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Parte dos.

No era como si los celos hayan manipulado a Felix, y por ello haya cogido las llaves del carro se montará en este y condujera hasta el trabajo de su amado chico. Solo lo recogería, era un gesto noble.

¿Cualquiera haría eso por su pareja, no es así?

Eran casi diez minutos en vehículo hasta llegar al edificio de la corporación donde Chan supuesto ya debió haber salido; Felix estacionó el coche frente a este y tomó un largo suspiro antes de dirigir su vista a su izquierda, mirando atentamente la entrada principal.

Sus labios se curvaron en una alegre sonrisa al ver al de hoyuelos cruzar las puertas de vidrio, como eran casi las siete de la noche los postes de luz y las del edificio ya se habían encendido, pero era el suficiente reflejo para iluminar la simpática sonrisa de dientes y hoyuelo que Chan tenía en su rostro.

Pero había un detalle que causaba esa linda característica en Bang, pues a su lado, un lindo castaño de piel pálida reía bien agarrado del brazo del más alto.

Y pues Chan, estaba tan cómodo con aquello.

Felix frunció el ceño y quitó las llaves del vehículo, dispuesto a salir de este y hacer su acto de presencia.

El más moreno alzó la vista y se sorprendió al ver al pelinegro; aunque estaba del otro lado de la calle pudo notar una resplandeciente sonrisa que antes no había visto en él menor.

— Oh, lo lamento Jake, creo que debes cancelar con los demás el plan que teníamos ahora — el menor lo miró extrañado.

— ¿Por qué? Ya íbamos a coger el taxi, de repente has cambiado de opinión así no más.

Chan negó de inmediato — mi novio ha venido a recogerme — hizo un ligero gesto con la cabeza señalando al pelinegro al frente. Jake se impresionó.

Pensó que el chico igual de bonito que Chan, y mirándolo bien se acoplaban muy bien como una pareja. Le pareció tierno el gesto del menor al venir a recoger a Bang al término de su jornada laboral.

— Uh, ya veo, entonces será para otro día, supongo — Shim palmeó el hombro del mayor —. Por cierto, lindo chico tu novio, cuídalo, nunca sabes que gatas puedan intentar quitártelo.

Chan rió negando y agitó su mano despidiéndose de su amigo, quien siguió su camino hasta encontrarse con un trío de chicos en una parada de buses.

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