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Jinyoung

Abro la puerta del departamento, entro y miro en todas direcciones, no veo a Miri por ningún lado.

—¿Dónde está mi esposa? ¿Por qué no ha venido a recibirme? —Digo.

—Estoy aquí. —Aparece de un salto en la cocina. Cuelgo mi saco en el perchero y voy con ella.

—¿Ahora que hiciste? —Pregunto recargandome de la barra. Se acerca a mi para chocar las palmas.

—¡Galletas! —Me muestra la charola, no son exactamente redondas, no tienen una forma exacta.

—¿Son de chocolate? —Tomo una y la llevo a mi boca para probarla.

—No, se me quemaron.

Sí, ya lo noté.

Hago el esfuerzo de tragarme lo que tengo en la boca, regreso el trozo en mi mano a la charola.

Ya que no hay razón para que Miri me acompañe a la empresa, se queda en el departamento. No salimos demasiado, solo a uno que otro evento, estoy más ocupado ahora que Jihyo decidió tomarse un tiempo libre, huyó antes de que pudiera enfrentarla.

Cuando noté lo aburrida que se veía y que andaba más malhumorada de lo normal, le pregunté a Youngjae que podía hacer para evitarlo y él le preguntó a su madre.

Su sugerencia fue que asistiera a clases de algo, cocina, yoga, tejido. Miri eligió las de cocina, decía que si no las tomaba moriríamos de hambre. Al principio no estaba tan entusiasmada, conforme fue asistiendo a las clases le fue tomando amor a la cocina. También pudimos comprobar que sí heredó el buen sazón de su madre, aunque aún le falta demasiado para llegar a su nivel.

Luego concluyó de manera satisfactoria el pequeño curso, me pidió entonces ir a uno de repostería, ahora hemos subido de peso y he tenido que hacer un espacio en mi agenda para ejercitarme, pero mi parte favorita es que me prepara una lonchera todos los días.

—Las galletas son lo único que no he logrado hacer bien, siempre hago algo mal.

—Está bien, lo harás bien la próxima vez.

Voy a la alacena y saco una de mis botellas de whisky, busco un vaso para servirme un trago.

—Jinyoung. —Coloca su mano sobre la mía para detenerme.

—Solo será una.

—Por favor.

—Lo dices como si fuera un alcohólico.

—No estás tan lejos de serlo. Ve a lavarte las manos, te serviré de comer.

—¿Ya comiste? Espera, ¿qué te pasó ahí? —Dejo la botella para tomar su mano, tiene una bandita en el dedo.

—La zanahoria tenía vida, solo fue un pequeño corte. Intente una nueva receta.

—Mi suegra estará feliz de ampliar el menú del restaurante. —Le doy un beso en la mano antes de guardar la botella.

—No la llames así, ¿cuantas veces más debo pedirtelo?

—¿Por qué? A ella le encanta. Soy su yerno favorito.

—Eres el único que tiene.

—Antes de mi estuvo Jackson, antes de él pudo haber uno o dos más. De todos los novios que has tenido, yo soy su favorito.

—No eres mi novio, eres mi esposo, pero nuestro matrimonio de alguna manera es falso. Así que no cuentas.

Aún no guarda la harina, tomo un poco con los dedos y se la echo en el cabello, Miri no se da cuenta, tomo la bolsa para echarle un poco más, voltea en el momento exacto y todo le cae en la cara.

—¡Jinyoung no seas infantil!

Antes de que quiera vengarse salgo corriendo de la cocina.















Narrador

Da un último vistazo a la habitación de Jinyoung para cerciorarse de que esté dormido.

De puntillas Miri se dirige a la cocina, va a terminar el pastel de Jinyoung, faltan unos cuantos minutos para que sea media noche e inicie su cumpleaños real.

—¿Qué debería escribir?

Piensa un poco, no quiere escribir "feliz cumpleaños", busca algo más original y divertido.

—Dejaré que él escriba lo que quiera.

Revisa la hora, coloca algunas velas alrededor y las enciende. Prepara la cámara en el celular y levanta el pastel.

Con mucho cuidado se dirige a la habitación de Jinyoung, con una patada abre bien la puerta, usa el flash de la cámara para alumbrarse. Con el pie lo mueve para despertarlo.

—Park Jinyoung, despierta. —Canturrea. —De nuevo cambiamos de cuerpo.

Jinyoung tarda un poco en abrir los ojos. —¿Qué es eso? —Pregunta al verla frente a él.

—Feliz cumpleaños. —Dice Miri.

Jinyoung se sienta y trata de alisar su cabello, no quiere aparecer despeinado en el video. Miri comienza a cantar la canción de feliz cumpleaños, le entrega a Jinyoung su pastel. Al terminar la canción, él cierra los ojos para pedir su deseo y después apaga las velas.

Miri detiene la grabación, se apresura a encender la lámpara de noche.

—Me falto escribir algo en el centro, pero preferí dejarte a ti adornarlo. —Se sienta en la cama, le pasa la manga. Nuevamente comienza a grabar.

—¿Por qué no escribiste feliz cumpleaños? O hasta que cumples algo idiota. ¿Estás grabando esto? ¡Park Miri!

—No pongas nada, déjalo así. —Trata de quitarle la manga.

—Voy a dibujar algo bonito.

Hace como que mide el pastel, luego comienza a hacer algunas líneas, círculos, Miri tarda en encontrarle forma, hasta que termina encerrandolo en un corazón.

—Me dibuje a mi, en mi cuerpo y en el tuyo, por eso estamos dentro de un corazón. Ahora tómame una foto. —Levanta el pastel a la altura de su cabeza y sonríe. —Gracias Miri.

Deja el pastel a lado para poder abrir los brazos y recibir un abrazo de Miri. Es el segundo cumpleaños que pasa con ella, en el primero estuvo en su cuerpo, ahora la tiene a su lado.

Sin soltarla se deja caer a su almohada. Miri comienza a quejarse, pedirle que la suelte. Jinyoung se hace el sordo y solo la abraza con más fuerza.

—No pienses que tengo intenciones ocultas, pero ¿podrías quedarte aquí lo que resta de la noche?

—¿Por qué?

—Solo... Solo quiero hacerlo, pero si no quieres, adelante. —Deja de abrazarla.

Miri deja salir un suspiro antes de levantarse, apaga la lámpara, toma su celular y el pastel, a oscuras sale de la habitación. Él se siente algo decepcionado, aunque no está seguro de la razón exacta por la que hizo tal petición, le duele un poco lo cortante que a veces es Miri. Sin embargo es capaz de comprenderla, su matrimonio no es real, tiene fecha de vencimiento, no hay razón para que traten de ser algo más que dos amigos.

Está tratando de dormir de nuevo cuando escucha pasos aproximarse, se cubre por completo con la cobija y espera. Siente el colchón hundirse, espera unos segundos para voltear. No puede ver nada en la oscuridad, pero sabe que está ahí, dispuesta a derribar por un momento la barrera que la protege, que los protege.

De manera disimulada Jinyoung estira su brazo hasta tocarla. No imaginó que Miri tomara la iniciativa y utilizara su brazo como almohada, no imaginó que se acercara más a él hasta el punto de sentir su respiración en el cuello.

Bien, esa es una oportunidad que está seguro que no volverá a tener en mucho tiempo o nunca, no la desaprovechara.

—Jinyoung. —Dice Miri en voz baja.

—¿Si?

—Me gustaría ser sincera. Yo...  No me quiero enamorar de ti, quiero que cualquier cosa que pueda sentir por ti sea solo algo platónico.

Al escucharlo, Jinyoung trata de separarse para poder mirarla a la cara, aunque realmente no pueda verla, al descubrir sus intenciones, Miri lo abraza con fuerza para evitarlo.

—¿Por qué? —Pregunta Jinyoung.

—Para que sea fácil despedirnos, tenemos un trato.

—El trato es que al finalizar el periodo, podrás elegir quedarme o marcharte. ¿Soy una mala persona? Quisiera entenderte para hacer lo que desees.

—Con solo mirarte es fácil caer por ti, luego esta lo atento que eres, realmente eres un buen hombre, tienes tantos atributos que no me alcanzan los dedos para nombrarlos. Llevamos solo unos meses, nos falta más de un año y tengo miedo de lo que pudiera suceder.

—Todos los matrimonios tienen su fecha de vencimiento, pero son muy pocos los que realmente conocen esa fecha. Yo trato de no pensar en que a finales del próximo año esto se terminara, y tienes razón, no estamos juntos por decisión propia, hubo varias cosas que nos orillaron a hacer esto, a casarnos, sin embargo yo trato de sobrellevarlo.

Jinyoung siempre trata de creer que no se caso por obligación, hace todo lo contrario a Miri, quien no se permite a olvidar en ningún momento que el sueño en el que vive se terminara un día.

—No quiero obligarte a nada, perdón si mis acciones te incomodan, prometo comportarme diferente.

—No, esta bien. No me incomoda, al final de cuentas tenemos una apuesta. Solo quería decirte lo que siento y pienso, que conozcas la razón de mi comportamiento en algunos momentos, tu sigue siendo el mismo.

—Tienes razón, tenemos una apuesta. —Recuerda al instante el día que discutieron, él mismo se proclamó perdedor en esa apuesta. —¿Entonces estás sugiriendo seguir adelante con eso?

—Ya que quiero no enamorarme de ti, será de gran ayuda esa apuesta. Tendré otro gran motivo para evitarlo.

—Bien, volveremos a hablar de esto el próximo año.

La conversación termina, Miri deja de abrazarlo, planea acomodarse para dormir, ya es tarde. Siente que tardaron mucho hablando y se siente patética por haberle dicho todo eso, al final resultó todo igual.

–¿Qué? ¿Creías qué te lo haría fácil? No Park Miri. —Se aferra a ella, finge dormirse rápido para que Miri no le diga nada más.


















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