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¿Que Esta Mal Contigo?

Morgie Le Fay cargaba una gran cruz en su espalda, ser el hijo de Morgana Le Fay, la segunda bruja más poderosa de la historia significaba que la gente creyera que Morgie debía ser igual de poderoso que su madre, pero la verdad es que Morgie no lo era, ni siquiera su poder se acercaba a lo que ella podía hacer. Aunque eso es porque aún es joven, es un adolescente, su madre a su edad aun era aprendiz de Merlín y no era ni la sombra de lo que es ahora.

Morgie aún estaba aprendiendo magia, aún estaba entrenando la magnitud de su poder y alcance de su oscura magia y eso era fácil de entender, ¿no?...

—¿¡Cómo es posible que seas tan inútil!?

Bueno, la respuesta es no.

—Pero Uliana, te dije que eso era difícil de conseguir —Morgie dijo en su defensa.

—¡Y aun así te ofreciste! —Uliana le gritó en respuesta.

Uliana estaba de pie ahí, furiosa, acusadora, cruel y su voz cargada de veneno se estaba centrando únicamente en Morgie, quien se sentía en el abismo pues Maléfica, Hades y Hook estaban detrás de Uliana, mirando a Morgie con reproche. 

—Porque no me dejabas de insistir —Morgie volvió a hablar, hablando en voz baja pues la mirada feroz de Uliana le intimidaba—, yo te explique que el veneno de mi madre es algo de lo más complicado de sus grimorios, te dije que saldría mal porque ella tardó casi 30 años en perfeccionarlo y no me hiciste caso.

—¿Qué has dicho? —Preguntó Uliana, alzando una ceja—. ¿Me estás culpando por tu incompetencia?

Morgie tragó saliva, sintiendo la tensión en el aire. Los otros villanos observaban, esperando su respuesta, y sabía que cualquier cosa que dijera podría ser usada en su contra.

—No, no es eso —Murmuró Morgie, bajando la mirada—. Solo... solo intentaba explicar que hay cosas que aún no sé hacer. Te dije que si querías usar algo para intoxicar a Bridget fuéramos con Grimhilde.

—¡Grimhilde no me sirve! —Gritó Uliana.

Y es que la furia de Uliana estaba creciendo sin parar desde el fiasco de la broma contra Bridget en el Castle Coming. Lo peor sin duda fue el castigo que Uliana, Hades, Maléfica y Hook tuvieron que sufrir, el cual tendrían qué acatar durante el resto de sus vidas escolares y Morgie fue el único en escapar del castigo al haber sido el guardia fuera de la oficina de Merlín. Así que Uliana estaba sacando su enojo en el pobre hechicero.

—Te libraste del castigo y aún así te das el lujo de fallar en algo —La chica pulpo dio unos pasos al frente, mirando con enojo a Morgie—. Nosotros cuatro estamos castigados por el resto de la escuela y esa fenómeno del país de las maravillas sigue paseándose por ahí completamente ilesa. Te encargué a ti hacer algo para por fin lograr mi venganza contra Pinky Pie y no fuiste capaz de lograrlo, ¿entiendes lo que hiciste? Me fallaste, Morgie.

—Quizás si fue error tuyo, Uliana —Maléfica intervino de golpe, llamando la atención de la bruja quien la miró con enojo, pero la hada oscura se apresuró a seguir hablando—. Encargarle algo tan grande a alguien como Morgie.

Uliana frunció el ceño, dividida entre su rabia y la lógica en las palabras de Maléfica. Por un momento, el grupo quedó en silencio, evaluando la situación.

—Quizás tienes razón, Maléfica —Dijo Uliana finalmente, con la voz cargada de resentimiento—. Tal vez fui demasiado optimista al pensar que Morgie podría manejar algo tan importante.

Morgie sintió cómo la vergüenza y la frustración se mezclaban en su interior. Sabía que tenía que decir algo para defenderse, para mostrar que no era tan inútil como ellos pensaban, pero no lo conseguía, porque quizás ellos tenían razón.

—Fue un momento de desesperación —mencionó Hades, su voz fría y calculadora—. No teníamos muchas opciones. Pero ahora sabemos que Morgie no está listo para tareas tan importantes.

Morgie miró a sus tres amigos y después desvió la mirada al único que había permanecido callado, Hook, el único en no haber opinado aún.

Quizás el joven Le Fay estaba buscando algo de consuelo en su mejor amigo, pero esa ilusión se rompió por completo.

—Tal vez deberíamos encontrar algo más acorde a sus habilidades actuales —Hook sugirió con un toque de desdén—, algo que incluso Morgie pueda cumplir.

El comentario de Hook resonó en el silencio como un golpe brutal. Morgie sintió un peso en su pecho al darse cuenta de que incluso su mejor amigo consideraba que no era capaz de manejar tareas importantes. Esa sensación de fracaso se intensificó cuando los otros villanos asintieron, confirmando la cruel realidad de su situación.

Uliana, con una sonrisa fría, miró a Morgie con una mezcla de desdén y satisfacción.

—Sí, parece que eso es lo mejor —Dijo ella, sin ocultar su desprecio—. Encargaremos a Morgie con una tarea que esté dentro de sus capacidades limitadas. Pero bueno, eso ya lo pensaré después, por ahora, Morgie tiene prohibido asistir a las reuniones.

—¿Qué? Pero Uliana…

—¡Silencio! —Uliana lo hizo callar—. Morgie, piensa un poco, usa esa enorme cabeza tuya por alguna vez. Fuiste un fracaso así que no quiero verte cerca de la laguna hasta que yo te lo permita, piensa en esto como el castigo que tú te mereces por librarte del nuestro.

Morgie ni siquiera se atrevió a abrir la boca para protestar porque sinceramente eso sería peor para él.

—Uliana, no quiero interrumpir, pero necesitamos estar limpiando el laboratorio en diez minutos —Maléfica dijo, estando claramente irritada, pero saltarse los castigos de Merlín no estaba en sus planes.

—Vámonos y tú, Morgie, piensa un poco, piensa en el gran fracaso qué eres, en serio, ¿Qué está mal contigo? —Preguntó Uliana antes de darse vuelta, empezando a caminar junto a los otros tres.

Mientras se alejaban, dejando a Morgie atrás, Hook se giró un poco, viendo al hechicero quedarse en medio del patio escolar. Ambos compartieron una rápida mirada antes de que Hook se volviera a girar para alcanzar a Uliana, Maléfica y Hades.

Morgie suspiró con pesadez y miró al suelo, observando sus pies, sintiendo la vergüenza, impotencia y debilidad invadir su cuerpo mientras las palabras de Uliana resonaban en su cabeza.

“¿Qué está mal contigo?” ¿Qué está mal conmigo?

Morgie se tragó su tristeza y empezó a caminar al otro lado, queriendo escapar a su dormitorio, pero no fue capaz de dar más de 10 pasos porque chocó contra dos manchas, una rosada y una azul.

—¡Perdón Morgie! —Bridget dijo al ver que el joven Le Fay casi caía hacia atrás.

Morgie vio a ambas chicas, con sus ojos brillantes por las patéticas lágrimas qué amenazaban con salir.

—¿Estás bien? —Ella le preguntó.

—¿Qué te importa, pueblerina? —Morgie soltó con molestia y Ella puso los ojos en blanco.

—Intentaba ser amable —La chica de cabello azul contestó también con molestia—, con ustedes es caso perdido, vámonos Bridget.

Ella empezó a caminar también, Bridget solo dio un par de pasos antes de mirar a Morgie, quien acababa de pasarse la mano derecha por los ojos.

—Ella, te alcanzare después —La chica de rosa le dijo a su amiga y luego miró a Morgie—. No creas que soy entrometida, pero escuché lo que Uliana te dijo.

Morgie se quedó helado por un momento, sin saber cómo responder. Las palabras de Uliana aún resonaban en su mente, y ahora tenía que enfrentarse a alguien que había sido testigo de su humillación. Bridget, con su mirada compasiva y su tono suave, representaba todo lo que Morgie sentía que le faltaba en ese momento.

—¿Y qué? —dijo Morgie, tratando de sonar desafiante, aunque su voz temblaba ligeramente—. No es asunto tuyo.

—Lo sé, pero solo quería decirte que no hay nada mal contigo —Bridget dijo suavemente—. Todos cometemos errores, especialmente cuando estamos aprendiendo.

Morgie la miró, un poco sorprendido por la sinceridad y gentileza de sus palabras, sí, él sabía que Bridget era la amabilidad hecha persona, pero no creía que fuera así con él tomando en cuenta el historial de Uliana y Bridget.

—¿Exactamente qué fue lo que escuchaste? —Morgie preguntó.

—Bueno, solo escuché que no cumpliste con algo y todos empezaron a hablar de que debían darte tareas más… Acorde a tus habilidades —Bridget dijo, luciendo casi avergonzada de tener que repetir todo eso—. Fueron muy crueles contigo y no se que cosa debías de hacer, pero lo que sí se es que siendo ellos tus amigos no deberían ser así de crueles contigo, incluso si ustedes son…

—¿Villanos? —Preguntó Morgie y nevó con la cabeza—. Ellos solo están molestos porque me libré del castigo que les puso Merlín. 

—Aún así no fue justo qué te hablaran así y que Uliana te prohibiera ir a las reuniones, sea lo que signifique eso —La pelirosa habló y luego empezó a buscar algo en su bolsa. Morgie la miró con algo de curiosidad y observó como Birdget sacaba un tupper rosa al cual le retiro la tapa y lo extendió a Morgie—. Las hice esta mañana, toma una o las que necesites.

Morgie observó el contenido de aquel contenedor, viendo varias galletas de color risa con brillos blancos.

La dulzura y el aroma de las galletas recién horneadas hicieron que Morgie sintiera un hambre repentina y las galletas no se veian nada mal.

—Gra… Sí, dame eso —Dijo Morgie, tomando una galleta y mordiéndola lentamente. En ese mismo momento Morgie sintió una explosión literal de sabores en su boca qué de inmediato tiño sus mejillas de un tono rosado y lo hizo sentir una calidez creciendo en su pecho—. ¡Está deliciosa!

—¡Me alegra que te guste! —Respondió Bridget con una sonrisa radiante y un sonrojo en sus mejillas—. A veces, un poco de dulzura puede hacer que las cosas difíciles sean más llevaderas, más si son galletas mágicas qué te hacen sentir bien por dentro.

Morgie terminó la galleta rápidamente, sintiendo cómo la calidez y el sabor le ayudaban a calmarse. Por un momento, olvidó las palabras crueles de sus amigos y se permitió disfrutar del pequeño gesto de amabilidad de la chica rosada.

—¿Te gustaría otra? —Ofreció Bridget, extendiendo nuevamente el tupper.

Morgie dudó por un segundo, pero al ver la sinceridad en los ojos de Bridget, aceptó otra galleta.

—Gracias —Está vez dijo todo con sinceridad mientras mordía la galleta, dejándose llevar por el sabor qué esta dejaba en su boca.

—No hay de qué y si alguna vez te sientes mal puedes hablar conmigo —Bridget ofreció, guardando las galletas y sacando una pequeña libreta con una pluma rosa, rápidamente escribió algo y luego arrancó la hoja, extendiendola a Morgie—. Ten, es el número de mi dormitorio.

Morgie frunció el ceño confundido, pero aún así tomó la hoja.

—¿Por qué me das esto? —Preguntó Morgie.

—Cualquiera es bienvenido a mi dormitorio —Bridget sonrió—. Debo irme, espero verte luego, ¡adiós Morgie!

La chica no espero respuesta y empezó a correr, alejándose del joven hechicero quien estaba algo confundido, pero casi toda su frustración había desaparecido.

Y Morgie no lo sabía, pero ese gesto cambiará su destino de ahora en adelante.

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