Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo único

Apresuró el paso sintiendo su respiración agitada, sus piernas se movían rápidamente queriendo llegar rápido a su destino. Ese día había salido especialmente tarde de la escuela y en serio ansiaba ver al chico pelirrojo, pero temía que a estas alturas ya se haya marchado. Apretó el papel blanco entre sus manos deseando llegar pronto al parque y ver al apuesto chico dar vueltas de un lado a otro en su bicicleta.

La brisa otoñal despeinó aún más su cabello azabache y el olor a hojas secas nadando en el ambiente lo hizo suspirar. Amaba el otoño. Sentía que todo se tornaba cálido debido a los colores que predominaban, pero si hablábamos de la temperatura, se regañaba a sí mismo por no haberse puesto algo más abrigador. El invierno estaba cerca por lo que los últimos días estaba haciendo un poco más de frío.

Gracias a ello además, muy pocas hojas quedaban en los árboles, estas caían y era arrastradas por el aire hacia cualquier lugar. Miró el reloj en su muñeca y se sorprendió al ver los números que apuntaban las finas manecillas, faltaba solo alrededor de una hora para que el sol comenzara a ocultarse, las tonalidades rosa y naranja que predominaban en el cielo eran prueba fiel de ello. A estas alturas solo pequeños rayos de sol se escabullían traviesamente entre los altos edificios y rascacielos que abundaban en la ciudad.

Un suspiro de alivio salió de su boca cuando llegó al lugar. Fue a sentarse en la banca de siempre, sacando de su mochila el bolsito con semillas que siempre llevaba para alimentar a las palomas que picoteban a su alrededor. 

Con la mirada comenzó a buscar al chico. No tenía idea de como se llamaba, tampoco sabía donde vivía ni su edad, pero el bonito muchacho lo tenía un poco embobado desde la primera vez que lo vio.

Recuerda claramente ese día, cuando lo observó sonriendo enormemente mientras la brisa alborotaba su cabello rojizo y pedaleaba de manera rápida dando vueltas al parque. Su sonrisa le recordó a un tierno conejito. Llevaba su uniforme y un bolso gris cruzado en su torso. Desde ese día que lo vio de casualidad comenzó a ir siempre, alegrándose al verlo llegar la mayoría del tiempo a la misma hora, y marcharse cuando el sol comenzaba a ocultarse.

Pero ese día se decepcionó, porque por más que miró de un lado a otro intentando encontrarlo este no aparecía por ningún lado. Bajó la mirada a sus manos con una mueca triste en su rostro.
Tomó el papel del bolsillo de su camisa, desdoblándolo para mirar el reguero de letras negras en aquella carta mal escrita en la que expresaba sus sentimientos más profundos. Gracias a su madre se había llenado de valor y había decidido confesarse, tal vez si tenía un poco de suerte este aceptara salir con él a una cita. Había decidido escribirlo en aquella hoja ya que sentía que si le llegaba a hablar iba a terminar teniendo un ataque al corazón debido a los nervios.

Hoy se cumplía un año desde que lo vio por primera vez. Un largo año en el que sin falta, había ido a ese parque a verlo dar vueltas y vueltas con aquella sonrisa tan particularmente hermosa en su rostro.

—Supongo que puedo esperar a mañana —susurró para sí mismo poniéndose de pie.

Estaba un poco decepcionado, en verdad quería entregarle esa carta hoy porque era una fecha especial ¿no? A pesar de que estaba más que seguro de que él chico lo tomaría por loco pues nunca habían hablado y probablemente nunca se haya fijado en él; capaz y nunca notó su presencia en ese parque a pesar de que iba todos los días a la misma hora que él.

Iba a comenzar a caminar para marcharse cuando por su lado de manera rápida pasó una bicicleta, casi arrollándolo debido a la velocidad que llevaba. Pero si era sincero, eso no le importaba, ahora solo estaba concentrado en ese chico que caminaba hacia él, con parte de su cabello rojizo recogido en una pequeña coleta, y una sonrisa tímida en su rostro.

El muchacho se había detenido un par de metros adelante y había mirado hacia donde él estaba, embelesado y sintiendo sus manos temblar debido al nerviosismo que comenzaba a adueñarse de su cuerpo, al parecer no sabía si había llegado a hacerle daño así que se acercó para asegurarse de que estuviera bien.

—Lo siento por eso —se disculpó haciendo una pequeña reverencia—. ¿No te lastimé?

Simplemente negó con la cabeza escuchando como la pequeña risita que soltó el pelirrojo se colaba por sus oídos.

—Me llamo Jeon Jungkook, un gusto, chico de las palomas.

En ese momento sintió como si su cerebro hubiera activado una alarma y todas sus neuronas corrieran de un lado a otro intentando dar una respuesta a ese cosquilleo molesto que recorrió toda su anatomía. Él...él si lo había notado.

—Yoo-yoongi —le costó horrores lograr mover sus labios para soltar esa simple palabra—, me lla-llamo Yoo-yoongi, Min Yoongi.

—¡Oh! Un nombre hermoso para un chico igual de hermoso —dijo con una sonrisa coqueta y al instante las mejillas del pálido chico tomaron un color rojo intenso, que se extendió hasta sus orejas.

—Y-yo...me tengo que ir —murmuró de forma rápida y empezó a correr, no sin antes dejar en manos del pelirrojo aquella carta medio arrugada.

Llegó todo sudado a su casa, regañándose a sí mismo por volverse tan tonto cuando estaba frente a Jungkook.

¡Jungkook! 

Ya sabía el nombre del chico que cada noche se adueñaba de sus sueños. ¡Y él también sabía su nombre! Se escuchaba tan bonito cuando salía de esos labios finos y rosados.
Suspirando enamorado, comenzó a caminar hacia la cocina viendo a su madre con su delantal haciendo lo que parecían ser cupcakes. El delicioso aroma llegó a su nariz haciéndolo babear, deseoso de probar uno de esos dulcecitos, pero un golpe en su mano evitó que pudiera tocarlo siquiera. 

—Son para tu chico de la bicicleta —le regañó mirándolo con el ceño fruncido.

—Jeon Jungkook —dijo sintiéndose algo cohibido—, su nombre es Jeon Jungkook.

—¡¿Le entregaste la carta?! —cuestionó emocionada tomando sus manos con fuerza. El pelinegro solo asintió con un pequeño sonrojo. ¡Ahhg! A veces en serio odiaba ser tan pálido, pues al avergonzarse o sentirse nervioso, enseguida sus mejillas obtenían un color rojizo que delataba su estado.

—Espero que la haya guardado —profirió mirando con una sonrisa tímida a su progenitora.

Esa misma noche, el pelirrojo en la soledad de su habitación sacó la carta del bolsillo de su chaqueta y la abrió, viendo las temblorosas letras que habían en su interior. Soltó una risita pensando que de seguro el chico bonito había estado muy nervioso cuando la escribió. Negó levemente para sí mismo, seguía pensando en él como el chico bonito aún cuando ya sabía su nombre.

Min Yoongi.

Lo había visto desde hace mucho tiempo ya fingiendo alimentar a las palomas, sabía que solo fingía pues muchísimas veces se dio cuenta de que lo miraba "discretamente" dar vueltas y vueltas por aquel parque, además de que, casualmente, siempre iba a la misma hora que él.

Al principio no le importó para nada, siguió como siempre con su rutina sin prestarle atención; solo que no imaginó que tiempo después su mirada siempre se iría hacia aquel banco, buscando a ver si el pelinegro también había ido ese día para alimentar a las palomas y seguirle con la vista. Un poco más adelante los deseos de sentarse junto a él y conversar lo dejaron atónito ¿desde cuándo tenía esos pensamientos?

Quería acercarse, hablarle, y tal vez, quedar en algún otro lugar para dialogar con mayor tranquilidad y conocerse mejor, quería tomarse el tiempo de analizarlo, conocer sus mañas y expresiones, saber lo que le gusta y lo que no, la música que adora escuchar o si disfruta de salir a bailar a algún lugar los fines de semana; pero le avergonzaba demasiado ser el primero en acercarse. ¿Qué tal si solo se había confundido y el pálido no quería entablar una conservación con él? Quedaría como un completo tonto.

Sin darle más cuerda a sus pensamientos, comenzó a leer línea tras línea lo que parecía ser una linda declaración.

Para mi querido chico
de la bicicleta:

Sé que esto te parecerá muy extraño, y tal vez pienses que soy un acosador o que estoy completamente loco, pero es que en verdad no podía seguir escondiendo dentro todos esos sentimientos que siento que se desbordan.

Me gustas. Me gustas muchísimo.

Y probablemente pienses ¿cómo puedo gustarle si ni siquiera sabe mi nombre? Pues me complace decirte que yo tampoco tengo una respuesta para eso. Solo sé que me cautivaste desde la primera vez que te vi, todo risueño mostrando con esplendor esa sonrisa hermosa que tienes. Ese día me dije a mí mismo que quería ver esa sonrisa por más tiempo, así que volví al otro día a la misma hora esperando encontrarte, y por suerte lo hice.

Y seguí volviendo día tras día a pesar de que tú no reparabas en mi presencia, pero la verdad eso no me importaba, con solo verte yo ya era feliz. Pero en el último tiempo comencé a volverme un poco más egoísta, deseaba que me miraras de reojo al menos, quería acercarme a ti pero los nervios me podían, así que nunca me atreví.

Por eso esta carta. Porque sabía que si lo hacía terminaría tartamudeando como un tonto frente a tí.

No pienses que con esto busco que aceptes mis sentimientos o que seamos pareja, solo...necesitaba hacértelo saber.

En verdad espero no haberte molestado con mi confesión.

Te quiere, Min Yoongi.

Para cuando terminó de leer sus ojos se encontraban empañados, jamás antes alguien había escrito algo tan bonito para él, nunca ninguna persona se había tomado el tiempo de plasmar sus sentimientos de esa manera. Y mentiría si dijera que no estaba feliz. Esperaba que mañana la vergüenza no lo superara y fuera a verlo al parque como siempre.

Esa noche terminó dormido con una sonrisa en sus labios, ansioso por ver a Yoongi la tarde siguiente.

Tragó saliva audiblemente mirando la cajita con cupcakes a su lado. Ese día había ido más temprano de lo normal, los nervios pudieron con él por lo que sus pasos eran rápidos y ávidos, deseando llegar lo más pronto posible y ver al pelirrojo aunque este no se le acercara.

En verdad deseaba que haya leído su carta.

Llevaba media hora sentado allí sin apenas moverse, esperando, de manera no muy paciente que digamos, a que Jeon hiciera aparición.
De pronto unas manos, pocos minutos después, se posaron sobre sus ojos sorpresivamente. Se tensó, quedándose quieto al escuchar una risita que se le hizo conocida.

—¿Quién soy? —esa preciosa voz se coló en su sistema, estremeciendo su cuerpo completo cuando el aliento caliente del contrario rozó la piel de su oreja.

—J-Jungkook...

—¡Whoa! Me descubriste demasiado rápido —puchereó sentándose a su lado—. Llegaste muy temprano hoy.

—Yo... —No tenía idea de que podría decir. No quería contarle que había estado tan nervioso por verlo que el recorrido se le había hecho muy corto debido a la rapidez de sus pasos. Lo que menos quería era lucir como un desesperado delante de Jungkook, así que preguntó lo primero que se le vino a la mente—. ¿Por qué siempre vienes aquí?

—¡Oh! —Jeon bajó la mirada con profunda tristeza—. Mi mamá murió hace poco más de un año, ella solía traerme mucho aquí cuando era pequeño. Recorrer este lugar me hace sentir cerca de ella.

Se arrepintió de haber preguntado eso. La emoción de Jungkook había sido reemplazada por desgana. Odiaba verlo así de triste. Debía hacer algo para cambiar eso.

—Toma, son para ti.

Le extendió la caja con los dulces sintiendo sus mejillas y orejas calentarse. Los ojitos de Jungkook brillaron en emoción al ver los bonitos cupcakes que le había regalado Yoongi y sonrió un poquito.

—Muchas gracias —musitó avergonzado también—. Yoongi-ssi...

El pelinegro lo observó, viéndolo nervioso por primera vez desde que comenzaron a interactuar.

—Sé que no nos conocemos, pero te he visto desde hace un tiempo ya... —Min sintió su corazón saltar en su pecho ante esas palabras—. Y quería decirte que tu carta me conmovió y...que también me gustas.

Y como si se hubiera quitado una enorme carga de encima, sus hombros se destensaron y una sonrisa de pura alegría se abrió paso en su rostro.

¡Su crush gustaba de él!

Sin analizar bien sus acciones terminó dándole un fuerte abrazo al pelirrojo, estrechándolo con calidez entre sus brazos y acariciando como devoción sus hebras rojizas.

—¡Oh perdona! Y-yo me emocioné demasiado y...

Se calló al sentir como unos suaves belfos rozaban los suyos con timidez. Sintió una explosión de fuegos artificiales en su interior y su estomago se revolvió por las mariposas, aunque si lo pensaba bien, más parecían avispas o abejas zumbando en su interior.

El contacto fue sutil y rápido.

Jeon se puso de pie con sus mejillas casi del mismo color de su cabello. Dejó un papelito con su número en su mano y corrió hacia su bicicleta un par de metros más allá.

—¿Me invitarás a una cita el fin de semana? —preguntó desde su lugar, alzando la voz para que el pálido lo escuchara.

Yoongi sonrió en grande mostrando sus encías y asintió enérgicamente guardando el papelito en su bolsillo.
Observó al pelirrojo marchar con una mano en el manubrio y la otra sujetando con cuidado la cajita con los cupcakes.

La fría brisa otoñal despeinó sus cabellos e hizo revolotear las hojas marchitas a su alrededor. Suspiró llevando una mano a sus labios, podía jurar que aún sentía el delicado toque grabado ahí. Se puso de pie soltando una risita y comenzó a caminar hacia su hogar, dispuesto a contarle a su madre las buenas nuevas y planear la mejor cita del mundo para ese bonito pelirrojo.

Espero que les haya gustado este OS. Tal vez en un futuro haga un extra pero no es nada seguro.

Besitos 😘

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro