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Efectivamente, TaeHyun había aceptado.
Inhaló pausada y lentamente, sus labios se estiraron en una hermosa e increíble sonrisa, que aconteció la burbujeante sensación de libertad en su sistema. Siempre sus viajes de regreso a la tierra en donde nació, lo hacían muy feliz.
En esos breves instantes se permitía de disfrutar de la emoción a las afueras de las instalaciones; donde solo el silbar de las aves y el chocar de las hojas siendo refrescadas desde las copas altas, se conseguía escuchar. Entonces el Omega pelinegro se preguntaba, “¿Qué veía aquel Alfa con los ojos cerrados que lo hacía dibujar esa deslumbrante sonrisa, y poseer tal grado de relajación?”
Quizás, TaeHyun quería hacer esto por su propia cuenta.
Impulsado por los susurros inquietos de su Omega logró avanzar. A la distancia, la gran potencia del retorcer de sus dedos, era innegable. Todo a causa del cosquilleo dulce de su estómago.
Estando a unos cuantos pasos separados, la corriente de aire trajo consigo la bondad del cítrico y el picor positivo hecho aroma. Despejando y absorbiendo todo su nerviosismo, un suave ronroneo fue su agradecimiento casi silencioso.
Y si los estragos en su mente fueran silenciosos, tal cual alma muda, en sus oídos la gratificación de un ronroneo más grave que el perteneciente, habría recaído como una elegante melodía sobre su oído.
— ¿Puedo comer sentado a tu lado? — inquirió sin mostrarse nervioso pese que el taper cuadrado fue apretado entre sus manos mientras decía la pregunta.
Por otro lado, el chico de hebras extravagantes; pasó de golpe la saliva por su garganta y se acomoda adecuadamente en la banca, asegurándose con su mano derecha en dejar un espacio para el sujeto que motivaba a su Alfa a olisquear profundamente las feromonas expandidas. Buscando específicamente las de efecto purificante, las únicas que parecían barrer sus pensamientos y solo centrarse en él, de manera tan repentina y correcta.
Lograba un equilibrio perfecto para su espíritu y las emociones indómitas, que parecían no querer ponerse de acuerdo. Su fragancia risueña dilata viguereza junto a la calma y sexualidad. Deslizándose juguetonamente, la esencia llegó a su olfato, dando apertura a la explosión de su mundo y, la necesidad de la comprensión tocó su puerta.
¿Quién es ese Omega?
La sonrisa en sus belfos se ensanchó en coquetería natural —. Eres más que bienvenido.
— O-oh, me alegra no molestarte — titubeó al contestar, no esperaba que el Alfa se mostrara tan accesible con un extraño después de la conversación con su padre.
Sentado con el plato en su regazo, su euforia íntima no quería ser apaciguada con comida. Ya tendría que pensar en otro plan, ya que si pasaba sus almuerzos a su lado nunca comería y eso no sería nada bueno para su salud.
Está tan curioso acerca de BeomGyu, que no se atrevía a hablar. Por eso, agradeció enormemente cuando el mayor se mostró siquiera un poco interesado en establecer una conversación con él.
— ¿Cuál es tu nombre? — preguntó, la voz teñida en apremiante amabilidad.
— Kang TaeHyun, ¿cuál es el tuyo? — inquirió como si no lo conociera, tal vez solo para escucharlo decir su propio nombre con esa voz tan gloriosamente grave y profunda.
El Omega se mordió el interior del labio al darse cuenta de la línea inadecuada por la que se desviaban sus intenciones sin ser muy consciente.
— Choi BeomGyu.
Y el menor por fin se sintió asustado, asustado porque BeomGyu le agradaba demasiado y apenas han intercambiado un par de palabras. Atemorizado de que no le disguste o dude de la ceguera del Alfa, como si eso fuera lo único que lograra volverlo aún más increíble e intrigante.
Muy intrigante.
— ¿Y tú estás aquí porqué...?
Suspiró, observando la simetría perfecta que tenía de rostro. Lo largo de sus pestañas, los pómulos de apariencia suave, la carnosidad justa y bien dibujada de sus labios, su nariz...
El gesto en su cara no pudo extenderse más -por estar al tope- al notar como ese cabello de tinte crema y rosado coloreada en cada mitad, hacía más que embellecer los tributos de ese hombre Alfa.
Con una mano se dio palmaditas en la mejilla —. Ayudo un poco con algunos pacientes no tan graves... servicio social se podría decir — le contó amigable, procurando no deslizar los ojos fuera de la tapa verdosa del recipiente a la bella cara del contrario. La vergüenza trepó a sus pómulos —. Y… ¿Y tú por qué has estado sentado aquí tanto tiempo?
— ¿Me has estado observando? — indagó, la sonrisa siendo pícara en sus labios; y el Omega boqueó ante su imprudencia.
— N-no, no — soltó una risa ligera, como si no fuera resaltante de mencionar —. Cuando mi turno empezó casualmente te vi, ahora es mi descanso y sigues en el mismo banco, pensé que llevas aquí mucho rato — se trató de salvar con una verdad a medias. El Omega se regañaba, sus ojos no se deslizaron, pero su boca sí lo hizo; se aplastó la frente con un dedo, liberando tensiones.
— ¿Es así? — TaeHyun se estremeció al emitir un sonidito de confirmación, y se guardó el alivio cuando el Alfa lo dejó pasar —. Mmh, tienes razón, seguramente ya pasó una buena cantidad de horas desde que estoy aquí... — mencionó ausente, importándole poco la carente confianza que podría existir entre dos extraños. BeomGyu solo quería corresponder a ese misterioso sentimiento que lo picoteaba al igual que un pájaro —. A mi abuela le gustaba mucho esta parte del hospital. En el tiempo que fue internada aquí; pese que falleció hace unos meses, esta parte de verdad la curaba, ella realmente amaba sentarse en esta banca y sentir el rejuvenecedor aire envolverla. ¿Y qué más te puedo decir? A parte de ser ciego, tengo mucho tiempo libre para extrañarla... supongo.
Se exaltó al escuchar a BeomGyu mencionar su ceguera de forma tan fría y sin nada de tacto. No halló palabras para continuar con la conversación por unos segundos; aunque finalmente se animó a ser cálido al decirle en ritmo lento —: Tu abuela se escucha como alguien que sabe apreciar el aire libre. Este lugar se siente bastante consolador, me alegro que lo haya encontrado.
BeomGyu apoyó sus brazos en la barandilla a sus espaldas, su cabeza se inclinó hacia el cielo. Un silencio cómodo se estableció entre ellos.
El mayor puede detectar cualquier movimiento del Omega; sus sentidos estaban pendientes de él, que hasta percibía a flor de piel cada respirar suyo, y lo colocaba tan tranquilo...
— ¿Me describirías un color? — preguntó, después de unos minutos.
TaeHyun entró en una pequeña parálisis momentánea, en donde no sabía ni cuántos años tenía. Boqueó sin emitir sonido, buscando algún color útil —. ¿Un color? ¿Cualquiera?
— Cualquiera que desees — él susurró, divertido de su obvia reacción nerviosa ante una peculiar pregunta repentina.
TaeHyun se mordisquea el labio inferior en concentración, llevó su mirada al suelo y, de pronto, una tonalidad en su mente ya estaba seleccionada.
— Mh, el color marrón... — miró al Alfa que asintió con su cabeza, transmitiendo su total atención — se siente como la tierra, como las arrugas de un árbol y como las hormigas que trabajan en el patio almacenando comida, preparándose para el invierno... — BeomGyu parecía bajo sus pestañas; satisfecho con su respuesta, por lo que agarrando más confianza volvió a describir —: El rojo se siente como el calor, el sabor dulce y jugoso de las fresas, la sangre que recorre nuestro cuerpo y el aroma de las rosas que adornan la entrada al jardín. Si sientes vergüenza, te ruborizas, el calor se expande en las mejillas y a veces en las orejas; es de color rosado y si estás muy avergonzado es rojizo como el tomate que comes en las ensaladas.
TaeHyun hablaba para BeomGyu, como si le estuviera contándole una fantasiosa aventura, transformando algo tan frecuente para él, en un increíble cuentillo. Aunque guardó silencio y se detuvo cuando la risa del mayor resonó. Ligero y divertido.
— Eres realmente bueno describiendo, el mejor que he escuchado — alabó haciéndolo sonreír, tranquilizando la inseguridad de su corazón.
El aroma de bergamota y pimienta negra estremece sus sentidos, filtrándose y acunándolo. Adormece y encanta a su instinto, lo hace tan dichoso ese momento
— ¿Qué estudias?
El azabache frunció el ceño ante su cuestionamiento habilidoso —. Supones que soy joven, cuando puede que haya terminado mis estudios y me encuentre trabajando. No sabes mi edad. ¿Qué te hace pensar eso? — interroga, reservándose para sí mismo el hecho que ni siquiera puede basarse en su apariencia. Quizás... ¿su voz?
¿Sonaba infantil?
Entonces, BeomGyu se apoya en una mano contra su lado derecho, impulsándose unos centímetros más cerca de TaeHyun, la cabeza en dirección al pelinegro, aunque un par de centímetros desviados al lado equivocado, más su sonrisa alargadamente coqueta nadie se la quitaba —. No debes tener más que veinticuatro, tal vez... — adelantándose al "¿Por qué lo dices?" o "¿Cómo estás tan seguro?" del menor; prosigue —: Tu esencia demuestra que tienes poco tiempo de haber alcanzado la madurez sexual.
Los mofletes del aludido se adquirieron el tono de una pequeña granada.
Aun tenuemente descolocado por la insinuación del Alfa, respiró profundamente. Tal parece que ese hombre no considera a su ceguera motivo por el cual, no poder intentar seducir a alguien; aunque probablemente debería espantarse.
¿Estaba espantándolo?
— Es bueno saber que tienes bien desarrollada tu percepción y sinceridad al decir las cosas — soltó con un sarcasmo falso, logrando la diversión en la pequeña vida monótona del Alfa. TaeHyun con posible locura, en el fondo se encontraba encantado, tan hechizado como el momento que lo divisó a las lejanías. Inspiró paz y exhaló curiosidad —. Veintitrés, tengo veintitrés años; casi aciertas. Y estudio medicina, quisiera especializarme en pediatría.
Como la caricia de una blanca pluma, dejó al descubierto su perfecta dentadura al sonreír peculiarmente. Un corazón alargado con bordes rosados y felices, TaeHyun quería decirle que se mantuviera con esa tierna expresión, que le diera un tiempo para conseguir una hoja junto a su carboncillo. ¡Quería tener ese gesto enmarcado y adornado en su pared!
Sintiendo su presencia, así de cerca, se imaginaba dibujándolo, compartiendo un pasatiempo especial suyo con él.
Felices, muy felices, irradiando felicidad.
— Pediatra. Pediatría se escucha perfectamente para ti — Y no solo lo presentía; percibía a su aura repleta de bondad y solidaridad, estar enteramente hecho para ello.
¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Una hora? ¿Por qué consideraba conocerlo desde antes de haber nacido?
Sin pedirlo, lo arroparon de sentimientos mágicos y bonitos. Dos puntitos en su alma, le susurraban no aceptar las repentinas emociones, que eran posible espuma condenada a esfumarse.
No obstante, con aquella inseguridad tratando de alejarlo, levantó su mano titubeante. Ver, no podía. No como lo demás; para él, ver no era abrir los ojos y contar lo que se encontraba a su alrededor.
BeomGyu necesitaba conocer, sentir, oler, oír y degustar si quería saber cómo era TaeHyun. Con cuántas estrellas borrosas está creada su composición y los trazos de su alma.
— Puedes... — murmuró bajo.
Brindándole confianza guió la zurda levantada, posándola en su rostro. Pronto la otra mano se unió en su mejilla sin tocar. Se retorció complacido entre los largos dedos calientes que trazaban cada milímetro de piel en su cara.
Las facciones, la forma de sus labios, presionando cariñoso sus pómulos, párpados y frente. Deslizándose por sus desordenados cabellos y cubriendo sus orejas. La calidez contraria agraciadamente lo bañaba, hipnotizado con los toques.
Permitiendo a BeomGyu conocerlo.
— Estas sonrojado — afirmó indiscreto.
El pelinegro que se encontraba perdido reaccionó a lo dicho, siendo consciente ahora, no pudo evitar avergonzarse más al ser descubierto. Dios, el coloreo seguro ya era escarlata y estaba a punto de teñir en rojo su cabello también.
Las risas gruesas soltadas no lo ayudaron a mantener la calma tampoco. Inmediatamente su traicionero cuerpo se encargó de hervir sus cachetes —. Rojo como el tomate que comemos en las ensaladas, ¿verdad?
A pesar que le era extraño hablar con una persona que no lo miraba a los ojos; aquellas manos sobre él, le declaraban que era visto. Visto de una manera que le gustaría saber.
— Ha sido un total gusto conocerte, TaeHyun.
— También ha sido un gusto para mí, BeomGyu.
Entonces, TaeHyun concluyó que estimaría ser amigo de BeomGyu.
Entonces, su Omega concluyó que amaría ser más que un amigo para el Alfa.
JJASJJJAJSJA, hola 😋
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