El Lago Encantado
Morgie estaba caminando lentamente por un sendero oscuro, usaba su ropa habitual, pantalones negros, su larga bufanda y su camisa favorita de mangas sueltas, pero no llevaba zapatos ni calcetas. Estaba caminando descalzo por un camino lleno de tierra, lodo y hojas secas.
Era curioso, todo el lugar era un enorme anochecer con una iluminación entre morada y negra, con muy pocas nubes y una enorme Luna llena en el cielo, sin nada de viento.
Estaba en un sueño, no es la primera vez que Morgie pasa por un sueño vívido, ha tenido otros así, pero era la primera vez que estaba caminando por ese lugar.
—¿Estás aquí mamá? —Morgie preguntó en voz alta, mirando a su alrededor. Tampoco sería la primera vez que Morgana usaba los sueños para comunicarse con él de manera más directa, pero no había señales de su madre aquí.
—Okay, no es un sueño de mamá —Se dijo a sí mismo, recordando las clases privadas con su madre sobre los sueños—. ¿Hay alguien más aquí qué quiera comunicarse conmigo?
Pero no obtuvo respuesta así que suspiró y empezó a caminar en línea recta, siguiendo el sendero entre los árboles secos sin hojas en sus ramas. Por muy desolado que parecía ese lugar, Morgie no estaba alterado, estaba en paz con su localización.
—Down, down, down the road… —Morgie susurró hasta que miró al frente y vio que a varios metros el sendero era interrumpido por una casa vieja de fachada mugrienta y desgastada con una puerta café mohosa por la humedad.
Morgie caminó hasta la puerta y antes de poder anunciar su presencia, la puerta se abrió por sí sola. Empujó un poco más la puerta y entró por completo tras la puerta.
Dentro el sitio era diferente, todo lleno de madera vieja, húmeda, rota. El lugar era oscuro, frío y húmedo, se giró a un lado, viendo que estaba en un espacio muy reducido, a sus espaldas estaba la puerta ahora cerrada y al frente unas cuantas escaleras hacia abajo.
Desde ahí pudo escuchar breves risas qué se encontraban abajo.
Morgie decidió ignorar el curioso movimiento de la superficie donde estaba y lentamente empezó a bajar cada escalón qué crujía ante su peso. Adiós al factor sorpresa.
Mientras Morgie más bajaba, más identificaba los sonidos. Eran voces jóvenes, hablando en un volumen alto.
Cuando llegó al final de las escaleras vio un comedor y cocina muy pequeños, con una mesa tan vieja como el resto de la… ¿casa? Increíblemente las sillas lucían bastante bien, algo sucias, pero en mejor condición qué el resto de los muebles.
Aunque lo que le llamó la atención fue ver a los tres adolescentes sentados a la mesa, discutiendo entre ellos.
—Pasaste todo el día allí y solo pudiste traer almejas —Una de las dos chicas se quejó. Morgie la vio bien, era una chica de cabello largo y lacio negro, tan negro como la noche, ojos de un café claro muy similares a los de Morgie de hecho. Además en su cabeza tenía una pañoleta roja qué le servía de diadema.
—Cierra la boca, al menos yo me preocupo por traer comida a la mesa, no como tú, señorita perfecta —Se quejó el único muchacho de la mesa, su cabello era idéntico al de la primer chica, pero tenía unos curiosos ojos azules claros qué a Morgie le recordaron a los ojos de su madre. Además llevaba una excesiva cantidad de delineador y usaba un chaleco de cuero rojo, pero sin duda lo que más le llamó la atención fue como jugueteaba con un viejo garfio plateado.
—¿Se quieren callar? Me molesta como se ponen a cacarear —Habló la otra chica, que a diferencia de los otros dos tenía un cabello claro, entre rubio y castaño, decorado con una diadema morada y joyas, falsas cabe aclarar, de colores y ojos como la miel.
Era extraño, esos tres chicos parecían ser hermanos porque guardaban bastante parecido entre ellos, quizás los ojos de cada uno eran diferentes, pero parecían tener la misma mirada.
—Hasta que llegas —Fue la voz del chico lo que le llamó la atención y notó que los tres lo miraban—. Vamos, papá está por servir la cena.
Morgie parpadeó, confundido por lo que acababa de escuchar. ¿Papá? ¿Cena? Él no conocía a esos chicos, pero había algo extrañamente familiar en ellos, como si hubiera un lazo invisible que los conectara. Las palabras del muchacho con el garfio resonaron en su mente.
Él quería preguntar en dónde estaba, quiénes eran esos chicos, pero lo que salió de su boca fue algo más.
—Estaba ocupado —Fue lo que respondió mientras caminaba a una de las sillas y se sentó.
Todo era extraño para Morgie porque todo ese lugar se sentía tan familiar y desconocido al mismo tiempo.
Mientras estaba allí sentado, veía a los otros tres adolescentes, nuevamente sintiendo esa sensación de familiaridad a la que no le encontraba razón alguna. Se centró en el muchacho del garfio nuevamente y al verlo usar un trapo para limpiar la base de su garfio frunció el ceño.
Nuevamente su boca actuó sin qué Morgie quisiera.
—Harry —Le llamó la atención y el muchacho le miró—, sin garfios en la mesa.
El tal Harry no dijo nada, pero dejó de limpiar el garfio y lo ajustó en su cinturón, Morgie sonrió, pero una risita a su derecha le llamó la atención.
—No te burles de tu hermano, CJ —Morgie regañó a la chica de cabello claro y la chica calló de inmediato, y como si supiera qué más pasaba, volvió a hablar.
—Y sin sonrisas de suficiencia, Harriet —Dijo, mirando a la última chica, quien borró su sonrisa de inmediato.
Morgie estaba desconcertado, sus palabras y acciones parecían surgir de un lugar que no controlaba, como si una parte de él conociera el guión de esta escena, pero su mente consciente no lograba comprenderlo. Se sentía atrapado en ese extraño juego, como si hubiera sido colocado en el papel de alguien más.
Los tres adolescentes reaccionaban con una obediencia automática, casi ritualista. Harry, con su garfio ajustado, CJ, la chica de cabello claro, y Harriet, la de la sonrisa borrada, parecían acatar sus palabras sin rechistar, como si fuera natural.
—La cena está lista —Una voz más adulta llamó y una cuarta persona arribó a la mesa, sosteniendo una bandeja con algo humeante qué dejó en la mesa y Morgie vio que era algo que parecían almejas rellenas de alguna masa extraña que no quería preguntar.
Sin embargo lo que más le llamó la atención fue ver a ese adulto, se veía ya de varios años de edad, con cabello oscuro corto y despeinado, con barba y bigote, con ropa roja de cuero, pero hubo cosas que Morgie reconoció, esos bellos ojos rodeados de delineador y un garfio dorado en lugar de mano izquierda.
—James…
—Morgie —Él le respondió, mirándolo con algo de confusión—. ¿Qué haces aquí?
—Eso quisiera saber —Dijo Morgie.
—Aún no es momento de esto Morgs —El James adulto le dijo.
—¿Momento de qué? —Volvió a preguntar, pero James solo negó con la cabeza.
—Creo que ya va siendo hora de que despiertes —James adulto dijo, y Morgie se sintió lejano a todo.
Entonces cerró los ojos.
Cuando Morgie abrió los ojos, observó el techo de su habitación en la Academia Merlín.
No se despertó sobresaltado, no se despertó intranquilo ni sudando frío. Se despertó tranquilo, como en cualquier otro sueño.
Lentamente se sentó en su cama, bostezando para quitarse los restos de cansancio de su cuerpo.
Ese sueño había sido demasiado raro, y escuchen, Morgie era pésimo interpretando sueños así que no tenía idea de que pudo haber significado eso. Tal vez debería pedirle a su madre un libro sobre la magia del sueño para saber qué significa todo eso.
Morgie se quedó sentado en su cama por unos momentos más, tratando de recordar cada detalle del sueño. Era extraño cómo, a pesar de lo surrealista que había sido, se sentía en paz, como si hubiera sido algo natural.
Miró a la cama de James, viendo que el pirata seguía dormido y luego se levantó lentamente, estirando los brazos y echando un vistazo por la ventana. El sol apenas comenzaba a asomarse, lo que significaba que aún tenía tiempo antes de su salida con James.
Antes de dirigirse incluso al baño, Morgie se dirigió a su escritorio y anotó breves notas sobre lo que recordaba del sueño en un cuaderno de notas. Si había algo importante en todo eso, no quería olvidarlo.
—Tres adolescentes… —Escribió en la hoja, pensando en ese lugar de nuevo y el suave movimiento qué tenía cuando se había quedado quieto—. Estaba en un barco… James adulto y… Esos chicos me hicieron mucho caso, casi en automático.
—Vaya, despertaste antes que yo en un sábado, que milagro.
La voz de James le hizo cerrar su cuaderno rápidamente y se volteó a verlo.
—Bueno, cuando tienes algo que hacer temprano sueles despertar antes de tiempo —Morgie dijo, encogiéndose de hombros y antes de darle la oportunidad a James de querer preguntar algo volvió a hablar—. ¡Yo pido el baño primero!
Morgie se levantó rápidamente de la silla y corrió hacia el baño, evitando cualquier posible interrogatorio de James sobre su madrugón inusual.
—¡Oye! ¡Eso es trampa! —Gritó James desde su cama, soltando una risa divertida.
Morgie solo le respondió con una sonrisa mientras cerraba la puerta del baño. Mientras se lavaba la cara, miró su reflejo en el espejo, intentando sacudirse el peso de esa sensación extraña que le había dejado el sueño. "Solo un sueño", pensó.
—Nada de qué preocuparse —Comentó a su reflejo.
Cuando los dos ya estaban desayunando en la cafetería, el Sol ya brillaba más hermoso que en la mañana y eso entusiasmaba a James.
—Entonces, ¿en dónde nos quedamos la última vez? —Preguntó James.
—Recuerdo que la última vez llegamos al valle de espinas —Morgie asintió—. Insisto que debemos cruzar.
—¿No es mejor rodear? —James cuestionó.
—Lo averiguaremos hoy —Morgie dijo.
—Andando entonces Morgs —James dijo al terminar su desayuno.
Ah, la búsqueda por el lago encantado.
Desde que entraron a estudiar a la Academia Merlín, el director les conté que en ese lugar existía un enorme lago de agua cristalina qué poseía una enorme magia, una magia tan poderosa qué podría romper cualquier hechizo, maldición o maleficio existente y por existir, pero nunca nadie ha encontrado en dónde estaba ese lago.
Desde entonces y en cuanto Morgie y James se hicieron amigos, ambos prometieron buscar el lago y ser ellos quienes lo descubrieran, ellos lo iban a lograr antes que nadie.
Eso fue lo que los unió en un principio, la búsqueda por el lago encantado fue lo que los hizo inseparables en primer lugar, eso los convirtió en mejores amigos, eso hizo que dejaran de ser Morgie por un lado y James por otro y pasarán a ser Morgie y James.
—Muy bien, maestro cartógrafo —Morgie dijo, mirando el bosque extendiéndose frente a ellos—, ¿a donde debemos ir, contramaestre?
James a su lado puso los ojos en blanco, pero eso le pasa por confiarle tan fácil a Morgie sus primeros trabajos como pirata.
—Bien, el valle de espinas está al noroeste desde aquí, así que hacía allá —James dijo, empezando a caminar mientras Morgie lo seguía.
Ambos caminaban bajo el sol qué aunque estaba en su mayor punto, no quemaba y solo ofrecía una leve ola de calor.
—¿Tenemos alguna idea de cómo será el lago? —Preguntó James.
—Enorme, rodeado de bosque, quizás puede que haya algunos seres mágicos cerca custodiando el lago —Respondió Morgie.
—Suena como una descripción correcta para un lago encantado —James dijo, encogiéndose en hombros.
Ambos continuaron hablando entre ellos, riendo poco mientras caminaban.
Eso se sentía tan bien para ambos, ninguno de los dos hablaba de la escuela, ni de venganzas, nada, solo ellos dos hablando de banalidades y tonterías que cualquier par de adolescentes normales hablarían.
—Entonces, ¿volverás a Nunca Jamás para Navidad? —Preguntó Morgie mientras ambos pasaban por debajo de unas ramas muy bajas.
—Pues no tengo más planes —James respondió, mirando el mapa en su mano—. Además ese lugar es encantador en invierno, siempre y cuando lleguemos antes de que se congele el mar. Supongo que tú irás con tu madre.
—Lo más probable —Morgie respondió, mirando los grandes árboles a su alrededor—. Deberías ir a Avalon algún día.
Avalon era en resumen, el hogar de Morgie. Avalon era una isla alejada de Camelot habitada únicamente por seres mágicos; brujas, hechiceros, hadas, elfos, duendes, toda cantidad de criaturas mágicas habitaban en paz ahí. Ese fue el lugar al que Morgana se fue tras ser exiliada de Camelot por su padrastro, Uther Pendragon a los 17 años.
Ahí fue donde Morgie nació y se crió antes de que Merlín lo invitará a asistir a la Academia personalmente. También era un lugar que se regía fuera de las leyes de Camelot, así que también fue el refugio ideal para la familia Le Fay.
—No sé, ¿Se permiten humanos en Avalon? —James preguntó.
—Mi padre estuvo permitido —Morgie mencionó al aire y James no siguió hablando porque el tema era un tanto delicado.
Pero por suerte James miró al frente y sonrió.
—Valle de espinas —Dijo James.
Morgie levantó la vista, mirando como frente a ellos se extendía un largo campo, con arbustos espinosos multicolor de varios metros, a lo largo y lo ancho. Ese fue su obstáculo la última vez que estuvieron en su cruzada por encontrar el lago.
—Lo rodearemos —James indicó, mirando a ambos lados, tratando de buscar el final del valle.
—No, hay qué cruzarlo —Morgie declaró, parándose justo frente al valle.
—¿Y cómo lo haremos, señor sabelotodo? —Preguntó el pirata, mirando qué los arbustos eran tan altos para llegar a sus ombligos.
Morgie se quedó ahí de pie e hizo algo que agradecía haber planeado desde antes. Movió la mochila qué colgaba de su hombro y la abrió.
—Aquí tengo algo —Mencionó, sacando un libro de pasta dura café con detalles dorados en cada esquina de la tapa y justo en el medio había un dragón dorado escupiendo fuego.
—¿Eso es?…
—¿El libro de hechizos de Maléfica? —Morgie sonrió—. Ella me lo prestó a cambio de haberle prestado mi libro de herbología.
—¿Tienes un libro de herbología? —Preguntó James y Morgie levantó una ceja.
—Bueno, eso me confirma qué no husmeas en mi escritorio —Morgie respondió, abriendo el libro, empezando a revisar las páginas—. ¡Aquí! Control de espinas.
Morgie extendió las manos frente a los arbustos espinosos, su voz tomando un tono solemne y rítmico, mientras sus palabras se llenaban de poder:
—Espinas que en sombras ocultas están, obedientes a mi mandato irán. Doblen sus ramas, abran camino, cedan al paso a nuestro destino —Morgie recitó y una chispa dorada salió disparado de la punta de sus dedos derechos para chocar contra las raíces de los arbustos.
Y como si las mismas espinas comprendieran su voz, los arbustos comenzaron a moverse lentamente, apartándose, y creando un sendero estrecho que se extendía frente a ellos. Morgie sonrió, satisfecho con el hechizo de Maléfica y cerró el libro.
Morgie miró a James con una sonrisa de triunfo y luego de regreso al camino ahora libre.
—Ahora, contramaestre, nuestra ruta está asegurada —Dijo, inclinando la cabeza con una elegancia fingida.
James soltó una risita y empezó a caminar lentamente pasando por el frente de Morgie.
—Bien pensado, dear —James comentó, acercando su garfio al rostro de Morgie, acariciando su barbilla con el garfio, todo mientras se miraban a los ojos—. Me gusta cuando te pones ingenioso, Morgs.
James empezó a caminar por el sendero, dejando atrás a Morgie, con las mejillas sonrojadas y su corazón latiendo a mil por hora.
Miró a James andar y suspiró, llevando las manos a su pecho. Cómo le gustaría entender por completo como su corazón funcionaba para enloquecer así por James, pero el amor es muy confuso para Morgie.
Siempre fue así. Ni siquiera en sus únicas dos experiencias pasadas lo había entendido.
Morgie es un estúpido con el amor.
Hmm…
—¿Vienes? —James preguntó mirándolo de reojo y Morgie solo asintió.
Si tan solo fuera tan fácil…
—When I was five, I fell in love… It didn't last —Morgie comenzó a cantar bajo, mirando al suelo mientras caminaba por el sendero, todo con James en su propio mundo sin hacerle caso—. He ran from me, literally ran from me and being half-fairy, so he also flew fast.
Morgie suspiró al recordar ese primer corto amor, pero su memoria voló a su segundo interés.
—When I was ten, in love again, this fortune-teller guy —Volvió a cantar, acercando un dedo para contornear una espina—. I waited for hours inside his tent with flowers… Which made him laugh, which made me cry.
Morgie se quedó de pie, maldiciendo discretamente a Bastian por aquel mal recuerdo.
—¿Qué estás esperando, Morgie? ¡Vamos! —James le llamó la atención.
—By thirteen I gave up trying, I decided I would be a great magician —Morgie sonrió, empezando a cantar de nuevo, dirigiéndose a James—. 'Cause magic is real.
—I memorized a lot of spells, because charms, potions, and incantations would never make me feel… —El cambiaformas se detuvo un momento de nuevo, pero retomó su paso nuevamente—. So stupid with love. Like I didn't get it, I didn't get it, somehow, smart with spells but stupid with love.
Morgie miró detenidamente a los arbustos y apuntó un dedo a una de las espinas, lanzando una pequeña chispa dorada a ella lo que hizo crecer una bella flor roja en la punta.
— I didn't get it— Volvió a cantar, mirando que más flores crecían por las espinas—. I didn't get it… 'Till now.
—¡Te estás quedando muy atrás, Morgie! —James volvió a gritar.
—¡Ya voy! —Morgie gritó en respuesta, apurando su paso sin notar qué los arbustos secos de espinas empezaban a cambiar completamente y eran reemplazados por arbustos verdes con flores brillantes.
— So thank you, magic, for being there to bring me joy —Morgie siguió cantando, mientras James estaba en su propio mundo. Lentamente Morgie se apoyó contra un árbol—. And thank you, magic 'cause now brought me this cute boy!
—¡Por aquí! —James señaló a su derecha y Morgie rápidamente lo siguió
—Es un poco lodoso aquí, debe haber una fuente de agua cerca —Morgie opinó al ver al suelo.
—Bien pensado Morgs.
Morgie sonrió aun más.
—He's like someone from TV, he's like that guy who gives out roses to their special ones —Morgie siguió cantando, Andando justo a unos pasos detrás de James mientras miraban como varias mariposas volaban de entre las flores cercanas—. His clothes, his grooming and he's foot away from me with fancy hair and shiny eyes that I could swim in…
—He is live and in the road! —Morgie cantó aún más fuerte.
—¿Dijiste algo? —Preguntó James, volteando a verlo.
—No, nada —Dijo Morgie, aclarándose la garganta.
James se encogió en hombros para volver a caminar y Morgie volvió a seguirlo.
—And I'm stupid with love —Rápidamente el cambiaformas cantó de nuevo—. I wanna get it, I wanna get it, but how?
—Smart with spells, but stupid with love —Morgie volvió a cantar mientras ambos chicos oían la suave corriente de un río qué bajaba rápidamente, con varias rocas sobresaliendo del agua—. I wanna get it, I didn't get it 'till now.
—¡El último en cruzar es un huevo podrido! —Ambos gritaron al mismo tiempo y se vieron al mismo tiempo.
—¡Ja! Me debes un chocolate —James dijo animadamente y corrió al río.
—Ja —Morgie hizo lo mismo.
Los dos corrieron, empezando a saltar cada roca para poder cruzar el río.
Morgie veía a James, estar cada vez más animado qué antes, poniendo una sonrisa que derretía a Morgie.
—I'm astounded and non-plussed, I am filled with magic-lust —Morgie retomó su canto mientras terminaron de cruzar por las rocas y volvieron a correr a donde seguía el bosque—. Does this guy work out? He must, all sweaty at the gym.
—Could that image be more hot? Let me just enjoy that thought… —Morgie se inclinó al frente, mirando la nuca y espalda de James mientras ambos avanzaban hacia un prado lleno de flores—. School was rough but now it's not.
—'Cause now there's him —Mientras caminaban, Morgie vio que las flores del suelo tenían mariposas cubriendolas y de un momento a otro, estas mariposas empezaron a volar, rodeando a Morgie—. It's all so simple…
—Stupid with love, but I can get it —Morgie cantó mientras las mariposas volaron a su espalda y lo hicieron empezar a correr—. Watch this boy self-educate, I learned magic, so I can learn love.
Morgie rápidamente empezó a correr, revazando a James quien no tardó en notarlo.
—¡Hey! —James empezó a reír mientras corría también para no quedarse atrás.
—You wanna bet it? That I can get it? —Morgie dejó de correr conforme las mariposas dejaban de empujarlo y dio media vuelta, mirando a James mientras caminaba de espaldad—. Just wait.
—Just wait —Morgie cantó, mirando las mariposas irse revoloteando y siguió caminando de espaldas—. Just wait!
—¡Morgie, cuidado! —James gritó y Morgie salió de su ensoñación al detener su andar.
En ese momento Morgie casi pierde el equilibrio al sentir que su pie derecho no pisó ninguna superficie sólida y antes de caer sintió una mano jalarlo por su brazo izquierdo.
—Mierda Morgie, ten cuidado —James regañó—. Estuviste por caer de un precipicio por ir en las nubes.
Morgie miró hacia atrás, ignorando las palabras de James porque algo había llamado su atención por completo.
—James… —Morgie habló.
—¿Qué?
—Estamos en un lago —Morgie mencionó.
—¿¡Qué!? —Entonces el pirata también miró hacia abajo.
Debajo de ese precipicio se encontraba un gran lago que resplandecía bajo la luz del Sol. Morgie miró con curiosidad qué parecía reflejar un color jade brillante qué Morgie supuso era por el fondo del lago. Además de eso, a un lado de la orilla había una tarima de mármol con columnas griegas qué parecían ruinas.
Morgie y James se miraron el uno al otro antes de correr, para buscar como bajar de ese pequeño risco y así moverse hasta la tarima de mármol. Lograron llegar ahí intactos y se detuvieron en la orilla junto a una columna.
—¿Crees que sea el lago encantado? —Preguntó James, mirando el agua.
—Solo hay un modo de saberlo —Dijo Morgie, mirando a James y alzando un poco su mano derecha—. Verruca sursum.
Una chispa dorada se estrelló en la cara de James y este retrocedió un poco. Morgie sonrió con malicia viendo que en toda la cara de James aparecieron varias verrugas.
—¿Qué hiciste, Morgie? —Preguntó James, empezando a entrar en pánico.
—Mira tu reflejo —Morgie dijo y James de inmediato movió su mochila para sacar el pequeño espejo qué guardaba y vio su reflejo.
—¿¡Qué demonios hiciste Morgie!? —James gritó, dejando caer su mochila
—Es un maleficio de verrugas —Morgie asintió.
—¿¡Por qué hiciste eso!?
—Para saber si este es realmente el lago encantado —Morgie dijo y le dio un empujón a James para tirarlo directamente al agua.
—¡Morgie! —James volvió a gritar al sacar la cabeza del agua.
—Mira tu cara —Morgie le indicó, luciendo emocionado.
James volvió a mirarse a su pequeño espejo, observando qué ahora su rostro volvía a ser tan terso y libre de imperfecciones como siempre.
—Menos mal, espera… —James miró a Morgie y ambos estaban igual de emocionados.
—¡Encontramos el lago encantado! —Ambos gritaron.
Morgie estaba emocionado, había tirado su mochila para dedicarse a ver el lago, así que no se dio cuenta de cómo James se le acercó y le tomó del brazo para jalarlo, tirándolo al agua también.
Morgie rápidamente salió a flote y empezó a reír bastante, contagiando a James, ambos siguieron riendo y empezaron a salpicarse agua mientras flotaban más y más.
—¡Basta James! —Gritaba Morgie mientras el agua salpicaba su rostro.
Eso bastó pues James dejó de salpicar y solo se quedó viendo el lugar que ciertamente era hermoso, con los árboles alrededor, las columnas griegas y el clima perfecto del agua.
—Al menos me hubieras dejado quitarme la ropa —James mencionó, mirando su camisa ahora empapada… era una camisa blanca qué al mojarse se transparentaba y…
Basta Morgie, deja de pensar así.
—Lo siento… No mucho —Morgie respondió y decidió girarse antes de que James pudiera ver su sonrojo y decidió alejarse más, nadando lentamente por el lago hasta que notó algo en el fondo, algo brillante qué se veía desde la superficie.
Tomó aire y se hundió en el agua, nadando tan bajo como podía y estiró su mano derecha lo suficiente para tomar aquel objeto brillante. Era muy dura y con una superficie rugosa qué le lastimó un poco al apretarla aquella roca.
Al verla bajo el agua vio que era blanca y brillante. Nadó de vuelta a la superficie y al hacerlo causó qué la luz del Sol directa le diera a la roca, lo que hizo que brillará más.
—Wow… —Morgie sonrió y empezó a buscar a James, quien estaba nadando boca arriba en el lago—. ¡James! ¡Mira esto!
James se acomodó y vio a Morgie nadar hacia él.
—¿Qué pasa?
—¡Una piedra de los deseos! —Morgie dijo con entusiasmo—. Estas piedras se forman por los minerales de fuentes de agua mágica, si pides un deseo y la regresas al agua se cumplirá.
—Genial —James sonrió y miró a Morgie—. ¿Qué vas a desear?
—¿Uh?... ¿Yo?
—Pues tú la encontraste, es lo justo —El pirata le dijo y Morgie observó la roca en su mano derecha.
¿Qué podría desear?
—Yo solo quiero… —Habló, mirando la roca—. Quiero que este lugar sea importante en el futuro, no sé, que ayude a la gente que lo necesite.
Dijo y lanzó la roca de vuelta al agua.
—Que cursi te pusiste —James se burló un poco, haciendo reír a Morgie.
Ninguno de los dos se dio cuenta de cómo plantas empezaron a crecer en la orilla de la tarima y por la parte baja de las columnas en dónde también crecieron flores moradas.
Se quedaron en silencio un momento cuando algo interrumpió la paz.
—Me parece que este lugar no está al alcance de los estudiantes.
Ambos escucharon eso y voltearon, viendo a Merlín de pie en la tarima, quien los miraba desde arriba.
Morgie y James compartieron una mirada de nervios.
Estaban en problemas.
Continuará...
La canción usada fue Stupid with Love del musical de Mean Girls.
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