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Miri

—¿Han vuelto a cambiar en este tiempo? —Me pregunta él.

Niego. —Sólo en mis sueños, aunque siendo sincera, me encantaría que volviera a pasar alguna vez. A veces las cosas entre nosotros son aburridas.

—Hey Miri, no estoy aquí para escuchar sus problemas matrimoniales, yo solo pasé a saludar.

—Jaebum no, no es lo que trato de hacer.

—Es broma, puedes hablar conmigo cuando quieras, de lo que quieras. Para eso estamos los amigos.

Nuestra charla es interrumpida, una llamada entra a mi celular, me disculpo con Jaebum y voy a responder.

—¿Qué pasa?

—¿Estás lista? Voy en camino.

—Si, estoy con Jaebum, pasó a saludar, pero ya estoy lista.

—Bien.

Regreso a mi asiento, Jaebum se ha terminado ya el vaso de jugo que le serví.

—¿Está todo bien? —Me pregunta.

—Si, por supuesto. Es solo que hoy vamos a Busan, a ver a mi familia. Estoy un poco ansiosa.

—Entonces me voy ahora, por más tiempo que pase Jinyoung me seguirá queriendo lejos de ti.

No lo creo, ahora ya no.











—Despierta, ya llegamos.

Mientras yo lucho por soltar mi cinturón, Jinyoung baja del auto. Lo alcanzo segundos después.

Él baja nuestras cosas y yo cargo con el pastel de Minho, me adelanto para abrirle la puerta del restaurante. Entramos directo para ir a la casa, Jinyoung va a dejar las maletas y yo voy a buscar a mi mamá.

—¡Miri! Creí que llegarían más tarde. —Me recibe con un cálido abrazo.

—No había mucho tráfico. ¿Cómo han estado?

—Igual que la última vez que hablamos, bien. ¿Y ustedes? —Observa el pastel, queda impresionada con lo perfecto que se ve.

—También. ¿Minho esta en casa?

—No, fue con Jackson a no se dónde, no deben tardar en llegar.

—Voy a la casa, Jinyoung se adelanto a dejar nuestras cosas.

—Dile a ese niño que si no me saluda ahorita no le daré de cenar.

—¿Me privara de disfrutar una deliciosa cena? Suegra, no sabe cuanto he esperado para venir. —Jinyoung aparece detrás de mi, con un ligero empujón me hace a un lado para saludar a mi mamá.

Aprovecho eso para ir a casa. Voy a desempacar para distraerme mientras Minho regresa. Dejo el pastel sobre la mesa y me dirijo a mi habitación, solo sacaré el obsequio de Minho y la ropa de Jinyoung para que se cambie.

Suena un celular, un mensaje llegó, reviso el mío y me doy cuenta que no es, encuentro sobre mi cama el celular de Jinyoung, otro mensaje llega, luego dos más.

Tal vez es una urgencia de la empresa, lo tomo para revisar. Aun conozco la contraseña, así como él sabe la mía.

Cho Miyeon

Quiero verte

¿Dónde estás?

No me ignores

Encontremonos donde siempre

Responde

—¿Así que esta es la razón por la que llegas tarde? Ya sabía yo que no bebias solo. —Desde la puerta de mi habitación veo el cuadro colgado en la pared de la sala, nuestro nuevo retrato familiar donde aparece Jinyoung.

Dejo el celular donde estaba y voy a la sala.

—Que rápido te aburriste de esto, que bueno que no me has convencido. Es un alivio que solo nos queden unos meses juntos, ¡ya quiero librarme de ti!

—¿Con quien hablas tía Miri?

Minho me asusta, no escuché que llegara. Me apresuro a ir a abrazarlo, me excuso diciéndole que solo hablaba sola. Poco después aparece Jinyoung. Ahora ya no me parece raro que me ignore tanto y sea hostil algunas veces.

—Te llegaron varios mensajes. —Le digo. —Parecen importantes, deberías ir a ver. Mira Minho, te hice este pastel. —Cambio de manera drástica el tema.

De reojo veo como Jinyoung va a mi habitación, le muestro a mi sobrino su pastel. Luego vamos al restaurante con mamá.

Estoy con ella hasta que llega la hora de cerrar, después cenamos los cinco, Minho, mamá, Yuna (la ayudante de mamá), Jinyoung y yo.

Mamá preparó la comida favorita de Minho, él no deseaba celebrar su cumpleaños de otra manera, no quería reunirse con sus amigos o algo, solo nos pidió estar con él ese día. Por eso me esforcé en hacer un pastel bonito y con buen sabor.

—Pide tu deseo antes de soplar las velas. —Le dice Yuna. Ya no estamos en el restaurante, apenas terminamos de cenar nos movimos a la casa, a la sala de estar, alrededor de la mesita de centro.

—¿Puedo pedir dos deseos? —Nos mira a todos.

—¿No te alcanza con uno? —Le responde Jinyoung. —¿Qué es?

—Quiero un hermanito y unos tenis nuevos.

No sé explicar con precisión nuestras expresiones al escuchar su deseo, parece que mamá se desmayara en algún momento. Yuna está grabando, así que este momento quedará registrado para la posteridad.

—Ya sé que es difícil porque no está mi verdadera mamá, pero tía Miri, tu eres como mi mamá. —Se acerca a abrazarme.

Eso no me lo esperaba, es conmovedor, pero no me lo creo por completo. Conozco a mi niño y esto no es nada de lo que diría.

—Conozco tus intenciones Minho, no porque me digas mamá permitiré que Jinyoung te traiga juguetes siempre que vengamos.

—¡Tía Miri! Yo solo quiero alguien para jugar antes de que sea más grande y pierda el interés en los juguetes.

Regresa a su lugar para soplar las velas.
Como si no lo conociera.

—¿Él lleva ya temas de ciencias naturales? —Me pregunta Jinyoung en voz baja.

—No lo sé, cuida lo que le dices.

—Veras mocosito Minho, no es tan fácil darte el primo hermano que quieres, pero te juro que haré mi mayor esfuerzo para... —Cubro su boca para evitar que siga hablando.

—¿Quieres unos tenis? Bien, luego hablamos de eso. —Mamá recupera el color, supongo que también recordó la navidad pasada donde Jinyoung llenó la casa con regalos para mi sobrino. Lo está mal acostumbrando.

Después de comer el pastel Yuna se marcha, Minho se va a jugar con Jinyoung y yo me quedo con mi mamá levantando.

Mi sobrino se preocupa por crecer y perder el interés en jugar con juguetes, parece que no se ha dado cuenta de lo mucho que Jinyoung, un hombre de treinta años, disfruta jugar con autos de control remoto.









—¿Qué quieres? —Por más que luche, no puedo lograr que suelte mi muñeca. —Sueltame, me lastimas. ¿Qué quieres? —Repito.

Después de asegurarse de que Minho se durmiera me arrastró afuera, estamos en el pequeño patio. Espero que mamá también esté preparándose para dormir, no quiero que nos escuche discutir y después me regañe aunque no sea mi culpa.

No responde, saca su celular del pantalón y luego de deslizar sus dedos un par de veces me muestra la pantalla. Es el chat con Miyeon, ya le respondió "no me molestes".

—¿Cómo se que no escribiste eso para despistar y después la llamaste?

—¿Estás celosa?

—¿Por qué lo estaría? A mi no me interesa lo que haces, en unos meses nos separaremos, puedes salir con quien quieras, hacer lo que quieras. —En lugar de soltarme, sujeta mi otra muñeca. —No me sorprende nada, de hecho, me parecía raro que no hicieras algo como esto. Es un alivio que me diera cuenta ahorita, así dejo de preocuparme cuando llegues tarde o tu ropa apeste a alcohol. Lo único que si me molesta es que moviste cielo, mar y tierra para no casarte con ella, me involucraste en esto y ahora resulta que siempre sí la quieres.

—Park Miri. —Me molesta que este tan tranquilo, que su expresión no me diga como se siente.

Mientras que yo de seguro estoy roja.

—No soy Park, soy Do Miri.

—Eres mi esposa y no te estoy siendo infiel. —Forcejeamos, no quiero seguir teniendo sus manos sobre mi. —He visto a Miyeon dos veces, la primera fue casualidad y la segunda porque necesitaba averiguar algo. Tu misma lo dijiste, rompí nuestro compromiso, ¿por qué la buscaría ahora?

—Y también lo dije, no me interesa lo que hagas. Al final nos separaremos y nos volveremos dos desconocidos.

—Te interesa, sabes que sí. Jamás te sería infiel, es verdad que nos encontramos por casualidad, estaba bebiendo y ella llegó a sentarse junto a mí, hablamos un poco y ya.

Por fin se digna a soltarme, va a sentarse en el escalón de la entrada.

—Las cosas últimamente han estado muy mal en la empresa, me siento estresado, nada me sale como quiero, por eso he llegado tarde tantos días.

—Sabes que beber no es la solución.

—Pero me ayuda a aclarar las ideas, por un momento.

Poco a poco me voy acercando a él. Si tiene tantos problemas debería recurrir a mi para hablarlo, tal vez no pueda resolverlos por él, pero lo escucharé y aconsejare, lo motivare a soportarlo, pero no, el niño prefiere irse a beber.

—Sungjin está haciendo lo posible para sabotearme, escuche algunos rumores sobre lo que intenta de hacer. —Hace una pausa. —Cada año, en enero hay una reunión muy importante. Mi padre planea anunciar la fecha en la que tomaré su puesto en la siguiente, Sungjin quiere que ese día los más grandes accionistas se pongan en contra para que yo sea descartado para el puesto.

—Pero tu padre es el dueño, ¿no hacen lo que él dice sin replicar?

—No es tan sencillo como parece, si tienen evidencias sólidas que prueben que no soy apto para el puesto pueden hacer una votación. Por eso busqué a Miyeon la segunda vez, para tratar de averiguar si sabe algo de su padre, pero fue en vano. Es tan tonta que su padre no le confía esas cosas.

Bien, ya logró que dejara de estar molesta, tiene sentido. Es un tonto, no se como lo hace, qué es lo que tiene, es difícil enojarme con él, todo lo que hace tiene una razón. Me cae mal, yo también me caigo mal.

—No te reprimas, se que quieres darme un abrazo de consuelo.

Vuelve a levantarse solo para abrazarme. Trato de rodearlo con fuerza, él oculta el rostro en mi cuello.

—Y ahora que Youngjae está ausente lo siento todo más difícil. Por suerte solo son unos días más.

—¿Hay algo que pueda hacer? ¿Quieres que te acompañe a la empresa mientras él regresa? —Me separo un poco para poder verlo a la cara.

—Está bien, tu solo abrázame muy fuerte. Puedo manejarlo. —Vuelve a esconderse.

—Siempre te quejas que yo soy la sentimental, pero me estás diciendo esto.

—Es tu culpa, me has convertido en esto. Por cierto, debemos cumplir el deseo de Minho.

—Tu me dijiste que jamás sería la madre de tus hijos, y yo estoy de acuerdo con eso. No deseo traer un niño al mundo, menos con padres divorciados.

—¿Hijos? ¿Quién está hablando de bebés? Me refería a sus tenis. Quería saber su talla. ¿O quieres que también cumplamos el otro?

Le doy una patada para que me suelte, me beso en el cuello. Un escalofrío me recorre el cuerpo. Trata de volver a agarrarme, no le importa que le lance manotazos, comenzamos a jugar, yo huyo y él me persigue. No sé si el tamaño del patio es de ayuda o no.

—Detente, mi mamá debe estar esperándome, le dije que dormiría con ella.

—No quiero dormir solo.

—Siempre lo haces, si quieres puedes llevarte a Minho para que te acompañe.

—La última vez accidentalmente lo tire de una patada, aun estaba en tu cuerpo cuando pasó, el mocoso es muy loco para dormir, se mueve demasiado.

—Como tu. Lo sé, la única diferencia es que tu siempre tratas de abrazar algo, cuando no es la almohada soy yo.

—Lo dices como si durmieras conmigo siempre.

Entramos por fin a la casa, juntos, luego nos separamos para entrar a la habitación correspondiente.

Creo que es momento de admitir que he perdido la apuesta.
























Hoy cumple años esta diosa

yelsiguientecapitulo50eselfinaldeestahistoriagraciasporsuatención

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