para demostrarle mi compromiso y dejarla menos preocupada, camino de prisa hacia el gavetero de donde saco rodilleras y coderas, luego del ropero saco un casco adicional.

-

Light:

Le agradecí a mi mamá antes de despedirme de ambos agitando la mano. Yo sé que ella no quería que viniera, lo noté cuando sus manos enmarcaron mi rostro, tenía los dedos fríos. Estoy seguro que si las cosas fueran al revés, yo estaría igual o más preocupado que ella, por eso valoro que haya accedido a pesar de su miedo.

—Sujétate fuerte, por favor. —Me pide Mello luego de habernos subido a su moto. Termino de abrocharme el casco y acato la orden, pegándome bastante a él.

El recorrido lo hacemos en silencio, Mello prometió ser cuidadoso y creo que charlar podría tomarse como distracción. La parte menos favorita es hacer compras, a nadie le gustan las interminables filas. Por suerte mi amigo está tan acostumbrado que sabe a qué horas ciertos locales se encuentran más vacíos para visitarlos en el orden que mejor nos convenga, no por nada es nuestro motorizado estrella.

—El sol ya no está tan fuerte, puedes quitarte los lentes.

Vamos caminando, yo me sostengo de su hombro mientras con la otra mano me guío usando mi bastón. Siempre uso lentes oscuros cuando salgo, de hecho en ocasiones los uso dentro de la cafetería también.

—Prefiero dejármelos puestos.

—¿Por qué? —La voz de Mello suena molesta, hasta me pareció haberlo escuchado resoplar.

Me quedo en silencio mientras él habla con la mujer que asumo es la encargada del local al que hemos entrado, usualmente él hace los mandados solo así que no conozco a nadie, por lo que me he limitado a quedarme como su sombra.

—Te hice una pregunta. —Me repite cuando salimos del establecimiento.

Podría inventarle una excusa pero somos amigos de toda la vida, sé que insistirá hasta que le diga la verdad, por lo que no tiene sentido mentirle.

—Porque no quiero incomodar a nadie. —Pese a decirlo de la forma más natural posible, si me sigue afectando un poco saber que a algunos mi mirada perdida les incomoda, quisiera explicarles que no lo hago adrede.

—Dámelos.

—¿Eh?

—Que me los des.

Sin darme tiempo a procesar lo que me dice, me arrebata las gafas y por inercia me cubro los ojos con las manos, acto seguido él me toma de las muñecas y me aparta las manos del rostro.

—Que se joda la gente, ¿me oíste? —enreda sus dedos entre los míos y luego retoma el andar— Me sobró dinero, vamos por unas papas. Yo invito.

—¿Te sobró dinero o te estás quedando con el cambio? —Pregunto a fin de relajarme mientras agacho un poco la cabeza.

—Es lo mismo, ¿no?

-

Mello:

No creo que a la señora Yagami le vaya a gustar la hora en la que estamos regresando. Técnicamente no es taaaan tarde, no obstante el sol se ocultó hace ratos.

—Sujétate bien. —Le pido a mi acompañante antes de acelerar un poco. Ya sé que no me voy a salvar del regaño que me espera pero al menos no quiero preocuparla por mucho tiempo.

—Mello... —volteo un segundo por sobre mi hombro, viendo a Light con los ojos cerrados, su barbilla reposando en mi hombro y el viento revolviéndole el cabello. Si la señora Yagami supiera que lo deje quitarse el casco me mataría, pero ya estamos por llegar, estoy siendo mucho más cuidadoso que a la ida.

—Dime.

—¿Podemos detenernos en nuestro lugar favorito?

Trago saliva al escuchar la petición, hace mucho no voy ahí. La carretera que lleva a la cafetería está llena de curvas al ser una zona montañosa, por lo que también abundan los miradores para los turistas que decidan hacer una parada. No obstante, había uno que era nuestro favorito porque ante nuestros ojos que en aquel entonces eran infantiles, nos parecía que era el que tenía mejor vista a la ciudad.

—No veo porque no. —Respondo, solo me aseguraré de mandarle un mensaje a los Yagami para que estén tranquilos.

Me detengo cuando llegamos al sitio, se ve que fue un proyecto iniciado por la alcaldía que luego abandonaron, quizá por eso nos gustaba tanto, era el menos concurrido, aunque en aquel entonces no estaba tan descuidado. Ahora hay malezas por todas partes y las bancas a medio construir están llenas de manchones.

—Con cuidado. —Tomo la mano de Light, ayudándolo a bajar de la moto.

Caminamos juntos hasta estar en el centro del mirador, o lo que queda de él.

—Este sitio no es la ni la sombra de lo que era antes... —me siento nostálgico, como si por un momento quisiera volver a aquella época donde solo éramos unos chiquillos de siete años corriendo por todas partes.

Veo a Light ponerse de cuclillas y sin dudarlo lleva las manos al suelo, palpando por todas partes.

—Parece que la naturaleza está reclamando lo que es suyo —me dice con una sonrisa mientras toca con los dedos las grietas por las cuales brotan algunas flores—. ¿Y la vista?

—¿Eh? —Doy un respingo, ¿de qué habla?

—Dime cómo luce todo, ¿qué ha cambiado? Quiero saber. —Pide a la vez que toma asiento por completo en el suelo, yo trago saliva.

—Pues... —me froto las manos, desviando la mirada hacia el horizonte— ¿recuerdas aquel edificio que nos parecía tan alto cuando éramos niños?

—Ajá. —Asiente sonriendo.

—Lo demolieron. —Supongo que no soy el mejor para describir lugares porque veo su sonrisa desaparecer— ¡Pero en su lugar hicieron un McDonalds! —Agrego de prisa intentando enmendar mi error.

—¿Fue donde comimos ahora?

—Exacto.

—Escuché niños corriendo y riendo, me pareció que era un lugar lleno de felicidad —lo veo recobrar la sonrisa mientras apoya el mentón sobre las rodillas que tiene pegadas al pecho—. Supongo que eso es mejor que el edificio gris que había antes. ¿Y el cielo?

—¿Qué pasa con el cielo?

—¿Cómo está el cielo? ¿Hay muchas estrellas o está nublado? ¿Hay luna llena?

Vuelvo a tragar saliva, pese a que han pasado años aún me siento... ¿incómodo? Ni siquiera lo sé a ciencia cierta porque siempre evito indagar en el sentimiento.

—Será mejor que nos vayamos. Tu mamá va a matarme si nos tardamos demasiado.

—Está bien. —Responde como si nada para mi sorpresa a la vez que se pone de pie despacio.

Aprieto los labios, molesto conmigo mismo. No fui tan sutil como hubiera querido, aún así Light no insistió, tan solo puso su mano en mi hombro para que lo guiara de vuelta a la moto. A veces siento que él me entiende mejor de lo que yo mismo me entiendo.

-

Light:

Me acomodo en la parte de atrás y de nuevo abrazo la cintura de mi amigo, le pido que me deje ir sin casco, al menos un rato más y que cuando estemos cerca de la casa le prometo que me lo pondré. No es fan de llevarle la contraria a mi madre, de hecho a él mismo no le agrada la idea por toda la cuestión de seguridad, pero sabe que hace mucho no sentía el aire frío golpeándome la cara de esta forma, no siempre me dejan acompañarlo así que por esta vez me lo permite.

—Mello... —lo llamo mientras apoyo mi mentón sobre su hombro.

—Dime.

Su mejilla choca contra mi nariz al voltear.

—Gracias.

—¿Por qué? ¿Por traerte? —Me responde añadiendo una risa sarcástica muy propia de él, hasta lo imagino levantando una ceja.

—Gracias por todo. —Al tenerlo abrazado por la cintura, siento los músculos de su abdomen tensarse levemente, sin embargo no dice nada, tampoco esperaba que lo hiciera.

Lo escucho girar la llave y la moto se enciende, sin que alguno diga algo más. No sé si Mello dimensiona lo valioso que es para mí y lo importante que fue cuando perdí la visión. Él fue el único que nunca me tuvo lástima, no digo que mis padres sí pero en su afán de cuidarme solían sobreprotegerme, Mihael en cambio siempre me hizo sentir que yo podía ser independiente.

La gente suele creer que los días de alguien no vidente es una oscuridad constante, y aunque no puedo hablar por otros, en mi caso es todo lo contrario. Es extraño porque sí, todo es negro y gris para mí pero de alguna forma mi vida sigue estando llena de colores, y gran parte de ello es gracias a Mihael Kheel, el mejor amigo que el universo me dio. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro