•{ Capítulo XI }•
ϯ LΔ ΩβRΔ DΣ HΔLLΩШΣΣΠ ϯ
Pasaron los días y llegó el tan esperado 31 de Octubre. ¿Y qué tiene de especial? Pues fácil; ¡Halloween! Quiero decir, ¿quién le dice que no a unas fiestas?
Mi universidad, como cada año, hacía una fiesta de puertas abiertas. Es decir, en otras palabras; una fiesta en la que todo el mundo podía venir. Unos días antes estuvimos planeando una cosa. Íbamos a hacer un espectáculo, por lo que debatíamos quién iba a ser cada personaje.
—Pero faltan dos más, ¿qué vamos a hacer? —dijo una compañera mía llamada Lynn.
—Creo que yo puedo solucionarlo.
Me ofrecí voluntaria para buscar dos, aunque sabía perfectamente los que iba a escoger.
Me hice un poco la despistada "buscando" por los amplios pasillos a gente, para así luego salir al patio y llamar a mis compañeros. Llamé a Edd, quien enseguida contestó. Me contó que estaba con los demás, por lo que me pareció perfecto.
—Oye Tord, ¡se que me escuchas! —grité con vacilación.
Se escuchó su risa y se acercó al teléfono. Casi podía escuchar su respiración y se le notaba nervioso, no podía esconderlo.
—¿Qué pasa, preciosa?
Todos escuchaban atentamente mi petición, después de haberles detallado sobre qué iba a tratar el teatro.
—Por eso me gustaría que tú fueras el cazador... ¿Te importaría?
—¡Claro que no! Cuenta conmigo.
Acepté, risueña. No obstante, se escuchó un resoplo por parte de Tom, frustrado. Ya no me sorprendía por su parte, pero la curiosidad me invadía, hacía tiempo que no soplaba de esa manera.
—Entonces... ¿A alguien le gustaría ser el lobo? —pregunté.
La voz de Matt fue camuflada por la de Tom.
—¡Yo lo seré! —se presentó voluntario.
—Pero yo iba a... —el pelirrojo se quedó mudo.
—Tú podrías ser un árbol, si quieres, pero no más.
—¡Eh!
Empezaron a discutir sobre quién sería el peor personaje. Eran puros niños pequeños. Edd puso fin a esa estúpida discusión.
Les indiqué que al día siguiente vinieran, y así lo hicieron.
Estaban asombrados, decían que nunca habían ido a una universidad como esa. Caminaban embobados, mirando todo, sin que ningún detalle se les escapara. Los llevé hasta nuestro salón. Éramos muchos, claramente, pero solo una pequeña parte de ellos querían hacer el teatro.
Avanzamos un poco más hasta encontrarnos con mis otros compañeros de clase. Les presenté y se estrecharon la mano, un poco de mala manera Tord y Tom. Hice caso omiso y les dije que tenían que esperarse hasta la hora de descanso.
Mientras, el noruego no hacía otra cosa que molestarme y contarme chistes malos. Me daba pequeños golpecitos y luego decía "perdón", pero claramente lo hacía con esa intención.
—¿Quieres que te cuente un chiste sobre fantasmas?
—No, déjame, estoy concentrada —me apuré a tomar los apuntes de química molecular.
—Ese es el espíritu —me guiñó un ojo y con una mano me señaló con burla.
Rodé los ojos hacía Tom, a él si parecía interesarle ese tema de los átomos. Se dio cuenta de que lo observaba, pero no le molestó y me acaricio la pierna con ternura. Sonreímos ambos de la misma manera y apoyé cuidadosamente mi cabeza sobre su hombro. Él empezó a acariciármela, poco a poco el sueño me iba invadiendo. Tord sintió celos. A pesar de no estar viéndolo, lo escuchaba gruñir y soltaba varios chasquidos de su lengua.
—¿No se supone que deberías estar atendiendo a las clases? —preguntó de manera irritante pero indiferente.
–¿Quién ha dicho que no lo esté haciendo? —me encogí de hombros y le guiñé un ojo— O tal vez el problema sea que no te gusta vernos así, ¿verdad?
—Pues no, la verdad es que no —susurró—. Para estar así de melosos vayan y paguen un motel, de algo necesitan vivir.
Eso me ofendió. No pretendía hacer el amor con Tom, ¡Dios líbreme de eso! Tan solo quería caricias, algo de atención, nada más...
—No le escuches, Catt —me abrazó—. No sabe lo que es sentir afecto hacia alguien.
—¡Claro que lo sé, idiota! —levantó la voz el contrario.
Como acto reflejo, le coloqué la mano sobre su boca e inmediatamente cayó.
—Si algo no te agrada, quítale el único mérito que tiene, tu atención —dijo con un aire poético el alcohólico—. En otras palabras; no mires.
Suspiré aliviada al ver que la discusión había finalizado. No se dijo nada más durante las clases, de ese modo todo estaría mejor. La hora de descanso llegó, y todos quedamos en el club de entretenimiento para discutir sobre la obra.
Iba a tratar sobre el clásico de la Caperucita Roja, pero con un ambiente más tétrico y escalofriante. Todos estaban de acuerdo con que yo fuera la protagonista, ya que decían que había sido una gran colaboradora y, además, siempre se me había dado bien la actuación. No tuve otro remedio a aceptar, aunque la verdad es que me hubiera gustado ser la abuela, no por nada, pero no era la primera vez que interpretaba a la Caperuza.
Como me sabía el diálogo casi a la perfección, decidí ir avanzando el tema de la ropa, que es en lo que se suele demorar más. Para Tord pensé que una cazadora roja como la sangre le quedaría bien, junto a unos guanteletes negros y las botas altas de cuero, acompañado de un cinturón y su hacha. Tom... No iba a dejarle en ridículo con esos trajes peludos y feos para niños pequeños, no. Preferí ser más sencilla. Con unas orejas, una bufanda con abundante pelo y unas uñas postizas largas y oscuras creo que era suficiente.
Les di a cada uno la ropa correspondiente para que se cambiaran y viesen si les gustaba. Primero salió Tom del vestuario, mientras que yo esperaba desde afuera. Sonrió, mostrando los dientes afilados artificiales. Se acercó bastante y me susurró al oído:
—Solo escogí ser el lobo para morderte mejor —con voz ronca pasó su respiración por mi cuello.
El cuerpo casi ni me respondía. Di unos pasos hacia atrás y casualmente choqué con una fría pared. Lo que dijo no era broma. ¡Iba a morderme! No quería que lo hiciese, aún se podía ver el moretón que Alex me dejó y no me gustó la sensación.
—Tranquila, no soy como él, si es lo que estás pensando —se acercó con una mirada traviesa—. No te va a doler...
Intenté escaparme como pude, pero me agarró de la cintura y me obligó a hacer contacto con su cuerpo. Oh por Dios, no me podía estar sucediendo. ¿Eso era excitación? Toda mi temperatura aumentaba por momentos y los segundos pasaban con lentitud. Apartó hacia un lado mi cabello y, justo en ese preciso instante, Tord apareció.
—Ni se te ocurra tocar a mi caperuza —lo amenazó colocando el hacha en su cuello.
—¡Siempre lo estropeas todo! —exclamó Thomson.
Tenía una sonrisa triunfante y el otro, a regañadientes, se alejó, empujando el palo de la afilada arma con fuerza. No pude evitar desviar la mirada con un notorio sonrojo en mis mejillas. En ese entonces el cazador se dio cuenta de aquella marca. Intenté esconderla, pero él era más fuerte y movió mi cuello hacia un lado para así observarlo mejor.
—¿Quién te lo ha hecho? —preguntó.
—No te debería importar...
—Lo sé, no debería, pero tú me importas —acortó nuestra distancia—. ¿Ha sido Tom?
—No.
—¡No me mientas! ¿Quién sino habría sido? —insistió.
—¡Es solo un golpe! Ahora, si me disculpas, tengo cosas más importantes que hacer —lo empujé.
—A mi no me engañas —sujetó mi muñeca—. Yo solo quiero saber si estás bien. ¿Cómo coño te haces una herida en el cuello?
—¡Y yo qué se! ¡Suéltame!
—No hasta que no me digas la verdad —tiró mi brazo, haciendo que chocara con él.
Seguí insistiendo sobre que no había sido Tom y que tan solo se estaba haciendo sus historias paranoicas, pero Tord no cesaba. En contra de mi propia voluntad, le dije lo que sucedió aquel día, en el parque de atracciones. La confianza que al principio tenía poco a poco se iba desvaneciendo, hablando entrecortadamente y en susurros casi inaudibles.
—Ese tipo... —cerró los puños y su rostro mostraba descontento.
—Déjalo, ya lo denunciaré.
Antes de decir nada, Tom regresaba con los otros compañeros para empezar a practicar.
~Días más tarde... ~
Ya todo estaba preparado. Edd y Matt iban a venir para animarnos y entretenerse un poco. El clima era frío y húmedo, con unas nubes negras y amenazadoras. Tan solo rezaba para que no cayeran rayos ni truenos. Por suerte, la actuación iba a ser en el centro deportivo, a salvo de la lluvia y del viento.
Detrás del escenario nos encontrábamos todos los actores. Lynn parecía estar... ¿Coqueteando con Tom? No me consideraba una persona celosa, pero de algún modo ver aquello me hizo sentir mal, que debía impedirlo por alguna razón aparente.
—Lobito, tengo que hablar contigo —le agarré de la cola y lo llevé hasta una zona alejada.
En realidad no tenía que decirle nada, actué sin consciencia y ahora estaba ahí, con una cara confusa.
—¿Y bien? —alzó una ceja el mayor.
—E-Esto, verás, creo que... —miraba alrededor buscando algún tema de conversación coherente.
—Ah, ya se que te pasa —rió pícaramente—. Lo que te pasa es que estás celosa.
—¿Q-Qué? Pfff, no digas tonterías.
—Que tierna te ves así —acarició mi rostro con delicadeza.
—¡No soy tierna!
Se hizo un leve silencio entre ambos. Él seguía observándome de la misma manera, con algo de travesura en su sonrisa, mientras que yo me encontraba de brazos cruzados sin saber bien qué decir. No pasó mucho tiempo cuando nos llamaron para empezar la obra.
Comenzamos a actuar de una manera bastante fluida y creyente para ser meros aficionados. Miraba a través del rabillo de mi ojo las penetrantes miradas Edd y Matt. El pelirrojo estaba más concentrado y se fijaba más en mi actuación que en la de los demás. Eso me hizo sentir bien, ya que al ver una sonrisa en su rostro pude imaginarme que lo hacía correctamente. De vez en cuando me entraba la risa al ver a Tom disfrazado de abuelita, justo en la parte donde yo entro en casa.
—Oh, abuela, ¡qué ojos más grandes que tienes!
—Oh, querida, son para verte mejor —me guiñó uno, pero traté de evitarlo y concentrarme.
—¡Y qué nariz más grande!
—Es para olerte mejor...
—¡Vaya boca más grande qué tienes, abuela!
En ese momento todas las luces se fueron debido a la tormenta. No pude evitar echar un grito ahogado, ya que tenía pánico a la oscuridad. La obra se tuvo que suspender e indicaron a todos que abandonarán el recinto hacia una zona alumbrada. Iba a ir con los demás, hasta que, para variar, alguien me agarró del antebrazo y me impulsó hacia atrás.
—¡¿Q-Quién es?! ¡Ayu-!
Unas manos en mi boca evitaron que soltase ese grito de auxilio. Sentía su respiración a centímetros.
—Soy yo, Tom.
Otro relámpago resonó. Por acto reflejo lo abracé, cerrando con fuerza los ojos y algo más tranquila al saber que era él. Correspondió.
—¿Qué quieres? Deberíamos ir con los demás... —comenté, intentando encaminar hacia la salida.
—No sin antes acabar lo que había empezado...
Juntó mi espalda con su pecho. Su respiración recorría mi nuca de una manera muy provocativa, haciendo que varios escalofríos recorriesen mi cuerpo, erizando cada bello de él.
—¿A qué te refieres?
Una pequeña carcajada se escuchó.
—Una pista... ¡Es para morderte mejor!
—¡No! Espera... ¡No lo hagas! —entendí esa referencia.
Intenté salir, pero me abrazó de manera posesiva. Ambos cuerpos empezaban aumentar nuevamente la temperatura. Nuestra respiración empezaba a agitarse. Todo empezaba a tomar un rumbo.
—Tú... Solo... Disfruta... —se limitó a decir.
No sabía si eso era lo correcto. Es más, ¿por qué no? Era obvio que los dos lo estábamos disfrutando, entonces todo estaría bien...
Recorrió su lengua por detrás de mi oreja, por mi clavícula y también por mis hombros. Amaba esa extraña sensación. Me hacía sentir genial, algo bastante difícil de describir... No aguantaba más, mi cuerpo rogaba, necesitaba que lo hiciera.
—Tom... —jadeé—. Muérdeme.
A pesar de no ver nada, supe que se le formó una sonrisa. Ya no solo me estimulaba esa parte, sino que también acariciaba apasionadamente mis curvas con sus manos.
—Habla más fuerte, no te escuchó.
—Q-Que me muerdas —alcé un poco más la voz.
—¿Una última vez...?
—¡Hazlo antes de que me arrepienta!
—Como desees...
Lentamente iba notando su dentadura adentrarse en mi piel. Eso fue simplemente único. No pude evitar curvar levemente mi columna, ya que poco a poco iba intensificando el gesto. Sin embargo, un rayo traicionero cayó, lo que hizo sobresaltarme de una forma brusca, asustando a Tom y por acto reflejo apretar un poco más la mordida.
—¡T-Tom! —gemí, esa vez más de dolor.
Apartó su boca. Se le notaba bastante excitado, y para qué negarlo, yo también lo estaba y no me avergüenza decirlo. Se disculpó e hizo el mismo gesto en diferentes partes.
—No abuses, idiota —advertí.
—Lo intentó, pero... Todo esto lo hago porque te quiero, Catt. Y no, no a nivel de amistad —me quedé en silencio, esperando una repuesta por su parte—. Verás... No sabría decirte cuando empezó este sentimiento a florecer en mí, tan solo sé que ahora no podría sobrevivir con tu ausencia. Una voz que me reclame, unos brazos que me rodeen y yo poder hacer lo mismo —suspiró—. Todo esto suena muy cursi, y me disculpo por ello, no soy ese tipo de hombres, como bien sabrás...
No sabía como reaccionar, así que coloqué mi dedo índice en sus labios, señal para que no siguiese. Una confesión en un día lluvioso, sin luz y en halloween... ¡¿Qué más da?! Yo también lo quería, más que un amigo, más que nadie...
—Yo también te necesito, de algún modo... —intentaba ordenar mis pensamientos—. Te comportas diferente conmigo, y eso me agrada. Mucho. Me encanta como me tratas desde aquella noche, los pequeños detalles del día a día... sinceramente nunca me imaginé tener una relación semejante contigo. ¡Y no te lo tomes a pecho! —reímos—. De hecho, es de lo mejor que me ha pasado a lo largo de mis años... Te amo.
Me volteó y nos abrazamos apasionadamente, mientras me imaginaba que me estaba observando. Otro leve sonrojo apareció.
—No sabes las noches en vela que he estado pensando en ti...
No respondía a ello. Nuestros rostros se iban juntando cada vez más, hasta un punto donde ambas narices chocaron torpemente. Reímos un poco al unísono.
—¡Catt! ¡Tom! ¡¿Dónde están?!
Esa era la voz de Matt. Se le notaba con semblante preocupación en el tono de voz. Nos separamos rápidamente y mi primera reacción fue colocarme correctamente la ropa, para que así no se vieran ninguna de las marcas. La luz de una linterna nos delató.
—Oh... Están aquí —dijo con una notoria falsa sonrisa— ¿Qué hacían?
Me asusté nuevamente por culpa de la tormenta. Me preguntaba hasta cuando iba a durar.
—Es que a Catt le ha dado un ataque de pánico y... creo que necesitaba ayuda —se encogió de hombros el alcohólico.
—Ya veo... —se le veía triste—. Estábamos preocupados...
Se volvió todo un silencio bastante, muy, demasiado incómodo.
—En fin... ¿Dónde hay que ir? —rompí el hielo.
Nos indicó que lo siguiéramos hasta el edificio central, en el comedor. El día no mejoró en lo absoluto, y más de una vez casi me da un ataque cardíaco. Al cabo de unos minutos la luz volvió. Acabamos el espectáculo y muchas personas nos aplaudieron y felicitaron.
Durante el trayecto, todos hablábamos sobre lo bien que estuvo todo. Les gustó mi universidad y conocieron varias personas interesantes a su parecer. Sus voces eran meros susurros para mi oído, y lentamente coloqué inconscientemente mi cabeza sobre el hombro de Tord pensando que ese era el de Tom. No me importaba en realidad de quien fuera, tan solo buscaba comodidad para esos veinte minutos de ida. El comunista me agarró de la cadera y me acercó hacia él, y la verdad es que me sentí más cómoda, soltando un profundo suspiro.
Todos llegamos agotados a casa, empapados y somnolientos. Bueno, a mí me llevaron como una princesita a mi habitación porque inevitablemente me quedé dormida en el coche. Que bien se vivía con ellos, ojalá no fuera un sueño...
∞ Continuará... ∞
14/5/18
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro