ii. los lazos familiares
▬▬ capítulo #2 ▬▬
❛❛ los lazos familiares.❜❜
El sonido del teléfono resonó por la habitación, causando que un quejido escapara de los labios de la mujer. Completamente sonámbula, Mina abrazó el cuerpo aún recostado junto a ella, esperando que eso fuera suficiente para que no se levantara.
—Sí, estaré ahí—pronunció Kento antes de colgar.
—¿Quién era?
—Ijichi.
—¿Y qué quiere?—preguntó poniéndose encima, de forma que su cabeza descansaba sobre el pecho del hombre.
—Hay varias, al otro lado de la ciudad.
—Que terrible situación.
—Mina—regañó, sin lograr que su esposa se moviera de encima.
—Cinco minutos—murmuró somnolienta.
Kento suspiró, al verla tan cómoda recostada sobre él, sonrió suavemente mientras acariciaba la cabellera de Mina.
No podía negar que tenerla a tal cercanía le daba una sensación de calma, ver a su cariñosa esposa despertar todos los días por tanto tiempo era una auténtica satisfacción.
—Hope...
—¿Sí, mi cielo?
—Anda.
—Solamente por que me venció el hambre—la chica Shinohara se levantó, no sin antes dejar un beso fugaz en los labios de Kento.
El hombre se puso de pie dispuesto a prepararse, mientras Mina dedicaba su tiempo libre a preparar un buen desayuno, disfrutaba de esos pequeños detalles, y tenía toda la razón al decir que en sus años de matrimonio, las cosas no podían ser mejores.
Para ella, salir de casa con la condición de que mantendría un matrimonio estable con Kento fue como un pase a la libertad, el contacto con su familia era casi nulo, únicamente los relacionaba el apellido y el mundo de la hechicería, pero más allá de ello, Mina preferiría olvidar por completo que pertenecía al clan Shinohara, pues desde su casamiento, solo gozaba de tener el apellido "Nanami" tras su nombre.
El teléfono de la mujer vibró en el mesón de la cocina, revelando la entrada de una video llamada, al ver el nombre, Mina contestó rápidamente, sin importarle la cara de recién despertada que traía.
—¿Interrumpo algo?
—Solo mi desayuno.
—¿Qué desayunas?
—Café—Mina terminó de sacar los panes de la tostadora.
—No deberías tomar café, Minnie, te pones hiperactiva—dijo en un tono canturreado.
—Es un día especial, debo empezarlo con café.
—Eso dices siempre.
—¿Llamaste para regañarme?
—Vendrás hoy ¿Verdad? Los chicos ansían verte.
—¿Incluso Maki?
—Especialmente Maki, después de todo, tú fuiste quien le enseñó a patear traseros tan bien—aquél comentario causó una risa por parte de la mujer.
—¿Eso crees? Nunca la veo feliz de encontrarnos.
—Maki te respeta, por eso pretende seriedad.
—Estuve pensando, Megumi tampoco me sonríe, solo lo vi reírse una vez, ¿recuerdas? Cuando me golpeé con una puerta de vidrio, debe ser de familia... ¡Ah, eso! Es mejor que nos pongamos firmes con Megumi, si vuelven a llamar por su mala conducta seré yo quien lo peine el resto de su vida.
—Si tan solo fueras capaz de regañarlo.
—Oh no, eso jamás, házlo tu.
—Probablemente estalle en risa antes de decirle algo serio—dijo Gojo acomodando la venda de sus ojos tras haberse quitado las gafas de sol.
—¿Esas son mis gafas?
—¿Cómo lo supiste?—preguntó pretendiendo sorpresa.
—Las quiero devuelta esta tarde.
—Como ordene la reina inglesa.
Con una corta sonrisa la llamada terminó, dejando a Mina únicamente con el sonido de Rocket Man de Elton John resonando en la cocina.
—¿Quién era?—Kento apareció completamente vestido, el pelo mojado y la corbata sin amarrar.
—Satoru—respondió ella con simpleza—. Iré a ver a los de primer año, quiere que lo ayude con el chico nuevo.
—¿El del incidente en la preparatoria?
—Yep—la azabache tomó su taza de café para luego sentarse sobre las piernas del hombre, mientras él comía—. Clase especial ¿Puedes creerlo? La maldición que lo acecha debe ser enorme, o muy fuerte, quizás ambos, que terrorífico.
—Lo imagino—pronunció el rubio, antes de notar como el teléfono de Mina volvía a vibrar sobre la mesa.
Ella se limitó a apagar la pantalla fingiendo demencia, una clara señal de que era alguien de su familia, y no específicamente su padre.
Desde su punto de vista, los clanes eran los grupos de personas más retrógradas y violentas existentes, especialmente el de los Shinohara, ver como su esposa evadía su existencia solo le ocasionaba angustia, pues temía no siempre poder alejarla de ellos.
—Debió equivocarse...—murmuró Mina, asintiendo suavemente mientras tomaba de su taza.
—También llamó ayer.
—Quizás solo quiere decirme cuanto odia mi corte de cabello—bromeó la azabache.
Que gran mentira cargaba en sus hombros, y Kento no tardaría en enterarse.
—Tu corte es práctico, resalta tu rostro.
—Mi hombre y sus extraños halagos—continuó Mina, esta vez con una sonrisa auténtica.
—Es mejor que me vaya ahora.
—¿Ahora?
—Ahora.
—¿Seguro?
—Mina.
—Habla con Ino—pidió la chica, deslizando sus manos por las clavículas de Kento hasta enredar los dedos en su corbata—. Todavía tengo cuatro horas.
—¿Cuatro horas, dices?—el hombre dirigió su vista hacia los ojos de Mina–. ¿Y que piensas hacer en cuatro horas?
Sin decir otra palabra Mina tomó el rostro del rubio para plantar cortos y suaves besos, el hombre estaba cayendo poco a poco en la propuesta, comenzando a pasear sus manos frías por la cintura de su esposa debajo de la camiseta, recibiendo cada beso que ella le otorgaba.
De no ser por el compromiso que tenía por su trabajo, era un hecho que caería rendido ante la petición de Mina al primer intento.
—Primero deberás dejar el café.
—Todo menos eso—soltó, fingiendo molestia en su tono mientras se ponía de pie.
—Hablo en serio.
—Sí señor—al levantarse, Minari acomodó la corbata amarilla de su esposo—. ¿Te veré luego? Yo preparo la cena.
—En ese caso regresaré temprano.
—Maravilloso—dijo la azabache de mirar nuevamente a los ojos de Kento—. Ten mucho cuidado, por favor.
—Sí, tu también—el rubio tomó el rostro de Mina para plantar un corto beso, y luego dirigirse a la puerta.
—Ken.
—¿Qué?
—Te amo más que a mi vida.
—Tu vida es importante, ámala de igual forma.
—¿Por qué nunca puedo decirte algo romántico sin que me corrijas?
—No seas dura, es mi pasatiempo—Kento tomó las gafas que utilizaba para protegerse de las maldiciones mientras abría la puerta—. Y yo a ti.
Al quedar en completa soledad, Mina dio otro sorbo a su bebida a punto de enfriarse. Nada la obligaría a tirar un café tan bien preparado.
Los mejores momentos de su juventud estaban en ese lugar, la escuela de hechicería, todavía podía recordar la primera vez que estuvo ahí, el primer encuentro que tuvo con sus dos compañeros, recordaba perfectamente las tardes que pasaba con Haibara hablando hasta más no poder, mientras Kento solamente escuchaba en silencio.
Cuando Satoru se convirtió en profesor no dudó en buscar a la chica Shinohara, planeaba que la mejor hechicera en la batalla cuerpo a cuerpo entrenara a los nuevos estudiantes, Mina aceptó aquella propuesta llena de emoción, y en cuestión de tiempo, Gojo y Minari se volvieron inseparables.
—¡Vaya milagro! Llegaste a tiempo—una voz masculina se posó a su lado, mientras estiraba las gafas de sol que traía en sus manos hacia Mina.
—Lo admito, estaba emocionada—dijo ella poniéndose aquellas gafas redondas, para luego juntar las manos con emoción—. Este calor va a matarme, pero me llena de alegría poder ver a los nuevos, ¿cómo me veo?
—Pareces una maestra sumamente entusiasmada de ver a sus alumnos.
—¡Parezco maestra!—repitió alegre—. Vamos, dilo de nuevo, lo grabaré y se lo enviaré a mi madre.
—Ni hablar, tu madre es una mujer complicada.
—Ya sé, pero quizás así deje de llamarme.
—Oh no ¿Ahora qué quiere?
—Decirme que subí de peso, que odia mi cabello—dijo ella sin más—. Quizás... tiene que ver con la ceremonia.
Satoru se mantuvo en silencio por un instante, pensando en la actitud que tomó Mina al mencionar aquella ceremonia.
—No le contaste a Nanami.
–No... no lo hice—admitió en voz baja.
—Él se enterará tarde o temprano, Minnie.
—Hablaré con Kento pronto ¿Sí?—interrumpió con algo de nervios—. Por ahora quiero concentrarme en el chico, ¿hay mucho trabajo por hacer?
—Más del que crees.
El par se dirigió hacia el grupo de estudiantes en medio del campo de entrenamiento, un sentimiento de emoción recorrió el cuerpo de Mina, haciendo que levante la mano entusiasmada lista para saludarlos.
—Salmón—soltó Inumaki saludando con la mano.
—¡Que alegría volver a verla instructora Nanami!—Panda recibió a la mujer con la positividad que lo caracterizaba.
—Ya lo hablamos, cero formalidades ¿No es así, Maki?—la mujer se quitó las gafas de sol mientras codeó con suavidad a la más joven, quién mantuvo su expresión neutral.
—Sí, lo que diga—soltó Zenin tratando de verse lo más seria posible.
—Miren nada más ¿Cuanto tiempo, cinco meses tal vez? Bueno, yo lo sentí una eternidad, supongo que por que no estoy en la escuela, como extraño la escuela, la pasábamos de maravilla, excepto los días de...—dijo Mina con algo de rapidez, casi todos los presentes estaban acostumbrados a su forma de hablar, pero en cuanto la mujer calló de repente, hasta Gojo quedó con intriga.
Una sensación de pesadez invadió el cuerpo de Mina en cuanto se acercó al muchacho más callado de los presentes, las últimas semanas le resultaron tan difíciles que ya no sabía como reaccionar cuando alguien lo miraba de esa forma.
—Es indiscutible su presencia ¿No, Satoru?—soltó Mina volteando con sorpresa—. Y bien ¿A quién tenemos aquí?
—M-mi nombre es Yuta Okkotsu—dijo el joven.
—Es un placer Okkotsu, pero ya pude sentirla, no vienes solo—Minari caminó alrededor de Yuta, causando que el chico se pusiera aún más nervioso.
—¿Habla de...?
—De Rika por supuesto—interrumpió elocuente—. Increíble, es única en su clase, hola Rika, espero podamos entendernos.
—Okkotsu, ella es Minari Nanami—dijo Gojo, al saber que su amiga daría muchas vueltas al asunto antes de presentarse—. Encargada del entrenamiento de combate cuerpo a cuerpo.
—Por favor, llámame Mina ¿Sí?—corrigió la azabache, ganando una mirada de confusión por parte de Okkotsu.
—De acuerdo.
—Muchachos, tienen el día libre, yo me encargo a partir de ahora.
—¿Habla en serio?—murmuró Maki.
—Sí Maki, muy en serio ¿No es así Gojo?—dijo Mina, mientras que Gojo encogió los hombros—. ¿Ya ves? Vayan, vayan.
—Hasta luego instructora Mina—Panda se despidió mientras que Toge solamente levantó la mano en señal de despedida.
Minari vio al grupo de estudiantes irse mientras se despedía con la mano, para luego dirigir su mirada nuevamente a Yuta.
–Ahora—Mina se removió la corta melena, dejando ver el tatuaje de su clan al borde de su cuello—. Tengo entendido que llevas aquí un tiempo, ¿ya tienes alguna experiencia en combate?
—No.
—Ya veo, y aún así Satoru te mandó de práctica con Maki—la mujer cruzó sus brazos, sin mucha sorpresa ante las acciones de Gojo—. Sé lo que ocurrió en la preparatoria, dime ¿Si intento atacarte en este preciso momento, Rika intervendrá?
—¡N-no estoy seguro, no lo haga por favor!
—Entonces no tienes ni la menor idea de cuándo sale ¿No?
—No, lo siento.
—De todas formas no es buena idea provocarla—agregó Satoru.
—Entonces hay que enlazarla a un objeto maldito—dijo la azabache con simpleza.
—¿Enlazarla?
—¿Ah? Satoru, ¿no le explicaste?
—Mi error—dijo el hombre con una sonrisa despreocupada, haciendo que Mina ruede los ojos.
—Okkotsu cariño, sígueme.
El grupo caminó hasta una pequeña barraca, al entrar, Yuta se llevó la sorpresa de encontrar cientos de armas.
—Exorcizar a una maldición así es casi imposible—dijo Mina tomando una de las katanas—. Pero deshacerla es otra historia.
—Debes hallar miles y miles de nudos de energía maldita—agregó Satoru—. Para desenredarlos uno por uno.
—¿Y cómo haré eso?—preguntó Yuta aun consternado.
—Toma—la mujer me extendió el arma que había sacado anteriormente.
—Debes transferir una parte de la maldición de Rika en la katana, ve auméntandolo poco a poco hasta que la controles en su totalidad, y finalmente serán libres.
—No tan rápido, al mismo tiempo debe aprender a usar la espada—dijo Gojo, invadiendo el espacio personal del chico—. Más que nada por que eres un enclenque, así que vamos a entrenarte muy duro, especialmente Mina.
El azabache giró su vista hacia la mayor, ella le guiñó el ojo convencida de que podría ayudarlo.
—Tú descuida, estás en manos de la mejor hecichera en combate de su generación—el hombre puso sus manos en los bolsillos de su sudadera para luego salir por la puerta de la barraca—. Todo tuyo, Minnie.
Al dejar a ambos, Minari se acercó a Okkotsu tomando la espada que le dio antes.
—Oye, Yuta ¡Ay! Disculpa ¿Puedo llamarte así?
—Sí, no hay problema—dijo el muchacho con algo de timidez.
—Gracias, se me hace difícil llamar a todos por su apellido, y más cuando son familia—la mujer desenvainó la katana sin ningún cuidado, haciendo que Yuta retroceda—. Gojo me contó que llamaste a Rika en tu misión, salvaste la vida de Maki y dos niños, quiero que uses ese recuerdo cómo una motivación.
Mina sonrió de forma cariñosa, el joven Okkotsu apretó con suavidad la funda de la katana ante los nervios que le causaba ella, era un poco más alta, tenía el cuerpo formado y delgado, una mezcla entre la mujer más glamurosa que haya visto y una auténtica peleadora.
Ya estando nuevamente en el patio de entrenamiento, la mujer Nanami estiró sus brazos a modo de calentamiento.
—Muy bien, Rika, agradecería que no intentes matarme, solo quiero ayudarlos, además prometo ser muy buena con él ¿De acuerdo?—comentó—. ¿Sabes si ella me escucha?
—En realidad no lo sé.
—Espero que sí—respondió ella—. Una cosa más tesoro, si no puedes dominar cada músculo de tu ser es probable que te hagan papilla antes de que lo notes, ni una katana será útil, por favor recuerda que la energía maldita recorre tu cuerpo, estás encadenada a ella, hazla parte de ti.
—Entiendo.
—Bien—agregó Mina, arrugando suavemente la nariz—. Entonces, empecemos con algo simple.
El sol comenzaba a ocultarse, habían pasado todo el día aprendiendo como sujetar la katana, como desenvainarla y guardarla nuevamente, las manos de Yuta temblaban mientras se preparaba para cortar aquel pedazo de bambú como Mina le había indicado.
Okkotsu desenvainó la espada cortando el primer pedazo, pero al momento de querer partirlo el aire solo logró empujarlo lejos, haciendo que el suspire cansado, Mina sonrió con suavidad.
—Estás dudando al momento de golpear, tienes fuerza en el primer ataque, pero no siempre vencerás con eso—dijo Mina, tomando la katana para demostrarle la forma correcta.
La azabache cortó el primer pedazo de bambú, al momento de tenerlo en el aire, Minari no dudó en cortarlo, viéndolo de ella, se veía increíblemente sencillo.
—Pero no pongas fuerza como si fueras a batear un home run—bromeó la mujer—. Descuida tesoro, es un gran avance el hecho de que puedas envainar y desenvainar la katana sin volarte un dedo ¿Te parece si es todo por hoy?
Yuta asintió, en el fondo agradecido, ya que sentía que en cualquier momento caería del agotamiento.
—Adoro entrenar a jovenes hechiceros, me siento como Anakin Skywalker... no, ese es un mal ejemplo, quizás debí decir Obi Wan.
Okkotsu se limitó a escucharla hablar, aquella mujer siempre encontraba la forma de desviarse de la idea original, sin embargo, era interesante escucharla, ya que nunca se sabía que idea tendría. Ambos caminaron en silencio por un instante.
—Yuta ¿Puedo hacerte una pregunta?
—Sí, adelante señorita Nanami.
—¿Parezco señorita? Cariño estoy más cerca de los treinta que de tener un trabajo estable—dijo en un tono de broma—. Preferiría Mina, y tutear no es un crimen, siéntete en la libertad de hacerlo.
—Sí, Mina...—soltó con un tono bajo.
—¿Hace cuánto llevas a Rika contigo?
—Desde que éramos niños, ella siempre...—Yuta calló por un instante, la imagen de Rika siendo atropellada atormentó su mente.
La reacción del chico fue suficiente para Mina, algo apenada palmeó el hombro del más joven, dándole a entender que no debía contestar.
—Está bien, tesoro, esa fue una pregunta estúpida—se disculpó la mayor.
—No, en algún momento debo hablar de lo que pasó... si no puedo ni mencionarla, ¿cómo seré capaz de enlazarla cuando deba hacerlo?—soltó Yuta—. Debo aprender a ser fuerte, para poder liberarla.
Minari sonrió ante las esperanzas del joven hechicero, era la primera cosa positiva que lo escuchaba decir, ese podía considerarse el mayor avance del día.
—Sé que lo harás, solo aprende a confiar en la fuerza que ya tienes—dijo ella, haciendo que Okkotsu voltee a mirarla, la azabache palmeó su hombro con algo de fuerza—. Entonces descansa todo lo que puedas, nos veremos dos veces por semana, pero no vayas a descuidarte ¿Sí?
—Sí, gracias, Mina.
La mujer guiñó el ojo de forma jugetona, dejando al chico con una pequeña sonrisa de agradecimiento. En el fondo, Yuta estaba agradecido de tener un par de profesores dispuestos a apoyarlo, hacía que las cosas se vieran más sencillas. Minari caminó hasta las afueras de la escuela, recibió la sorpresa de encontrarse con un rostro conocido.
—¿Y bien?—dijo Gojo
—El niño es un encanto, es tan suavecito hasta con su forma de hablar—soltó la mujer, totalmente enternecida—. Me rompe el corazón tener que exigirle tanto.
—Te lo agradecerá al final, además, comparado al entrenamiento que tu recibiste a su edad creo que estás siendo bastante considerada.
—Odio emplear los métodos con los que a mí me entrenaron—admitió ella—. Yo no podría...
—Sí, lo entiendo—se limitó a responder, mientras ambos dejaban la instalación, no pudieron evitar sentir aquella energía tan cerca de ellos—. Y hablando de sádicos.
Para Gojo resultó molesto, así que simplemente quiso ignorarla, pero para Mina, esa presencia solamente podía significar problemas.
—Veo que sigues juntándote con personas especiales—habló la voz a espaldas de Minari, reconociendola inmediatamente—. Gojo, siempre es un placer verte.
—Quisiera decir lo mismo—dijo el hombre, sin el mínimo interés en verse amable.
—Hanako—la joven azabache hizo una reverencia ante su hermana mayor.
—Iba a buscarte en tu apartamento, pero supuse que no encontraría a nadie en casa—la mayor de las Shinohara enredó su brazo en el de su hermana—. Mírate, tenemos mucho de que hablar ¿No crees, señorita? Ven, te acompaño hasta afuera.
Sin siquiera esperar una respuesta por parte de Satoru, la mujer comenzó a caminar a la par de su hermana menor, Mina giró su vista hacia Gojo, en señal de que no intervenga.
A medida que las hermanas caminaban, Minari sentía nuevamente esa espantosa sensación de preocupación invadirla. La última vez que había visto a sus hermanas fue cuando dejó la mansión, no tenía la mínima intención de interactuar con ellas.
—Cuanto tiempo, la menor de mis hermanas ni siquiera regresa a casa una vez al año, me llenas de tristeza, Minari ¿Qué ya no recuerdas cuándo paseábamos por los jardines de nuestro hogar de esta forma? Han sido cuatro años bastante veloces, Ume pregunta por tu esposo ¿Él se encuentra bien? ¿A caso no deberías estar en casa para recibirlo?
—Iba directo a casa—respondió la azabache, tratando de ocultar el enojo que le ocasionaba escuchar ese tipo de represalias.
A pesar de que la familia Shinohara era conocida sus hechiceras, tenía un pensamiento bastante pasado de época con respecto a la posición de las mujeres en el hogar.
—Nuestra madre intentó contactarse contigo repetidas veces, temo que no contestaste ninguna de sus llamadas—Hanako apretaba su agarre a la menor con cada paso que daba—. ¿Por qué?
—Creí que se trataba de un asunto menor.
—Ella jamás te buscaría a menos que sea algo importante—respondió—. Quizás lo olvidaste, ya que tienes una vida bastante ajetreada como una mujer corriente, pero me temo que aún tienes sangre de nuestro clan corriendo por tus venas, el año pasado fue bisiesto, significa que estamos en el período perfecto para recibirla.
Mina mantenía la vista recta, aunque por dentro, lo único que deseaba era poder huir de su hermana lo antes posible. Lo veía venir, sabía perfectamente que la ceremonia a Namarani se acercaba, y eso la llenaba de miedo.
—La última luna nueva será en diciembre, una oportunidad espléndida—explicó Hanako—. Este es un aviso con anticipación, ya que eres la favorita de nuestro abuelo estará satisfecho de saber que la pequeña de la familia regresará a casa para rendirle tributo a aquella que cuida el clan...
—¿Y si no deseo ir?—preguntó la menor, reuniendo el valor suficiente para mirar a Hanako.
La mayor sonrió soltando el brazo de Mina, su mano comenzó a deslizarse con suavidad por el rostro de su hermana menor, quien bajó la mirada por el miedo de recibir alguna agresión.
—Esto no es una invitación, a menos de que quieras involucrar a tus conocidos—dijo la mayor—. No querrás que tu padre o tu esposo lleguen a enterarse ¿Verdad?
Minari no levantó la vista, ese era el chantaje de siempre, lo último que quería era involucrar a su padre en el mundo de los clanes, jamás podría perdonarse si algo le ocurriera, y menos si es por su culpa.
—Espero verte en la cena de la próxima semana, recuerda que vendrán las hechiceras de Kioto—sin mayor interés, Hanako se alejó de su hermana menor, pues advertirle de la situación era la única razón por la que accedió a verla.
Mina prefirió mantenerse quieta hasta sentir que su hermana iba alejándose, una vez la perdió de vista, la azabache soltó un suspiro entrecortado, sintiéndose como esa niña sometida a su clan que alguna vez fue.
Parecía que no importaba cuanto lo intentara, los lazos familiares no podían romperse.
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