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Parte tres.

— Hola — saludó Chan a su novio y plantando un suave beso sobre los labios contrarios.

Esperaba una respuesta cálida como suele hacerlo Felix, pero esta vez fue diferente, pues Lee había rodeado su cuello y aprisionó con mayor fuerza sus labios, evitando que pudieran separarse.

En cierto punto, Chan frunció el ceño desconcertado por el brusco movimiento de los labios de Felix y su agarre posesivo.

Al cabo de unos segundos, se separaron. Los labios del mayor se sentían más húmedos e hinchados gracias al frenesí con el que fueron devorados por su novio.

— ¿Tenías muchas ganas de ese beso, eh? — preguntó Chan en broma pasando la yema de su dedo por la comisura de los labios ajenos.

Felix se encogió de hombros bateando sus pestañas inocentemente.

— Digamos que esta mañana alguien se fue sin siquiera darme un beso de despedida, no me pude resistir.

Chan rió bajito y bajó la mirada tomando las manos de Félix — dije que te le recompensaría luego, pero eres muy impaciente por lo que veo.

— ¿Qué tal si mejor entramos al auto y vamos a casa para que me recompenses por dejarme a medias? — Felix comenzó a jugar con los botones de la blusa del más alto y está miró atento cada movimiento con una sonrisa ladina — ¿qué dices? — el tono de su voz fue más seductor y bajo, y aunque algunas personas que pasaban por ahí les miraban raro, a ninguno de ellos le importó en lo más mínimo, pues sus ojos quedaron centrados únicamente en el otro.

El estómago de Chan rugió levemente y fue algo que solo pudo escuchar el, gracias a ello, creyó que sería buena idea jugar con su novio y molestarlo un poco — me encanta la idea — dijo tirando de la blusa de esta y pegándolo a su cuerpo, las manos de Felix se posaron sobre su pecho y esperanzado a un siguiente movimiento mordió su labio ansioso. Chan se acercó a su odio, su respiración provocó que la piel del cuello del menor se erizara ante la sensación cosquilleante. Y entonces susurró —: pero me temo que muero de hambre y necesito comida urgente.

— ¡Me puedes comer a mí! — respondió casi al instante el menor, y en seguida tapó su boca con vergüenza al notar como un par adultos mayores que pasaban en ese instante los miraron asombrados.

Chan rió —. Buen intento lindo, pero en serio, espero que haya algo delicioso en casa — le guiñó un ojo pícara y Felix resopló. Chan lo apartó y abrió la puerta del auto para entrar.

— Ugh, ¿Es enserio?

Chan asintió e hizo un ademán con sus manos para indicarle que también debía entrar.

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