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— Lo has hecho muy bien — felicitó entusiasmado —, ¿vas a obedecer y tomar todas las medicinas que el doctor te ha mandado?

El niño asintió fervientemente con su cabeza, esperando con anticipación su recompensa —. ¡Sí! — exclamó, y sonrió alegre cuando vio al chico meter su mano dentro del bolsillo de aquella camisa blanca que llevaba puesta.

— Cuídate, a pesar que me gusta tu sonrisa no quiero verla por aquí. ¿Estamos de acuerdo? — Cuando el pequeño afirmó en concordancia le entregó un chupetín.

Acarició sus cabellos y se inclinó en despedida para la madre, mas antes le indicó en donde podía ubicar la farmacia del hospital.

Los múltiples sonidos lo inundaron una vez salió del cuarto compartido por otros pacientes. El olor característico a desinfectante lo acompañó por los largos pasillos blancuzcos. A su lado, grandes ventanas enseñaban el amplio jardín, siendo este más grande que el mismo centro. En su pecho, sujetado, yacía la tableta rectangular de madera que enganchaba unas hojas apuntadas con nombres y apellidos.

De pronto, la nostalgia hizo que retrocediera unos cuantos años; recordándose así mismo hacer las mismas acciones, pero en un pasillo más corto y menos nuevo. Siendo empujado sin descanso a distintos pacientes que pedían ser atendidos; la escasez de personal no le permitía descansar. Un pañuelo utilizado para secar su sudor y una botella de agua pura, fueron sus fieles compañeros.

Una tarde empacó sus maletas y se despidió de su servicio social en el hospital que lo dejaba agotado cada día; pero lo hacía tan feliz.

De sus protectores padres que lo apoyaron y amaron mucho, a pesar de haberse presentado como un Omega siendo su único hijo.

De los niños que venían a él para curar los rasguños causados por los juegos bruscos y formar un círculo donde contarían distintas historias.

De la hermosa tierra en la que nació, creció y le regaló tantos buenos momentos muy significativos que atesoraría toda su vida.

Fue a estudiar a otro lugar que le recomendaron, Busan era tan grande y él tan minúsculo. Las personas de allí parecían querer comerlo vivo; nunca había sido tan consciente de ser un Omega hasta que muchas bocas con tonos distintos de voz, se lo repitieron constantemente.

El que estudie por medio de una beca completa parecía molestar más a sus compañeros, hasta que pasaron unos años y las cosas se calmaron. Hizo buenos amigos, recibió invitaciones a grandes fiestas y paseos para pasar sus vacaciones finales; a pesar de ello, siempre regresó como este año, a Gangnam.

Abrió la puerta del despacho del doctor Choi cuando se le autorizó la entrada tras tocar la madera. Le sonrió cortésmente al hombre que le permitió ayudar en el hospital a pesar de su noble edad, aunque ahora puede inscribirse como servicio social.

— Oh, TaeHyun — dijo el hombre en un tono de grata sorpresa. El Alfa mayor señaló el asiento delante suyo —. Es bueno verte otra vez, ¿qué tal Busan? ¿Cómo están tus padres?

— No tan verde como esta parte de Gangnam, pero tiene muchos sitios para visitar — TaeHyun contó mientras estrechaba la mano contraria; feliz de estar rodeado de tanta familiaridad —. Felizmente mis padres están bien, gracias por preguntar, doctor.

El mayor asintió, relajándose un poco en su silla al decidir tomar un corto descanso de los historiales médicos.

— Entonces, ¿cumpliendo unos meses más de servicio social en este humilde hospital? — preguntó, la sonrisa amable con la que le recibió no desapareció en ningún momento.

— Sí, aunque parece que ya no necesitan tanta ayuda — mencionó mientras dirigía sus ojos casualmente al patio, vagando a través del paisaje que se presentaba tras la luna de vidrio; y sin pensarlo, se detuvo a observar la silueta de un chico sentado a espaldas de él.

Frunció la nariz dulcemente divertido, ¿quién se tiñe el cabello de dos colores repartidos en cada mitad de la cabeza? Qué extravagante.

El Alfa negó, acomodó una pila de hojas y le corrigió —: Siempre se necesita ayuda aquí, siempre.

— Uh, ujum… — el Omega de cabellos negros coincidió. Parpadeando volvió su atención al profesional delante suyo —. Doctor, — llamó y le acercó la tablilla con las hojas ajuntadas para entregársela en las manos mientras explicaba —: son los datos de los pacientes de la mañana, también están registrados en la recepción.

— Bien hecho, Kang.

Mientras el doctor Choi leía rápidamente los datos, los orbes azules del menor se desviaban al desconocido que parecía disfrutar del clima con los ojos cerrados. La distancia no le permitía observar bien su rostro, pero la curiosidad le latía y su lobo interior también fisgoneaba curioso e interesado al extraño.

— ¿Ese chico ha llamado tu atención?

TaeHyun parpadeó, dejando su ensimismado actuar al escuchar la voz interrogante del doctor. Abrió la boca excusándose rápidamente —: Su color de cabello me parece muy inusual y me preguntaba si está de visita, ya que es la primera vez que lo veo — tosió al terminar. Suspirando después se levantó —. Debe de tener mucho trabajo, doctor Choi, no lo molesto más. Ha sido un gusto hablar con usted después de todos estos meses — dijo al inclinarse en una leve reverencia por respeto.

— Nunca molestas, TaeHyun; el gusto fue todo mío — dijo el Alfa mayor, guardándose su regaño al ser tratado de esa manera tan formal, aunque dejándolo pasar al saber que el pelinegro lo prefería de esa forma.

Cuando TaeHyun se retiraba, sopesó sus ideas. Picoteó con sus cortas uñas el pulcro escritorio, debatiéndose mentalmente lo correcto que sería pedir su ayuda. Giró su silla en dirección al chico Alfa que para él no era ningún desconocido. Quizás no debería involucrarlo, pero estaba tan desesperado...

 — TaeHyun, ¿podrías ayudarme en algo? — preguntó aún inseguro el hombre, algo apenado de recurrir a esos métodos.

El nombrado se volteó, la parte trasera de la silla movible fue lo primero que recibió al regresar en sus pasos. Siguió con la vista el brazo estirado del médico, que le señalaba al mismo joven que despertó su inexplicable interés —. Claro, doctor Choi... ¿de qué se trata?

Arrugó los labios un instante, como si se detuviera a cuestionar otras opciones cuando claramente todas fracasaron. Sonrió triste esta vez al enfocarse más allá de la ventana —. Ese chico es un Alfa, su nombre es BeomGyu y tiene veinticuatro años... — divagó en la información que revelaba. Al voltear el rostro se aseguró que los ojos azules del menor chocaran con los suyos —. Choi  BeomGyu — pronunció su nombre completo, como si fuese algo de importante saber.

Y TaeHyun repitió el apellido en un mudo sonido; extrañándose con sus deducciones junto al comprendimiento que llegó a su cerebro.

Delineando visualmente al Alfa que seguía sentado en esa banca de madera; con sus hebras tintadas de dos colores distintos bailando libres y desordenadas a causa de los soplidos de la naturaleza; se sentía asombrosamente liberado.

— Padece de ceguera.

El médico dejó las palabras en el aire; como si el vocablo pesara tanto hasta para decirlo; casi desamparando a la oscura continuación oculta tras los sucesos de los recuerdos pasados.

 — ¿Él es su...? — siendo cuidadoso cuestionó sin completar; no queriendo adelantarse a especulaciones.

— Sí, es mi hijo — directo confirmó. Al parecer ya acoplado a esa aceptación.

TaeHyun pensaba que si no hubiera permanecido tanto tiempo en un hospital seguramente su rostro apacible estaría mostrando el estrago de su interior, su lobo había aullado y se sentía totalmente sorprendido. Parado al costado de la ventana, examinó el rostro del al Alfa a las lejanías, especialmente la zona superior de su cara.

Sabía un poco acerca del tema; pero había visto algunos casos, entre ellos ojos hundidos, rojos, uno claramente más grande que el otro, achicados, etcétera. No obstante, ese chico con los párpados cerrados disfrutando del otoño, parecía tan lejano de cualquier problema o dificultad.

— Entonces... — su voz fue baja — ¿mi ayuda va entorno a él? — la pregunta se liberó con cierto ápice delincuencial, pues la traviesa esperanza y emoción flotando a su alrededor ha de ser penada. Porque no debía de tenerla, pero realmente experimentaba la necesidad de conocer más de él.

Dios, qué terrible necesidad.

El hombre mayor inhaló fuertemente, inseguro aún si darle cabida a una situación tan compleja hasta para su propio entendimiento —. Tengo un amigo en Londres que ha tratado varios casos como el de BeomGyu — inició a explicar su problema —; él le hizo un examen hace un año, tiene sus pruebas allá y hay posibilidades de que BeomGyu pueda recobrar la vista. Si sigue el tratamiento y se somete a las cirugías los porcentajes para que funcione son altas...

— ¿Pero? — se adelantó el azabache; pues el ritmo apagado y poco animoso del contrario no daba entrada a la buena noticia que eso significaba.

TaeHyun lo captó llevando sus cabellos con ligeros hilos blancos hacia atrás de su cabeza y la frente arrugada, unos signos claros de estrés —. No está interesado, no quiere hacer nada para curar su ceguera.

Le fue inevitable no fruncir su ceño, demasiado extrañado de esa respuesta —. ¿Por qué no querría? Si existen altas posibilidades de que el tratamiento funcione vale la pena intentarlo. — Se detuvo un momento a admirar su alrededor, aunque el blanco consumiera casi todo el lugar, no se podía imaginar perderse de los matices que diariamente, segundo por segundo, lo cubren. Ese chico, ¿deseaba perderse del mundo? TaeHyun reflexionó y bastante tocado murmuró —: Quizás, ¿tiene miedo?

El fuerte suspiro forzado del doctor se escuchó en el espacio.

— Realmente no lo sé, no me lo quiere decir. Pero aun así... Esta es una gran oportunidad para él, no quiero que lo deje ir tan fácilmente. El recorrido será largo y hará un cambio en su vida; sin embargo, lo ayudará a relacionarse con este mundo otra vez. Será un cambio muy positivo, estoy seguro — comentó repleto de confianza.

Con ese mismo sentimiento instaurado en su mirada, le habló —: Solo sería bueno que se lo menciones e intentes convencerlo, tienen una edad similar, tal vez sea más accesible de esa forma. Si quieres piensa que es uno de tus futuros pacientes, trátalo como un niño de pensamientos difíciles de entender. Cualquier cosa, solo... muéstrale que tiene una gran oportunidad en sus manos que no debe rechazar.

AJAJAJSJAJA, ESTOY MUY ENTUSIASMADA.

¿Yo? Yo subo nuevas obras, pero no actualizo las que tengo pendientes.

Me disculpo por eso, pero ajam; me pondré al día con todo muy pronto. Gracias por leer. <3

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