25
—Woow, te ves increíble—dijo Agust entrando a la habitación.
Taehyung se miró al espejo, llevaba un traje ceñido color gris Oxford, su cabello peinado hacia atrás, eso enmarcaba sus facciones perfectas, sonrió a medias mirando a Agust, quien había optado por un traje caqui sobre una camisa blanca floreada, su cabello rubio rizado estaba bien acomodado, le daba una imagen más angelical, se acercó a él y pellizco ligeramente su mejilla.
—¿Cómo dices eso cuando te ves así? Ese color te queda muy bien.
—Basta—bufó, antes de volverse más serio—. Tae, ¿Estás seguro de lo que vas a hacer?
—Sí, estoy completamente seguro cariño, no puedo dar marcha atrás, pero, sólo mantente alejado de mí, no quiero que te involucres de alguna manera ¿Entendido?
—Bien—suspiró aunque desvió la mirada, estaba por preguntarle la razón, pero Yoongi entro.
Su cabello negruzco y largo estaba más lacio, llevaba un traje negro por completo, este les miró con seriedad.
—Tenemos que irnos. Ya es hora.
Habían llegado a Calabria muy temprano en el jet, a una casa veraniega muy bonita y cómoda, el clima era espectacular, Taehyung realmente creyó que en otras circunstancias podría haberlo disfrutado mucho de no ser por su actual misión.
—Vamos—dijo Tae, sin despegar la mirada de Yoongi, este no había dicho nada sobre su trato, esperaba que no tuviera la intensión de echarse para atrás, porque actualmente era la única esperanza que le quedaba, de no tener su ayuda, realmente no sabía cómo conseguiría un arma en un lugar plagado de mafiosos.
Subieron al auto negro, Agust iba concentrado en su teléfono, tecleaba con rapidez, a veces sonreía, otras hacia una mueca indeciso, no quiso preguntar, porque lo más probable es que se tratara de una plática con Hoseok. Se pregunto ¿Cómo era llevar una vida normal? Tenía veintidós años, pero jamás se sintió como alguien de su edad, tuvo que crecer demasiado rápido, bajo las expectativas de su abuelo y después de su esposo, ahora su libertad no podía llamarse de esa forma, estaba luchando por volver a ver a sus cachorros, no dudaba que en el tiempo que estuvo ahí, conviviendo con personas de su edad, fue bastante divertido, jugar con las emociones y los deseos de los demás, le agradaba esa nueva versión que había conocido de sí mismo, y le llenaba de melancolía saber que todo estaba por terminarse.
Su pulso se disparó al ver a lo lejos la enorme residencia. Estaba ahí, en la casa de los Piromalli, por mucho tiempo lo vio tan lejano, pero, terminó lograndolo, a su lado Agust tomó su mano y la apretó, llamando su atención, Tae lo miró y le sonrió.
—¿Y si hay otra manera? —susurró.
—¿Qué pasa bebé?
—Tengo miedo de que algo te pase, hay demasiadas personas.
Aunque era obvio que Agust no sabía lo que estaba por hacer, no era tonto y se imaginaba lo peor, Taehyung suspiró pesadamente antes de asentir.
—Estaré bien, por lo menos ahora sé que alguien lloraría mi muerte.
—No digas esas estupideces—bufó con el ceño frunzo—. Sólo....quería asegurarme de que sabes lo que haces.
—Caro, he tenido dos años para pensarlo, no hay otra opción, lamento que tengas que presenciar esto, pero, es lo que soy Agust, sólo me alegra saber que llegue a tu corazón. ¿Dejarías a todos para huir junto a mí? —le miró de forma sugerente.
—Sí—dijo con decisión, lo que hizo que dejara de sonreír y solamente lo observara con el mayor agradecimiento.
Las puertas se abrieron antes de que siquiera pudiera decir algo más, los tres bajaron, admirando la grandeza de aquella celebración.
—Se han acabado las flores del mundo ¿No? —rio por lo bajo. La realidad es que era una buena decoración, con flores de colores claros, muy elegante para su gusto.
—A Bianca Piromalli siempre le ha gustado impresionar—se encogió de hombros.
—Y Alessandro no se queda atrás, un hombre gordo con un gran ego—bufó Yoongi parándose al lado de ellos con un cigarrillo en los labios—. Nuestros padres están aquí, vamos.
Miró alrededor, había muy pocas vías de escape, gente custodiaba alrededor, era obvio que salir vivo de esa casa sería una misión demasiado difícil hasta para él, debía usar la conmoción del momento, ser demasiado discreto, nadie podía verlo. Era bueno en ello, todo su entrenamiento se había basado en ser casi un fantasma. No debía ser difícil si tenía sus sentimientos en control total. Entraron, las personas alrededor eran peces gordos en el océano, lo veía por las joyas que brillaban en los cuellos y orejas de aquellas mujeres sonrientes en vestidos de miles de dolares y en los hombres robustos con ojos fríos que asentían mientras hablaban los unos con los otros. Entregaron su invitación, fue demasiado rápido, estaba seguro de que Yoongi también era conocido, su atención iba y venía del tumulto de personas, eran demasiadas, pero no le sorprendía, según sus fuentes Francesco era un narcisista que amaba la atención, quería ser el centro del mundo y eso lo ponía en situaciones complicadas, ahí, todos tenían un ego lo bastante gordo como sus estomagos y sus cuentas bancarias. Además de que un matrimonio arreglado entre dos mafias poderosas era un gran elemento para coronar la noche como una de las más esperadas. Un mesero les ofreció unas copas de champagne, tomó una y bebió lentamente, Agust a su lado hizo lo mismo.
—¿No son demasiadas personas? —rio por lo bajo.
—Lo son—asintió su rubio amigo—. Odio venir a estos lugares.
—A mí me parece un poco divertido, míralos, se creen el centro del universo, lo que ellos no saben es que la vida es tan incierta y de repente pueden estar abajo. Nadie se salva de una buena puntería.
—¿Lo dices por tu esposo? —preguntó bajito, para que sólo él lo escuchara.
—Sus organizaciones son un poco diferentes, allá es un campo minado, es complejo, pero sí, Marco pensaba que su vida era de oro y que nada podía pasarle, se lo advertí muchas veces, pero jamás me escuchó, ahora está a tres metros bajo tierra, supongo que ya no es tan gracioso—rio por lo bajo—. Lo que he aprendido querido mio, es que no debes confiar en nadie, hacerlo es una sentencia de muerte, ojos bien abiertos.
—Jamás he tenido que preocuparme por esas cosas, Yoongi tiene razón, soy el niño mimado de la familia.
Taehyung lo miró, había cierto recelo en esas palabras, acarició su mejilla y se encogió de hombros.
—¿Y es eso un problema? Bebé, estás viviendo en la gloria, es mejor que lo disfrutes. Cómo yo, mira que este champagne es muy bueno, vamos a buscar más.
—Yo lo haré, quedate aquí con Yoongi. Ya vuelvo.
Asintió con una sonrisa, Yoongi estaba a su lado, ambos en una esquina apartada del revuelo, sintió como se acercaba a él, su aliento caliente en su oreja que erizo su cuerpo, puso una mano en su cintura y con la otra levantó un poco la parte trasera de su saco, estuvo a la expectativa, hasta que sintió algo duro deslizarse por el medio de su espalda, hasta la cinturilla de su pantalón, era de tamaño considerable.
—Ten cuidado. Tenemos un trato.
—Gracias amor.
Yoongi se alejó de él. —Supongo que tienes que dar una vuelta por allí, para reconocer el terreno, no pueden vernos juntos mucho tiempo, sólo vete con cuidado, lo que sea que vayas a hacer, que nadie te atrape.
—Hecho—dijo antes de mirar como Yoongi se dispersaba entre las personas, relamió su labio inferior unos momentos antes de comenzar a moverse.
Yoongi no esperaba sentirse así de furioso y desesperado, necesitaba encontrar a Jimin, hablarle del plan que había pensado toda la noche, mientras daba vueltas en la cama incapaz de dormir, la frustración le carcomía las entrañas.
Buscaba por todas partes a Jimin, necesitaba encontrarlo y hablar con él, era crucial que lo hiciera antes de que el circo comenzará. Estaba llegando a su límite cuando recibió una llamada, casi suelta el aire de golpe tras ver de quien de trataba.
—¿Dónde estas?
—Sube al tercer piso, hay una escalera cerca de la cocina, usa esa para que nadie te vea, vas a ir por el pasillo de la derecha y darás vuelta a la izquierda, sigue de largo, ven rápido.
Colgó y miró alrededor para percatarse de que nadie estaba viendolo, conocía ese lugar, algunas veces durante las veladas de fiestas se escapaba para ver a Jimin en alguna de las habitaciones, se apresuró, acatando las órdenes de su omega, jamás había estado en esa parte de la casa, que comúnmente estaban prohibidas, casi corrió. Jimin estaba recargado en la pared, llevaba un traje gris claro, lucía precioso, no espero mucho, porque este al verlo se lanzó a sus brazos, lo estrechó y beso su cabello.
—Jimin, tenemos que irnos, debemos hacerlo, escapa conmigo.
El rubio se alejó de él y negó, tomó su mano y entraron a una habitación, era un despacho amplio, cerró la puesta y suspiró, estaba nervioso, sus ojos cansados y con ojeras.
—¿No has dormido? ¿Te sientas mal?
—No dormí, tuve que hacer muchas cosas, entre al sistema está mañana para desconectar las camaras de este circuito, tengo suerte de que todos estén abajo y sólo custodien la escalera principal, nadie conoce este camino, es la entrada del servicio.
Lo vio yendo directo a la computadora, se acercó sin entender lo que estaba haciendo, Jimin era excelente con la tecnología, sabía hacer cosas legalmente incorrectas.
—¿Dónde estamos?
—El despacho de Francesco. Tengo que copiar unos archivos.
—¿Por qué? Jimin, carajo, dime qué está pasando.
Jimin paró unos momentos para mirarlo. —Jungkook lo sabe, y accedió a ayudarnos a cambio de información, está noche todo tiene que salir perfecto, cuando volvamos a Francia nos ayudará a irnos, podremos ser libres.
—Espera ¿Por qué Jungkook quiere información de tu hermano?
—No lo sé y si te soy honesto no es algo que me quite el sueño, lo único que me importa es cumplir mi parte del trato y así, poder ser libres.
Algo no cuadraba en la mente de Yoongi, era demasiado extraño, pensó entonces en Taehyung y en su petición de un arma ¿Había relación entre ambas situaciones?
—¿Le crees?
—Sí, él no quiere esto, aún tenemos que hacer el circo del compromiso, pero en un par de días estaremos libres Yoongi, tienes que confiar en mí.
La decisión en los ojos de Jimin le trajo un gran alivio, se acercó a la puerta para vigilar y dejar que Jimin hiciera lo que fuera que estuviera haciendo en la computadora, había una ansiedad creciente en su interior, pero no importaba, lo único que estaba en su mente era el hecho de que ellos podrían ser libres.
—Tenía miedo—dijo aún mirándolo—. De qué no tuvieras intenciones de hacer algo.
Jimin rio por lo bajo. —Estuve siendo un idiota últimamente ¿No? Cometí errores Yoongi, pero, no puedo seguir así—le sonrió—. Quiero una vida contigo y si para eso debo traicionar a mi familia lo haré sin dudarlo, sólo espero que estemos muy lejos para cuando ellos se den cuenta.
—Te amo—susurró con una media sonrisa.
—Te amo más que nunca—suspiró volviendo a su trabajo—. Todo saldrá bien, tiene que pasar.
Asintió, esperando que Jimin no se equivocará en eso.
Paseaba alrededor, aún no había visto a Francesco, pero, esperaba paciente, sus entrañas se contraían por la ansiedad, tampoco fue capaz de ver a Jungkook, paso entre personas importantes, entre las mesas dónde había personas hablando de forma sería. Así, hasta que sintió una mirada pesada sobre su cuerpo, una que le erizó cada vello, se quedó quieto unos momentos antes de llevar la mirada hacia ese lugar.
Sus ojos oscuros, unos que lo observaban fijamente, su rostro gélido y cabello oscuro como la noche, ahí estaba, una de sus peores pesadillas encarnadas, la persona por la que lo había perdido todo. Egor Valcov.
Esto se va a descontrolar 🖤
🖤🖤🖤
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