Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

•{ Capítulo IX }•

ϯ ΔSDҒ LΔΠD Ψ ΔLΣX SΔΠCHΣZ ϯ

[Narra Catt]

Al día siguiente todos nos levantamos muy aburridos. Yo un poco somnolienta, no lo iba a negar, ya que en el fondo, la conversación que tuve ayer con Edd y Matt me preocupaba. ¿Debía creerles? Principalmente no lo hice porque todos los que vivimos en esa casa éramos unos bromistas -menos Tom, él era muy aburrido-. Además, no creía que llegaran a tal extremo ese par de idiotas.

Continuando por dónde iba, después de desayunar nos pusimos a vaguear en el sofá. Me coloqué estirada encima de los demás, ya que no me dejaron espacio, así que tuvieron que pagar las consecuencias de ese modo. Luego cambié la posición a una más molesta para Tord, así, para ver su reacción. Me pareció ver que a Tom no le gustó esa idea.

Mientras yo le ponía los pies en la cara y él a cambio me hacía cosquillas en la planta de ellos, Edd contestaba absurdamente a un anuncio televisivo. No paraba de interrumpir, hasta me pareció ver que la televisión había hablado por su cuenta. Me froté los ojos.

–Chicos, ¿estáis pensando lo que yo estoy pensando? –animó a que contestáramos.

En cuanto dijo eso, Tom y Matt cambiaron sus expresiones rápidamente, como si recordasen algo traumatizante.

–¿Chicos? –pregunté, y salieron de su trance.

–¿Eh? ¿Qué?

Suspiré con una sonrisa, negando levemente.

–¡Vamos a ASDF Land! –incité y me puse en pie.

Ninguno se rehusó a esa maravillosa idea. Me puse la ropa habitual, al igual que ellos, el dinero necesario y nos dirigimos hacia allá.

Me senté en la parte posterior de los asientos, entre Matt y Tord.

–Nos lo pasaremos genial –dijo el de la sudadera roja bastante cerca de mi cuello, seguramente por el poco espacio que había.

–No lo dudo –contesté, algo acalorada.

¿Que había sido esa sensación? Nunca antes había sentido nada igual, ni con Alex.

Por otro lado, el pelirrojo intentó entablar una pequeña conversación conmigo, pero apenas pude escucharle, ya que el piloto y copiloto estaban cantando felizmente.

–¿Qué has dicho, Matt? –alcé la voz para que me escuchara.

–He dicho que si luego quieres ir conmigo a completar mi colección de juguetes –puso ambas manos en forma de o cerca de su boca.

–¿Que qué?

Eso me pareció que ni lo escuchó, ya que no hubo respuesta por su parte. Decidí preguntárselo después.

Llegamos al parque. No había precisamente poca gente, pero he visto lugares más llenos. Avanzamos un poco y pedimos cinco tickets. Una vez dentro, cada uno quería ir por una parte.

Tord, Edd y Tom discutían sobre cual era la mejor idea, mientras que Matt y yo nos alejamos un poco para hablar tranquilamente.

–Perdona por lo de antes, no lograba escucharte bien –me encogí de hombros.

–No... no te preocupes, Catty.

¿Eso rojo en su rostro era un sonrojo, o me lo pareció a mí? Además, ¿Catty? ¿Desde cuando él me llamaba así? Demasiadas preguntas en tan poco tiempo. Me sorprendió gratamente su comportamiento, y no me molestó para nada que me dijera por ese nombre, sin embargo, no estaba acostumbrada.

–Bueno, ¿querías algo? –estuvo meditando un largo rato, lo que me extrañó– ¿Matt? –toqué su hombro.

Enseguida se tensó.

–Decía que si... –inmediatamente fue interrumpida por la voz de Tom.

–¡Catt! ¿Vienes a los juegos de disparo? –se acercó trotando, con una leve sonrisa.

–Eh... –giré mi cuerpo, pero seguí viendo al pelirrojo, quien no interrumpió la conversación– Claro.

Me acerqué un poco a Thomas, ignorando a Matt. Empezamos a caminar hacia esa dirección, hasta que un par de muñecas se colocaron en mi cintura, obligándome a dar un par de pasos para atrás. Choqué con un pecho bien musculoso. Volteé mi mirada y en ese momento me quise morir, que la tierra me tragara para siempre.

–¡Catty, guapa! –Alex pasó su respiración cerca de mi oído– ¿Qué haces por aquí?

Me estremecí e intenté soltarme, mientras que el de la sudadera azul lo miraba con cara de pocos amigos, con los brazos cruzados.

–¿Quién eres tú? –preguntó con frialdad.

Soltó una gran carcajada y juntó más nuestros cuerpos. Que vergüenza, la gente nos estaba viendo y nos miraba con cierta repugnancia.

–Soy el novio de Catherine, obviamente –entrelazó sus dedos entre mi sedoso cabello.

Rápidamente Tom puso una cara de sorpresa, no se lo esperaba. Alex era un maldito mentiroso, eso no era verdad, no tenía que creerle.

–Pero Catt, yo pensaba que no tenías –su rostro pasó a uno más entristecido.

–¡No! ¡No le creas! –me zafé de su prisión y me coloqué entre ambos– Él miente, lo odio.

Se hizo un incómodo silencio entre los tres. Eso parecía exactamente la típica escena de una novela romántica adolescente. A través de la mirada, intenté convencer al de cuencas que yo tenía la razón, no él.

–¿Qué te pasa, Catt? –intentó acercarse, lo que a modo de defensa me puse tras la espalda de mi compañero.

–Oye, déjala en paz –abrió los brazos.

–O sinó, ¿qué? ¿Me vas a pegar? –se burló.

En un momento la voz de Tord resonó en el lugar. Me volteé y lo vi, con una media sonrisa que enseguida se esfumó.

–Tal vez él no, pero yo sí –dijo amenazante, caminando lentamente hacia Alex, crujiendo todas sus extremidades.

El manipulador fue intimidado, pero no lo suficiente como asustarlo.

–Nos vemos, Catty. Llámame –guiñó un ojo, me lanzó un beso y se fue medianamente corriendo.

Retiro lo dicho, sí que se asustó. Suspiré aliviada. Menos mal que llegaron a estar ambos chicos, no sé qué hubiera pasado si ellos no hubiesen estado en ese momento conmigo.

–Muchas gracias –desvié mi mirada hacia el azul–. Por favor, no le creas, no es mi novio.

Asintió con un leve sonreír. Tord se acopló.

–¿Quién era ese y qué quería de ti?

–Alex Sánchez ¡Está obsesionado conmigo! –exclamé con rabia e impotencia– Es un idiota, manipulador, mentiroso y egocéntrico –tomé una bocanada de aire– ¡Incluso me ha seguido hasta aquí! Está loco...

Ese chico me volvía loca, y no en el buen sentido. Si matar fuera legal, Alex estaría a varios kilómetros bajo tierra.

–Denúncialo –se encogió de hombros Tom.

–Sí, ¿por qué no lo has hecho antes? –insistió Tord.

–No lo sé... –suspiré– ¿Y si tengo yo la culpa?

–¿La culpa de qué? ¡Eres la víctima!

–No... No es la primera vez que me dicen que tengo la culpa de tener este cuerpo –aparté la mirada algo avergonzada.

Ni siquiera sabía la razón del por qué les estaba contando todo ese rollo a ellos. Les debía estar aburriendo, apuesto dos libras a que no les interesaba para nada, pero que por educación seguían ayudándome.

–No tienes mal cuerpo –comentó Tom–, así que puedes estar orgullosa de ello, sin embargo... No pienses en eso, tú haces lo que quieres con él y nadie puede impedírtelo.

Se me aceleró el corazón al escuchar esas bonitas palabras salir de su boca. Eso fue muy especial para mí, no era como las otras veces, esa vez sentí una extraña sensación de cosquilleo en mi estómago. Oh Dios mío, ¿qué me está pasando? Era lo único que pensaba repetidamente.

Tord intentó participar activamente también.

–Sí. Tengas el cuerpo que tengas, tengas la personalidad que tengas, siempre encontrarás a alguien que le gustes –me regaló otro pequeño sonreír–. Ya sabes, la gente es muy extraña –rió–. Hay a quienes les gustan las más dulces e indefensas y hay otros que les gustan las rudas y sádicas –lo siguiente lo dijo en un susurro, casi inaudible–. O ambos.

Otros grandes e intensos latidos recorrieron mis venas. No me podía estar sucediendo, no podía estar enamorándome por un puñado de palabras bonitas y ya, no podía...

–¡Catt, ¿sucede algo?! –escuché la voz de Edd, quien se acercaba con velocidad, alzando una mano.

En un par de segundos más llegó, seguido de Matt. Ambos tomaron un largo suspiro y retomaron la compostura.

–No, no, en absoluto. Simplemente hablábamos.

–Ah, que bueno, por un momento me había parecido escuchar unos gritos –tartamudeó levemente el pelirrojo.

No dije nada al respecto. Traían algodón de azúcar para todos, así que acepté uno encantadamente.

Luego, Tom y yo fuimos a la zona de videojuegos para hacer unas cuantas partidas. Después de aburrirnos con algo de una invasión zombie, decidimos jugar a algo parecido al Just Dance con plataforma. No era muy buena en eso, la verdad. Una parte se me hizo complicada. Íbamos empate los dos, me puse tan nerviosa por intentar ganar que torpemente crucé mis piernas, haciendo un mal gesto y cayendo sobre él. Nuestros rostros quedaron a centímetros, incluso pude llegar a escuchar su respiración agitada. Me quedé mirando durante unos segundos sus cuencas sin vida, por alguna razón desconocida se me hacían más bonitas que de costumbre. Él hizo lo mismo, pero en vez de mirar solo mis ojos, lo hizo con todo mi cuerpo. Rápidamente reaccioné.

–L-Lo siento –murmuré, colocándome nuevamente de pie.

Le ofrecí la mano después de expulsarme el polvo.

–No pasa nada –alejó su mirada, evitando el contacto visual, algo sonrojado.

Había arruinado uno de los pocos momentos donde Tom y yo realmente nos lo pasábamos bien. Sí, definitivamente era una inútil.

Decidí ir a dar una vuelta por el parque sola, sin compañía de nadie, para reflexionar un poco sobre estos asuntos. Pensaba desde el primer día lluvioso, el segundo sobre mis estudios, la llegada de Tord, la muerte de mi madre... hasta año y medio después, allí, en ASDF Land.

Totalmente inconsciente sobre lo que ocurría a mi alrededor, miraba el suelo con cierto sentimiento parecido a la tristeza, tal vez añoranza. Echaba de menos España, mi antiguo hogar, mis amigos y en general todo. No quería decir que Inglaterra fuera incómodo o de desagrado, pero no era lo mismo, obviamente. Las leyes, las tradiciones e incluso el idioma te hacían sentir fuera de lugar. En fin, mi vida fue una vuelta a la tortilla.

Acabé de nuevo en el aparcamiento, no me pregunten por qué. Seguía sometida a mis pensamientos, cuando por segunda vez unas manos me agarraron, y no eran otras de las que ya conozco. Me arrastraron hasta una parte donde nadie nos podía ver a no ser que se acercara bastante.

–¡Basta! ¡Suéltame! –exclamaba, haciendo pataletas.

Una de las palmas se posaron en mi boca, y en menos de diez segundos acabé acorralada por los brazos de Alex, nuevamente. Intenté despegarme de la pared en la que me aprisionó, pero él me lo impedía.

–Catty, Catty, Catty –susurró seriamente con una voz ronca–. Me hiciste quedar mal ante tus amigos, y eso no se hace.

Conseguí deshacerme de su mano con un hábil gesto.

–Estoy harta de ti, déjame –lo empujé– ¡No te quiero ver más!

Reaccionó de manera violenta, agarrando fácilmente con una mano ambas muñecas, levantándolas sobre mi cabeza. Con la otra acariciaba lentamente mis curvas y sentía como cada vez su temperatura aumentaba.

–Vas a ser mía, quieras o no –dijo antes de...

Instantáneamente sentí como sus dientes se incrustaban en mi cuello, con fuerza, mucha fuerza. Gemí. Esa zona es muy sensible y provocativa. Insistía, pero cada vez que me movía podía sentir ese mismo dolor multiplicado por diez.

–¡Ayuda! –fue lo único que pude decir.

Se apartó lentamente y me besó en la comisura de los labios. Empecé a tiritar, horrorizada ante lo que era capaz de hacerme. Tenía miedo, no lo iba a negar, pero me asustaba más el hecho de que nadie nos viera o escuchara. De esa forma, cualquier cosa podría pasarme y nadie se daría cuenta.

Acariciaba apasionadamente todo lo que era capaz de tocar.

–Para, por favor... –suplicaba, derramando una única lágrima.

Pero en ese momento, él apareció. Su indistinguible sudadera del color del mar hizo como si fuera un rayo de esperanza para mí. Su curioso peinado color caramelo, su voz...

–¡Déjala en paz! ¡Ahora!

Asestó un gran golpe en el mentón de Alex, provocando que éste cayese al suelo. Lo miré y pude observar que no se podía levantar; estaba inconsciente. Volteé la mirada lentamente hasta cruzarme con las negras, casi hipnóticas cuencas de Tom. Seguía temblando, no podía hacer nada al respecto, hasta que reaccioné y le abracé con todas mis fuerzas.

–¿Cómo supiste que estaba aquí? –pregunté, intrigada, evitando el sonrojo

–No lo sé –se encogió de hombros–. Al ver que te fuiste de aquella manera, algo me dijo que tenía de seguirte...

Estaba contenta y enojada con él al mismo tiempo. Sabía que no me gustaba que me persiguieran, pero lo hizo. Sin embargo, me había ayudado, ¿qué digo? ¡Salvado! Tenía que deberle algo.

–Gracias... –me aparté levemente de su pecho.

Levanté mi rostro para observarlo detenidamente. Él me miró profundamente, haciendo que apartara la vista. Me separé completamente y acaricié con suavidad la marca que dejó en mi cuello. Solté un pequeño quejido. Luego, con rabia, le di al desmayado una patada en el estómago.

–Imbécil –y volví a darle otra.

Tom rió levemente, pero lo ignoré. Empezó a caminar, saliendo de ese lugar.

–Será mejor que nos vayamos y aprovechemos el resto del día, ¿no?

Asentí con la cabeza gacha, algo traumada ante la reciente situación. Coloqué mis manos en el bolsillo de la sudadera y mis pasos eran arrítmicos.

–No se lo digas a nadie, ¿vale? –dije.

–De acuerdo –asintió.

Nos reunimos los cinco nuevamente y volvimos a jugar en el juego de baile, al menos Tom y yo. La gente de alrededor gritaba y silbaba, asombrados por nuestros movimientos. Intenté olvidarme de aquella mala experiencia, pero a ratos volvían y me desanimaban.

Al acabar, finalmente Matt me invitó a ir a la noria a solas, tenía que contarme algo. Subimos solo nosotros dos a una cabina. No podía estarme sentada, así que me levanté y admiré todo el parque de atracciones nocturno, con pequeños destellos de luz y algún que otro grito se oía de vez en cuando.

–Catt, tengo que contarte algo... –se acercó.

–Claro, dime.

–Y-yo... Creo que...

Me mantuve en silencio, dudando sobre si era realmente iba a hacer lo que estaba pensando o no.

–¡Creo que ha sido un día genial, ¿verdad?! –alegró su rostro de una manera formidable.

–E-eh, sí, ha sido perfecto –disimulé al recordarlo todo–. Pensaba que ibas a decir otra cosa...

–No, pero... –al voltearse, vio la marca– ¿Quién te ha hecho eso?

Mierda, se me había caído un poco por los hombros la camisa interior y se podía ver perfectamente. Empecé a sudar frío, mirando alrededor para buscar alguna excusa.

–¡Nadie! Yo... eh... ¡Me ha atacado un perro, sí!

–¿Estás segura? Hoy has estado mucho tiempo con Tom –dudó.

–¿Qué? Pfff –reí con nerviosismo–. ¿Cómo puedes pensar eso? Solo somos amigos.

No sabía si eso era verdad. No quería decir nada, pero cierto era que últimamente Tom y Tord me atraían bastante. Tal vez Edd y Matt estaban celosos y por eso me contaron sobre eso del reto ese... Aunque tampoco podía afirmarlo, eran meras teorías.

Matt no dijo nada al respecto, se le veía confundido. Volví a subirme mi jersey antes de bajar.

Después de ese día lleno de sucesos extraños y no tan extraños, llegamos a casa arrastrando los pies. Me dejé caer sobre el sofá, y repentinamente un gato gigante de peluche me aplastó. Lo aparté y me encontré con Tord con una leve sonrisilla.

–He conseguido este regalo para ti, no fue muy difícil.

–¡Muchas gracias, Tord! –nos abrazamos– Amo los gatos.

–A ti por perdonarme después de todo lo que hice.

Le dije que todos merecemos una segunda oportunidad, obviamente. Al cabo de unos minutos, más tarde de cenar, cada uno fue a su respectiva habitación, dando las buenas noches.

Salté sobre mi cama, agotadísima. Otra vez ese amargo recuerdo del apestoso de Alex. Debía de ser fuerte mentalmente, no podía dejar que eso me afectase, ya que, por suerte, todo salió bien y no hubieron más problemas gracias a Tom. Tom... Pensaba. ¿Qué somos? Acabé dormida con la duda.

∞ Continuará... ∞

30/4/18

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro