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•{ Capítulo VIII }•

ϯ MΣ PΩΠΣIS
ΣΠҒΣRMΔ ϯ

En la noche anterior, Matt vino a leerme un cuento para dormir, cosa que fue un detalle, sin duda. Me gustó mucho, trataba sobre un principe acompañado de un zorro. Recorrían el universo con su avioneta espacial para ayudar a su amiga; la rosa.

Sin embargo, no pude conciliar el sueño. Sudaba bastante y tenía pesadillas recurrentes. Odiaba cuando me ponía así.

Con desánimos, me levanté a devolverle el libro que se había dejado. Subí las escaleras y vi que estaba delante de un espejo entero, probándose una vestimenta.

—Te has olvidado esto, Matt —dije levantando el libro.

—¡Gracias! Eh... déjalo donde quieras.

Hice caso y lo dejé en un estante de los muchos que habían. Me acerqué a él para decirle que esa ropa le quedaba genial. Se volteó y vio mi rostro de zombie.

—Wow, no te ves bien —repentinamente comentó- ¿Estás enferma?

—Creo... —estornudé— Creo que sí.

—Ves a tu habitación, enseguida te traigo algo —guiñó un ojo.

—Gracias —sonreí levemente.

Matt era una persona muy amable y empática. Tal vez un poco narcisista, pero en el fondo eso lo hacía especial.

Bajando las escaleras, una pierna me falló y tropecé, rodando hasta el suelo. Quise llorar en ese momento... Lo peor fue cuando Tord y Tom vinieron para ver que pasaba y, al verme en tal situación, en vez de ayudarme, empezaron a reírse.

Como el de la sudadera roja estaba lavando en ese mismo momento una olla, la cogió y con una cuchara de madera empezó a darle golpes, con una estúpida sonrisa. Tom, por otro lado, se agachó y con burla empezó a cantar la canción de Michael Jackson: Smooth Criminal, sustituyendo «Annie» por «Catty».

[Aquí debería haber un GIF o video. Actualiza la aplicación ahora para visualizarlo.]

—¡Dejarme en paz! —volví a estornudar— ¡Me ponéis enferma!

Intenté levantarme, pero nuevamente caí. Edd y Matt me llevaron a la cama otra vez. Allí, me pusieron una toalla húmeda y el termómetro. Tenía fiebre, y no precisamente poca.

—¿Qué has hecho para tener tanta? —preguntó Edd al ver la temperatura.

Me encogí de hombros, sin saber que respuesta decir. Era cierto que últimamente salía sin abrigarme y eso, pero nunca pensé que podría llegar a tanto.

Estuve en reposo la mayor parte del tiempo. No tenía hambre. A ratos tenía un calor insoportable y en otros un frío insufrible. Por suerte, Tom llegó para entretenerme un poco.

Llamó a la puerta y le dejé adentrarse. Venía con su bonito bajo arreglado, así que sonreí.

—¿Te apetece aprender a tocar? —indudablemente asentí— Me lo imaginaba. Por favor, ten cuidado...

Me lo entregó con delicadeza y me indicó como agarrarlo. Iba describiendo cómo hacer cada sonido, pero de vez en cuando fallaba.

—No, así no, inútil —me sentí ofendida, pero en el fondo sabía que no lo decía con malas intenciones.

Se colocó detrás de mí y agarró mis muñecas, colocándolas en su debido lugar. Las notas sonaban con armonía, pero seguía sin soltarme. Un escalofrío recorrió mi cuerpo al sentir su respiración en mi cuello. Me estremecí e intenté apartarme, pero me agarró por el estómago, aprisionándome.

—T-Tom, para... —insistí.

De un segundo para otro todo se puso muy turbio. No parecía tener la intención de detenerse. Yo, por mi parte, luchaba y forcejeaba, sin resultado. Cogió ambas muñecas y me encerró, haciendo que tocara mi espalda con el colchón. ¿En qué estaba pensando? ¿Por qué me hacía eso? No me imaginaba que Tom fuera esa clase de persona.

Un montón de imágenes irreconocibles pasaron a gran velocidad por mi mente y enseguida la nada se hizo presente. Luego, una luz más allá se iluminó. ¿Había sido un sueño?

[Narra Commie/Tordtilla/Tord]

Entré en la habitación de Catt para traerle un té, cuando la vi retorciéndose en la cama y pronunciar el nombre de Tom varias veces seguidas. ¿Estaba pensando en él? Por alguna razón sentí celos. Dejé la infusión en la mesa de noche y me acerqué a ella con malas intenciones. Tenía que marcar territorio o el maldito testigo de Jehová me iba a ganar.

Estaba lo suficientemente cerca del cuello para lograr morderlo, tan solo faltaba unos segundos más y... inmediatamente se despertó. Mierda, ¿Justo ahora tenía que ser? Pensé de manera irritante.

Se alteró y miró hacia todas las direcciones posible. Algo le ocurría, parecía que mi ingrediente secreto estaba funcionando.

—¿Tord? —se volteó y me miró extrañada— ¿Qué haces aquí?

—Yo... —rápidamente pensé una excusa— Te he traído un té —sin dejarla a que articulada respuesta, se lo ofrecí.

—Gracias, muy amable... —lo aceptó encantada.

Logré cubrir mi coartada a tiempo. Le pregunté qué tal se encontraba, y contestó con un "mejor".

—Siempre me he preguntado... —empezó a hablar y prosiguió— ¿Por qué tienes dos mechones que van en contra de la gravedad? —preguntó con cierta risilla.

—Oh, pues verás, todo empezó con un viejo amigo...

Las horas pasaban, aunque para mí fueron meros minutos. Era una chica que se adaptaba a varios tipos de conversación, y me gustaba de cierta manera.

Sin embargo, ella seguía débil y cansada, así que volvió a caer rendida ante el sueño. Le deposité un pequeño beso en la frente -Por no hacer otras cosas más... intensas- y en ese mismo momento Tom entró.

—Llegas tarde —me burlé, sacándole la lengua.

—He escuchado como antes decía mi nombre —se le formó una media sonrisa.

—¿Ah, sí? —me levanté.

—Lo que acabas de escuchar, Commie —chocamos ambas frentes, pero luego la separé.

—Sabes que vas a perder la apuesta, ¿verdad?

—¿Te hablas a ti mismo?

—¡Maldito! —le puse mi dedo índice en su pecho, pero él seguía en su estado orgulloso— Repítelo si te atreves.

—Claro, además de imbécil, sordo —bufó— ¿Te hablas a ti mismo?

Empezamos a discutir, hasta que Edd llegó con más medicinas. Cuando nos vio, se enfadó y dijo que saliéramos de la habitación antes de que la despertáramos.

[Narra Catt]

Poco a poco me fui despertando, suspirando con pesadez y empapada de pies a cabeza. Me despertaba nuevamente por otra pesadilla, para variar. Sin embargo, ahí estaba Tom, observándome de brazos cruzados. Me intimidó un poco al principio, no sabía cuánto tiempo había estado mirándome mientras dormía.

—¿Tienes pesadillas cuando estás enferma? Mira que eres rara hasta decir basta... —comentó con una media sonrisa en los labios.

—¡Oye! No puedo hacer nada contra eso —retracté— ¿Necesitas algo?

Negó un par de veces y alzó con su brazo derecho a su querido bajo.

—Lo he llevado a arreglar —se rascó la nuca—. He estado buscando violines, pero no quedaba ninguno para principiantes como tú.

—¿Qué? Oh, vamos... —coloqué mi mano en la cabeza y levanté la espalda— Entonces supongo que tendré de ir otro día.

—Sí, parece —se encogió de hombros y se sentó en el borde del colchón— ¿Te apetece aprender a tocar? —indudablemente asentí— Me lo imaginaba. Por favor, ten cuidado...

¿A qué me recordaba aquella conversación? De alguna manera, se me hacía muy familiar. Mientras pensaba, me entregó a Susan con suavidad y la coloqué en su debido lugar. Antes de que Tom dijera nada, yo ya sabía tocar varias notas, pero fallaba.

—No, así no, inútil.

¡Eso lo he oído yo en alguna parte! Me exclamé con cierta confusión en mis adentros, hasta que un fugaz recuerdo fue suficiente para hacerme sobresaltar. Aparté el bajo. Sabía lo que iba a pasar, sabía que él se iba a poner tras de mí nuevamente y...

—¡No! ¡Aléjate! —lo empujé con el mayor miedo que tuve y retrocedí, aumentando considerablemente la distancia.

Su rostro mostraba confusión y enojo al mismo tiempo. Se levantó y expulsó el polvo de sus pantalones con fuerza.

—¡¿Pero qué te pasa?!

Estaba agitado. Le empecé a decir barbaridades a modo de defensa. Él tan solo intentó tranquilizarme, ya que al escuchar toda aquella falsa situación macabra, supo que algo no iba bien.

Luego entraron Edd, Matt y Tord, asustados ante los gritos de ambos. El dueño preguntó sobre la situación, y yo en ese momento no pude pensar ninguna respuesta coherente.

—Ha... Ha tenido un mal sueño —dijo Tom excusándose y con una obligada sonrisa— Necesita descansar, yo me encargo.

Quise decir algo al respecto, pero antes de articular palabra, el de la sudadera azul logró sacar a los otros tres compañeros, no sin antes ver una pequeña risa triunfadora de Tord. Eso se me hizo demasiado extraño y sospechoso, no solía sonreír de esa manera a no ser que fuera por algo malo.

Tom se apoyó en la puerta y tras unos instantes se acercó a mí con cierta mirada intimidante. Exigió respuestas.

—Catt, ¿qué te sucede? Sabes que yo no haría algo así —ladeó la cabeza.

—Lo sé, no lo dudo —suspiré ante esta contradicción—, pero...

—¿Pero? —insistió.

—¡No lo sé! —agarré mi rostro— ¡Nunca he tenido un sueño parecido en mi vida! Sé que esto no es normal.

Su expresión pasó de ser una dudosa a otra más enfadada. Salió de la habitación con la idea de "ir a comprobar los medicamentos". No supe bien a qué se refería, tal vez los efectos secundarios o algo por el estilo.

Volví a recostarme, intentando ordenar mis pensamientos. No dudaba de Tom, algo extraño me estaba pasando, y no era la fiebre.

[Narrador omnisciente]

Thomas salió, cerrando la puerta con fuerza. No lo pensó dos veces y se dirigió a la habitación de Tord, estaba seguro de que era él, su instinto no le fallaba. Entró sin avisar, sobresaltándolo. Estaba leyendo hentai y se veía muy concentrado, así que ignoró al británico al saber que fue él quien hizo tal escándalo.

—¡Habla, idiota!

Lo señaló amenazante y poco a poco se iba acercando al rojizo. Éste alzó una ceja sin apartar la mirada de su libro erótico.

—Tú eres el que le traía las bebidas a Catt, ¿qué les has puesto? —lo agarró de la sudadera.

—No sé de qué me hablas —permanecía inmóvil.

Tom desvió la mirada al ver un pequeño frasco a través del rabillo de su ojo. Lo soltó inmediatamente y agarró al botellita, con un líquido transparente.

—¿Alucinógenos? ¡¿En serio?!

Tord bufó y se levantó, prendiendo un cigarrillo. No estaba para nada nervioso, es más, parecía que se estaba burlando.

—No pienso seguir con la apuesta si haces trampas —se cruzó de brazos.

—¿Trampas? Digamos que tan solo eran unas ventajas que tú decidiste no usar. En ningún momento lo habíamos prohibido —se defendió el muchacho.

La disputa seguía, pero nadie interrumpió el momento. Pese a eso, dos personas más escuchaban desde el otro lado de la puerta la discusión, estupefactos ante aquella verdad.

~~~

—¡Dios mío, Matt! ¿Acabas de escuchar eso? —se dirigió a su compañero, quién tan solo pudo asentir levemente— Tenemos que decírselo a Catt,
¡no pueden hacerle eso!

—Tan solo espero que sea una broma —susurró el pelirrojo, siguiendo la trayectoria de Edd, quién ya emprendió la marcha.

El líder no podía creer lo que estaba escuchando. Puede ser que de Tord aún se lo esperaba -que aún así eso no era una excusa-, pero Tom... le decepcionó. Por otra parte, Matt estaba indignado. Los dos pensaban lo mismo; jugar con los sentimientos no estaba bien, nada bien.

En menos de diez pasos ya llegaron a la habitación de su amiga y, cuando llamaron, no parecía dormida, ya que se escuchaba su voz.

—Adelante —dijo con su voz melódica.

No dudaron en entrar. Quisieron empezar la conversación nada más verla, pero no pudieron, era de mala educación allí, en Inglaterra.

—¡Edd, eres milagroso! ¿Dónde conseguiste esas medicinas? —estaba risueña.

El chico se rascó la nuca, no quería alargar mucho la espera.

—Eh... luego te lo cuento —mencionó con voz átona, agarrándola de las manos y se sentó junto a ella en la cama— Tenemos que contarte algo.

—¿Ocurre algo? —su tono inmediatamente cambió a uno preocupado.

—Verás... —Matt se cruzó de brazos, pero se mantenió firme— Tom y Tord hicieron una especie de apuesta que...

No sabía como explicarlo, de alguna manera no lograba encontrar las palabras adecuadas. Edd tampoco pudo decir nada.

—¿Que qué? Vamos, no me dejéis con intriga y decídmelo ya —presionó.

—Dicen que quien... —resopló— quien consiga enamorarte primero, el otro se va de casa.

Catt permaneció pensativa durante unos instantes. Luego, alguna que otra carcajada se le escapaba.

—Casi me la creo —vaciló.

—¡No es broma, Catt! —exclamaron ambos al unísono.

—Ya ya, ¿cuánto os han pagado? ¿Diez libras? ¿Quince, tal vez?

—Por favor, créenos, no queremos que salgas herida por culpa de sus idioteces.

La chica suspiró. No podía argumentar nada ante esa lógica.

—Sí tanto teméis por mí, ¿por qué no lo solucionáis vosotros? Yo ya me sé cuidar —tensó sus músculos y al rato los relajó—. Además, llevamos viviendo juntos desde hace un año, confío en ellos.

Se colocó su sudadera blanca y fue decidida a salir a dar un paseo, no sin antes mencionar:

—Tranquilos, estaré bien.

Pasó entre ellos, apoyando una mano en cada hombro, emitiendo confianza.

—Eso espero —murmuró sorprendentemente Matt.

Catty cerró la puerta con delicadeza, sin hacer mucho ruido. Edd recordó las últimas palabras que el pelirrojo dijo, así que, extrañado, le preguntó:

—¿Matt, estás bien? —ambas miradas se cruzaron— Te veo diferente.

El chico suspiró y buscó las palabras adecuadas para expresarse.

—No lo sé, Edd, estoy preocupado por ella...

—Te entiendo —se le formó una pequeña sonrisa comprensiva—, pero nunca te había visto tan preocupado por una chica.

Enseguida de sobresaltó, nervioso. Sus colores subieron y sus pupilas se dilataron de seguida.

—Ella es especial, no quiero que sufra, ya tuvo suficiente con lo de su madre... —fue sincero y le contó sus pensamientos a su mejor amigo.

—¿Te gusta?

Matt se quedó asombrado ante la simple y profunda pregunta que su amigo inesperadamente le hizo. No por ello apartó la mirada. Edd esperaba impaciente la respuesta, aunque en el fondo ya la sabía. Lo conocía muy bien, sabía cuando disimulaba y también cuando mentía, y Matt lo sabía.

—Un poco, pero la veo más como una hermana.

Por alguna razón, sintió repentinamente un dolor punzante en el corazón. Edd alzó una ceja, dubitativo.

—¿Estás seguro?

—Pues...

∞ Continuará... ∞

23/4/18

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