•{ Capítulo V }•
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Tord, con fuerza, obligó a mi mano a apretar aquel botón. La última expresión que vi de Tom fue de sorpresa y a la vez rabia al no poder haberlo detenido. Caímos en una especie de conducto que nos llevó hasta la cabina de algo. Me golpeé con fuerza contra el suelo, mientras que el insano sonreía con una malvada sonrisa en los mandos de la sala. Se escuchaban sonidos mecánicos que me hacían estremecer de temor. Finalmente salimos a la superficie y me coloqué de pie. Me di cuenta de que me había torcido el tobillo, pero me dolía más ver como Tord disparaba a la casa. Tom corría y lo vi gracias a algunas ventanas. En ese momento supe que tenía que hacer algo para impedirlo.
—¡Tord, para! —me lancé hacia él y desvié su brazo.
Sin querer, un avión que pasaba por el cielo fue abatido. Miré con los ojos muy abiertos como iba cayendo lentamente y con humo. A pesar de estar a kilómetros, fui capaz de sentir los gritos de temor y auxilio. Tenía un mal presentimiento y me sentí culpable.
Intentó apartarme y, al darse cuenta de que no podía, me empujó. Un fuerte golpe en la cabeza fue suficiente para inmovilizarme.
—Ah, what a sight —dijo con acento noruego y a la vez riéndose.
Lo único que podía hacer era escuchar como Tord entablaba una conversación con Edd.
—¡Tord! ¡¿Qué está pasando?!
Quise responderle, lo intenté con todas mis ganas, mis fuerzas, pero fue imposible.
—¡Hey, Edd! —gritó— Lo siento, no podía dejar esto aquí —rió—. ¡Gracias por cuidarlo mientras yo no estaba!
—Pero pensaba que... —arrastró las palabras- pensaba que éramos amigos... —murmuró al borde del llanto.
—¡Ha! ¿No? —dijo con ironía— ¡¿Por qué necesito amigos cuando tengo esto?! ¡¡¡Soy imparable!!! —empezó a reír sin pausa.
Pude lograr un poco de movilidad, así que poco a poco lograba levantarme.
—Tord... No lo hagas —dije, y el se volteó sorprendido.
Justo cuando iba a decir algo, Tom salió de la casa con el invento.
—¡Eh! ¡Sunshine lollipops! —atrajo su atención— ¡Toma un asiento! —hizo otro juego de palabras.
El ataque no resultó como se esperaba. El de cuernos, enfurecido, estaba a punto de lanzarle un cohete, pero, por segunda vez, logré llegar a tiempo. Con fuerza, volví a saltar sobre él, haciendo que la dirección del proyectil fuera a casa de los desconocidos vecinos, destruyéndola.
—Por Dios, Tord —sollocé—. Para ¡Para! —le agarré de la cabeza para que me mirara y unas lágrimas cayeron— ¡¿Nos ves que estás haciendo daño?! —lo abracé con la esperanza de que recapacitara— Ellos son tus amigos... ¡Incluso Tom! —seguía sin responder— ¿Por qué lo haces?
Los demás nos observaban desde la tierra, intrigados. Todos deseábamos que esa pesadilla acabase.
El chico comenzó a derramar unas lágrimas.
—Cállate, no me conoces... ¡No sabes nada sobre mí! —intentó empujarme, por yo seguí insistiendo.
—Me da igual —ignoré ese hecho—. Debe de haber una razón...
De reojo veía a Matt que intentaba buscar un botón de los muchos que habían en un control remoto que encontró de pura casualidad. Hice tiempo para ver si acertaba, y no estuve errónea. Edd lo ayudaba y juntos pulsaron el adecuado.
El robot gigante fue perdiendo estabilidad hasta llegar al suelo y chocar con brusquedad. Un fuerte sonido en mis oídos impidió escuchar las voces de mis amigos. Empecé a ver todo difuminado y lentamente mis ojos se iban cerrando. No me estaba muriendo, ni mucho menos, tan solo era un simple desmayo.
~Horas después...~
Un olor peculiar hizo que me despertara con tranquilidad. O eso me gustaría haber dicho...
—¡Eres un maldito imbécil! —pude reconocer la voz de Tom.
—Yo... Lo siento, de verdad lo siento —la otra provenía de Tord.
—Ya basta chicos, Catt se está despertando.
Abrí los ojos, encontrándome con cuatros sombras. Un poco incómoda, me senté. Aprecié mi habitación -con algunos agujeros, pero igual-.
—Es peor de lo que pensaba... —dijo Matt cubriéndose los ojos.
Tom desvió la mirada y Edd se acercó. Le miré extrañada. Luego observé a Tord sin expresión alguna, pero no era ciega y pude percatarme de que ni un rasguño tenía el desgraciado.
—¡De verdad lo siento! —reaccionó y se fue fuera del cuarto.
Matt, aún con una mano en los ojos, con la otra me puso un espejo de mano enfrente. Me quedé boquiabierta al instante.
—¿Pero qué...? —me toqué el vendaje de la cabeza y solté un pequeño quejido.
La imagen era espantosa. Tenía una gran venda recubriendo la mayor parte de mi cabeza y las gasas estaban empapadas de sangre. Entonces supe las causas al recordar ambos golpes; un empujón por parte del chico y otra por la caída. También tenía el tobillo adolorido, pero no era nada a comparación con eso.
—El médico ya te ha visitado y todo —se vio obligado a sonreír Edd—. En un mes ya estarás casi recuperada.
Me limité a esbozar una pequeña sonrisa. Después de todo, no todos los héroes llevan capa.
Pero las cosas fueron a peor.
Recibí una preocupante llamada de mi padre. Tom me miró y dijo que ya llevaba el teléfono sonando todo el día. Respondí.
—¿Dígame? —al escuchar esas palabras pensé que solo era una broma y reí— Ah, no cuela esa, papá —al ver que insistía, un nudo en la garganta se hizo presente— Por favor, dime que no es verdad... ¡Dime que es una broma de mal gusto! —me cubrí el rostro para que los demás no me vieran llorar.
Los tres miraban expectantes esperando a que la llamada finalizara. Seguía negándome a que eso fuera verdad, que solo fuera una vil mentira. Pero no. Nada más lejos de la realidad.
Colgué, ya no quería escuchar ni una palabra más. Me eché a llorar como nunca antes había hecho. Los chicos no se lo esperaban, así que preguntaron. No podía articular nada, ni una pequeña frase.
—¿Catt, estás bien? Te he escucha-... —entró Tord en el peor momento.
—¡¡¡Vete!!! —le señalé con una rabia incontrolable— ¡¡¡No te quiero volver a ver en mi vida!!! —las lágrimas caían sin cesar sobre mis mejillas.
Se quedó impactado ante tal respuesta por mi parte. Por otra parte no quería que se fuera, quería que supiera el dolor que causó en tan poco tiempo.
Me empecé a reír sin razón alguna. Supongo que reía para no llorar. Sin embargo, paré y volví a los llantos y sollozos de antes. Seguían sin decir nada, prestando toda la atención sobre mí, Catherine Melany.
Al cabo de unos minutos, cuando medianamente pude relajarme, les empecé a contar sobre lo sucedido.
—Derribé un avión —comencé a explicar, con un rostro sentimentalmente destrozado—. Justo cuando estaba evitando que Tord dañara a Tom, justo cuando pensaba que estaba haciendo el bien —tomé una pausa para tomármelo con tiempo—, justo ahí... ¡Ahí! —repetí— Estaba mi maldita madre.
Y adivinen qué. Sí, volví a llorar. Edd y Matt me abrazaron, Tord se mordió el labio, aguantando las ganas y Tom entrelazó sus dedos y agachó la cabeza de forma pensativa.
—Tenía tantas cosas que aprender de ella... —suspiré— Y voy yo y lo estropeo todo una vez más... ¡Soy una inútil!
Tord no aguantó más y derramó muchas lágrimas. Los demás también, aunque Tom fue el más fuerte.
—¿Sabéis qué es lo mejor de todo? —dije con una pequeña sonrisa y sarcásticamente.
No querían hacerlo, pero al final negaron, sin siquiera mover los labios.
—Ella venía a visitarme —me sequé una lágrima—. Para darme la enhorabuena en persona.
Con tristeza, decidieron dejarme sola en mi habitación para que pensara con claridad. No iba a hablarme con Tord nunca más, se lo merecía. No cenaba, no dormía, no hablaba, me limitaba a existir como una miseria. Mi rendimiento académico decayó, obviamente. De la agonía, la impotencia y de la rabia, lloraba y gritaba el nombre de lo que una vez fue mi figura materna. Mis amigos me tomaron por loca...
No había nada que amase más que a mi madre, mi difunta madre. Rezaba cada noche y velaba por ella, haciendo el esfuerzo de esbozar una mínima sonrisa.
Los días pasaban y poco a poco, con paciencia y esmero, volvía a sonreír, siendo positiva. También empecé a salir más comúnmente con Tom a "ahogar mis penas".
Por otro lado, las heridas cicatrizaron más rápido de lo normal, por suerte.
Cierto día, me digné a dirigir la palabra al imbécil de Tord. Nunca llegué a saber el por qué lo hizo. Los demás lo sabían, pero yo necesitaba estar preparada para saberlo.
A paso lento, me encaminaba hacia su nueva habitación que desgraciadamente Edd había construido para él. Llamé a la puerta e intenté tranquilizar mis nervios. Después de tanto tiempo, volví a escuchar su horrorosa y no graciosa voz noruega.
Me adentré en lo desconocido.
—¡Catt! —se sorprendió— ¿Necesitas algo?
Se encontraba limpiando un arma AK-7, de sus preferidas supuse. Con voz calmada, pregunté:
—¿Por qué lo hiciste? —cerré la puerta para que no nos escucharan.
En seguida supo a que me refería. Apartó la pistola y se acercó lentamente a mí, con empatía.
—Sé que no me perdonarás —afirmó—, y también sé que no es ninguna excusa, pero... —dejó unos segundos de intriga y prosiguió— Ellos me obligaron.
Abrí mis ojos y mi boca se entreabrió del asombro. Por un momento pensé que se refería a Edd, Matt y Tom, pero recapacité y ese pensamiento no tenía ningún sentido.
—Ellos, ¿quién?
—No sabrás quienes son —negó—, pero como buscas una respuesta, solo te puedo decir La Armada.
—¿Pero eso no es...? —reconocí ese nombre, mi padre trabajaba allí— ¿Por qué te iban a obligar?
Tord rodó los ojos, evitando el contacto visual. Esperaba ansiosa una respuesta, era una tortura.
—Problemas familiares —suspiró.
Sin tener una razón en concreto, lo abracé. Correspondió con más fuerza, pero finalmente nos separamos.
—Te entiendo.
Nos quedamos en silencio un rato, hasta que me sobresalté por una duda.
—No te va a pasar nada, ¿verdad?
—Tranquila —rió, aportando confianza—. Lo tengo todo controlado —alzó el pulgar a modo de aprobación.
Edd llamó puerta por puerta para la comida, hasta que tocó la nuestra y la abrió. Se quedó impresionado, pero un segundo después se puso muy contento.
—¡Estáis hablando! ¡Juntos! —dio pequeños saltitos de alegría— Después de tanto tiempo...
No pude evitar reír ante esa reacción. Los otros dos chicos que faltaban se asomaron y se quedaron igual de perplejos.
—Tengo que hacer una foto... —dijo Tom tomando una captura sobre el momento -y de paso un selfie-.
—¡Tampoco hace falta tanto! —me cubrí el rostro, pero Tord me agarró de los hombros y, empezando a caminar, llegamos al salón.
Edd elaboró un plato complicado por lo que parecía. Explicó cómo saborearlo y sacarle el mayor partido a la carne. Cuando acabó, los cuatro nos tensamos y saludamos como si fuera nuestro sargento.
—¡Sí, chef!
[N/A: Me apetecía compartir este gift con vosotros/as (? :3]
∞ Continuará... ∞
23/4/18
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