Charla Con Un Dios
—Y este es la última —Morgie habló, entregando la última pócima.
Esmeralda la tomó luego de pagarle a James e ingirió la bebida brillante, teniendo los efectos inmediatos y soltó un suspiro de satisfacción.
—Morgie, amigo, eres un genio —Esmeralda dijo, regresándole el frasco—. Deberías salir de juerga más seguido, además de saber como divertirte, tienes el remedio ideal de la resaca. Te mantendré avisado de cualquier reunión.
—¿Y qué hay de mi, gitana? —Preguntó James, inclinándose hacia ella con un gesto coqueto.
—Tú… —Esmeralda habló, alzando su mano derecha y le levantó el dedo de en medio justo en cara de James—. Tú te puedes ir a la mierda, pirata sinvergüenza.
Morgie soltó una risa corta que resonó por toda la habitación mientras James se quedaba inmóvil, procesando la descarada respuesta de Esmeralda.
—¿Pirata sinvergüenza? —Repitió James, fingiendo indignación mientras se llevaba la mano al pecho—. Esmeralda, eso fue un golpe bajo.
—¿Bajo? —Respondió ella mientras se acomodaba su bolso—. Bajo fue robar mis aretes y algún día los recuperare, créeme, ahora se donde duermes.
—¿Es eso una amenaza? —El pirata preguntó, pero Esmeralda se giró hacia Morgie, ignorando deliberadamente a James.
—Nos vemos luego, Morgie. Y recuerda, te quiero en mi equipo la próxima vez que juguemos algo.
—Cuenta conmigo —Respondió Morgie, sonriendo ampliamente.
Esmeralda salió de la habitación dejando a James de pie, con un gesto de molestia.
—¿Pirata sinvergüenza? —James repitió una vez más, mirando a Morgie como si buscara apoyo.
—¿Qué puedo decir? —Respondió Morgie, encogiéndose de hombros con aire burlón—. No le robes a una gitana si no quieres que te insulten.
—Como sea —James puso los ojos en blanco, negando con la cabeza—. Lo importante es dividirnos las ganancias de hoy.
—¿Qué hay de mi comisión?
La repentina voz femenina viniendo de la nada asustó a James, quien soltó un grito de susto y se giró, viendo a Bridget en la cama de Morgie, leyendo.
—¡Santa mierda! ¿¡Qué diablos haces ahí¡? —James gritó y luego miro a Morgie—. ¿¡Desde cuando esta ella ahí!?
—Desde que traje a todos los que necesitaban la pócima de Morgie —Bridget respondió, cerrando el libro que antes leía.
—¿No la viste? —Preguntó Morgie.
—¿Por qué tendría que haberlo hecho? —Preguntó James, pero luego se giró a ver a la princesa—. ¿Y exactamente qué te hace creer que mereces “una comisión” de esto, princesita?
—Bueno, fui yo quien trajo a todos los chicos con resaca así que considero justo una división de ganancias para tres —La princesa de cabello rosa habló, mirando a ambos con una sonrisa.
—No puedes estar hablando en serio —James dijo.
—Me parece lo justo —Morgie asintió.
—¡No puedes estar hablando en serio! —James dijo aún más fuerte mientras miraba a Morgie.
—Oye, hicimos este negocio porque ella nos trajo clientes —Morgie dijo, mirando al pirata—, podemos prescindir de un poco de dinero por esta vez.
—¡Perfecto! —Bridget dijo y miró a James—. Pensaba en un 30%, ya sabes, 30 para mi, 3 para ti y el 40% para Morgie porque ser quien hizo la poción.
James se mordió la lengua para no decir toda la sarta de palabras que estaba pensando en gritarle a Bridget en la cara por mera cortesía, por Morgie, no por la ridícula princesa.
—Pues ella tiene un punto, tuvimos un flujo de clientes porque ella los trajo, merece el pago —Morgie habló y James casi explota al escuchar esas palabras venir del brujo.
El pirata no contesto, en lugar de eso fue a su escritorio, vaciando las monedas ahí para empezar a contar lo ganado mientras murmurar cosas inatendibles.
—No te molestes tanto James —Morgie dijo, empezando a acercarse al pirata para susurrarle—. Te doy un 5% de lo mío, solo dale lo que ella te pide para que se vaya.
James solo respondió con gruñidos qué se confundían con sus palabras y terminó llenando un pequeño sacó con el dinero que terminó por lanzarle a Bridget.
—Ahí tienes, princesa —James dijo lo más despectivo posible antes de volver su atención al resto del dinero.
—Gracias James —Bridget dijo, llevando sus manos a su espalda, al igual que Morgie y discretamente la princesa le paso el saco con dinero al hechicero. Luego se vieron y ella le guiño un ojo.
Recuerden, los mejores tratos son los que se hacen en secreto.
—Bueno, me tengo que ir, es día de correspondencia así que tengo correo de mi familia por responder —Bridget hablaba mientras caminaba a la entrada del cuarto, sonriendo a los dos chicos, abriendo la puerta—. Así que… ¡Ah!
La princesa gritó de sorpresa al ver que al otro lado de la puerta estaban Uliana, Maléfica y Hades.
—Uliana, hola —Bridget dijo con cautela—, yo ya me iba.
—Por supuesto, ya te ibas —Uliana habló mientras entraba al cuarto junto al hada oscura y el dios del Inframundo. Bridget mostraba nerviosismo mientras rodeaba al trío y caminaba para luego salir por la puerta y huir.
—Hola, chicos —Morgie saludó con una sonrisa.
—Oímos que acababan de organizar una pequeña vendimia aquí —Dijo Uliana, mirando de reojo la zona de pociones de Morgie.
—Al parecer alguien ayudó a los estudiantes con resaca con una pócima milagrosa —Maléfica habló, observando el caldero donde Estaban los restos de la poción—. Siempre supe que eras habilidoso con las pociones.
—Solo lo normal realmente —Morgie se encogió en hombros.
—No sabía que ahora le hacias favores a la gente —Uliana comentó.
—No gratis —El joven hechicero aclaró.
—Chico listo —Hades lo felicitó.
—De todos modos, no venimos a hablar de eso —Uliana interrumpió—. Tú ayer fuiste a una fiesta con una misión Morgie, así que pregunto, ¿lograste descubrir algo?
Oh, cierto, conseguir información... ¿Consiguió información? Oh, sí... ¿Lo bueno? Paso mucho tiempo charlando con Bridget, ¿lo malo? No recuerda absolutamente nada de lo que hablaron debido al alcohol y la pócima no regresa memorias así que está en pocos problemas.
Aunque sí recuerda algo.
—Hay un chico —Fue lo que Morgie respondió y aquello hizo sonreír a Uliana.
—A la princesita le gusta un chico —Uliana dijo.
—No diría eso exactamente —Morgie la corrigió y antes de que Uliana se molestara siguió hablando—. Es más bien que hay un chico que claramente está loco por Bridget.
Eso complació más a la chica, pues en su rostro se notaba que ya estaba empezando a maquilar un plan que tuviera como meta principal humillar a Bridget.
Y... Eso no se sintió bien.
Morgie sintió una pequeña punzada en su pecho al haber revelado eso, no sabía que era se sentir, era algo nuevo en su ser, como si le hubieran lanzado un hechizo en su corazón que lo oprimía, era un peso en sus hombros que le recriminaba lo que acababa de decir.
Era culpa.
Morgie se quedó en silencio, intentando procesar la sensación incómoda que se apoderaba de él. Su pecho se sentía pesado, y aunque trataba de ignorarlo, la culpa lo seguía golpeando como una ola constante.
“¿Por qué me siento así?” Pensó, sintiéndose muy confundido. Había estado trabajando así con Uliana durante años, se ha burlado de gente, ha intimidado estudiantes. ¿Por qué esta vez se sentía diferente?
No tenía idea de por qué podría sentirse mal ahora.
—Dame su nombre —Uliana ordenó.
Morgie levantó la vista para ver a Uliana, quien le sonreía, esperando respuesta y el chico estuvo a punto de negarse a responder, pero fue débil.
—Hexio Diamond, es uno de los estudiantes del País de las Maravillas —Dijo, sintiéndose incluso peor que antes.
—Necesito tiempo para pensar —Uliana habló y se dio media vuelta—. Iré a pensar el plan por hoy ustedes están libres.
—Vaya, gracias —Dijo Hades con sarcasmo al ver a Uliana irse por la puerta.
—Bueno, en vista de nuestra repentina libertad —Maléfica empezó a hablar—, James, ¿me acompañas a la biblioteca? Tengo cosas por estudiar.
—Claro —James respondió y rápidamente el hechicero y el dios se habían ido.
Morgie se quedó en silencio tras la ida de Maléfica y James, pero simplemente no podía deshacerse de su sentimiento de culpa,
“¿Por qué no puedo decir que no?”
—¿Estás bien? —Preguntó Hades, chasqueando los dedos frente al desorientado Morgie.
—¿Ah? Sí, sí, eso creo —Morgie respondió, mandando lejos sus pensamientos.
—¿Crees? —El dios insistió—. No te oyes para nada convencido.
—Solo son... cosas, cosas sin importancia —Respondió el chico le Fay, pero Hades levantó una ceja, no comprando esa excusa.
—Bien —Hades dijo, luego empezó a caminar a la puerta de la habitación con toda intención de salir, pero se detuvo antes de salir y le miró por el hombro—. ¿Vienes a mi habitación a jugar videojuegos?
Morgie miró a Hades y sonrió.
—¡Claro! —Morgie asintió.
La habitación de Hades era un caso especial al resto de las habitaciones de la Academia Merlín. Era un literal dios así que tenía una habitación propia para él, como otros miembros de la realeza, pero la suya era más grande, Merlín la había agrandado con magia para darle aún más comodidades por petición de Rea que quería lo mejor para el mayor de sus hijos varones.
Irónico que Hades estuviera ahí como un castigo impuesto por el menor de los hermanos.
Esa habitación era sencillamente espectacular para aquellos pocos que han estado dentro.
Con paredes de color negro con azul, con una gran cama, televisión, estantes con libros, un reproductor de música, pero lo más importante, tenía una Sega Genesis y una Super Nintendo con cientos de videojuegos.
Además de baño casi el doble de grande que el de los demás, aire acondicionado, un mini refrigerador, horno de microondas y una alacena propia.
Comprenderán que era la envidia de todos en la escuela.
—¡Vete al diablo! —Gritó Hades mientras presionaba los botones del control.
Hades y Morgie estaban sentados en el suelo de la habitación del dios, jugando al Mortal Kombat 2, pero por mucho poder que tuviera el de cabello azul, Morgie tenía la ventaja siempre en ese videojuego.
Era la tercera ronda y Kitana le seguía pateando el trasero a Scorpion.
—¿Qué pasa? —Morgie preguntó, sonriendo—. ¿El dios del inframundo no puede vencer a un joven hechicero en Mortal Kombat?
—Estoy seguro de que haces trampa, lo sé —Hades dijo, siguió presionando botones, pero Kitana terminó cortándole la cabeza a Scorpion—. ¡Hijo de perra!
—¿Seguro no quieres apostar? —Preguntó Morgie con una sonrisa engreída en sus labios.
—Tramposo —Hades dijo, cruzándose de brazos—. Demando la revancha, pero antes iré a hacer unas palomitas.
—Tú eres el anfitrión —Morgie habló, apoyando las manos en el suelo.
Hades se levantó del suelo y Morgie quedó sentado allí, solo viendo la pantalla de selección de personaje del videojuego. Se quedó solo con sus pensamientos, recordando algo muy breve que Bridget le había dicho, algo relacionado a su orientación sexual y hablarlo con sus amigos.
Hades era sin duda el segundo más cercano a Morgie después de James, además se llevan conociendo más tiempo, y también Morgie consideraba que hablar con Hades era mucho más fácil que con cualquier más.
¿Sería buena idea?
Morgie no tenía idea de que tan prejuicioso sería Hades porque... Porque Hades parece odiar a todo mundo, así que no sabía si es que Hades lo odiaría por ser gay, o quizás Hades secretamente lo odia y eso sería la oportunidad para ya demostrarlo abiertamente.
O tal vez Hades no tendría problema alguno.
Pero solo había una manera de saberlo.
—¡Morgie!
Morgie se asustó de golpe al oír la voz de Hades gritarle y miró al dios que ya estaba ahí con el tazón de palomitas de mantequilla.
—Muy bien, ¿qué diablos tienes? —Hades habló—. Has estado actuando muy raro hoy y empieza a ser molesto.
—No, no es nada, ¿seguimos jugando? —Morgie habló, volviendo a tomar su control, pero Hades se quedó viéndolo sin tragarse sus excusas y el hechicero solo le evitó la mirada—. Solo estaba pensando en cosas, un poco personales.
—Si tú lo dices —Hades habló, comiendo de sus palomitas.
—¿Recuerdas cuando nos conocimos? —Preguntó Morgie de repente.
—¿Hablas de cuando fui a quejarme con tu madre por seguir sacando almas de mis dominios y luego empezase a interrogarme por horas sobre como es ser un dios? —Preguntó Hades, alzando una ceja.
—¡Sí! —Morgie sonrió—. Me sorprendió que no te fueras al primer instante en que empecé a preguntarte cosas.
—No mucha gente me pregunta sobre mi trabajo —Hades se encogió en hombros.
—Bueno, el punto es que escuchaste todas mis preguntas y otras veces también me has escuchado cuando digo cosas y... —Morgie miró el control un poco antes de mirar a Hades—. Hay algo que quiero hablar contigo solo que es algo muy personal y es difícil expresarlo porque nadie más que mi madre sabe.
—Bueno, eso suena importante —Hades comentó, dejando el tazón de palomitas a un lado para ver mejor a Morgie—. Vamos, escúpelo Morgie.
—Pues lo que pasa es que yo siempre he sido algo diferente a mucha de la gente —Morgie empezó a hablar, pensando bien sus palabras.
Hades solo puso un gesto de confusión en su rostro. Morgie suspiró antes de pasarse las manos por la cara.
—Lo que quiero decir… es que soy gay —Morgie dijo finalmente.
Decir eso frente a Hades fue un tanto liberador, pero dejó en él un sentimiento peculiar que presionaba su pecho y el silencio del dios no mejoraba la situación.
—¿Y ya? —Preguntó Hades.
—¿Cómo que “y ya”? —Morgie preguntó.
—Creí que ibas a decirme que ibas a invocar a un monstruo de las tinieblas o que ya empezarías a sacar almas del Inframundo como tu madre —Dijo Hades, volviendo a tomar su control—. Ya sabes, algo de verdad importante.
Algo de verdad importante…
Por supuesto, eso no era nada importante, lo que ocurriera con Morgie nunca sería algo de verdad importante.
¿Por qué creyó qué hablar serviría de algo? Claramente debió mantener la boca cerrada porque a nadie le importaría algo como eso.
—¿Listo para perder? —Preguntó Hades, sosteniendo su control.
Morgie frunció el ceño unos segundos, pero luego simplemente su rostro decayó.
—Acabo de recodar qué tengo tarea pendiente —Morgie dijo, dejando el control en el suelo y poniéndose de pie.
—Dijiste que tenias el día libre de tareas —Hades dijo claramente confundido.
—Pues lo había olvidado hasta ahora —Morgie se excuso, limpiándose la ropa—. Gracia por invitarme a jugar.
—Morgie espera —Hades habló, pero el otro chico ya estaba caminando a la salida.
Morgie ignoraba al dios, pero se detuvo al sentir una mano en su hombro qué lo volteó con fuerza. Se topó con la mirada desconcertada de Hades.
—Morgie… —Hades empezó a hablar, mirando la cara herida de Morgie y su gesto se hizo más amable—. No debí decir eso.
—¿De que hablas? —Morgie preguntó.
—No debí restarle importancia a lo que me dijiste —Hades continuó hablando—. A veces olvido el lugar en donde estoy, en Grecia ya sabes como son las cosas allá.
—¿Pervertidas?
—Liberales —Hades corrigió—. Escucha, si tu temor era qué yo te fuera a juzgar o a mirar mal por ser gay créeme qué no es así, sería muy hipócrita de mi parte criticarte por tus decisiones amorosas.
—¿Lo dices porque estas casado con tu sobrina?... ¡Auch! —Morgie dijo, pero terminó quejándose por un coscorrón de Hades.
—El punto es que… —Hades suspiró—. Morgie, eres mi amigo y supongo que agradezco el nivel de confianza para decirme esto.
Morgie empezó a sonreír, Hades le miró y soltó un gruñido frustrado, luego abrió los brazos.
—Ven acá —Dijo Hades y Morgie se lanzó para abrazar al dios y este a regañadientes también lo envolvió con sus brazos.
El abrazo era algo extraño, casi incómodo al principio. Hades, con su habitual actitud indiferente y sarcástica, no parecía ser del tipo que ofreciera consuelo físico. Pero Morgie, al sentir los brazos del dios rodearlo, dejó escapar una pequeña risa de alivio.
—Sabía que tenias un lado tierno —Morgie murmuró.
—No te acostumbres, Morgie —Hades sentenció.
—Oye Hades…
—¿Qué? —Preguntó el dios tan monótono como fuera posible.
—Tienes los pectorales muy grandes —Morgie dijo.
—¡Okay, ya lo estas volviendo raro! —Hades exclamó, colocando una mano sobre cara de Morgie para alejarlo de él.
Morgie empezó a reír por la acción de Hades mientras el dios lo miraba con enojo.
—¿Volvemos a jugar? —Preguntó Morgie, pero antes de que Hades pudiera responder un golpe en la puerta lo interrumpió—. ¿Esperabas a alguien más?
—No —Hades frunció el ceño—. Adelante.
La puerta se abrió de golpe y alguien entró volando, literalmente volando.
Era un tipo de rostro afilado, ojos saltones, barrigón qué vestía una toga blanca, llevaba un raro sombrero con alas y sin duda lo más llamativo, unas sandalias con alas también.
—¿Qué carajos haces aquí, Hermes? —Preguntó Hades con fastidio al verlo.
—¿Hermes? —Preguntó Morgie—. O sea, Hermes el dios de la mensajería.
—¡Hola, Hades! —Hermes saludó, ignorando por completo a Morgie—. Que gusto verte, amigo mío.
Hermes mencionó, aterrizando al suelo con una pose dramática, como si estuviera esperando una ronda de aplausos.
—Te hice una pregunta, Hermes —Hades dijo, empezando a molestarse.
—Pues vengo con una noticia muy importante, directo desde el Monte Olimpo —Hermes habló con emoción, sacando un pergamino.
—¿Por qué una noticia de allí me importaría? —Hades cuestionó, cruzando sus brazos.
—Es mi honor informar qué Zeus y su alteza olímpica Hera están esperando a su nuevo hijo —Leyó Hermes y Hades le miró, con el ceño fruncido, Morgie solo estaba viendo en silencio—. Como sabes un nuevo hijo en el Monte Olimpo es noticia de celebración, se espera tu presencia en el futuro baby shower y la presentación del próximo bebé olímpico.
—¿Olímpico? —Preguntó Hades—. ¿El bebé no nace aún y ya lo están llamando olímpico?
—Zeus insistió en que el bebé tenga un lugar junto al resto —Hermes informó.
—Por supuesto —Hades murmuró.
—Como ya dije, se te espera en los festejos en el Monte Olimpo, cuando sea tiempo te haré llegar la invitación —Hermes comentó, lanzándole a Hades algo que parecía un broche, Hades lo tomó y luego lanzó hacia atrás, donde Morgie lo atrapó.
Morgie lo miró, era un broche redondo del tamaño casi de su mano, era azul con un rayo dorado cruzado y sobre el rayo un abanico de plumas verdes jade.
—Nos vemos —Hermes dijo antes de retirarse por donde llegó.
—Uhm —Hermes empezó a hablar—, felicidades por tu próximo sobrino.
—Próximo sobrino —Hades susurró—. Un sobrino olímpico, aún no nace y ya lo nombraron olímpico.
—¿Es eso malo? —Morgie le preguntó.
—¿Qué si es malo? —Hades preguntó, en un tono más sombrío, mirando a Morgie de reojo—. ¿¡Por qué ese maldito bebé ya tiene un lugar en el Monte Olimpo!?
Hades retrocedió un paso al oír el gritó del dios, viendo que su cabello azul se encendía en fuego y se teñía de rojo. Aunque fue por eso que Morgie cayó en cuenta de algo.
—Tú no estas en el Monte Olimpo…
—¡Ellos no me dejaron estar ahí! —Gritó Hades con su cabello aun más rojo— ¡Yo decidí encargarme del Inframundo y por eso no me dejaron entrar!
El cabello rojo de Morgie alumbraba con intensidad alumbrando parte de la habitación y aumentando el calor del lugar.
—Vamos Hades, cálmate un poco —Dijo Morgie.
—¡No digas que me calme! —Hades gritó, lanzando una llamarada al techo—. ¿¡Tienes idea de como me siento!? ¡De ver a todos mis hermanos en puestos altos mientras a mi me excluyeron durante toda mi vida! Estoy cansado, incluso le dieron un lugar a Afrodita en el Olimpo, ¡ella ni siquiera esta emparentar a nosotros y le dieron un lugar allí! ¿y yo?...
—A ti te dejaron fuera —Dijo Morgie en voz baja y el fuego de Hades se apagó mientras su cabello volvió a su tono azul normal.
—Estoy harto de eso —Hades murmuró—. No solo me impiden estar en el Olimpo, sino que además mi estúpido hermano decide castigarme y enviarme a esta maldita escuela quitándome la mayor parte de mi poder.
Morgie podía sentir la frustración de Hades salir de su cuerpo, ver su enojo y rencor en contra de Zeus y el resto de sus hermanos.
—Y también el idiota de Poseidón delegándome como niñero de su hija menor… los odio tanto —Hades dijo en voz baja.
—Entonces deberías hacer algo… —Dijo Morgie y Hades dejó de quejarse.
—¿De qué hablas? —Preguntó.
—Ya sabes, hacerle ver a tu hermano que ya estas cansado de esto —Sugirió el hechicero—, hacer algo para que tu hermano note tu descontento, que demuestre lo enojado qué estas.
En ese momento Morgie pudo ver que algo pasaba en Hades, como si la rueda de hámster en su cerebro hubiera empezado a ir a mil por hora.
—Morgie, tienes razón —Hades dijo, empezando a sonreír—, me has dado la mejor idea del mundo.
—¿En serio? —Preguntó.
—¡Sí! —Hades se acercó a tomar a Morgie por los hombros—. La noticia del nuevo bebé resultó ser una buena noticia después de todo. Ahora, ¿por qué mejor no te vas a tu habitación?
—Pero creí que seguiríamos jugando —Morgie habló.
—Lo sé, pero necesito empezar a planear mi gran movimiento con mi hermano —Dijo Hades, alejándose de Morgie para caminar a su mesa de noche, abrió un cajón y Morgie lo vio sacar una moneda de oro y un raro cristal—. Puedes llevarte las palomitas.
—Bien… —Morgie habló, un tanto confundido, pero se agachó a tomar el tazón de palomitas.
—Morgie, eres un genio —Hades habló mientras caminaba hacia su baño.
—¿Gracias?
Morgie empezó a caminar a la salida, escuchando el agua correr desde el baño de Hades. Salió de la habitación aunque alcanzó a escuchar algo venir del baño.
—Comunícame con las moiras.
Morgie se encogió en hombros y salió de la habitación, comiéndose palomitas mientras caminaba por los pasillos de la academia.
Aunque estaba algo confundido, ¿por qué Hades llamaría a las moiras?...
—Solo espero no haber empeorado la situación… —Morgie dijo para sí mismo, un poco consternado.
Pero no es como que Hades fuera a idear un plan entero de derrocar a su hermano usando a su hijo no nacido…
—Nah, seguro todo estará bien —Morgie dijo y volvió a caminar tranquilamente.
Morgie siguió caminando hasta dar vuelta a un pasillo, ahí alcanzó a ver a Fay, leyendo algo en la pared de anuncios, minando fijamente algo.
—Hola Fay, ¿qué estas leyendo? —Preguntó Morgie y Fay se volteó a verlo.
—El Hada Azul puso aquí la lista para el examen práctico de magia, serán duelos —Fay respondió y Morgie sonrió.
—¿Duelos de magia? Oh, adoro los duelos —Morgie dijo, acercándose a los anuncios también.
—Yo iré contra Jadis —Dijo Fay.
—¿La chica rara de Narnia? —Preguntó Morgie y Fay asintió.
Morgie volvió a centrar su atención a la lista, buscando su nombre y cuando finalmente lo encontró sonrió, pero después sintió que el alma abandonaba su cuerpo y su estómago caía a sus pies al leer el nombre de su contrincante…
Maléfica.
Continuará...
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