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Conocía poco o nada sobre su madre. No hay mucho que decir sobre ella tampoco; solo que, por alguna razón, desapareció. No está seguro de si alguna vez llegó a pedir su cercanía, pero sí que desde hace mucho dejó de ser un tema que le causara interés.
Siempre fueron únicamente su padre, su abuela y él. Sumándole que su progenitor es un doctor, los primeros años -de los cuales ya no quedan rastros-, debieron ser los más terroríficos para él. BeomGyu dejó hace mucho de lamentarlo, pero su padre seguía mortificandose con la visión que perdió en aquella primavera de su infancia.
Él ya no sufría por ello, su madre y su vista no estuvieron el tiempo suficiente para extrañarlos o anhelarlos. Realmente, ¿valía la pena siquiera? Él es feliz ahora sin ninguno de los dos.
Liberó un suspiro repleto de tolerancia al aguantar el constante repiqueteo del lapicero contra la mesa.
Nunca fue así de sencillo para su padre, por supuesto. Empezó con una sobreprotección que fue en aumento, hasta el punto de hacerlo sentir asfixiado. Luego, pasó al control para terminar instándole miedo. Cualquier cosa a su alrededor podría resultar en un trágico accidente, si le quitaba la vista de encima por dos segundos. Tan paranoico.
Naturalmente llegaron las peleas, los conflictos y demás. BeomGyu estaba cansado. Su padre estaba preocupado. Ahora, siendo medianamente independizado, aún seguía escuchando sus mandatos disfrazados de consejos. Parecía que nunca acabaría ese ciclo.
— ¿Cuánto más seguirás aplazandolo, BeomGyu? Las operaciones importantes no pueden aplazarse los meses que queramos. Peor aún si hablamos de algo tan delicado como las donaciones. ¿Cómo puedes venir aquí, si no es para preguntar tu fecha de vuelo? — cuestionó aprensivo el hombre, la espalda la traía recta y endurecida. Alzó sus lentes para conseguir apretar los dedos en el puente de su nariz; se veía molesto.
TaeHyun, que nervioso se hallaba dentro de la oficina, apretó la mano contra el hombro de BeomGyu; las feromonas que liberan ambas personas le hizo caer en cuenta que son Alfas. Alfas a luces de iniciar una discusión. Y eso le incomodaba.
Ciertamente, ansiaba irse, pero no deseaba dejar solo a BeomGyu cuando él le pidió que lo acompañara. Solo esperaba no presenciar una riña imposible de detener, nunca sabía cómo reaccionar ante ese tipo de situaciones.
— Papá — llamó calmado el Alfa menor —, no he venido a pelear contigo. Todo lo contrario, quiero terminar con este tema que nos fastidia a los dos — recalca, tratando de ser lo más sereno posible.
Sabía que TaeHyun pasaría por un mal rato si se exaltaba; y dejarse llevar por la impulsividad expectativa de su naturaleza, solo dejaría más daños sin resolución. Suficiente lección fue su confrontación con el menor de descripciones hermosas.
Aunque, a juzgar por la voz recia del hombre mayor, su terrible necedad seguía avivada en llamaradas dentro suyo. Debían ser huracanes causando estragos en su sangre, pues el chirriante sonido de la silla contra el suelo no fue amable, mucho menos esplendoroso. Es incredulidad probablemente. BeomGyu torció los labios al no conseguir ser comprendido.
— No, BeomGyu. Esto ya no solo se trata de ti. ¿No sabes la cantidad de personas a las que he consultado, durante todos estos años, para buscar un tratamiento que pueda funcionarte? Ahora, que finalmente existe una manera, ¿dices que no quieres hacerlo? — regañaba indignado el doctor, y decidió ponerse de pie, experimentándose incapaz de seguir sentado mientras miraba a su hijo devorado por el insípido gris opaco. Ese tono que le recordaba lo perdido que se hallaba. Caminando sin dirección, sin futuro aparente. No estaba dispuesto a dejar que malogre su vida de esa forma terriblemente irresponsable —. Deja de pensar en tu salud al igual que un juego. No estarás muy convencido ahora, pero después de la operación me agradecerás.
BeomGyu arañó las esquinas del apoyabrazos, disgustado por la insinuación de su progenitor. Empezaba a creer que fue un completo iluso al pensar que podría cambiarle la perspectiva —. No lo comprendes — declaró agrio, la acidez de aquella frase le quemó la garganta —. Yo no estoy jugando, sin embargo, tú siempre has tomado mis palabras al igual que un juego. Por eso crees que mi ceguera tiene culpables y necesitas recompensar cuando ya todo acabó. — El corazón le martillaba en el pecho mientras soltaba tal revelación. Pesado y lamentable —. Deja de insistir con esa operación, deja de mandar personas a tratar de convencerme, deja de ignorar lo que deseo. Te lo pido, por favor.
En esos instantes, TaeHyun sentía que BeomGyu era como una liga siendo tensada. Dudó un par de segundos antes de animarse a darle una caricia poco contundente al costado de su cuello desnudo, nada escandaloso, simplemente cepilló sus heladas yemas contra la piel ardiente. Aun así, ese pequeño roce alivió la bruma que atormentaba al mayor, el cual recordó que TaeHyun se hallaba parado detrás suyo. Y se removió apenado tras el desliz de su mente; el desliz llamado sentirse apoyado… hasta protegido.
Por primera vez, en demasiado tiempo, la palabra protección era prácticamente un caramelo rondando en su boca. Motivado alzó la diestra para buscar la mano apoyada en su hombro, sin importarle nada en absoluto, abrió los dedos y los extendió hasta cubrir la mano del menor.
Porque, ah, explotaría en su asiento debido a la cólera que le produce no conseguir las palabras adecuadas que logren expresar lo que siente. A ese punto, la insatisfacción que lo invadía era gigantesca. No conseguía ser entendido y no conseguía darse a entender.
— ¿Quién no se lo tomaría cómo una broma? — replicó el doctor, bordeando la mesa para acercarse al asiento de su hijo —. ¿Quién puede creer que alguien desee quedarse ciego, BeomGyu? Dime, ¿no es que, en realidad, tienes miedo a que la operación salga mal? Quizás... no quieres experimentar fracasos o llenarte de falsas esperanzas; todo eso lo puedo llegar a comprender. Mas ¿quedarse estancado por gusto propio...? — declaró abiertamente, cuán absurdo le parecía los pedidos del contrario. Pura incongruencia es lo que rescataba ante sus oídos —. Debe ser una broma de mal gusto.
El hombre se cruzó de brazos tras inhalar profundamente, aunque no mencionaba palabra al respecto, estaba al pendiente del contacto que TaeHyun y BeomGyu mantenían tan desvergonzadamente. Ni un ápice de pena por él, que se encontraba justo delante suyo. Al parecer, ya no les importaba esconderlo.
Fue tentado a revolotear los ojos después de su vago pensamiento, pues si aplicaba una ligera memoria de eventos, ellos nunca se dignaron a esconder nada. Por el contrario, las ventilaciones de sus demostraciones eran demasiado públicas en el hospital.
Y no le causaba disgusto, conocía a TaeHyun por largos años debido a su generosidad como ayudante voluntario, el chico le inspiraba una buena confianza, sin embargo, temía que le diera más alas a BeomGyu para seguir empecinado con ese delirio suyo. Dios, ¿por qué su hijo es tan terco?
— Sé que puede ser difícil de procesar — dijo el Alfa tras exhalar en mal humor, frotando el índice a lo largo de la piel helada debajo de su palma —. Pero no es una decisión que tomé un día cualquiera al azar, por el contrario, me costó muchos años de cuestionamientos y adaptación el darme cuenta que todo lo que poseo, soy yo. Quizás sí sienta temor, o tal vez llegué a desear demasiado esta oportunidad, sin embargo, después de tanto esfuerzo y dedicación que he puesto para comprenderme y aceptarme, ¿cómo podría ser capaz de abandonarme de esa manera? — inquirió inquieto, parando un instante se vio hallando consuelo en la conexión intangible que lo enlazaba con su entorno. Él podría parecer perdido, más entre parecer y estarlo, agradece la gran brecha que existía —. Exigir que me comprendas ahora seguro no es correcto, entonces, solo te pido una cosa papá; respeta mi decisión.
BeomGyu invierte energía en sus piernas para levantarse de su asiento con el fin de ir hasta el Alfa mayor por su propia cuenta, demostrarle autonomía. El corazón le palpitaba casi dejándolo sin aliento, y pese que su voz no tiritó, los nervios le traicionaban; a tal punto de hacerlo inconsciente de sus manos. No sabe cómo sucedió, solo que su brazo izquierdo se hundió al presionar la madera de la misma. Y el lamentable sonido repentino crispó sus oídos.
Los párpados del azabache se abrieron desmesurados al hacerse a un lado por inercia, sorprendido de notar la silla volcada gracias a la impetuosa fuerza del Alfa de cabellos tintados. Una exclamación de sorpresa se escapó de su boca como un chillido asustado, no consiguió controlarse al ver al Alfa trastabillar, tras chocar el talón contra una de las patas.
— Gyu — murmuró atónito TaeHyun, con las muñecas pegadas a su pecho al no saber dónde más ponerlas. Viendo cómo él oscilaba entre caminar o empujar todo aquello que tocara por casualidad —. Gyu... — repitió, alcanzando de inmediato uno de sus antebrazos para alejarlo del estante al que retrocedía. Evitando que se estrellara contra el vidrio y se desatara cualquier tipo de desastre secundario.
— No pasa nada — mintió el mayor, y también lo dedujo fácilmente, pero no intentó rebatir. BeomGyu estaba crispado, inusualmente torpe con las direcciones por las que decidía caminar. Incluso había tropezado, él nunca le había visto tropezar antes —. Vamos, guíame hasta la puerta, por favor — pidió el afectado, aceptando agradecido el soporte que el azabache le brindaba.
Qué avergonzado se encontraba, otra vez le demostró a su padre que él no es tan funcional e independiente como ansiaba siempre mostrarse. ¿Por qué se tuvo que voltear esa silla?
— Sostente aquí — indicó en un susurro amable TaeHyun, no soltó su mano hasta asegurarse que sus falanges estén bien sujetados de su antebrazo. BeomGyu apretó un poco la tela en sustento, sin aplicar fuerza demás que pudiese herir, a pesar de andar apretando sus labios con temible fiereza.
Los ojos cristalinos de TaeHyun se cayeron tristemente al caminar, aun así, hizo lo que el Alfa de cabellos bicolor le solicitó casi sin voz. Esquivando a los estantes y a la pequeña mesilla se dirigió a la puerta, con la mano rodando la perilla se detuvo cuando el doctor volvió a hablar.
— Deberías estar consciente de que no siempre TaeHyun estará a tu lado para ayudarte a estabilizar, no siempre contarás con alguien a tu lado para cuidar y velar por ti — le recalcó el doctor a su enamorado hijo, observando como la espalda que antes tendía a mantenerse curvada y solitaria, ahora relucía ancha, convertida en un fuerte alto y seguro.
BeomGyu ya no era más un pequeño niño.
El hombre parpadeó ante la imagen mental que obtuvo; tal vez un poco inseguro al verlo entrelazado con confianza al azabache, pues no recuerda ni una sola vez en la que su hijo le haya pedido ayuda para guiarlo o sostenerse. Antes cualquier acción caritativa daba la impresión de irritarlo. ¿Qué es lo diferente ahora?
— ¿Es esa la vida que deseas para ti? — dijo con un sabor amargo, este extendiéndose a lo largo de su boca.
La molestia de TaeHyun se elevó abruptamente, su boca ya no conseguía cerrarse ante sus pensamientos.
— Doctor Choi, ¿por qué se niega a notarlo? Usted debe de conocer a BeomGyu mejor que yo, entonces ¿por qué insiste en pretender que Gyu no vive por su propia cuenta desde tiempo? — inquirió con el mejor tono conciliador que pudo evocar. Mirando cortamente al Alfa, prosiguió seguro —: Él no necesita a alguien que lo cuide como si fuese un recién nacido. Usted sabe lo que su hijo realmente requiere, pero se niega a entregárselo. — TaeHyun giró levemente su cuerpo y le mostró una sonrisa al doctor —. Quizás lo necesita más a usted, de que lo que me necesita a mí.
El padre del Alfa se quedó sin habla, no sabía que estaba tan a la defensiva con su hijo que dejó de lado su comprensión hacia BeomGyu, para buscar que prevalezca lo que creía mejor para él. Sus labios se contrajeron entumecidos; confuso porque aún seguía creyendo que no aceptar la operación era una completa locura. Pero ahora está dividido, porque su hijo parecía demasiado seguro de su decisión y él seguía dudando de su meditación.
— ¿Abandonarás la oportunidad de llevar una vida normal y sin tantas complicaciones? Tus problemas ahora solo aumentaran, te verás limitado en tu vida social, laboral, con algunos familiares y hasta amorosa. Vivirás siempre limitado, ¿lo entiendes? — cuestionó detrás del Alfa menor. Él era consciente de lo cruel que estaba siendo al decirle esas cosas a su joven hijo; pero prefería que realmente conociera las dificultades que conlleva su elección. Una elección con la que se ligará el resto de su existencia.
Después de un tiempo, la respiración de BeomGyu se ralentizó lo suficiente para dejar de oír a su pobre corazón bombear como si fuese pisado por una manada de toros excitados.
— No tengo miedo de las limitaciones, papá. Siempre he convivido con ellas y sé que no desaparecerán de la nada. Sé que puedo ser feliz ahora y en el futuro, lucharé por ello — lo terminó de decir como si fuera una promesa consigo mismo. Y esa era la realidad. Él iba a ser feliz en el mañana, como lo es en el ahora.
Después de mencionar esto, BeomGyu dio un paso adelante, instigando a TaeHyun a seguirlo y que reanude su guía para salir del despacho de su padre. La puerta se abrió y cerró en un resoplido, el hombre mayor solo pudo suspirar profundamente, llevando sus cabellos hacia atrás en signo de cansancio.
Había tanto que pensar.
La sensación de esa tarde era demasiado extraña. El bullicio provenía de todas partes y, a la vez, de ningún lado. Su mano sujetaba firmemente la aza de su maleta negra y, debajo de las suelas de sus zapatos, la madera veraniega crujía cada que taconeaba ansioso.
Aún lograba sentir el vacío en su bolsillo derecho, el frío ingresando en donde antes su billetera se encontraba. Billetera de la cual, había sacado dinero; con el objetivo, de tener un pasaje de tren pagado para volver a Busan, y este ya se hallaba en el bolsillo superior de su chaqueta. TaeHyun distrajo su mente, imaginando que ese papel se volvía tan pequeño, como si osara de vida propia; anhelaba que desapareciese en el filo de sus tarjetas.
No quería irse, pero estaban ahí, esperando el vehículo que lo transportaría de Gangnam a Busan.
— ¿Así que me llamarás y me enviarás audios todos los días? — BeomGyu preguntó a su costado.
Él alzó el rostro en dirección al perfil del Alfa, sonrió contento ante el recuerdo de aquella promesa. Su corazón se desentrañó un poco, cayendo en cuenta que debería aprovechar esos minutos para grabar lo más que pueda en su mente la existencia completa de BeomGyu. ¿Por qué se estaba deprimiendo tan pronto?
— Lo haré. Espero no me cuelgues por casualidad como las primeras pruebas que hicimos o me deprimiré — contestó en cambio, soltando su maleta se apretó al costado del chico bicolor. Y pese que trató de bromear, aún su corazón latía como si el reloj y los minutos lo atormentaran.
BeomGyu estiró el brazo y envolvió a TaeHyun, posando la nariz por encima de la cabellera azabache. Se lamentó en silencio; pues se le será tan difícil alejarse por tanto tiempo del aroma vigorizante y tranquilizador de su pareja. Quizás, debería empezar a cultivar sándalo y ylang ylang, de otra forma, solo visionaba puros días lóbregos y grises como futuro.
— No hay forma en que me equivoque. Lo tengo completamente dominado — mencionó en voz baja, aunque la arrogancia en su tono era evidente.
TaeHyun carcajeó divertido, admirando la confianza con la que BeomGyu hablaba; después de casi aventar su teléfono desempolvado medio millón de veces hace tres días. El Alfa realmente no toleraba cometer errores.
— No hay forma que pases por error de dedo, ¿verdad? — inquirió, refiriéndose a la nueva configuración auditiva y nota de voz que puso en el móvil del Alfa —. Si la llamada se rechaza, solo me quedará captar el mensaje — mencionó pobremente, con la cara enterrada en el hombro contrario —. ¿Me extrañarás?
El menor levantó el mentón ante el tremendo suspiró que soltó BeomGyu, frunció el ceño en reflejo y esperó tontamente a que el mayor reaccionara a su gesto ofendido. No pasó mucho tiempo para que volviera a presionar su nariz contra el cuerpo ajeno; todo en signo de protesta.
Mientras, BeomGyu suspiró por lo ridículo que le parecía la última pregunta, inclinó su alto cuerpo para abrirse, liberando cierta preocupación inminente —: ¿Acaso si alguien se convierte en una parte muy importante de tu vida, no quieres verlo todos los días? — Encogido sujetó cariñoso a TaeHyun por la cintura, prácticamente aferrándose a él —; aún no te has ido y ya siento como si algo me faltara. El nacimiento de nuestra conexión fue rápido, el período en el que empezamos a salir también; ahora solo deseo que la espera y la separación sean aún más veloces.
TaeHyun gimoteó y lloró en acuerdo, sus dedos se retorcieron y arrugaron el cardigán del Alfa en un intento de atraerlo fuertemente a un abrazo asfixiador —. Oh, BeomGyu; te extrañaré cada minuto que pase sin estar entre tus brazos, lejos de tu aroma, privado de tu calor. No me quiero ir. — El burbujeante sonrojo hizo su aparición al acentuarse en los pómulos siempre redondos y sensibles del menor, ardiendo y hasta latiendo.
BeomGyu no habló, solo se apresaron, usaron sus brazos como si fuesen sogas y se amarraron al otro. Bebieron de sus esencias y las tallaron vehementes en sus almas unidas. Apretaron cada parte de su cuerpo y memorizaron sus moldes. Ellos probablemente inspiraban a las estrellas a brillar, al sol a iluminar y a la luna a reflejar; quizás son ellos los causantes de las constelaciones y el cantar melodioso de los pájaros, de la bondad. Quién podría saber si ellos son el encuentro favorito del viejo señor amor.
Nadie lo podría negar, como nadie podría confirmarlo; pero el mundo es testigo, que ellos son algo muy especial, poco visto, pero auténtico. Los favoritos del cielo, sin embargo, existía un orden el cual mantener y debían existir desafíos que unificaran. Y este era el de ellos.
Justo en el instante que sus frentes rozaron, una fuerte ráfaga y el sonido de una campana apurada los inundó a los dos; pasó rápido, no deteniéndose en esa estación, pero anunciando la pronta llegada de los demás.
— Tyun, pon atención a los trenes, pronto vendrá el tuyo — escuchó a su madre avisar con voz alzada; pues ella y su padre decidieron darle algo de privacidad con su pareja y se quedaron en las bancas más cercanas.
El menor le asintió con la cabeza al separarse del abrazo. Luego sujetó fuertemente las manos del mayor, entrelazando sus dedos en un patrón equitativo y natural.
— Les pedí a mis padres que te dejaran en el hospital o en tu casa — le contó nervioso de su reacción, temía incomodarlo; pero se relajó al no ver ni presentir que colocó en una posición complicada al mayor —. Aquí hay demasiadas personas, olores mezclados y sonidos difusos; no quiero que pases por tantas dificultades por mi culpa. Además, mi padre mencionó que le gustaría cenar contigo — picoteó su pecho con el índice, transmitiendo su propia felicidad por esta propuesta —; aunque yo no podré estar.
BeomGyu siguió el camino mecánico de sus dedos deslizándose por el cuello tierno del menor, escalando su nuca y mezclándose se perdió entre las ligeras ondas de los sedosos hilos oscuros. Masajeó y en su boca dejó aparecer una alargada sonrisa tímida.
— No te preocupes, cariño. Tus papás me lo dijeron por el camino y he aceptado. Realmente espero caerles bien... estaré bien — pronunció, contagiándose de la pasiva conmoción del menor.
Abrió la boca buscando una manera de jugarle una broma a BeomGyu, cuando de pronto, la gente se junta hasta el límite de la línea de entrada, y el tren rojizo aparece a sus espaldas anunciando que los pasajeros aborden el vagón. Oye una vez más a su madre avisarle sobre su tren, y él no puede ni siquiera moverse para recoger su maleta.
Ah, netamente inmovilizado, se negaba a soltar la mano del mayor. Tal vez pensando en un traslado y continuar sus estudios en Gangnam. Maquinando cientos de conspiraciones con tal de no separarse de su pareja.
— Tienes que irte — aquella frase lo descolocó, tragó duro y el nudo en su garganta se endureció. TaeHyun lo observó atentamente, investigando algún signo de BeomGyu, impotente e indispuesto a que se vaya de verdad.
— ¿Q-Qué?
Sus carnosos labios se arquearon. — Yo te esperaré, no importa el tiempo que tome, o cuanto te anhele a mi lado. Yo esperaré primero a que cumplas tus metas personales, quiero ser quién te apoye en lugar de quién te retiene. Este tren no es más que tu camino de vuelta para convertirte en alguien que ayudará a muchas personas en el futuro, en alguien feliz.
Los ojos azules del azabache se cristalizaron, y se esforzó en no llorar al hundirse nuevamente en los brazos del particular Alfa de cabellos bicolor.
— ¡Me tienes que contestar todas las llamadas, Gyu! ¡Formaré un nuevo océano, si no lo haces! — exclamó entrecortado, frotando sus ojos y nariz en el cuello acanelado —. Hablaremos de los colores, de las flores o del amanecer; aprenderé a describir mejorar cosas para ti. Te contaré sobre muchísimas cosas, tanto que te aburrirás de mí.
El mayor ríe y llora desde su corazón, amando la ternura que le provocaba la presencia de TaeHyun. No lo quería soltar, pero aun así lo hizo.
— Entonces, en nuestra primera conversación por celular, dime cuál es el color más bello de todos — instigó, respirando ampliamente dejó que sus labios mostraran su dentadura al sonreír.
TaeHyun asintió, esbozando una cálida sonrisa también, y alzándose en sus pies se inclinó para besar cortamente a BeomGyu, siendo prudente porque sus padres se hallaban cerca.
Finalmente, consiguió dar pasos fuera de su burbuja formada; encaminándose a sus padres que se habían acercado para apurarlo. Los abrazó y los besó en la mejilla, con ellos siendo realmente fácil, pues estas despedidas ya eran frecuentes entre la familia Kang.
Casi todas las personas ya estaban dentro del tren, el azabache tuvo que dar pases veloces para ir a la puerta de ingreso que amenazaba con cerrarse y partir.
No obstante, TaeHyun se dio la vuelta a centímetros de la entrada, soltó su maleta en medio del aire, sin importarle que corriera el riesgo de romperse al impactar contra el suelo, tampoco consideró qué haría si el tren lo dejaba; lo único que inundaba en su mente era un hombre de cabellos rosados y cremas, de lunares curiosos y coqueta personalidad. Una persona que le pedía colores y le ofrecía mundos al cual pertenecer.
TaeHyun corrió y saltó sobre BeomGyu, consiguiendo hacer que se tambalee gracias a la sorpresa. El mayor apenas había conseguido sujetarle las piernas por mero instinto, cuando TaeHyun le roció su caliente aliento dulzón, casi de inmediato desapareciendo en el interior de su boca. Los extremos de sus mejillas eran acunados en las manos del menor mientras se aseguraba de sellar sus labios en un beso apasionado.
— ¡TaeHyun, perderás el tren! — exclama preocupada su madre, entonces, el menor decide que es suficiente para sobrevivir; el hormigueo en sus belfos lo acompañarán durante todo el recorrido.
Travieso se encoge al lado de la oreja coloreada; y susurra algo secreto -solo para el mayor-, antes de bajarse y salir corriendo en busca de su equipaje. Por los pelos abordando el tren.
Aturdido, BeomGyu se estremece cuando percibe el impacto de una ventana chocando contra su limitador. Desde ahí la voz de TaeHyun resonaba hermosa y memorial.
— ¡Buscaré otro tema para hablar en nuestra primera llamada, mi amor! ¡Me escaparé un día de la universidad e iré por ti! ¡Espérame! — gritaba el pobre loco enamorado desde su asiento por la pequeña ventana.
— ¡TaeHyun! ¡Deja de sacar la mano por la ventana! — esta vez le llamó la atención su padre, y BeomGyu no pudo más que sonreír ante las risas risueñas del menor —. Este muchacho... de verdad, sigue siendo un niño — siguió quejándose esta vez con su esposa, viendo como el tren ahora se hallaba fuera de su visión.
BeomGyu creyó que lloraría cuando TaeHyun hubiese partido; el estómago se le contrajo y realmente ansiaba retenerlo. Sin embargo, con el sabor dulce y suave con la que permanecía su lengua y los puntos pinchando ambos labios, él no conseguía más que agradecer el sentimiento de felicidad que lo invadía. Su promesa en el tren y el susurro en su oreja era lo único que su mente evocaba una y otra vez.
“El color más bello de todos es el de tus besos”
Sé que no tiene nada que ver y, que es totalmente irrelevante para muchos; pero ayer me di un golpe en la columna y se me hinchó bien feito.
Gente, creo que moriré qbfkq )))):
Cambiando de tema.
Yey, felicidades, ¡acabas de llegar al final de la obra!
Mentira, falta un poco más qkdn.
Gracias por todo el apoyo. <3
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