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4. Naranja Mandarina

- "¿Sabías que Stephen King padece triscaidecafobia, lo cual es un miedo irracional al número 13?"

- "¿Y tú vas a seguirme diciendo cosas sin sentido o vas decirme tu nombre, Serendipity?"

El color carmín volvió a reinar en las mejillas de Louis.

Habían estado de aquella manera por lo menos una media hora, entre miradas tímidas y tartamudeos por parte del más bajo. Sus corazones latían rápido, como una maquina a vapor a toda velocidad, claro, sin ser conscientes de aquello. Cada vez comenzaba a hacer más frió, las manos de Louis se enfriaban, y los rizos del de verde mirar parecían volar con cada ráfaga de viento que se hacía presente. Sí, Louis se quedó mirándolo como un tonto cada que aquello pasaba, pero era un secreto que solo el sabría, y si Harry en algún momento había llegado a darse cuenta, era lo suficiente inteligente para no decirlo en voz alta.

Cabe resaltar, que su charla estaba lejos de ser una del tipo superficial.

Louis fue el primero en comenzar a hablar, contando cada maldita cosa que pasara por su cabeza, sin ser consciente de que el rizado, no entendía ni la más mínima palabra que salía de aquellos finos labios color cereza. Primero fue el color naranja. Louis había comenzado diciendo que, en la naturaleza, el color naranja cumplía un papel importante en la coloración de advertencia, también llamada aposemática, de los animales, aclarando también que ciertas especies utilizaban este color —generalmente en combinación con negro u otros colores contrastantes— para advertir a los depredadores de su toxicidad y/o mal sabor.

El chico de rizos no había entendido ni la mitad de las palabras que habían salido de aquella boca, pero no iba a negar lo lindo que se veía aquel pequeño castaño hablando de cosas que, seguramente, nadie sabía.

- "¿Por qué me dices Serendipity?" – Louis decidió preguntar, sintiéndose bastante intrigado por aquel singular apodo que el de verde mirar le había otorgado.

- "Es lo que eres" – El chico de rizos solo sonrió, con hoyuelos y todo al ver como el más bajo ladeaba su cabeza, aun sin comprender – Y será así, al menos hasta que sepa tu nombre.

- "Entonces ¿Qué significa?

- "¿Sabes lo que es la triscaidecafobia, pero no lo que significa Serendipity? Me siento raramente decepcionado" - Louis hizo un pequeño puchero, Harry se esforzó por no besar aquel puchero.

Y tal vez el rizado había dado justo en el blanco; Porque Louis sabía que diecisiete de las dieciocho especies de pingüinos que existen se encuentran en el hemisferio sur, pero no sabe cómo comportarse frente a un chico. Menos con uno poseedor de tanta belleza como el más alto lo era.

Un vago recuerdo de su primera vez hablando con un chico se hizo presente en su mente. Sus manos sudadas, su corazón bombeando sangre a todo su cuerpo a gran velocidad, su cuerpo entero temblando, todos los síntomas de un adolescente hormonal nervioso manifestándose en su pequeño cuerpo con la corta edad de catorce años. Recordaba el aleteo de mariposas en su estómago, y las pequeñas y dulces sonrisas cargadas de inocencia que ambos se dedicaban. Louis recordaba sentirse vivo, flotando en una nube de felicidad de la cual era muy difícil de la que baje, en donde solo se encontraban el, y el otro chico rubio de pecas.

El problema se presentó cuando Louis bajo de aquella nube, y el golpe dolió demasiado.

La "relación" que llevaba con el lindo chico rubio de ojos grises, no había sido más que un mero pasatiempo, una distracción, un "desliz" y más sinónimos hirientes de aquella palabra que Louis se esforzaba por no recordar. Esas eran las palabras que le había dado el chico de ojos grises para justificar el rompimiento de su relación. Louis recordaba haber sonreído, alzado el mentón y cruzarse de brazos, respondiendo con la misma soberbia y gracia que el rubio, que el opinaba igual que él, que solo experimentaba.

Claro que, el de grisáceo mirar no debía saber que aparte de llevarse el primer beso de Louis, también se había llevado su primer corazón roto.

-"Oye, ¿No tienes frio?" – la grave voz del chico a su lado lo saco de su pequeña nube de pensamientos.

Cabe resaltar que Louis se sentía un poco mareado y sus manos temblaban. No era por el frio, no, al contrario, era por los guantes que el lindo chico de rizos le estaba ofreciendo.

-¿Guantes? – pregunto, las películas y libros lo habían entrenado para una chaqueta o tal vez incluso una bufanda. Pero no para guantes, no para que un chico de lindos rizos le ofreciera guantes a pleno comienzo del otoño.

-Tus manos están frías – respondió simple, como si no fuera la gran cosa, como si el saber que las manos de Louis se encontraban frías sin siquiera haberlas tocado no fuera algo raro. Raro bueno, Louis no se quejaba.

-Siempre están frías, todo el mundo me lo dice – murmuro bajito, comenzando a jugar con los guantes que el rizado le había tendido, luego de murmurar un bajo "gracias" – Sin embargo... ¿Cómo lo sabes? Ni siquiera las has...

Ahora Louis definitivamente sentía que su corazón iba a colapsar de lo rápido que latía.

El de verde mirar tomo sus manos delicadamente, interrumpiendo inconscientemente el hablar de Louis. Fue un toque delicado, fino, como si Louis fuese de porcelana o algo así y cualquier movimiento brusco podría quebrarlo. Asimismo, ese toque fue suficiente para ver la diferencia de tamaños entre sus manos, ya que las manos del más alto eran gigantes a comparación de las diminutas manos del más bajo. Sin embargo, eso no fue lo que hizo que la garganta de Louis se secara y que su corazón se salteara un latido.

Fue el rizado depositando un suave beso en la palma de su mano, rozando suavemente sus labios en el proceso y dejando estos presionados contra su piel durante un tiempo, lo que lo hizo cerrar los ojos por un momento, para tratar de evitar el sonrojo que parecía querer adueñarse de todo su rostro. Y fue cuando el de ojos verdes comenzó a ponerle con suma delicadeza los guantes cuando Louis se cuestionó si realmente estaba respirando.

El chico de rizos se tomó su tiempo con cada mano, colocando ambos guantes en las respectivas manos con lentitud y parsimonia, como si la noche no se estuviera presentando en todo su esplendor sobre sus cabezas. Hasta en un momento, Louis comenzó a sospechar que lo estuviera haciendo a propósito, ya que el de ojos verdes curiosamente jugaba con cada dedo del ojizarco, para luego ponerle las piezas de abrigo.

Sin embargo, cuando el chico más alto termino su tarea, independientemente de si tardo unos segundos o toda una vida porque a Louis de todas maneras le encanto, los bordes de los labios del rizado comenzaron a elevarse, hasta formar una sonrisa que pronto se convirtió en risa, mordiendo su labio inferior intentando, inútilmente, de contenerla. Louis lo miro confundido, con una pequeña sonrisa queriendo salir de sus labios, y solo le basto mirar hacia sus manos para darse cuenta de lo que ocurría.

Decir que los guantes del rizado le iban gigantes era decir poco.

Sus dedos ni siquiera llegaban a completar la mitad de los dedos del guante y aproximadamente dos de sus manos podrían entrar en esa pieza de abrigo sin mucho esfuerzo. Fue cuando el sonrojo invadió la cara de Louis cuando el de verde mirar no pudo evitar sus carcajadas, y el castaño, solo pudo hacer lo mismo, convirtiéndose entonces en dos adolescentes riéndose en el medio de un cementerio.

-No es gracioso – dijo luego de unos segundos, recuperando su postura seria, a lo que el rizado solo rio más fuerte.

-Pero mira estas manitos – el de rizos comenzó, volviendo a tomar las manos del más pequeño entre las suyas, jugando con ellas como si se tratasen de experimentos – Son como las de un bebe, ¿Compras en la sección de niños cierto? Porque eres tan pequeño.

Louis se dedicó a mirarlo, serio, con una ceja alzada y el rostro sin ninguna expresión, pero, con un sonrojo y un brillo en sus ojos que delataban todo lo que pasaba por su mente – Te odio – comento – Maldito Gigante.

-Soy Harry, no maldito gigante. – dijo el rizado con una media sonrisa, dejando la mano de Louis de lado y concentrándose en atar correctamente su cabello que se había desordenado.

-Harry – Louis pareció saborear el nombre en sus labios, y luego con una sonrisa en sus labios agrego – Harry el gigante.

-Harry, HA-RRY, Hazza, Jarra.

Si Louis se había pasado aproximadamente media hora repitiendo el nombre del rizado era algo que nadie debía de enterarse.

Había llegado a su casa hace algunas horas, con un lindo sonrojo en sus mejillas y un par de guantes que no le pertenecía. La sonrisa plasmada en su rostro no se había borrado en todo el camino, ensanchándose incluso más al recordar pequeños detalles de lo ocurrido unas horas atrás. Fue en el momento en el que Louis entro en su cuarto y se recostó en su pequeña cama cuando empezó a jugar con el nombre del más alto, inventándole apodos o simplemente degustado el sonido de su nombre, como si fuera el más hermoso de todos.

Si, no todo era tan lindo como parecía.

-¡LOUIS! La comida esta lista cielo, baja a comer.

¿Era siquiera algo normal el sentirse solo y triste en tu propio hogar?

Louis creía que no, que con su vida debería ser la persona más feliz que alguna vez hubiera pisado la tierra. Pero allí estaba, aburrido y triste, sentado en la mesa junto con su madre y padre, que compartían palabras entre ellos, sin importarle mucho si Louis quería unirse a la conversación.

No es que Louis los odiara, Louis era incapaz de culpar a sus padres de algo, incapaz de siquiera llamarlos malos padres. Simplemente no sentía nada. No lo malentiendan, amaba a sus padres, los quería con todo su corazón, pero parecía que nada podía llenar ese vacío del cual el corazón de Louis era portador. Louis quería amor, cariño y por esa razón no entendía porque el que sus padres le brindaban no era suficiente.

-¿Por qué esa cara Louis? – pregunto su madre, rompiendo la conversación que mantenía con su esposo para ver con el ceño fruncido como su hijo comía sin emitir palabra alguna.

Louis se limito a mirarla confundido, dejando el tenedor a medio camino de su boca para contestar - ¿Cara de qué? Estoy bien.

-Pues por lo menos sonríe – dijo su padre metiéndose en la conversación – No puede ser que cada vez que nos sentamos a comer pongas esa cara larga, podrías dejar de ser un malagradecido y sonreír, aunque sea algo.

Louis abrió grande sus ojos, mirando sorprendido a su padre y madre, que lo miraban de forma acusadora - ¿Mal agradecido? Solo estoy aquí, sentado.

-Exacto – contesto su madre, con una sonrisa irónica – Eso es lo que haces, estar aquí sentado sin hacer nada, nunca haces nada y tampoco sirves para nada, ni siquiera para cocinarte a ti mismo. – su madre se llevo otro bocado de comida a la boca, para luego de unos segundos, decir – Y así quieres novio – su padre carraspeo incomodo – Nunca tendrás novio si sigues con esa actitud de mierda y esa cara de nada, te quedaras solo y morirás solo.

Louis estaba por levantarse, con un nudo en la garganta y lágrimas en sus ojos, que no se atrevía a soltar, sabiendo que, si aquello sucedía, las cosas iban a ser peores – No te levantaras de la mesa hasta que termines toda tu comida. Come.

-¿Sabe porque está aquí Louis Tomlinson?

-N-No – contesto trémulo.

Nunca le gusto la oficina de la directora, era demasiado pequeña y oscura, como una prisión. Tenia una ventana, pequeña, pero que pese a brindarle un pequeño atisbo de luz a la habitación, parecía no hacer diferencia. Pocas veces había estado ahí, sin embargo, siendo estas en su mayoría para hacerle mandados a sus profesores, en donde él era quien tenía que llamar a la directora para que sancionara a un alumno.

-Oye, no te asustes, no estás aquí por nada malo – menciono la mujer con una sonrisa. A Louis le volvió el alma al cuerpo – Al contrario, en realidad.

Louis frunció el ceño, mirándola confundido - ¿Qué paso? ¿Qué hice?

La mujer abrió uno de los cajones de su escritorio, sacando de allí un folder en donde el nombre "Louis Tomlinson" estaba escrito en el frente. De allí saco la boleta de calificaciones (o boletín como quieran llamarle) de ese año en específico, y se la mostro a Louis – Has sacado diez en cada una de las materias, y son dieciséis. – Louis no se mostro sorprendido, ya lo sabia para ser sinceros – Ninguno de los alumnos que han pasado por esta institución han logrado algo así, no conmigo a cargo al menos - Louis sonrió, la mujer también lo hizo. – Hemos hablado con los profesores, te saltaras un año de la universidad, no tiene sentido que curses otro año en el que veras el mismo contenido que ya sabes. ¿Te parece bien?

Louis se llevo las manos a la cara, sorprendido, y con una gran sonrisa que hacía que el borde de sus ojos se achinara, y que pequeñas arruguitas aparecieran – Gracias – Louis murmuro trémulo, con pequeñas lágrimas de felicidad comenzando a formarse en sus ojos – Gracias, gracias.

-Hey, no llores – la mujer dijo, levantándose de su asiento para abrazar al pequeño castaño, cuyo pequeño cuerpo parecía no poder contener la felicidad que le había generado aquella noticia –Y no agradezcas, te lo mereces, has trabajado duro para llegar a donde estas.

-Gracias – volvió a decir el castaño, esta vez en un susurro.

"Al menos si sirvo para algo" – murmuro para si mismo.

Ese mismo día, Louis llego a su casa con una sonrisa plasmada en su rostro. La noticia ya se había difundido por toda la universidad, y lo único que había escuchado todo el día, habían sido felicitaciones y que realmente se lo merecía. Zayn lo había abrazado como nunca antes cuando se enteró, gritando por donde pasara que tenia a un genio como mejor amigo. Había sido uno de los mejores días de su vida, y no podía esperar llegar a su casa y contarle a su madre sobre lo sucedido.

En su casa las cosas fueron bastantes similares.

Su madre lo había felicitado, y lo había abrazado por alrededor de quince minutos, sin dejar de repetirle que estaba orgullosos de él. Louis estaba feliz, realmente feliz y pudo olvidar momentáneamente la escena que había ocurrido el día de ayer entre el y su madre.

No duro mucho, si somos honestos.

-¿Y como te fue en el resto? ¿Cómo esta Zayn? – pregunto su madre una vez que ambos estuvieron sentados, ambos con una taza de té yorkshire en sus manos.

-Esta bien, a el también le va bien en las materias, ya sabes. Además de eso, saque diez en una evaluación de historia, ya sabes, con esa profesora que parece odiar a todo el mundo. Fue gracioso, porque empezó a tratar a todos mis compañeros como si fueran tontos, lo son, pero era raro escucharlo de una profesora.

Jay hizo una mueca al escuchar a su hijo hablar – No puedes tratar a todos tus compañeros como si fueran tontos Louis.

-Pero lo son, hacen quedar mal a mi y al resto del curso que quiere salir de la universidad con un título universitario. La profesora los puso en su lugar y estoy de acuerdo.

-¿Y si a ti te costara ir a la universidad? ¿SI tu no fueras tan inteligente como lo eres? ¿Te gustaría que te trataran como si no valieras nada?

"Lo han hecho, créeme, incluso pese a ser el mejor de la clase" – No lo soy por suerte, moriría antes de ser como ellos.

Su madre negó, claramente decepcionada – Yo no te crie así, tu eres mejor que esto - Jay se levantó, en un claro intento para terminar la conversación. – Con esa soberbia y egoísmo nunca llegaras a nada en la vida, incluso con esa gran inteligencia que tienes. No eres el centro del mundo Louis.

Louis la ignoro, comenzando a dirigirse a su habitación sin escuchar los regaños de su madre. Sin embargo, no fue hasta que escucho: - Alejaras a todas las personas si sigues así y Dios bendiga a quien quiera estar contigo en un futuro, porque tu soberbia seguramente lo destruirá. – que realmente se dio cuenta de su situación.

Louis realmente no se sorprendió cuando se encontró a Harry en el cementerio.

Siempre estaba allí, en la misma banca y sentado de la misma forma. Su ropa y peinado eran lo único que cambiaban con el pasar de los días, estando vestido esta vez con unos jeans negros y una remera azul, con sus rizos tapando su rostro y con el mismo libro de la vez pasada en sus manos. Louis suspiro sin siquiera darse cuenta, encantado con la obra de arte que presenciaban sus ojos. Sin embargo, su expresión enamorada rápidamente se vio cambiada por otra seria.

Louis no debía olvidar por qué se encontraba allí en primer lugar.

Con pasos trémulos y el corazón en la boca, se dirigió a donde estaba el chico de rizos. Sus manos sudaban de manera casi excesiva y podía sentir como un nudo comenzaba a formarse en su garganta. Nada mejoro cuando Harry levanto su mirada de su libro y lo vio con sus brillantes ojos verdes.

Pero no hubo sonrisas de por medio.

Harry se levantó, y quedo justo en frente de un muy nervioso Louis, quien se limitaba a mirarlo mordiéndose los labios de manera nerviosa y jugar con sus manos. Harry no ayudaba al estar allí, mirándolo sin expresión alguna en su rostro, casi como si estuviera analizando al mas pequeño. No fue hasta luego de diez minutos en donde el verde conecto con el azul, en el que Louis deicidio emitir palabra.

-Harry.

-Ange.

Un atisbo de sonrisa se plasmo en el rostro de Louis, "Ángel, significa ángel" - Harry, tengo que decirte algo.

-Yo igual.

Ambos estaban tensos, era algo que se notaba a leguas, las manos de ambos adolescentes sudaban y sus corazones parecían ir como un tren a toda velocidad. Sus sonrisas eran tristes, sin embargo.

-¿Lo decimos juntos?

-Juntos.

Se miraron a los ojos, verde a azul, y con un nudo en la garganta, ambos pronunciaron las palabras:

-Creo que ya no deberíamos vernos. 

• Capitulo dedicado a: ElOsoSabroso

Primer comentario con parte favorita para dedicación 🏵️

Realmente espero que les haya gustado este capítulo, si es así, háganmelo saber mediante votos y comentarios. Cualquier idea o sugerencia es bienvenida.

All the love in the World for you 💓

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