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Débil

No pude evitar sorprenderme ante tal cosa. ¿Una guerra? Sabía que los ghouls eran violentos, ¿pero tanto? Una guerra...

-¿Contra quién?

Los conflictos políticos nunca han sido lo mío, pero tampoco soy muy ajeno a sus causas y efectos. Los humanos peleaban por todo, por un puñado de tierra, por una mujer, por cualquier tontería. Los ghouls... ¿por qué querrían lanzarse a la guerra? ¿Contra otros ghouls por territorio? Porque son animales, pienso yo...

-Los humanos han existido ya por demasiado tiempo... muchos de nosotros pensamos que es hora de que... desaparezcan.

Me quedé estático.

-¿Hablas de un genocidio masivo donde morirían millones de personas inocentes? -preguntó Billy, temeroso. Aunque, francamente, tuvo más valor de decir lo que pensaba que yo, porque también quería preguntar eso.

-Exactamente pequeñín, le agarraste el truco -Jack sonrió ampliamente-. Los humanos no merecen existir porque ni siquiera valen como comida, ¿qué otra utilidad le sacarían a una especie tan vacía?

-Pueden crear cosas muy interesantes. Como ese aparato que puede ver las estrellas de cerca -apuntó Jeffrey, con un optimismo extraño.

-¿Hablas del telescopio? Amiguito, eso fue inventado por bestias. Los humanos matan y roban donde pueden, hace muchos años estamos en ese negocio...

-¿Dices que son unos ladrones?

-Y eran muy buenos... hasta que empezamos a contraatacar. No sé si lo sabías, pero los ghouls extinguieron a los elfos por el simple hecho de que estorbaban. Nada nos impide gobernar el mundo.

La risa de Jack fue ronca y llena de odio. Si descubre que fui humano sin dudas me matará de una forma nada pacífica. Jeffrey daba pasos torpes siguiendo la cola peluda de Billy. No se ven muy felices ellos dos, y yo no estoy muy cómodo. Antes Pol se interponía en nuestro camino, pero podíamos leerlo y con un buen plan podríamos eliminarlo, pero Jack... Jack está a otro maldito nivel. Me hizo comer tierra como demostración de fuerza, y Jeffrey estaba tan o más aterrado que yo. Nunca había visto a ghoul antes, pero puedo afirmar con total seguridad que Jack era lo peor que nos había pasado.

Nos metió en un barco y dejamos la isla al anochecer. La tripulación estaba formada únicamente por ghouls, y un solitario de raza bestia. Tengo la impresión de que más que compañero es comida. Y nosotros tres nos sentimos así.

Nos miran todos esos monstruos con hambre y sed de sangre, como si fuéramos un trío de jugosos filetes, y eso me hace rabiar.

-Oye Jack, cuando dijiste que traías a una potencial amenaza no pensé que fuera tan enano -Se burló uno de los ghouls, una hiena.

-Sí, ¿de dónde sacaste a este gnomo peludo?

-Las "visiones" de ese loco no valen la pena. ¿Le tendremos miedo... a un ghoul de uno cincuenta que apesta a humano?

Todos los demás se rieron con notoria burla, y yo me mordí la mejilla por dentro. Ofendido, me dejé caer en el suelo al lado de mis amigos... y Jack estaba al frente. Mirándome.

-Klaus, ¿no? -Le dediqué una mirada frívola- Me pregunto por qué Raphel está tan interesado en ti.

-Yo también.

-Oye... ¿por qué esa cara, viejo? Eres libre, al menos...

-¿Libre? ¿Me consideras libre? No lo soy... no mientras esté bajo la sombra de alguien más...

-Te aseguro -Me puso una mano en el hombro- que pronto te sentirás más vivo que nunca.

El barco llegó a una pequeña costa. El agua del río me mojó las patas al bajar de la madera de roble. Frente a mí se cernió el bello paisaje de un bosque, pero, cuando enfoqué mis ojos bien, noté en el suelo el rojo de la sangre. Olí disimuladamente el sitio, notando que era fresca. Era sangre humana.

Había muerto más de un humano aquí, a juzgar por la cantidad de sangre que manchaba el suelo y la base de los árboles. Era demasiada, y Billy me tomó la cola con temor. Siempre hacía eso cuando estaba asustado. Lo miré de reojo y luego seguí absorto con el paisaje. Me parecía hermoso. El rojo chorreaba de las hojas de las plantas y caía sobre el pasto, dándole un cálido contraste. Si este hubiera sido un paisaje nevado hubiera movido la cola como un cachorro emocionado.

-¿Ya empezó la ofensiva, señor? -preguntó el hombre bestia que no era ghoul, un conejo muy, muy albino.

-Al parecer... -Jack olfateó el aire buscando algo- Oh, están más cerca de lo que creí... ¡venid!

Hizo que sus piernas pasaran a ser patas traseras de bestia y caminó entre la maleza del bosque. Los demás ghouls fueron detrás de mí. Llegaron a la cima de una colina llena de pasto al parecer tierno, y vi entonces una de las escenas más bellas que mis ojos hubiesen podido captar: ghouls, bestias a cuatro patas con ojos blancos y hombres bestia en general destrozando unas familias humanas.

Podía ver a los miserables seres tratando de huir sin éxito. Tampoco podían proteger a los niños, que eran como dos por familia; había tres familias ahí, siendo masacradas por una brutalidad animal. Me pareció precioso y empecé a jadear con la lengua afuera, a la vez que movía con impaciencia mi pierna izquierda, de manera inconsciente. Jack lo notó y me sostuvo la nuca con fuerza, haciendo que lo mirase de reojo. Mis ojos apuesto a que brillan de deseo.

-Oh, pequeña bestia... ¿quieres unirte? -No dije nada- Yo digo que sí, pero quién soy yo para enviarte a un campo de cruenta bata...

Antes de que terminara de hablar me lancé sobre él, agresivo y con los dientes fuera, me soltó y al instante el instinto me guio hacia los sacos de sangre y carne que los humanos son para mí ahora. Me lancé sobre una mujer, rubia, pero un ghoul me gruñó cuando fui a atacarla. Le saqué los dientes de igual manera y me lancé a pelear contra él, pero un grupo de perros me cayó encima y me costó alrededor de cinco minutos librarme de él.

Vi por una fracción de segundo cómo el ghoul huía con la mujer y un niño en sus brazos. Era un traidor a los hombres bestia, y, aunque el resto lo notó, vi como Jack ponía la mano en el pecho de uno de sus hombres a la distancia, y me miró, sonriendo y asintió una única vez con su cabeza.

Me quité al último perro de encima y salí corriendo hacia el traidor. Oía sus pasos cesantes a unos pocos metros del sitio, y corría aún más rápido. Podía escuchar su voz y la de la humana.

-Ya estamos lejos de allí, si seguimos, mañana estaremos en el país de los dragones y los hombres bestia serán nuestra última preocupación.

-¿Estás seguro que no hay nada más cerca? -preguntó la mujer y el ghoul perro olfateó sin disimulo, volviendo a su forma de bestia y gruñendo.

-Sí... huelo la sangre de mis nanatsus.

Caminó hacia mi dirección dos pasos, y atacó sin piedad al árbol donde yo estaba escondido. Salí agarrado a su brazo, hiriéndolo con mis uñas. Lo miré con odio y salté sobre su rostro, sujetándome cruelmente de su carne para impulsarme. Le desfiguré la cara de una mordida justo en su nariz. Le di un beso lleno de su sangre y lo hice caer al suelo.

La mujer humana sujetó al niño con fuerza, llorando. Gritaba algo que no alcanzaba a escuchar. Rompí la cara del sujeto a zarpazos, mientras que miraba con una sonrisa enferma a su familia. No escuchaba más que a mi propio corazón. El ghoul dejó de moverse, y murió bajo mi peso. Tras confirmarlo, me levanté y caminé lentamente hasta los humanos. En mi cabeza resonaba la palabra "purga" y, con mis manos manchadas de sangre agarré el cuello de la chaqueta de la mujer, tiré al niño al suelo y la maté.

Así, sin piedad.

Miré al niño. Tenía una carita redonda, cabello castaño, piel blanca, y ojos azules. Me miraba con miedo, aunque seguro pensaba que acaba de solo golpear a sus padres. Tenía unas orejas animales muy lindas, y... ¿¡Qué carajos estoy pensando!?

Me acerqué cual depredador y le mostré mi hilera de dientes manchados de rojo. Me miraba quieto, estático. Sin moverse. Lo miré con los ojos brillantes, pero un punzante dolor de cabeza me hizo agarrármela con fuerza. Cerré los ojos, irritado.

Miles de recuerdos me apuñalaron la mente: mi yo humano sonriendo, corriendo, viviendo, siendo feliz. Una débil y parpadeante imagen de Jeffrey y Billy se apodera por un segundo de mi cabeza, y me detengo antes de dañar al niño. ¡Vamos, salid de ahí! Abrí los ojos como platos, sintiendo un ardor enfermizo en ellos, y sentí como empezaba a perder mi visión. Gruñí, perdiendo la batalla contra la moralidad en mí. Algo dentro de mí me rugía que parara, que detuviera mi mano antes de que la manchara con la inocente sangre de un niño. Porque cuando eso pasara no habría vuelta atrás para mí.

¿Perdería mi humanidad si eso pasara?

¿Dejaría atrás para siempre ese objetivo?

Sostuve la pregunta en mi cabeza por un minuto entero. El niño huyó frente a mis narices, y yo me quedé tirado en el pasto, pensando una y otra vez lo mismo.

¿Perder mi humanidad por completo es bueno o malo?

Los humanos no me aceptarían así, pero si no puedo volver a ser quien soy, o, más bien, quien fui... ¿tiene algún sentido que me esfuerce por preservar valores que ahora no me sirven de nada? Los hombres bestia son mitad animales, y si bien actúan y piensan como humanos, en su interior solo se resumen a bestias sanguinarias que siempre buscan pelea de algún tipo. Decidí irme con Jack de nuevo, pero no esperé ver a Raphel al voltear. Seguía siendo enorme, temerario y misterioso a mis ojos.

Me miró de pies a cabeza y sonrió ampliamente al verme. Bajó hasta quedar a mi altura y acarició mis mejillas manchadas de sangre. En sus ojos apagados pude ver un atisbo (enorme) de burla hacia mi persona, y no pude evitar sentirlo como un enemigo en ese momento.

No es tan amenazante de todos modos.

Me lancé hacia él, pero me esquivó con facilidad, haciéndome morder el suelo. Oí su voz tras de mí.

-¿Por qué tan agresivo, pequeño amigo? -dijo con toda su desfachatez.

-Me olvidaste en una puñetera isla... ¡DURANTE AÑOS! ¿¡Y te preguntas que qué diablos me pasa!?

-Sí... hice que Rocco cuidara de ti. Pol es muy simpático -Sonrió y volví a arremeter contra él, más enojado que antes. Los trabajos pesados que hacía, que obligó a hacernos... ¡todo fue su idea! Debí suponerlo, y quedé atascado entre el hueco de su codo y sus costillas. Traté de empujarlo pero fue inútil.

Sentí cómo crecía conmigo bajo su peso, y me alzó sobre su cabeza, mostrándome su enorme boca abierta llena de dientes. Tenía una lengua negra y babosa que se veía repugnante, tuve mucho miedo y temblé sin poder evitarlo. Tal cual los gliffin, no movió la mandíbula, pero de su garganta salió su voz más ronca y horrible.

-¿Quién te crees para intentar desafiarme, criaturita? ¿Te hace mucha gracia jugar con fuego cuando yo te salvo el culo de todos los peligros en los que te metes? ¡Agradece que intervine para que a ti y a tus amiguitos no os convirtieran en picadillo con el que luego alimentarían nanatsus de arena vueltos locos! -Me bajó lanzándome al suelo y luego volvió a su forma normal, sosteniendo a la altura de su pecho el cuerpo decapitado del niño que dejé ir-. Debes aprender una regla muy simple... Klaus... Aquí... gana el más fuerte.

Me agarró la cabeza con fuerza, llenando mi expresión de genuino terror.

-Cuando aprendas lo que significa dejar atrás a la humanidad que aún te esfuerzas por conservar... -Me dijo con un aura tétrica- te ganarás mi respeto. Mientras no lo logres seguiré decidiendo tu destino.

Me soltó y lo miré, mientras respiraba agitado. Raphel dejó caer el cadáver del infante frente a mí.

-Aún eres muy inmaduro, Klaus. Pronto aprenderás que los valores no sirven de nada en nuestra guerra eterna por la aceptación.

Y sin más, desapareció junto a mi parpadeo. Lo último que dijo caló en mi mente, enterrándose como una pala en la tumba. No olvidaré eso, aunque quiera.

Me ha llamado débil porque ha visto que lo estoy siendo. ¿Debería obedecerlo y dejar atrás todo lo que relaciono con el pasado? Junto a esos recuerdos... ¿se irían también Jeffrey y Billy con el tiempo?

Yo... ¿los olvidaría para ser un ser completo como Raphel quiere?

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