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Tu y yo


Como cada viernes por la tarde, desde hacía tres meses, Chloe estaba inquieta. Alternaba su mirada entre el reloj colgado en la pared y la puerta de entrada, acomodando una y otra vez su uniforme y su pelo, mirándose de refilón en el cristal de la máquina de palomitas y comprobando su aspecto, mientras esperaba la llegada del chico más encantador y sexy que había visto en sus diecisiete años de vida.

Desde que había empezado a trabajar en aquel viejo cine muchas cosas habían cambiado en su vida. Una de ellas, su interés por las películas antiguas, que al principio detestaba y ahora amaba.

Y, por mucho que hubiese intentado negarlo ante su compañero de trabajo y mejor amigo, eso se debía a que, gracias a ese ciclo de cine clásico que su jefe había decidido organizar, le había conocido a Él.

Aunque tampoco podía decirse que se conocieran mucho, ya que, en esos meses, las conversaciones entre ambos se habían limitado a pequeños comentarios y opiniones que el chico intercambiaba con ellos al salir de ver la película que se hubiese proyectado ese día.

El reloj marcaba ya las siete en punto y ella cada vez estaba más nerviosa. Después de darle infinidad de vueltas durante varios días, había decidido por fin dar un paso e invitar a una cita a aquel muchacho que, con su simple presencia, conseguía acelerar su corazón.

Quizá era muy cliché hacerlo en San Valentín, pero aquella sería la última proyección del ciclo y temía no volver a verle.

Los minutos pasaban y, pese al frío que hacía fuera, ella sentía pequeñas gotas de sudor bajando por su espalda, así como un creciente nudo en la boca del estómago.

« Tal vez haya decidido no venir hoy »

La jovencita suspiró abatida, girándose para ordenar los vasos vacíos de refresco cuando, por el rabillo del ojo, algo captó su atención.

Lentamente se dio la vuelta para descubrir a aquel guapísimo azabache que la tenía completamente encandilada, entrando acelerado... de la mano de una chica.

— ¡Vamos! — instó a su acompañante — apenas faltan quince minutos para que empiece.

Una punzada de dolor atravesó el pecho de la rubia al ver a la hermosa muchacha que acompañaba a su amor platónico. No obstante, haciendo acopio de toda su entereza y cumpliendo con las labores propias de su puesto, sonrió a la pareja que se acercaba al mostrador.

— Bie-bienvenidos al cine — saludó educadamente, y sus ojos se dirigieron hacia el chico, pero los apartó con rapidez, bajando el rostro algo avergonzada, al sentir su intensa mirada sobre ella.

— Buenas tardes, Chloe — respondió el varón sonriendo hacia la jovencita. Después miró extrañado alrededor — ¿Estás sola?

— Ehm... sí — asintió aún azorada — Adrien me avisó que iba retrasado.

— ¿Es amiga tuya? — preguntó con curiosidad la chica de pelo negro y ojos azules que lo acompañaba.

— Bueno... se podría decir que sí — contestó él observando aún a la rubia, que al oír aquello había vuelto a mirarle — al menos hemos compartido puntos de vista sobre cine — afirmó pensativo.

Chloe se quedó muy sorprendida ante aquel comentario, pues no imaginaba que él pudiese haber considerado aquellas breves reflexiones que solían intercambiar al término de la película, como algo a lo que darle importancia.

Cuando se dio cuenta de que llevaba demasiado tiempo en silencio y mirándole, los colores incendiaron nuevamente su rostro. Carraspeó nerviosa y se obligó a preguntar.

— Esto... ¿Desean tomar algo?

— ¡Ay, sí, Luka! — exclamó emocionada la azabache antes de que el chico pudiese declinar el ofrecimiento — compartamos unas palomitas y un refresco — pidió colgándose de su brazo y haciéndole ojitos.

— Marinette, ya te he dicho que no veníamos al cine a comer palomitas.

— Pero también me dijiste que hoy me consentirías — hizo un dulce puchero.

El zagal miró a la chica, sabiendo de antemano que era una lucha perdida, y accedió a su petición, aunque algo molesto por su actitud infantil.

— Sabes que no te puedo negar nada — dijo con gesto hastiado. Después le sonrió con dulzura — Venga, pide lo que quieras.

La joven sonrió victoriosa, dándole un beso en la mejilla a Luka y volviéndose después hacia la rubia, que contemplaba la escena con cierta congoja, aguantando cómo podía las ganas de echarse a llorar.

— Un bol grande de palomitas y una coca light — pidió risueña.

Chloe les sirvió el pedido y les deseó que disfrutasen de la película, mientras observaba cómo se adentraban en la sala.

Una vez sola, se permitió dejar salir unas cuantas lágrimas de sus azules orbes. Metió la mano en el bolsillo de su uniforme y apretó aquel pequeño paquete que pensaba entregarle a Luka tras su declaración.

« Estúpida, estúpida, estúpida. ¿Cómo pensaste que alguien como él estaría solo en San Valentín? »

— Lo siento, Chloe — dijo Adrien entrando casi corriendo por la puerta y sobresaltando a la rubia — prometo compensártelo. Me encargaré de cerrar todos los días de la próxima semana y... — el chico que acababa de llegar detuvo inmediatamente su discurso al ver el semblante triste de su amiga — ¡¿Qué ha pasado?!

— No es nada, Adrien — negó la chica limpiando sus lágrimas.

— Te conozco, y tú no te pones así por nada — el rubio se acercó a abrazarla — vamos, cuéntamelo — animó.

Chloe dejó escapar un suspiro, levantando la vista para mirar a los verdes ojos de su amigo, que la observaba con duda.

— Luka... vino con alguien — confesó la ojizarca con tristeza, aún arropada por los brazos de Adrien.

El muchacho comprendió inmediatamente que se refería a una chica, y se sintió mal por Chloe, pues sabía cuanto le gustaba el moreno.

— Él se lo pierde, pequeña — dijo acariciando su rubia cabellera — Además, estoy seguro de que esa chica que se ha traído, no te llega ni a la suela de los zapatos — tomó a su amiga de los hombros y la separó ligeramente de él, besando su frente y clavando sus esmeraldas en los azules orbes de la muchacha — Eres Chloe Bourgeois; la dulce, hermosa, inteligente y encantadora Chloe Bourgeois. Y el hombre que tenga la suerte de acabar a tu lado, será enormemente feliz.

La chica sonrió ante las palabras del rubio, pensando que, igualmente, la mujer que ocupase su corazón sería sumamente afortunada.

—.—

— ¿En qué piensas, mi amor? — la voz de su marido sobresaltó a Chloe que, parada frente al antiguo cine en el que había trabajado durante su adolescencia, se había dejado envolver por viejas memorias.

— Solamente recordaba... — sonrió feliz, colocando sus manos sobre los brazos del hombre que la rodeaba desde su espalda, y recargando su cabeza sobre su fornido pecho.

El invierno debe ser muy frío para los que no tienen cálidos recuerdos — susurró sobre su oído, haciéndola estremecer, recordándole con esa frase de aquella película antigua, que él tampoco había olvidado nada.

En el teléfono del varón sonó un mensaje, que se apresuró a leer, preocupado por si había pasado algo.

— Es Marinette — le dijo a su esposa después de leer el mensaje — Adrien y ella quieren saber si pueden dejar que los niños vean la tele un rato más antes de acostarlos.

— Si es un rato... — accedió Chloe — Pero dile a tu hermana y al bobo de mi mejor amigo que como sigan malcriando a nuestros hijos, no voy a tener compasión cuando nazca la pequeña Emma — se cruzó de brazos haciendo un mohín para después echarse a reír.

Luka rió con ella, sintiéndose el hombre más afortunado del mundo por tener a su lado a aquella mujer que tanto amaba.

Y, durante unos momentos, se dejó envolver también por la calidez de sus recuerdos...

—.—

— Chloe — llamó nervioso a la jovencita que salía por la puerta para empleados del cine en ese momento. Llevaba esperándola en la calle desde que su hermana y él habían salido de ver la película.

— ¿Luka? — la rubia parecía muy sorprendida de verle allí. — ¿Qué haces aquí? ¿Has olvidado algo dentro? Adrien todavía está ahí y...

— ¡No! — interrumpió el azabache — No es... nada de eso. Yo... te estaba esperando — confesó algo avergonzado.

— ¿Es-perándome? — cuestionó con la duda asomando a su rostro — No... lo comprendo.

— Verás, ya sé que no nos conocemos mucho y que... bueno, que no sabes apenas nada de mí, que lo mismo te parezco un loco, o un acosador, y seguramente no te interesa salir conmigo... y... en realidad ni siquiera sé si ya tienes a alguien o...

— Luka, perdona pero... es que no entiendo nada de lo que estás diciendo.

El chico la miró, ligeramente azorado, dándose cuenta de que los nervios le estaban haciendo decir cosas sin sentido, y carraspeó antes de decidirse a hablar claro por fin.

— Chloe, tú me gustas — enunció en tono firme —Y he estado esperando a que salieras para decírtelo y para preguntarte si querrías... salir conmigo mañana — la muchacha estaba frente a él, inmóvil, y le miraba con los ojos muy abiertos — y... bueno, también porque quería darte una cosa.

Metió la mano en el interior de su abrigo y sacó un paquete envuelto. Se lo extendió a la chica que, con manos temblorosas, deshizo el envoltorio y se quedó absorta durante unos segundos, mirando la carátula de aquel dvd de "Tú y yo".

— Esto es... es...

— Es la película que proyectaron el primer día del ciclo de cine clásico y... bueno, esa fue la primera vez que te vi — dijo un sonrojado Luka.

Las lágrimas comenzaron a brotar de los orbes de la rubia, asustando al joven, que no imaginaba que su confesión pudiese molestarla hasta tal punto.

— Perdóname, Chloe... — dijo arrepentido de hacer llorar a la chica — yo no quería hacerte sentir mal. Entiendo que no ha sido una buena idea. De verdad que lamento si...

De pronto la muchacha se abalanzó hacia él, dejando al azabache asombrado, incapaz de reaccionar durante unos segundos. Después la rodeó con sus brazos y la apegó a su cuerpo, aún sin saber exactamente lo que ocurría.

— Chloe... — llamó en un susurro — Chloe... ¿estás bien? ¿qué te pasa?

La chica permaneció unos segundos en silencio, envuelta por aquellos fuertes brazos, hasta que, poco a poco, se fue separando de él, sin levantar la mirada del suelo.

Sin decir una palabra, abrió su bolso, y sacó un pequeño paquete que le entregó a Luka. Éste la miró sorprendido, pero inmediatamente comenzó a dibujarse una pequeña sonrisa en su rostro, comprendiendo que aquello sólo podía significar que, lo que él sentía, era correspondido de alguna forma.

Al abrir el envoltorio se encontró con un llavero, hecho a partir de una entrada de cine de la misma película que él le había regalado a Chloe.

— Tú... ¿hiciste esto... para mí? — dijo emocionado el joven.

La rubia asintió, aún sin levantar la vista del suelo.

Luka acercó con cuidado la mano al rostro de la muchacha y lo acarició con delicadeza, tomando luego su mentón y haciendo que Chloe lo mirase.

Las mejillas de la chica, de un subido carmesí en ese momento, sus ojos brillantes por la emoción y sus labios ligeramente abiertos por la sorpresa, le parecieron a Luka la imagen más tierna que jamás había contemplado.

Con sus azules clavados en los celestes de la jovencita, sonrió.

— Es el mejor regalo que he recibido en mi vida —afirmó feliz viendo como la rubia iba dibujando también una sonrisa en su hermosa faz.

Lentamente, y sin apartar los ojos de aquella dulce muchacha que se había ido convirtiendo en su mayor anhelo, recortó la escasa distancia que los separaba, rodeando con una mano su cintura mientras la otra reseguía la línea de su rostro. Acarició con su pulgar la encarnada mejilla de la rubia y después, delineó sus labios en un suave roce.

Despacio, se inclinó sobre aquellos jugosos carmesíes que lo llamaban como canto de sirena y los unió con los suyos en un ligero contacto, que, poco a poco, fue haciéndose más intenso, dejando que uno y otro degustaran la ambrosía que emanaba de los labios del contrario.

Con sus ojos cerrados, su corazón latiendo a un ritmo acelerado y su respiración agitada por el mar de sensaciones que había desatado aquel beso, fue notando cómo el frío que los rodeaba, iba desapareciendo, para ser sustituido por una increíble calidez, que nacía de su pecho y se extendía al resto de su cuerpo.

— Rectifico lo dicho — bisbiseó el azabache sobre la boca de la muchacha cuando aquel mágico contacto se disolvió — en verdad, éste sí ha sido el mejor regalo que he recibido en mi vida.

Chloe sonrió por aquellas palabras, escondiendo su rostro en el pecho del ojizarco y dejándose arropar de nuevo por él.

—.—

— ¿Sabes algo, mi amor? — cuestionó Luka dejando atrás sus recuerdos y volviendo al presente, tomando la mano de su mujer y reiniciando su paseo por las frías calles de París — Creo que nunca te lo he dicho, pero eres la mejor haciendo regalos.

— ¿Y eso a qué viene? — preguntó la mujer con un deje curioso.

— Pues a que, en los diez años que han pasado desde aquel San Valentín, me has regalado muchas cosas, a cuál más maravillosa; una vida feliz, amor incondicional y dos preciosos hijos.

— Bueno, yo podría decir exactamente lo mismo de ti — afirmó con una sonrisa recostando su cabeza sobre el hombro del pelinegro, que la rodeó con su brazo, atrayéndola hacia él — Pero ¿sabes cuál es la verdadera razón de que ambos seamos especialistas en ello? — interrogó ahora Chloe.

— Dímelo, preciosa

— Pues que, en aquel San Valentín, sin darnos cuenta, nos regalamos el uno al otro lo más preciado que teníamos — Luka detuvo su paso, colocándose frente a su mujer para contemplar sus increíbles y expresivos ojos.

— ¿Y qué fue? — cuestionó aún sabiendo de antemano la respuesta.

— Nuestro corazón — respondió Chloe antes de acercarse a los labios de su marido y fundirse con él en el más dulce, cálido y sincero de los besos.

~FIN~

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Aquí traigo un poco de amor Lukloe para celebrar San Valentín ❤️

La película clásica a la que se hace referencia en el fic es "Tu y yo" ("An affair to remember" - 1957 - Leo McCarey) con Cary Grant y Deborah Kerr como protagonistas.

Este OS participa en el concurso Miraculous Romance Awards 2019 organizado por Euniicornia y -JAZVAL-

Espero que os haya gustado

Besos mil y musho amor ❤️❤️😘😘

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