Parte uno.
— F-Felix, basta por favor — pidió él castaño débilmente, sus manos sostenían la cabellera azabache del australiano menor y su boca soltaba leves suspiros.
Él menor estaba dejando un largo recorrido de besos en cuello, humedeciendo cada punto y tocando ese punto sensible en la piel de la morena —. Mmh... Ni un por favor, cariño — respondió por fin, alzando la vista hacia su pareja, quien entrecerraba la suya y con esfuerzo hizo contacto visual con él.
— Lix, debo ir a trabajar y-
—¿"Y"? — replicó el menor desafiante, mordiendo su labio y acomodándose más provocativo sobre el regazo del mayor — ¿Qué problema hay entre mis besos y tu trabajo, amorcito? — dibujó un puchero en sus labios.
Chan tragó fuerte al sentir como el trasero del azabache se meneaba ligero y amenazante sobre su regazo.
Aquel hombre sabía perfectamente lo que hacía. Realmente lo hacía.
— Oh, cariño — Bang lo tomó por la cintura y acercó su rostro tan cerca de él, sus alimentos podían sentirse a milímetros del otro; tener las manos del castaño sobre el solo provocaban en Felix esa sensación sumisa —, hoy no será el día — fue así como el australiano mayor le dedicó una última sonrisa y sin previo aviso lo apartó de su regazo mandándolo a un lado del sofá.
Lee lo miró decepcionado y algo confundido a la vez — p-pero...
— Perdóname, precioso. Te lo recompensaré luego — buscó su abrigo para antes de salir, y echo un beso volador hasta su amado chico.
Bang salió por la puerta, dejando a un Felix caliente y entristecido en el mueble de su hogar.
El realmente esperaba que las cosas subieran de nivel.
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