Cree que por fin puede tomarse un descanso, su madre le grita pidiendo ir a revisar lo que está en la lumbre. Mete de nuevo los pies en sus zapatos desgastados y va a la cocina. Lo que sea que esté en esa cacerola está hirviendo. La tapa se tambalea, busca un trapo para poder destaparla.

Al mismo tiempo que levanta la tapa se escucha un trueno, no puede evitar asustarse y accidentalmente unas cuantas gotas de estofado caen en su mano.

Maldice en su mente y le avisa a su madre que su estofado está listo.

Más clientes entran, Miri besa la parte de su mano que comienza a enrojecer, entonces se va a atender.

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La música retumba en sus oídos, no puede escuchar nada, pero tampoco le interesa demasiado. Lleva un par de horas observando a la mujer bailando en el centro de la pista, la que atrae la atención de todos bailando de manera bastante provocativa en medio de otras dos.

Ella lo ha visto, sí, en varias ocasiones sus miradas se han conectado.

Nota su copa vacía y llama a un mesero para que la vuelva a llenar. Antes de que eso ocurra, visualiza a su objetivo caminar en su dirección.

Jinyoung está listo para recibirla, se ríe cuando la ve desviarse.

No lo piensa dos veces, se levanta y la sigue. Justo como lo predijo, ella está esperándolo en un rincón oscuro cerca de los sanitarios.

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La tormenta llegó de repente, cerraron el restaurante un poco antes para lidiar con las goteras. Esa época del año está entrando, mañana deben ir a comprar más jergas.
Siente un gran alivio cuando su cuerpo toca el colchón. Cierra sus ojos un breve momento, está recargando fuerzas para volver a levantarse y ponerse su pijama.

Esta noche está lloviendo, podrá dormir en calma, solo espera que no haya más truenos, sino tendrá que pararse a mitad de la noche a vigilar que su sobrino no esté teniendo pesadillas.

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Parece que el cielo se está cayendo, lo cual es raro, en esa época jamás llueve tan fuerte.

Le resta importancia y por fin abre la puerta.

La mujer lo sigue al interior, mientras avanzan a la habitación principal se van despojando de su ropa. No se molestan en encender alguna luz, los relámpagos que acompañan a los truenos y la lluvia iluminan bastante bien.