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CAPÍTULO 15

Despierto con un débil dolor de cabeza y los músculos adormecidos. Pensar en conducir hasta la discográfica y aguantar otro día de trámites y papeleríos me resulta insoportable; tengo una reunión con la agencia de marketing y otra con el equipo de producción del video promocional. Pienso que todo valdrá la pena cuando el disco de Amenaza Social sea un excito, y me auto convenzo para salir de la cama.

Me doy una ducha caliente, lenta a pesar de que llegaré tarde al trabajo. Realmente necesito un descanso. Tal vez cuando todo esto quede atrás podamos hacer una escapada con Mew, Si, eso sería delicioso, pienso mientras el agua caliente acaricia mi pecho. Unas lindas vacaciones sin problemas en mente, solo nosotros dos follando sin parar. Son interrupciones. Sin Tharn. Y sobre todo, sin Eric.

Salgo de la ducha y me visto rápidamente. Debo estar en el estudio en menos de veinte minutos. No importa, que me esperen, por una vez. Hoy soy yo quien decide tomárselo con calma. Tal vez ni siquiera noten mi ausencia.

Abandono mi dormitorio y camino hacia la cocina para prepararme un café, cuando me topo con la escena más inaudita.

Mew y Eric durmiendo semidesnudos en el sofá.

El aire duele en mi pecho e intento controlar mi respiración. Trago saliva y observo esa escena con detención; ambos tienen el pecho desnudo y las piernas enredadas, cubiertas con una improvisada manta. Mew ronca suavemente, su cabello está hecho un desastre y Eric descansando su cara en su hombro derecho.

Seguro hay una explicación lógica a esto.

¿Pero cuál?

Me tiemblan las manos y las rodillas. Aunque hayan follado en este mismo sofá, no es asunto mío, Mew y yo no somos novios, en ningún momento hemos dicho de ser exclusivos. Mi jefe tiene todo el derecho de follar a otros, al igual que yo. No debo enojarme, no debo enojarme. Los celos son infantiles y en esta situación están de sobra.

Debería continuar mi camino hacia la cocina sin decir una palabra, pero no puedo con mi carácter.

—¿Qué está ocurriendo aquí? —pregunto, en tono de voz los suficientemente alto como para despertarlos a ambos.

—Gulf...—se despabila Mew. Se lleva las manos a la frente y bosteza. — ¿Qué hora es?

—Casi las nueve — refunfuño, tratando de lucir frio —Tenemos que ir a la oficina.

Mis ojos van directo a Eric, quien también está despertando.

—Eric ¿Te acuerdas de Gulf? — nos presenta Mew con total naturalidad. Podría estrangularlo ahora mismo.

—¡Oh si, tu hermanito! Recuerdo que eras un chico flacucho e invisible —ríe Eric. Me ofrece su mano para estrecharla, y yo lo hago con cierta renuencia.

—No somos hermanos. Nos hemos criado juntos, nada más —respondo con frialdad. Luego mi atención regresa a Mew —Se nos hará tarde.

—¡¿Qué importa!? Que nos esperen por una día...no pueden hacer nada sin Eric —dice, y golpea el pecho de su amigo —Además, el disco ya está terminado.

—Sí, nos tomó hasta las cinco de la madrugada, pero termínanos —bosteza Eric.

—Ya veo —suspiro — ¿Y luego regresaron aquí?

—Mew me invitó —ríe Eric —Para festejar el final de grabación bebimos unos tragos, jajaja

—Ya veo.

—Vamos a desayunar ¡Estoy muerto de hambre! —Mew se pone de pie y desliza una camiseta color salmón sobre su torso desnudo. Eric lo sigue hasta la cocina, sin cubrir su pecho.

Yo también los sigo, con la rabia palpitando en mi pecho. Eric se sienta en la mesa de la cocina con su torso desnudo, y no puedo evitar admirar sus bíceps torneados. Un recuerdo que creí haber olvidado salta en mi memoria; de Eric jugando al futbol en el patio de la escuela y burlándose de mi por correr tan lento. Nunca he sido bueno para los deportes. Pero puedo entender que cualquiera, hombre o mujer, se sienta atraído por alguien con un cuerpo tan espectacular.

Mew está poniendo el agua para el café. —¿Cómo lo quieres, Gulf? ¿Negro como siempre?

—Deja, yo haré el desayuno —le digo mientras lo hago a un lado.

—Yo puedo hacerlo —refunfuña Mew.

—Con crema y azúcar para mí, Gulf —me dice Eric, en un tono tan confianzudo que me dan ganas de darle un puñetazo. Pero me trago el orgullo y preparo café para los tres, así como unas tostadas y huevos. Detrás de mis espaldas, Eric y Mew rememoran historias de su adolescencia entre risas cómplices. Una conversación en la cual yo no tengo lugar.

Mi móvil vibra y yo miro la pantalla.

—¿Quién es? —pregunta Mew.

—Tu padre. Está histérico por que no sabe dónde estamos. —respondo. Al mismo tiempo, ya le estoy escribiendo una respuesta reconfortante a Tharn. No lo culpo por estar nervioso; yo también lo estaría en su lugar.

—Supongo que deberíamos ir en camino —suspira Mew mientras se pone de pie. Yo voy en busca de mi chaqueta pero mi jefe me detiene —Tú no, Gulf.

—¿De qué mierda hablas?—protesto mientras coloco mi chaqueta alrededor de mis hombros.

—Mereces un descanso —Mew sujeta mis dos brazos con cariño, pero sin ser demasiado efusivo delante de Eric —has estado trabajando demasiado duro estas semanas. Tomate un día libre. Te lo ordena tu jefe.

Me da una palmada en el brazo y camina hacia la puerta, Eric lo sigue con una sonrisa horrible.

—El estudio no funciona sin mí —refunfuño mientras los veo partir.

Sobreviviremos un día. Hasta luego, pequeño Gulf — me saluda Eric en tono sarcástico antes de cruzar la puerta.

Me quedo solo en el apartamento, con un gran agujero ardiendo en la boca de mi estómago ¿hay alguna razón por la cual Mew no me quiere en el estudio de grabación? Es cierto que con el disco ya grabado la parte más pesada ya está cumplida. También es cierto que me hace falta un día libre pero ¿hay algún motivo extra por el cual me ha ordenado quedarme en casa? ¿Algo relacionado con Eric?

No, no debo ser paranoico, me digo mientras me quito la chaqueta y deslizo mis dedos por mi cabello todavía húmedo. Al contario ¡Hace tanto que soñaba con un día libre! Mejor dejo de pensar estupideces y lo disfruto.

Pero ¿Cómo? Dios mío, creo que realmente soy un workaholic. Toda mi vida adulta la he dedicado a trabajar, a asistir con Tharn en su oficina, luego a su hijo Mew en la discográfica....sacando el trabajo ¿Qué actividades hago? Follar con Mew. No, eso no cuenta. Decido acostarme en mi habitación y releer alguna de mis novelas favoritas. Después de todo, si de algo me he quejado estos últimos meses es de no tener tiempo para la lectura.

Pero me es imposible concentrarme: para el mediodía me doy cuenta que no he avanzado ni un solo capitulo. Mis ojos se pasean por los párrafos sin absorber información, volviendo una y otra vez a la imagen de Mew y Eric durmiendo juntos en el sofá.

Cierro el libro de un golpe. No voy a relajarme si sigo pensando idioteces. Tal vez lo mejor sea salir. Conducir un rato, tomar aire fresco. Me cambio la ropa de nuevo, por algo más casual, y me meto en el auto. Conduzco tranquilamente bajo el sol del mediodía, y decido almorzar en una pequeña cafetería cerca del centro. Llevo mi libro conmigo para disfrutar la lectura con un buen café y la vista de la ciudad. Pero incluso fuera de mi casa, me es difícil concentrarme.

Tal vez Mew ya se ha aburrido de mí. No puedo culparlo por preferir a Eric, alguien más atlético y divertido que yo ¿O acaso no es más excitante follar a una estrella de hip hop emergente que a un asistente introvertido y malhumorado? La pasión tiene fecha de vencimiento después de todo, tal vez la química entre mi jefe y yo ya se ha expirado. Y no hay nadie a quien culpar, es simplemente como las cosas son.

Pero ¿Acaso Eric estará dispuesto a jugar los jueguitos de dominación que yo tengo con Mew? ¿Lo llamara Jefe en la cama? ¿Se dejara amordazar y vendar los ojos como yo? ¿Se dejara dar por el culo por Mew? No, no quiero ni siquiera pensar en ello.

Pido la cuenta y pago por mi almuerzo. Recién son las tres de la tarde; el día se me está haciendo eterno. Mientras sé que cualquier persona cuerda y normal desearía que su día libre no se termine nunca, a mí se me está haciendo una tortura.

Conduzco hasta el centro comercial y me paseo entre las tiendas de ropa y cafeterías al paso. Llego a la parte de los cines y saco una entrada para una película policial. Eso me mantendrá entretenido por un par de horas. Me siento en la última fila y trato de concentrarme en la trama, pero antes de llegar a la media hora mi mente comienza a divagar nuevamente.

Claro que Mew tiene todo el derecho de tener otras relaciones aparte de mí. Ya sean amigos o amantes con Eric ¿Quién soy yo para reclamar nada? Mew siempre ha sido tan popular, en la escuela tenía un montón de amigos y las chicas lo adoraban. Fue toda una sorpresa descubrir que le gustaban los hombres. Fue toda una sorpresa descubrir que le gustaba yo.

Tal vez ya no le gusto más, y no debería sorprenderme. De hecho, el problema aquí no es la popularidad de Mew, sino lo impopular que siempre he sido yo. Tal vez yo también debería circular más, salir más. Ni siquiera he ido a la Universidad. Aunque eso ha sido enteramente decisión mía; Tharn siempre insistió en que estudiara, pero yo decidí quedarme a su lado y trabajar como su asistente personal. Y me ha dado sólidos conocimientos y experiencia en la industria musical pero el principal motor por el cual no fui a Universidad fue que quería seguir conviviendo con Tharn. En aquella época yo era un muchachito estúpido que creía estar enamorado del hombre que lo había adoptado.

Ya he superado eso, por lo tanto sería estúpido si ahora creo estar enamorado de Mew.

Me levanto de mi butaca y abandono la sala antes que la película llegue a la mitad. Regreso a mi auto y conduzco. Conduzco casi sin pausa hasta la Universidad. Son kilómetros y kilómetros de viaje, pero el trayecto me ayuda a pensar. Llego al campus cuando el atardecer ya se ha teñido de rosado, y ver tantos muchachos paseándose por sus pasillos y jardines me intimida. Ya tengo veintiocho años ¿no seré muy viejo para empezar a estudiar? De todas maneras entro en la oficina de informes y bombardeo a la empleada con preguntas sobre carreras, planes de estudio, cursos e inscripciones. Regreso a casa casi cuatro horas después, repleto de panfletos y folletos de diversos cursos y carreras.

Aparco el auto en el estacionamiento anexo a nuestro piso y cruzo la puerta. Mew ya ha llegado, y me está esperando sentado en el sofá con una extraña expresión.

—¿Dónde estabas? Te envié varios mensajes y no respondías. —dice mientras se pone de pie y camina hacia mí. Su cabello está húmedo, se ha dado una ducha hace unos minutos. Verlo así siempre me enciende. Sus pies están descalzos y lleva la camiseta y pantalón negros que usa para estar cómodo en casa.

—Oh si...— busco el móvil en mi bolsillo y veo que la batería está muerta —Se me ha acabado la batería. También el tanque de gas está casi vacío, mañana debemos salir unos minutos antes.

Cierro la puerta detrás de mis espaldas y me quito la chaqueta.

— ¿Dónde estuviste? Estábamos preocupados.

—A almorzar, ver una película, y luego a conducir un poco por el campo, para despejarme la cabeza —explico. Para mi sorpresa, Mew se adelanta, toma mi cara con ambas manos y deposita un beso salvaje en mis labios.

—¿Has disfrutado tu día libre, entonces? —suspira contra mis labios en forma candente. Pronto los latidos de mi corazón se aceleran y el calor crece en todo mi cuerpo. —Porque yo te he extrañado bastante.

Encontrarme rodeado por sus brazos cálidos y fuertes me hace temblar las rodillas. Me doy cuenta lo mucho que necesito el contacto con su cuerpo pues unas punzadas insoportables invaden mi entrepierna.

—Ha sido un día tan agotador en el trabajo...realmente necesito aflojar la tensiona acumulada —susurra Mew con voz ronca, entre beso y beso. Sus manos acarician mi cuello y se pasean por mis hombros y espalda, causándome escalofríos.

¿Debería negarme? No, eso no tiene sentido ¿hacerle una escena de celos cual novio despechado? Eso sería patético. Además, que no tengo razones para estar molesto. Y por sobre todas las cosas, me sería imposible negarme; todo mi cuerpo está desesperado por absorber su calor, mis latidos se han acelerado y mi erección comienza a despertar entre mis piernas.

—Castigar a mi pequeño Gulf seguro me relajaría —Mew mordisquea mi labio inferior y yo gimo contra sus labios —Espero que hayas ahorrado tus energías.

Sus manos, sus labios y el calor de su cuerpo me están sobrecogiendo. Solo puedo pensar en follar, en dejarme follar por mi jefe. En olvidar todos los problemas y tenerlo dentro de mí, embistiendo con fuerza y haciéndome retorcer de dolor y placer.

—¿Bueno? ¿Por qué no dejas de parlotear y me follas de una puta vez? —le digo en forma desafiante. Mew sonríe como un demonio, con las pupilas de sus ojos celestes completamente oscuras y dilatadas. Se muerde el labio inferior, y yo anticipo un placer intenso y descontrolado.

—Vas a pagármelas por hablarme en ese tono —me amenaza con una sonrisa, y acaricia mis labios con su pulgar. En cuestión de segundos, se pone de rodillas frente a mí y baja el cierre de mi pantalón. Mi polla queda libre. Está algo dura pero no firme del todo, sin embargo cuando Mew juega con ella entre sus dedos y la envuelve con sus labios, mi erección crece con un placer súbito.

Miro hacia abajo, y encuentro su cabeza repleta de sus cabellos moviéndose frenéticamente hacia atrás ya delante. Enredo mis dedos en su cabello húmedo y el alza su vista. Esos ojos redondos y negros me observan mientras los labios calientes envuelven el grosor de mi miembro. Lo veo engullirlo con hambre voraz, enloqueciéndome. Las rodillas me tiemblan y me aferro a su cabeza. El placer sube y baja por mi espina dorsal, y mi polla pulsa de placer dentro de su boca. Siento mi glande cosquillear su garganta y su lengua juguetear en forma rápida y excruciante. Sus manos, antes en mis muslos, ahora se dedican a masajea mis testículos en forma circular. Mew se quita mi polla de su boca para deslizar su lengua entre ellos. Dejo escapar un gemido agónico y su lengua le da golpecitos a mi lande. Escupe sobre mi miembro y vuelve a tragarlo casi completo. Sus movimientos se tornan más rápidos y frenéticos y siento que me correré en cualquier momento.

Pero Mew se quita mi polla de su boca una vez más. Toma un respiro hondo y se pone de pie, dejando mi miembro pulsando en forma dolorosa. Me dedica una mirada lasciva, y sus labios están rosados e inflamados.

— ¡¿Qué estás haciendo?! —le espeto, con la frustración enloqueciéndome.

—Ya te he dicho, mi querido Gulf. Tienes que pagar por haberme faltado el respeto. —me sonríe una vez más y acaricia mi mejilla con su mano. Yo podría golpearlo. Quiero gritarle e insultarlo, peor el dolor en mi polla me nubla el juicio, y solo puedo quedarme petrificado. —te ves muy frustrado ¿acaso estabas a punto de correrte?

—Si...—respondo entre dientes.

—No sufras, mi pequeño Gulf. Te correrás. Pero no ahora; cuando yo lo autorice. Ahora, acompáñame, no he acabado contigo —me toma de la mano y me guía hasta el baño. —Después de un día tan agotador, necesito un buen baño relajante. Prepáralo por mi ¿sí? —me ordena Mew. Abandona el cuarto de baño durante unos minutos y yo lleno la tina con agua tibia y sales. Mi polla todavía palpita con una dolorosa erección bajo mis pantalones, y termino mi tarea con una maldición entre mis labios. Cuando mi jefe regresa, el baño está listo y él trae una mordaza de cuero en sus manos. La coloca en mi boca con un movimiento rápido y yo dejo escapar otra maldición inentendible.

—¡Bien!! Así aprenderás a no decirle improperios a tu jefe — exclama Mew con una sonrisa satisfecha. Su mirada desciende por mi cuerpo y encuentra la erección bajo mis ropas —Sigues duro. Me sorprende tu resistencia, Gulf. Sigue así. Duro. No quiero que te corras ni te toques hasta que yo lo ordene.

Refunfuño con el sabor del cuero y el plástico en mi boca. A pesar de lo mucho que lo odio en este momento, mi deseo aumenta en forma desproporcionada. Mis ojos recorren su cuello y su pecho pálido, con los pectorales firmes y la suave mata de vello cafe entre ellos. Los músculos sutilmente definidos de su abdomen guían a su entrepierna coronada de irresistible vello cafe, y a su miembro largo, grueso y con el glande rosado. Dios, si no tuviera la boca amordazada me lo metería hasta la garganta.

—Ahora quítate tú la ropa —me ordena con un susurro ronco que retumba en mi entrepierna. Obedezco, quitándome la camisa y los pantalones mientras la saliva chorrea por las comisuras de mi boca, semi abierta gracias a la mordaza. Me bajo la ropa interior hasta los tobillos y la pateo a un rincón del baño, dejando mi erección completamente expuesta a los crueles ojos de mi jefe. Este se muerde el labio de nuevo, y durante unos breves instantes mantengo la esperanza de que me la chupe de nuevo. Pero eso sería demasiado bueno para ser verdad. En su lugar, Mew me da la espalda y se mete en la bañera.

Apoya sus codos en el borde de mármol y recuesta su cabeza contra la pared. Cierra sus ojos y su expresión es extrañamente pacifica, rodeado por la suave neblina del vapor. El aroma jabonoso del agua se mezcla con el de su piel formando una mezcla irresistible. Durante unos largos segundos yo tan solo lo observo, observo su impactante belleza masculina y juvenil sin poder pronunciar una palabra.

— ¿Bueno? —Abre sus ojos y me espeta con mirada impaciente —Ven aquí, enjabóname.

Desgraciado. Puede hacerlo solo.

Pero me arrodillo junto a la tina y tomo el jabón en una mano y la esponja con la otra. La empapo hasta que está espumosa de jabón y comienzo a frotar con ella los perfectos hombros de mi jefe. Él sonríe con sus ojos cerrados, y cuando me inclino para enjabonar su pecho, nuestros rostros están peligrosamente cerca. Casi puedo rozar sus labios, y deseo no tener la mordaza puesta para poder morderlos.

—Continúa —ordena con sus ojos cerrados y un ronroneo Y yo obedezco, enjabonando con sus brazos fuertes y fornidos, uno por uno. Luego masajeo su pecho con suaves movimientos circulares, llenando de habón sus pezones pequeños, duros y amarronados. Ojalá pudiera morderos ahora mismo. Lo haría chillar por hacerme sufrir así. Mi polla duele cada vez más, desesperada por algo de fricción. Y contemplar el perfecto cuerpo de Mew, mojado y enjabonado, no ayuda.

—Continúa —insiste Mew, y mi mano sigue su rumbo hacia la parte inferior de su cuerpo. Acaricio su estómago con la esponja y continúo mi recorrido hacia abajo, donde una potente erección ha nacido. —No uses la esponja.

Suelto la esponja en el agua y busco su erección con mi mano desnuda. Se siente durísima, caliente bajo el agua, y yo salivo más que antes.

— ¿Te gusta? Mira lo que has logrado, chico sucio —sonríe Mew, y abre sus luminosos ojos negros — ¿Te gusta la polla de tu jefe?

Asiento con la cabeza, y exploro la dureza de mi jefe con mis dedos. Deslizo mis yemas por toda su longitud, hacia arriba y abajo. Se siente deliciosa y no puedo esperar para tenerla en mi culo. Mi propia erección duele, agudizando las pulsaciones. Pero yo la ignoro, no tengo otro remedio, y envuelvo la erección de Mew con mi mano derecha. Lo veo sonreír, y las perlas de sus dientes resplandecen en la blancura del baño. Se muerde el labio y yo muevo mi mano con lenta cadencia, subiendo y bajando por ese miembro tan grueso, tan duro, tan tentador.

—Vamos, Gulf, ya sabes lo que tienes que hacer —me ordena Mew. Yo suelto su polla y me pongo de pie. Me meto en la tina junto a él, sentado ahorcajadas de su cuerpo. Con la ayuda de mis dedos y la botellita de lubricante, estratégicamente esperando junto al champú, me siento sobre su polla durísima. Me sostengo de sus hombros anchos y desciendo despacio, deleitándome con ese grosor perfecto. Mew aprieta sus dientes y gruñe de placer, mientras las paredes interna de mi culo envuelven en forma ajustada su polla. Yo también gruño, pero gracias a la mordaza solo despido sonidos ridículos y guturales. Sé que a Mew lo excitan. Mierda, hasta a mí me excita oírme a mí mismo amordazado, vulnerable, a merced de mi jefe.

Cuando toda su polla está enterrada en lo más profundo de mí. Otro sonido de agonía y placer escapa de mi garganta. Mew me aferra de la cintura, y su manos son enromes y cálidas. Comienzo a moverme, en forma rápida y desenfrenada. He soñado con esta polla desde la mañana, y tenerla ahora, apuñGulfdome con cada sentón, es enloquecedor. Subo y bajo cada vez más rápido, enterrándome con rabia en ese miembro tan duro y tan grueso. Lo siento palpitar en mi interior e insisto con ímpetu. Lo cabalgo con furia, salpicando agua y jabón en todas las direcciones.

—Vamos, monta la polla de tu jefe —susurra Mew entre dientes, y sus manos aferran mi cuerpo con una fuerza inusitada.

La saliva chorrea por las comisuras de mi boca y aprieto mis parpados. Subo y bajo a la máxima velocidad que me permite mi cuerpo, mis piernas tiemblan y mis interiores arden, invadidos por ese placer tan extremo y exquisito. Siento como el miembro de Mew palpita con violencia dentro de mí, mis paredes internas ajustándose a su alrededor con rabia, ubicándome en esa delgada línea entre el dolor y el placer. Mi polla duele y siento el pre semen escapar de mi bajo el agua. No me importan, insisto. Cabalgo su erección con locura hasta que la cabeza me da vueltas.

Cuando menos lo espero, Mew me quita la mordaza de la boca.

—Quiero oír cómo te corres —me dice. No lo entiendo del todo bien, con mi mente nublada por el orgasmo inminente, pero segundos más tarde siento su mano envolver mi polla bajo el agua. Comienza a masturbarme con movimientos firmes y rápidos, mientras yo sigo montándolo con frenesí.

Ignoro quien se corre primero; el placer me enceguece y siento su polla vibra en mi interior, vertiendo todo su semen caliente en mi culo. Y mi polla también despide gruesos chorros de semen caliente bajo el agua, mientras las caricias maestras de Mew me atacan sin piedad. Ambos nos retorcemos de placer, entre gemidos, gruñidos y besos. Mew arremete contra mis labios y su lengua me hace temblar, mientras sus últimos chorros de semen están llenando mi culo.

Gruño contra sus labios, los beso, los saboreo, los muerdo. Me deleito con ellos mientras su polla sigue latiendo dentro de mi culo, ahora con más suavidad.

Cuando ambos nos hemos descargado por completo. Mew me abraza. Yo me recuesto en silencio sobre su pecho hasta que el agua de la tina se torna tibia.

De pronto, me siento vulnerable. Y no de la buena manera, como siempre que hago la parte sumisa en nuestros jueguitos, sino indefenso, miedosos y algo dolorido. Tanta intimidad se torna horrible, peligrosa. Salgo de la tina con un movimiento perezoso, y busco una toalla para secar mi cuerpo. Cuando me pongo de pie, siento un fino hilo de su semen chorrea por la cara interna de mi muslo y sonrío.

No me has dicho que has hecho en tu día libre —suspira Mew, todavía tumbado en la bañera y con ese hermoso resplandor rosáceo en su rostro, típico de después de acabar.

¿Qué has hecho tú? ¿Lo follaste a tu amigo Eric y después viniste a casa a follarme a mí? ¿Para eso me querías lejos?

¿Por qué eso debería molestarme? Debo recordar que no hay sentimientos de por medio aquí, solo sexo.

—He ido a la Universidad —confieso mientras me seco el cabello.

— ¿A la Universidad? ¿Para qué? —Mew se pone de pie y ahora es el quien busca una toalla para secarse.

—Estuve pensando mucho ¿sabes? Con que nunca he asistido a la universidad. Tal vez podría empezar No sé si una carrera, estoy demasiado viejo para eso. Pero tal vez algún curso corto de especialización en marketing. Algo que ayude con el negocio familiar —las palabras brotan de mí sin pensarlas. Volteo para mirar el rostro de Mew, tan bello, tan sorprendido.

—¿Y a qué se debe esto? Nunca te ha interesado estudiar formalmente — sonríe mientras se seca las piernas.

—No lo sé —me quedo en silencio unos minutos — ¿Crees que es demasiado tarde para empezar?

—Para nada. Siempre has sido el inteligente, Mew, Si yo he logrado graduarme tú lo harás con honores —exclama. Mierda ¿Por qué tiene que ser tan encantador? me hace olvidar que estoy molesto con él.

Arroja la toalla a un lado y da unos pasos hacia mí. Acaricia mis brazos, como si fuera a abrazarme, y mis ojos van directo a esos labios rosados y carnosos.

—Si realmente es lo que quieres, sabes que yo te apoyaré —me dice, y me mira de una manera extraña, una que me hace temblar las rodillas.

Se acerca para besarme y yo recuerdo a Eric ¿Lo habrá besado a él también? Seguro que sí, se conocen hace años. Segurísimo que por lo menos una vez se han besado. Y follado. Me aparto en forma instintiva, pero sin ser grosero.

—Me voy a dormir —digo.

—Yo también ¿no vas a dormir en mi cama?

—No...Voy a madrugar así me inscribo mañana mismo, antes del trabajo. Y tú no puedes faltar mañana, Eric y su banda te necesitan —respondo con una fingida sonrisa, y abandono el baño con un nudo en el estómago.

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