vii. la caída del clan esmeralda
▬▬ capítulo #7 ▬▬
❛❛ la caída del clan esmeralda.❜❜
LA CEREMONIA DE LOS SHINOHARA, PARTE DOS.
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Registro: Diciembre 16, 2016
El clan Shinohara
llevó a cabo la ceremonia
para venerar al ente maldito
que protege a la familia.
Hubo una víctima fatal y una
herida de gravedad.
Un lamento desgarrador escapó de la garganta de la madre de Yuriko luego de observar lo que se encontraba al fondo de la fosa, mientras el resto de los presentes se amontonaba para ver lo que había ocurrido. El hechizo que cubría a la catacumba desapareció sin explicación alguna una media hora después de que Minari se lanzara, dejando a todos en la incertidumbre de lo que planeaba la hija favorita de Hideki.
Ume empujó a sus familiares sin miedo a ser regañada, la mayor cubrió su boca horrorizada ante la terrible escena: su prima Yuriko estaba completamente desfigurada, apuñalada en cada parte del cuerpo, y a su lado, Minari parecía estar inconsciente, los ojos completamente cerrados, no podía ver a simple vista si la sangre que la cubría era suya, pero las contracciones de su cuerpo eran notorias, como si estuviera al borde de una convulsión, pero lo más importante de todo era que estaba viva.
-¡MINARI!-el grito lleno de pánico provino de su madre, Hina, quien trataba de bajar a la fosa a como diera lugar, pero sus hijas mayores se lo impidieron.
-¡Madre, espera!-pidió Hanako, sujetándola con toda la fuerza posible, pero su progenitora solamente se movía de un lado a otro entre gritos incontrolables, desesperada por saber qué había ocurrido.
-¡Suficiente!-la voz masculina del clan se alzó finalmente, dejando a todos en silencio, Hideki caminó hasta el borde de la fosa, observando detalladamente la escena-. Suban a ambas.
Ante la orden del anciano, un grupo descendió al agujero tomando el cuerpo de ambas mujeres, miraron a su alrededor, esperando encontrar una escena todavía peor, pero no había nada, ni un solo rastro de otra criatura presente, solamente observaron los charcos de sangre y el sepulcro de quien consideraban su santa. Cuando fueron llevadas hasta arriba, Yuriko fue recibida en brazos de su madre, mientras vociferaba desconsolada contra cualquiera que quisiera tocar el cadáver de su hija, por otro lado, Minari terminó en manos de Hideki, poniéndola en su regazo.
Inmediatamente, Ume recordó las palabras de su hermana minutos antes de iniciar el plan, había alguien esperándola, probablemente la única persona capaz de salvarla. La mujer se dispuso a quitar el velo, dejando que toda la energía del clan Shinohara expuesta al mundo una vez más, todos parecían conmocionados por lo ocurrido, así que nadie notó la desaparición del domo maldito arriba de ellos, nadie, excepto Kento, quien apenas sintió la energía disolverse en el aire, cruzó el atrio de la gran mansión para correr hacia Mina.
-¡Padre, ayúdala por favor!-rogaba Hina cayendo de rodillas al notar que Hanako no iba a soltarla.
Hideki Shinohara removió el rostro de Minari una vez más, notando como las venas negras y sobresalientes palpitaban por debajo de su piel con una fuerza que iba disminuyendo, como si algo la estuviera envenenando por dentro, el hombre entrecerró los ojos, tratando de descifrar lo que había ocurrido. Poco a poco, Mina dejó de contorsionarse, mientras la expresión de dolor reflejada en su rostro volvía a relajarse, el primer pensamiento de su madre y hermanas era que el cuerpo de Minari no había resistido, pero el miedo plasmado en la cara del abuelo confundió aún más a todos los presentes.
-No es posible...-el susurro tembloroso del ancestro Shinohara fue cortado abruptamente cuando la joven que descansaba en sus brazos comenzó a abrir los ojos.
Hideki contuvo el horror al observarla directamente a aquellos orbes esmeralda, no tardó en reconocer la peculiar marca de Namanari en el verde esmeralda de los ojos de su nieta, aquella que era idéntica a la que reposaba en el cuello de todas las mujeres Shinohara, aquel símbolo en forma de una luna menguante terminaba de desaparecer en las pupilas de Minari a medida que ella abría sus párpados con dificultad.
-¡Mina!-llamó Ume, agradecida de ver a su hermana mayor con vida.
-¡DESALMADA ARPÍA!
El anciano se puso de pie torpemente, retrocediendo a pasos acelerados dejando caer a Minari al suelo, inmediatamente, Ume se agachó a socorrerla, sujetando el rostro decaído de su hermana menor. Al observar sus ojos no encontró rastro alguno de anomalías, únicamente la mirada moribunda de Minari terminando de recuperar fuerzas.
-¿Ume...?
-¡Mina! ¿¡Qué pasó!?-exigió saber la mayor con preocupación en su tono, pero su hermana no parecía estar completamente consciente.
La vista de Minari estaba parcialmente nublada, a medida que despertaba, el eco en sus oídos se convertían en gritos desesperantes y voces furiosas tratando de recibir respuestas. No tardó en reconocer la silueta de su hermana sujetándole el rostro para tratar de hacerla reaccionar, mientras Hanako sujetaba con fuerza a su madre observando a algunos metros de ambas.
-Ume ¿Qué...?
Mina recibió un golpe firme y estrepitoso contra la cabeza, haciéndola chocar nuevamente contra el suelo rocoso, no tuvo la fuerza suficiente para ponerse de pie, aquel sonido blanco en sus oídos se hacía cada vez más intenso, y la hilera de sangre no tardó en caer por su frente.
-¡MINA!-cuando Ume trató de acercarse nuevamente a socorrerla, pero el agarre de dos de sus tíos lejanos la detuvieron, alejándose de Minari para evitar que interfiera con el castigo.
-¡Maldita basilisco salida del infierno!-vociferó el anciano en contra de su nieta, mientras la joven trataba de apoyarse en sus brazos temblorosos, Hideki la tomó por el cabello obligándola a levantar la mirada-. Repugnante bruja de las montañas, atrajiste a mi nieta hasta tus garras ¡La obligaste a hacer todo esto! ¡Confiesa de una vez por todas!
-¡Abuelo, Minari está muy mal!-reclamó Ume entre los jaloneos que la sometían para evitar que escapara.
-¡Y TU PRIMA ESTÁ MUERTA! ¡LE DESTROZARON EL ROSTRO Y DEFORMARON SU CUERPO!-Hideki sacudió a Mina una vez, haciendo que ella gimotee con dolor-. Ahora tiene a tu hermana, y solo hay una forma de sacarla.
El anciano era alguien fuerte a pesar de su avanzada edad, el agarre que ejercía en la cabellera de su nieta evitaba que pudiera escapar. Mina podía sentir cómo la sangre que chorreaba desde su cabeza se deslizaba por su rostro, haciendo que cada vez que parpadee cayera una gota teñida de un rojo oscuro, a sus espaldas, Hideki manifestó la Técnica Esmeralda, haciendo que una daga del mismo verde azulado apareciera en la mano del hombre.
Los gritos desesperados de Ume hizo que Minari reaccione ante lo que estaba por ocurrir, no tardó en sentir el filo posarse sobre su garganta, inmediatamente levantó la vista hasta chocar con una escena surreal: su tía abrazaba desconsolada el cuerpo de Yuriko mientras trataban de arrebatarsela para deshacerse del cadáver, su hermana mayor pedía piedad por ella, echándose la absoluta culpa de lo ocurrido, finalmente, su mirada chocó con la de su madre. Hina tenía los ojos llenos de lágrimas, como si por un remoto instante quisiera hacerse cargo de lo que estaba pasando, quizás si hubiera entregado a su hija, quizás si no la hubiese tenido.
-¿Mamá?-llamó en un hilo de voz, haciendo que Hina rompa en llanto una vez más, pero en lugar de socorrer a su hija, se limitó a apartar la vista, dejar que Mina sea asesinada frente a todos, pretendiendo que ella no era su responsabilidad-. Mamá...
Minari estuvo a punto de aceptar su derrota, todo parecía llegar a su fin. Cuando Hideki estuvo por enterrar la cuchilla por completo, una mano lo suficientemente fuerte para alzar al anciano terminó liberando a la azabache, haciendo que vuelva a estrellar su débil cuerpo contra el piso.
Aquel agarre dejó desconcertados a todos los presentes, muchos no sabían quién era aquél hombre rubio con la osadía de intervenir en las acciones del líder del clan, pero apenas reconoció la figura del esposo de su hermana, Ume soltó un suspiro entrecortado dejando de forcejear, mientras el llanto por el susto se derramara por sus mejillas.
-¡Nanami!
Aquel nombre hizo que Mina se remueva en el suelo, buscando a su marido con la mirada, se encontró con la escena de Kento agarrando por el brazo a su abuelo hasta alejarlo del piso, a su lado, el anciano se veía minúsculo. Hideki levantó sus ojos indignado, mientras el rubio lo observaba con desprecio, forcejeó todo lo que podía pero cada movimiento parecía hacer que Nanami apriete con más fuerza.
-¡Imcompetente! Creo haberte dicho que mientras no aceptes a esta familia, no eres...
El líder del clan se vio interrumpido cuando Ken finalmente lo soltó, haciendo que cayera nuevamente contra el piso, al ver que el anciano no pudo mantenerse de pie, Hina y Hanako corrieron a ayudarlo, mientras Nanami se apresuró a tomar a Minari entre sus brazos. La azabache no tenía la suficiente fuerza para ponerse de pie, ni siquiera era capaz de articular una palabra, su abuelo hizo una herida superficial en medio de su garganta, no era lo suficientemente profunda para ser mortal, pero Mina estaba cayendo en la desesperación al sentir la cantidad de sangre que caía desde la parte superior de su cabeza hasta su frente.
-Tranquila, ya terminó...-murmuró el hombre, alzándola con suma delicadeza para evitar alterarla-. Estarás bien, lo prometo.
Minari no respondió, los párpados parecían hacerse más pesados a cada segundo que pasaba, se limitó a apoyar su cabeza contra el pecho de su esposo, sujetando su camisa con debilidad para mantenerse consciente. Ume empujó con todas sus fuerzas a los hombres que la sujetaban para correr hacia el par de esposos, no tardó en notar que la herida más peligrosa era el golpe en la cabeza de su hermana, debía ser atendida inmediatamente.
-Es una herida externa y es muy grande-murmuró la mujer, removiendo el cabello de su hermana-. Hay que atenderla lo antes posible.
Nanami no esperó otro segundo para salir del lugar llevando a su esposa en brazos, pero antes de poder dar otro paso, un grupo de mujeres se puso en su delante, entre ellas la madre de Minari, todas habían liberado la Técnica Esmeralda en sus diferentes rituales, pero estaban muy empeñadas en no dejar pasar a ninguno.
-Nanami, mi hija no está en condiciones de irse, ella hizo algo... imperdonable, y tiene algo que no puede salir de esta casa-soltó Hina, acercándose a pasos lentos, al estar lo suficientemente cerca, tocó con suavidad el brazo de su hija, acariciandolo para tratar de relajarla, pero Minari ni siquiera estaba del todo consciente-. Estará mejor aquí, yo voy...
-¡Ella nunca estará a salvo mientras ustedes estén cerca!- cortó con rabia en sus palabras-. Mina está gravemente herida, si ella llega a morir en este lugar, me encargaré de que ninguno de ustedes pueda gozar de una vida plena.
La amenaza de Kento no parecía ser suficiente para alterar a las hechiceras, pero si ellos dejaban la mansión, quedaban expuestos a que todos los secretos de la familia salieran al mundo, o peor aún, que la Dama finalmente obtuviera el control de un cuerpo como siempre lo quiso. La situación era exasperante para todos, una vida estaba en juego, al igual que la reputación de uno de los clanes más prestigiosos, cualquier mal movimiento podía terminar en enfrentamiento.
-Nanami, llévatela.
La orden vino de Ume, quien estaba de pie junto al rubio, la mujer tenía una expresión relajada, se la veía tan serena como siempre, incluso había recuperado su compostura. Los presentes se vieron confundidos ante su determinación, incluso les parecía ridículo que una mujer de su posición se atreviera a desafiar a todo el clan esmeralda, pero ella no se inmutaba. Comenzó a caminar a pasos lentos, buscando abrirse paso entre la multitud de personas que los rodeaban.
-Ume ¿Qué estás haciendo?-llamó la temblorosa voz de su madre-. ¡Sabes muy bien que no podemos dejar que se vaya!
-Ya es suficiente-cortó la mencionada, con una firmeza nunca antes vista-. Todos los presentes estuvieron de acuerdo en sacrificar a una joven que no sobrepasaba los 30 años para alimentar al espíritu atrapado en estas paredes hace más de mil años. Hemos realizado este asqueroso ritual desde que el clan Shinohara se alzó entre los más grandes, pero si no ponemos un alto ahora, van a cazarlos uno por uno.
-Ume, te prohibo qué...
-Tú no puedes prohibirme nada, creo que teníamos ese acuerdo muy bien establecido-respondió la mujer, harta de escuchar a sus familiares diciéndole qué hacer-. ¿No te das cuenta de lo que estuviste a punto de hacer? Casi le abres el cuello a la única persona de esta familia que tiene un contacto con el mundo exterior de la hechicería. Su muerte no solamente llamaría la atención de los estudiantes pertenecientes al clan Zen'in o Inumaki, los hechiceros de alto nivel como Masamichi Yaga o el mismísimo Satoru Gojo pondrían los ojos sobre nosotros.
Aquellas palabras bastaron para que la expresión de furia en el rostro de Hideki comenzara a tornarse en una mueca de preocupación, como si el nombre del Portador de los Seis Ojos lo hiciera temblar. Satoru Gojo era la mayor amenaza, incluso por encima de los Altos Mandos, por un corto instante, parecía haber olvidado que su nieta era una aliada de confianza para el Hechicero Más Fuerte.
Kento no esperó un segundo más, aprovecharía la distracción de ume para sacar a Minari lo antes posible de ese lugar, nadie a su alrededor intervino, incluso Hina se abstuvo de correr atrás de ambos, por más que el aterrara lo que Hideki pudiera hacerle si la dejaba irse, una parte suya sabía que si su hija se quedaba, no tendría chances de sobrevivir.
Ume observó como su chantaje rendía frutos, se dispuso a dar media vuelta para alcanzar a su cuñado, pero justo cuando estaba por dar el siguiente, los arrebatos de su abuelo hicieron que parara en seco, como si se tratara de un reflejo.
-Si cruzan esa puerta, ninguno tendrá oportunidad de volver a entrar-sentenció el abuelo como una última movida, con una rabia indescriptible en sus palabras.
La mujer mantuvo su quietud, mientras una sonrisa cínica comenzaba a asomarse en sus labios. Con un tono de superioridad y una mirada indiferente, volteó a ver a su abuelo-Es la primera vez que te noto tan amable, abuelo, pero ahórratelo, preocuparte por lo más mínimo podría matarte a estas alturas de la vida. Puedes estar en paz, no planeamos volver. Además, si decides no alterar nuestra paz, nosotras no comentaremos nada al respecto con los Altos Mandos ¿Trato?
Hideki no respondió, cualquier cosa que saliera de su boca podría ser utilizada en su contra, conocía lo suficiente a Ume Shinohara para saber que era una mujer de palabra, y no importaba cuan retorcidas sean sus intenciones, conseguía su cometido. Ume aceleró sus pasos para alcanzar a su hermana, mientras Hina trataba de llamar su atención entre murmullos inaudibles, Hanako sujetó los hombros de su madre, ya que a ninguna de las dos les convenía formar parte del gran problema.
No muy lejos de allí, corriendo tan rápido como se le permitía, Kento cargaba a su esposa, esperando poder llegar lo antes posible con Shoko para ser atendida. No estaba seguro de qué fue lo que le hicieron, solamente podía pensar en las palabras de Hina, repitiendo en su cabeza una y otra vez: "hizo algo imperdonable, y tiene algo que no puede salir de esta casa".
-Hablaré con Shoko lo antes posible, estarás mejor con ella-dijo el rubio, esperando poder mantenerla despierta-. Por favor, Hope, háblame.
-Ken ¿Qué hice?-murmuró de forma inentendible, sin tener la fuerza suficiente para volver a llorar-. Maté a... maté a mi prima.
-¿Qué?-por más que se esforzara en escuchar lo que decía, Kento no lograba entenderla del todo, quizás era su propia respiración agitada o los pensamientos que pasaban por su cabeza en ese instante-. No puedo...
-Salgamos de aquí antes de que lo piensen dos veces-la voz de Ume Shinohara distrajo al rubio, viendo como ella abría las enormes puertas de la casa para darle paso a su cuñado.
Minari podía escuchar las voces de Kento y Ume, incluso podía jurar que estaban discutiendo, pero no era capaz de comprender lo que decían. El dolor en su cabeza comenzaba a desaparecer, al igual que el ardor recorriendo sus venas palpitantes, dejó caer su cabeza para atrás, soltando el agarre al que estuvo aferrada desde que su esposo la alzó entre sus brazos, estaba agotada, sin la fuerza suficiente para seguir peleando.
Lo último que escuchó antes de desvanecerse en la oscuridad, fue la voz de Nanami pidiéndole que se quedara.
El escándalo detrás del teléfono en la llamada de Kento fue suficiente para que Shoko Ieiri saliera hasta las puertas del Colegio de Hechicería con el corazón en la boca, la madrugada apenas comenzaba, la doctora esperó la llegada del auto pensando una y otra vez en la urgencia de la situación, pues jamás en su vida había escuchado a Nanami al borde del llanto.
"Mina está muy mal, te necesito", fue lo único que Shoko debió escuchar para levantarse de la cama, ni siquiera había mencionado los motivos, pero no los necesitaba, no importaba cuán desinteresada se mostrara ante la mujer de ojos verdes, la consideraba una amiga, y si había alguna forma de ayudarla, estaba dispuesta a hacerlo. El sonido de las llantas rechinantes hizo que diera un brinco de la impresión, no tardó en reconocer a Kento salir del asiento de copiloto, con el cuerpo moribundo de su esposa entre sus brazos, inmediatamente, Shoko comenzó a caminar en dirección contraria, no esperaría una explicación, debían atenderla lo antes posible.
Apenas recibió a Minari, la doctora pidió total aislamiento entre ella y la herida, dejando a Ume y Kento con la incertidumbre tras las puertas. Shoko no esperó otro segundo, se preparó para atender a su amiga sin tener la más mínima idea de lo ocurrido, un pequeño jadeo alarmante escapó de los labios de Ieiri al ver las marcas en su cuerpo, rasguños profundos en todas partes, marcas de apuñalamiento, la herida superficial en su cuello, parecía haber peleado con una bestia, sin embargo, aquello que causó un brinco en el corazón de la doctora, fueron esas notorias marcas negras palpitantes en las venas de Mina.
No podía explicar de qué se trataba, aparentaba un envenenamiento, probablemente una aneurisma, a pesar de todas sus hipótesis ninguna terminaba de calzar con los síntomas, asustandola aún más, Shoko reaccionó segundos después, y se concentró en la manera de salvar a la mujer Shinohara.
Pasaron un par de horas desde que Mina fue atendida por Shoko, la doctora ni siquiera había asomado su cabeza fuera del consultorio, mientras el par de familiares esperaban con el corazón agitado. A simple vista, la hermana mayor de Mina estaba quieta, completamente serena, era parte de su personalidad ser alguien capaz de disimular sus emociones, pero lo cierto es que sentía que en cualquier momento moriría de un ataque de nervios; Ume había renunciado a su familia, desafió a su madre y abuelo, fue exiliada del clan que la aprisionó durante toda su vida, no tenía a donde ir.
Incluso al borde de un colapso nervioso, la preocupación de Shinohara parecía estar completamente opacada por la persona frente a ella. El hombre caminaba de un lado a otro, pasó las manos por su rostro como un tic nervioso, las manchas de sangre sobre sus manos estaban secas pero apenas parecía notarlas con la preocupación que cargaba en ese momento, Kento estaba exasperado, normalmente la Técnica de Maldición Inversa actuaba de forma inmediata, lo único que le quedaba era esperar.
Los minutos siguientes pesaron como una eternidad hasta que Shoko finalmente abrió las puertas, se veía más agotada de lo normal, estaba levemente manchada de sangre y tenía una expresión de absoluta derrota. El par se puso de pie acercándose hasta Ieiri esperando a que se pronunciara, la doctora suspiró, y en un tono cansado dijo:
-Está estable-las palabras de Shoko hicieron que Nanami sintiera un alivio recorrer su cuerpo entero, mientras que Ume soltó un suspiro agotada apoyando su espalda contra la pared, en cuanto el rubio trató de pasar para ver a su esposa, la castaña lo detuvo poniendo una mano sobre su hombro-. Oye, aguarda, Mina tenía un golpe muy fuerte en su cabeza, por no mencionar el montón de heridas en el resto de su cuerpo, ¿qué demonios pasó?
-No es algo de lo que podamos hablar ahora, Shoko-explicó Kento.
-Como sea, esperemos a que despierte, luego de eso debe descansar e ir a un hospital, solamente para verificar su estado-Ieiri soltó un suspiro agotada, como si curar a Minari hubiera consumido toda su energía-. También debemos esperar a Gojo.
-¿Gojo? ¿Qué tiene que ver él en todo esto?-intervino Ume con una voz preocupada.
-Será mejor que expliquen lo que ocurrió con Mina, de lo contrario, pueden meterse en graves problemas-cortó nuevamente, mirando a Kento en busca de una respuesta.
Nanami estuvo a punto de soltarlo todo, estaba harto de encubrir a ese desalmado clan y a las personas que lo manejaban, sin embargo, su mirada se posó en la única persona con autoridad para hablar al respecto. Ume cruzó miradas con su cuñado, en un principio se veía asustada de las consecuencias, pero por un corto instante, pensó en todo lo que podía lograr con su palabra, después de todo ya no estaba sola. La mujer suspiró entrecortado para luego asentir con la cabeza, dando la autorización para finalmente exponer la realidad del clan Shinohara.
-En cuanto Mina despierte, les diré todo-dictó.
Ume sintió que soltaba un peso al acceder a hablar de su familia, no sería una tarea fácil, en el fondo estaba muy asustada, sin embargo estaba a tiempo de poner un alto para que nadie sufra el mismo destino que su prime. Shoko asintió suavemente con la cabeza, para luego palmear el hombro de Kento, llamando su atención, ella se aseguró de darle una sonrisa reconfortante, podía notar la preocupación hasta en la tensión de su cuerpo.
-Ella estará bien, no hay ningún signo de que pueda sufrir una crisis, ve a casa y cámbiate, esa camisa se ve muy costosa para arruinarse con la sangre-bromeó la castaña tratando de aliviar un poco el ambiente-. Shinohara, tengo algo de ropa limpia adentro, si gustas.
-Eso... suena bien-soltó Ume con algo de desconfianza, pero finalmente accedió debido a la pesadez del atuendo tradicional para la ceremonia.
-No te preocupes, esperaré.
El tono en la voz de Kento era tranquilo, casi indiferente, como si tratara de recuperar su actitud cotidiana, pero su mirada expresaba otra cosa; él no estaría tranquilo hasta que Mina despierte. Ambas mujeres le dieron una mirada rápida antes de dirigirse a la habitación próxima, donde Ume podría tomar una ducha y cambiarse adecuadamente.
Nanami volvió a tomar asiento, dejando que por un corto instante sus articulaciones se relajaran, pasó por una mano por el rostro, soltando un suspiro entrecortado, el silencio del pasillo y su completa soledad causó que finalmente pudiera soltar la frustración acumulada en su pecho. Al quitar su mano izquierda del rostro, no pudo evitar posar sus ojos en la argolla alrededor de su dedo anular, la vena amoris.
Recordaba con exactitud el día que su esposa le explicó el verdadero significado de llevar un anillo de matrimonio en ese dedo en específico: una antigua creencia romana indica la existencia de venas que llevan sangre desde los dedos hasta el corazón, y atribuían un significado especial a la vena que corría del cuarto dedo de la mano izquierda.
El anillo era de oro, bastante simple, pero Minari se había esforzado mucho en encontrar un par que les guste a ambos. Él nunca fue de cuidar detalles como esos, pero desde que su Hope regresó a su vida, justo cuando más la necesitaba, todas aquellas pequeñeces tuvieron un gran valor para Kento, pues para Mina, significaban algo.
Como su canción. Mina disfrutaba la música en inglés, le recordaba a su padre y su refinado acento, conocía todas las canciones de Fleetwood Mac y Elton John, sin embargo, había una melodía capaz de hacerla suspirar. Cada vez que pensaba en Minari, Close to you de los Carpenters resonaba en su cabeza, la dulce melodía del piano lo llevaba al recuerdo de los ojos esmeralda perdidos en alguna flor de cerezo que acaba de caer de un árbol o en las gotas de lluvia que se deslizaban por la ventana,ella era la única capaz de hacer que el niño que habitaba en su corazón saliera a relucir, le hacía pensar en la inocencia de su mirada cuando la conoció a los quince años, pensaba en ella hablando hasta por los codos de un tema que surgió de otro, lo devolvía a aquella noche de noviembre en 2014, podía sentir sus delgados brazos abrazándolo en su primer como matrimonio.
Desde que eran un par de adolescentes incomprendidos, Minari estuvo presente en su vida, con esa mirada alegre y su peculiar personalidad, incluso cuando perdieron el contacto, a veces juraba reconocerla entre la multitud de la metrópolis, deseaba saludarla, invitarle un café, pero solamente tuvo el valor de hacerlo cuando se reencontraron en el mundo de la hechicería. Habían pasado una vida juntos, incluso así, el tiempo no era suficiente. Kento no estaba listo para perderla, quizás nunca lo estaría, sabía perfectamente que no era el primer amor de Mina, pero deseaba acompañarla por el resto de su vida, en el fondo de su corazón, estaba aterrado del cambio, pues había construido su vida alrededor de ella.
Inevitablemente sintió como un nudo comenzaba a formarse en su garganta, apretó suavemente la mano para evitar que las lágrimas terminen de salir de sus ojos, eran pocas las veces que la sensación de llanto lo vencía, la mayor parte del tiempo sabía cómo ocultar su tristeza de forma que nadie lo notara, pero el hecho de que Mina pudo morir en sus brazos, fue suficiente detonante para estrujar su alma hasta quebrar su frialdad.
-Creo que nunca te había visto de esta forma, Nanami-la voz masculina posada junto a él no tomó por sorpresa al rubio, estaba acostumbrado a las apariciones aleatorias de Satoru Gojo-. Está viva ¿Verdad?
-Sí, sobrevivió-respondió tras unos segundos de silencio, como si hubiera necesitado tiempo para formular esa pequeña oración-. Pero eso ya lo sabías, desde el momento que cruzaste el pasillo.
-Tienes razón, la energía de Mina es inconfundible, aún así, quería confirmarlo contigo-Satoru tomó asiento junto a su compañero, ninguno dijo nada por un largo rato, el hechicero más fuerte se limitó a palmear el hombro de Nanami, como una forma de reconfortarlo-. Estará bien, ella es fuerte.
-Yo sé que sí-murmuró Ken, volteando su mirada cansada a Gojo-. Porque no sé qué haré sin ella.
Satoru no necesitó una explicación detallada, su amigo siempre fue un hombre de pocas palabras, incluso con personas sumamente extrovertidas como Haibara y Mina, Kento relucía por su quietud. Sin embargo, su mirada se suavizaba cada vez que su esposa estaba cerca, era difícil sacarle de quicio si la risa de Mina estaba presente, incluso una persona tan desinteresada como Gojo podía notar cuánto amor sentía por ella, cada vez que los veía pasar con ella enredando su brazo en el de su esposo, o cuando Nanami dejaba todo lo que estuviera haciendo para responder una llamada de Mina. Si la perdía, quizás sería la última vez que lo vieran como un hechicero.
Un par de horas más tarde, cuando el sol parecía anunciar media mañana, Shoko volvió a salir del consultorio, esta vez con una mirada mucho más relajada, mientras pronunciaba un suave "despertó" en medio de un suspiro. Inmediatamente, Kento entró al reducido espacio, podía notar que fue una noche difícil para ambas, pero su esposa estaba sentada, con la mirada perdida en algún punto del suelo, cuando ella levantó la mirada, sus ojos se llenaron de lágrimas al ver a su esposo aproximarse hasta ella, el rubio la tomó entre sus brazos, rodeando su cintura con suavidad para evitar lastimarla, Mina dejó escapar las lágrimas mientras apoyaba su cabeza en el cuello de Nanami, susurrando una y otra vez cuánto lo sentía.
-Está bien, ya no llores-murmuró el hombre, quitando las lágrimas del rostro de la mujer con suma delicadeza, para plantar un suave beso en su frente-. Ya estás a salvo, Hope.
La mencionada asintió repetidas veces, conteniendo sus sollozos, para seguir abrazada del pecho de su esposo. Desde que despertó, solamente tenía recuerdos borrosos de lo ocurrido, pero la imagen que se encargaba de torturarla repetidas veces, era el cuerpo destrozado de su prima, cada vez que parpadeaba, la imagen de Yuriko tratando de asesinarla hacía que su cuerpo temblara ante el recuerdo de apuñalarla hasta desfigurarla por completo. Se arrepentía por completo, era como si sus impulsos más salvajes hubieran salido a flote, como si el mero deseo de vivir se hubiera encargado de cegarla por completo.
Ella jamás quiso matarla, ni siquiera buscaba lastimarla, pero todo se salió de control, Yuriko estaba muerta, y ella con una sentencia al mismo destino si su familia se lo proponía. Mina abrió los ojos nuevamente al sentir la presencia de su hermana, Ume llevaba ropa más ligera, incluso su mirada se veía mucho más relajada, la menor se separó de su esposo para poder hablar con ella, pero en cuanto se acercó lo suficiente, la mayor de las Shinohara estrujó a Mina contra su cuerpo, abrazándola por primera vez en su vida.
Mina quedó completamente estática, incluso Kento pensó en alejarla ante la brusquedad de su abrazo, pero en cuanto la azabache sintió el pecho tembloroso de su hermana ante el sollozo que amenazaba por salir, se limitó a imitarla. Todavía no podía creerlo, jamás creyó que algún día recibiría una muestra de afecto por parte de su hermana mayor, mucho menos con todo lo que había ocurrido, sin embargo ahí se encontraban, las dos rebeldes del Clan Esmeralda.
-Se acabó, Minari-susurró Ume, separándose por completo de la mujer para mirarla directamente a los ojos-. Por fin terminó.
-¿De verdad?-respondió en un tono suave, casi inaudible-. Pero, el abuelo... Yuriko...
-Escúchame bien-pidió la mayor tomando los hombros de su hermana-. Sé que es algo de lo que deberás hablar tarde o temprano, pero creo firmemente que hiciste lo que debías hacer ¿Sí? tú también debes aferrarte a ese sentimiento de supervivencia, es probable que las cosas se compliquen, pero no estás sola, ahora somos tú y yo... permanezcamos juntas en esto.
Las palabras de Ume hicieron que su corazón se llenara de esperanza, a pesar de todo lo que vivieron en el pasado, Mina no olvidaba el hecho de que su hermana mayor era una víctima, justo como ella. Si lo que querían era la caída del clan Shinohara, debían aferrarse la una a la otra. La azabache menor volvió a asentir con la cabeza, haciendo que la mirada de su hermana volviera a suavizar.
-Vine lo más rápido que pude, tuve una misión en el extranjero-la voz de Gojo terminó sorprendiendo a Mina, debió imaginar que aparecería tarde o temprano, solamente no imaginó que sería de las primeras caras que vería al despertar-. Veo que se metieron en un gran aprieto ¿No, Minnie?
-Satoru-llamó la hermana menor de las Shinohara, observando cómo el hombre de pelo blanco se acercaba hasta ella, mientras Ken y Ume le daban espacio-. ¿Acaso te llamaron los Altos Mandos?
-No, fue Shoko, pero esos vejestorios no tardarán en enterarse-soltó Gojo sin darle mayor importancia, no temía de los Altos Mandos en el mundo de la hechicería, aún así, los consideraba un problema.
-Podemos evitarlo, o al menos distraerlos-intervino Ume-. Si mi abuelo decide hablar con ellos, es probable que tergiverse toda la historia, no dudó ni un segundo cuando quiso matar a Mina, hará todo lo posible para acabar con ella... por eso debemos ser más rápidos.
-¿A qué te refieres?
-Ese clan oculta más secretos que cualquier otro, incluso me atrevería a decir que tiene mucha más sangre en su historia que los tres clanes más grandes juntos-explicó-. Lo que ocurrió en la mansión ha sido un secreto a voces en el mundo de la hechicería, pero estamos cansadas de encubrirlos, estoy segura de que si las implicadas decidimos hablar al respecto, los Peces Gordos no tendrán otra alternativa que tomar cartas en el asunto si no quieren desatar un escándalo.
Satoru dirigió su mirada a su amiga, Mina abrazaba el brazo de Nanami escuchando la conversación, conocía lo suficiente a la mujer para saber cuando algo no andaba bien, el miedo reflejado en su mirada era evidente, podía recordar esa misma expresión en su rostro de dieciséis años, cuando escucharon la noticia de Geto. El hechicero mostró una pequeña sonrisa, haciendo que un poco de confianza comenzara a asomarse nuevamente en la mirada Minari.
-Si ustedes están de acuerdo en declararle una guerra ese asqueroso clan, estoy seguro que recibirán más apoyo del que imaginan-Satoru habló con la misma tranquilidad y despreocupación de siempre, llamando la atención de Shoko, quien estaba a sus espaldas-. Por ahora es mejor dejarte descansar, deja que tu hermana mayor se encargue del resto, al menos por ahora.
Mina miró a Ume, la mayor de las hermanas asintió, poniéndose de pie nuevamente para salir de la habitación acompañada de Gojo y Shoko. La menor de las Shinohara soltó un suspiro entrecortado, si bien lo peor había pasado, estaba segura de que solo era el comienzo para un gran tormento, se mantuvo abrazada del brazo de Kento, a pesar de todo el apoyo que estaba por recibir, era la única persona a la que podía confiarle su vida.
Ya en el pasillo nuevamente, Ume caminaba a la par de Satoru e Ieiri, la mujer se preparaba mentalmente para comenzar a hablar de lo ocurrido, estaba segura de que estaba por abrir la caja de Pandora, sin embargo, dadas las circunstancias, no había una mejor opción, cuando ella estuvo dispuesta a contar detalladamente la última noche, la voz de Gojo volvió a interrumpirla, haciendo que ella frunza el ceño confundida.
-Descuida Ume-cortó el más alto, metiendo sus manos a los bolsillos de su chaqueta-. Tendremos tiempo para hablar de lo ocurrido, por lo poco que sé imagino lo que vieron anoche.
-No estás entendiendo, Gojo-dijo la mujer enfatizando su preocupación-. Minari está siendo acechada por un gran peligro.
-Lo sé, creo que cualquiera en la habitación lo notó, su presencia es indiscutible-aclaró el hombre, esta vez en un tono mucho más serio-. Además, es muy fácil percibirlo, tiene a la luna reflejada en sus ojos.
La mujer alzó la mirada, ambos eran conscientes de que el camino por delante sería arduo, principalmente porque todos parecían estar conscientes de la sombra que perseguía a Mina, menos ella.
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