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CAPÍTULO 13

Tengo la venda de seda cubriendo mis ojos, pero sé que está sentado en el borde de la cama. Nuestra cama, pues hace más de dos meses que duermo junto a él. Aun con los ojos vendados puedo verlo con su pálido y musculoso torso desnudo, sus brazos torneados y su ropa interior negra. Puedo oír su voz grave retumbando en cada rincón de mi cuerpo, y mi polla se pone todavía más dura.

—Te ves tan hermoso así, Gulf —suspira con voz ronca, y puedo notar lo caliente que está. —Tengo muchos deseos de follarte ¿y tú? ¿Quieres que tu jefe te folle?

—Sabes que sí, desgraciado —respondo entre dientes, y puedo oír su risita como respuesta. Casi puedo imaginar las perlas de sus dientes al sonreír y sus ojos negros resplandeciendo con lujuria.

—Sabes que esa no es manera de hablarle a tu jefe. Compórtate o te castigaré — me dice con su voz profunda pero juvenil. Pensar que en un momento yo me derretía por oír la voz de barítono de su padre, y la de Mew me parecía irritable. Ahora el desgraciado es capaz de ponerme cachondo con tan solo susurrarme al oído.

Permanezco sentado en el piso del dormitorio, con mi espalda contra la pared y mis ojos vendados. Por orden de mi jefe, he separado mis piernas a la máxima extensión que mis músculos me permite. Mis pies están sobre el piso, y en esta postura, tanto mi erección como el agujero de mi culo quedan expuestos a los ojos hambrientos de mi jefe. Casi puedo sentirlo saboreándome, a pesar de que hay dos metros de distancia entre nosotros.

—Ya estás duro, mi querido Gulf —ronronea Mew. —Yo también estoy duro, lástima que no puedes verme.

No puedo verlo pero lo imagino, y me estremezco al fantasear con su polla larga y gruesa. Me relamo los labios mientras imagino su mano derecha envolver su propia erección, subiendo y bajando por ese tronco grueso y ese glande enrojecido. Deseo tenerlo en mi boca, saborear su dureza sobre mi lengua y tragarme hasta su última gota. De tan solo pensar en ello, mi propia erección se torna dolorosa. Deslizo una de mis manos hacia mi entrepierna y me masturbo espacio.

—¡No, no! ¿Acaso yo te he dado permiso para hacerte la puñeta? —me reprende mi jefe.

Suelto mi miembro con un suspiro de frustración y un insulto entre mis labios. Siento mi polla latir dolorosamente.

—Lo siento, jefe — suspiro.

—Muy bien, ya sabes cómo es; me obedeces y tienes tu recompensa ¿Qué recompensa quieres hoy, mi querido Gulf? —Mew respira agitado y yo sé que se está masturbando a lo loco mientras habla conmigo. Esa imagen me enciende todavía más.

—Quiero su polla, jefe. —exclamo con el aliento entrecortado. Mi corazón se acelera con cada instante que pasa.

—Ya veo —suspira él, alargando la tortura. Pero en mi tiempo conviviendo, y follando, con Mew he aprendido que el placer es mil veces más intenso si se lo prolonga hasta el último, agónico instante. Así que respiro hondo y trato de soportar los latidos desesperados en mi pecho y en mi miembro dolorido. La espera valdrá la pena., mi jefe nunca me ha decepcionado.

—Por favor...por favor...—suplico. No poder brindarme alivio con mis manos me está enloqueciendo.

Escucho a Mew ponerse de pie y caminar hacia mí. Cuando el aroma su loción de afeitar llega mis nariz me estremezco., Puedo sentir el calor de su cuerpo a escasos centímetros del mío y alzo mi rostro. Siento los dedos de Mew acariciar mi barbilla.

—Abre la boca —me ordena con un susurro ronco. Yo obedezco, hambriento y urgente. El desgraciado acerca su glande a mis labios y una corriente eléctrica me golpea. Instintivamente quiero tomarlo en mi boca, pero Mew lo aparta de mí. Intento besarlo, acariciar su miembro duro con la punta de mi lengua, pero Mew lo aparta entre risitas crueles.

—¿Quieres chuparme la polla, Gulf? —Se mofa de mí.

—¡Sabes que sí, desgraciado! —respondo entre dientes. El dolor entre mis piernas va a asesinarme.

—¡Vamos, vamos, recuerda que esa no es forma de hablarle a tu jefe! —Me regaña. —Monta un lindo espectáculo para mí y tal vez te deje chupármela.

—¿Espectáculo? —titubeo. Hace menos de cinco minutos me ha prohibido masturbarme ¿Qué tipo de espectáculo desea?

La respuesta llega cuando Mew toma una de mis manos y deposita algo en ella. Lo reconozco al instante; son las cuencas anales que hemos comprado hace unos meses en un sex shop. Pocas veces las hemos usado desde entonces. Acaricio entre mis dedos las duras bolas de plástico y me pongo todavía más duro de imaginarlas dentro de mí culo.

—Encontrarás el lubricante a tu lado izquierdo —dice Mew, Lo oigo alejarse nuevamente de mí. El colchón de la cama despide un breve crujido cuando él vuelve a sentarse sobre ella.

Con algo de torpeza, tiento en el piso en busca del lubricante., pronto encuentro la botellita y con mis ojos vendados me las arreglo para abrirla y humedecer las cuencas. También mojo mis dedos y comienzo masajear mi entrada. Mis dedos se sienten agradables, bordeando la entrada de mi orificio. Pero en estos momentos solo puedo pensar en lo bien que se sentiría tener la polla de Mew en ese mismo lugar. Me ha follado en incontables ocasiones, y aun así yo siempre quiero más. Es extraño, jamás imaginé que iba a convertirme en el amante de Mew Suppasit, el hombre junto al cual crecí.

Cuando mi culo está bien húmedo y algo dilatado por mis dedos, introduzco con suavidad la primera cuenca del rosario. Se siente condenadamente bien y yo dejo escapar un pequeño gemido.

—Vamos, no seas tímido, Gulf. Han entrado cosas más grandes en ese culo.

—Hijo de puta —mascullo entre dientes, y empujo la primera de las cuencas más profundo dentro de mi culo.

—Recuerda, esa no es manera de hablarle a tu jefe — Aun con los ojos cerrados me doy cuenta que sonríe mientras me dice eso. También lo escucho despedir pequeños gruñidos de placer mientras se masturba.

La primera de las cuencas anales está completamente dentro de mi culo, y yo dejo escapar un gemido de placer. Se siente muy bien dilatando los músculos interiores de mi culo. Se desliza con facilidad en mi interior gracias al lubricante, y yo comienzo a introducir la segunda bolita.

— ¿Te gusta? ¿Se sienten bien? —pregunta Mew con el aliento agitado.

—Si...muy bien...jefe —suspiro cuando la segunda cuenca ya ha entrado. Mis paredes internas se contraen a un ritmo delicioso. Pero aun así disfrutaría tener algo más grande.

—Quítatelas —me ordena Mew.

¿Quitármelas? ¡Pero se sienten tan bien! Con un quejido lastimoso obedezco el pedido de mi jefe. Jalo del rosario y expulso las dos cuencas suavemente. La presión que ejercen al salir me hace estremecer de gozo. Una vez afuera, me diento vacío y urgente.

—Vuélvelas a meter —ordena Mew. Ya no hay humor en su voz, solo un deseo profundo y primitivo.

Obedezco. Me lubrico un poco con los dedos e introduzco la primera cuenca nuevamente. Se desliza con facilidad la segunda vez. Cuando ambas están dentro de mí, empujo una tercera cuenca con dedos nerviosos. La presión en mi interior crece, de la misma forma que mis latidos. Mi polla vibra y algo de pre semen escapa de mí pero la ignoro. Me concentro en las deliciosas contracciones de mis paredes internas, y empujo una cuarta cuenca en mi interior. La cabeza me da vueltas y dejo escapar otro gemido.

—Una más, pequeño Gulf —ordena Mew.

Ya he olvidado cuantas cuencas tiene este puto rosario, pero le obedezco ciegamente. Empujo otra, y otra cuenca dentro de mí. El placer me enloquece y el aire duele en mi pecho. Con dedos urgentes intento empujar otra bolita más dentro de mí, solo para descubrir que se han terminado. Tengo todo el puto rosario dentro de mi culo.

—¡Vaya, te las has metido todas! —festeja Mew —que chico más sucio eres, Gulf ¡Hasta parece que quieres más!

—Quiero más —jadeo.

—Oh. Entonces ven aquí —me invita Mew con su voz irresistiblemente tentadora —No camines. Arrástrate hasta mí. Y ni se te ocurra expulsar las cuencas.

Me apoyo en mis manos y rodillas, con la totalidad del rosario metido en mi culo. Mientras me arrastro siento mis paredes internas palpitar en torno a las pequeñas cuencas de plástico, y el placer retumba en mi propio miembro inflamado. Conozco esa habitación de memoria, así que aun con la venda de seda negra en mis ojos sé perfectamente donde se encuentra la cama. Además puedo oír esa deliciosa voz de barítono guiándome, y el cítrico aroma de su loción de afeitar que me causa escalofríos. Me arrastro en cuatro patas hasta rozar la pierna de mi jefe con mi mentón. El calor de su muslo golpea mis labios y me estremezco nuevamente. Lo siento separar sus rodillas para que yo me acomode entre sus piernas.

—Muy bien, Gulf. Lo has hecho muy bien —acaricia mi cabello con sus dedos largos y fuertes, y su voz ronca es una caricia para mis oídos.

Siento su mano deslizarse por mi columna vertebral, despertándome otro escalofrió. Permanezco en cuatro patas sobre el piso, con sus manos deslizándose hacia la curva de mi trasero. Me da un sonoro bofetón en la nalga derecha y yo dejo escapar un gemido de sorpresa.

—¿Todavía quieres chuparme la polla? —me ofrece.

—Sí, jefe —respondo a modo de súplica.

La quiero más que nunca, pienso, la necesito.

Una vez más guía su glande hacia mis labios. Sentir su calor me enloquece. Lo beso antes de separar los labios y envolverlo. Adoro el sabor de Mew, adoro la firmeza de su polla sobre mi lengua. Muevo mi cabeza hacia atrás y adelante, engullendo hasta la mitad de su extensión.

Sus dos manos están acariciando mis nalgas, y sus caderas dan pequeñas embestidas hacia adelante para follar mi boca en profundidad. Pronto tengo su glande cosquilleando mi garganta y yo estoy luchando contra el reflejo de nausea.

—¿Esto era lo que querías, no es cierto? —dice mientras folla mi boca un poco más rápido.

Respondo con nos sonidos deseosos e incoherentes, pero si, es lo que yo quería. Pensar que desde que éramos niños he despreciado al irreverente y problemático Mew, tan distinto a mí. Y ahora no solo trabajo como su asistente en la empresa discográfica de su padre, sin que dejo que me folle casi todas las noches.

Su polla entra y sale de mi boca cada vez más rápido, robándome el oxígeno pero desbordándome de placer. La saliva chorrea por la comisura de mi boca y yo insisto, tomando cada vez más de su tamaño en mi garganta. Aumenta el ritmo de sus embestidas y yo se la chupo con más voracidad. Olvido mi propia erección causándome dolor entre mis piernas, me concentro puramente en el placer de mi jefe. Al cabo de unos minutos siento su miembro palpitando con furia contra mi lengua. Pronto se correrá, pienso mientras redoblo mis esfuerzos, casi puedo saborear su caliente y delicioso semen en mi boca cuando él jala del rosario con un movimiento vigoroso.

Arqueo mi cuello hacia atrás, escupiendo su miembro, y dejo escapar un grito agónico. Expulso todas las cuencas en menos de un segundo, y una ola furiosa de placer me golpea sin piedad.

—Creo que ya estás listo para algo más grande — ríe Mew. Lo escucho ponerse de pie y caminar hacia atrás de mí. Subo mis manos a la cama y me aferro al borde del colchón.

Mi culo todavía está contrayéndose gracias a la violenta expulsión de las cuencas, y siento a Mew lanzar un escupitajo en mi agujero. Una de sus manos fuertes me sujeta de la cintura y con la otra guía su polla dura hacia mi entrada. Siento su glande haciendo presión y gimo gustoso. Me penetra de un solo movimiento violento, gracias al lubricante y el trabajo de las cuencas. Pronto mi jefe está embistiendo en mi interior con locura. Yo me aferro a la cama y gimo sin parar, mientras el dolor en mi propia polla aumenta, pero es un dolor delicioso, uno que se mezcla a la perfección con el placer.

—Mierda, Gulf...Te sientes tan bien...—suspira Mew entre estocadas. Me gusta cuando olvida su rol de jefe dominante y habla en esa voz juvenil y hasta casi vulnerable. La misma voz con la cual he crecido. Me provoca un extraño estremecimiento, pero decido ignorarlo. Me concentro en el placer que recorre todo mi cuerpo, en lo perfecta que encaja su polla en mi interior.

Se mueve hacia atrás ya delante, penetrándome cada vez más profundo, sus manos se aferran a mi cintura con fuerza y lo oigo gruñir de placer. Las pulsaciones en su miembro aumentan y sé que se correrá pronto. Me muerdo el labio inferior mientras las corrientes eléctricas golpean toda mi espina vertebral, anticipando nuestro orgasmo.

Con un movimiento súbito me quita la venda de los ojos, sin dejar de follarme. Lo primero que veo son las paredes azules del dormitorio. Presiono mi mejilla contar la cama y con el rabillo del ojo lo veo embistiendo detrás de mí. Solo unas estocadas salvajes más y su semen me está desbordando. Chorrea por la cara interna de mis muslos mientras mis paredes internas aprietan su polla pulsante. Gimo de placer y Mew no deja de empujar con furia dentro de mí.

Se detiene y se inclina con su pecho sobre mi espalda. Ambos respiramos agitados mientras su miembro sigue latiendo en mi interior de manera más suave. Mew deposita un suave beso en mi hombro y se retira de mí. Mis paredes internas todavía palpitan con placer, ardidas y extrañando la dureza de mi jefe. Con suavidad, Mew me toma del hombro y me ayuda a subir a nuestra cama. Cuando me tumba sobre mi espalda, lo veo. Tiene el pecho y las mejillas rosadas por el orgasmo, las cuales le otorgan una apariencia irresistible. Sus labios generosos y algo andróginos están inflamados, seguramente se los ha mordido mientras me follaba, y eso me hace sonreír. Pero no tengo tiempo de contemplar la belleza de Mew, ya que rápidamente él es inclina sobre mi entrepierna.

¡Había olvidado mi propia erección! Arqueo mi espalda con un espasmo placentero cuando Mew la engulle de un solo movimiento limpio. Sus labios húmedos envuelven mi grosor y su calor me abraza. Miro hacia la parte inferior de mi cuerpo y encuentro sus enormes y redondos ojos negros observándome mientras su cabeza sube y baja. Enredo mis dedos en su cabello y acompaño sus movimientos. Me traga entero y en cuestión de segundos mi semen está escapando de mí con rabia. Mi cuerpo se sacude una vez más y vierto todo mi contenido en la garganta de mi jefe.

Mew traga hasta la última gota, y luego lame gustoso mi glande y mis muslos. También deposita sueva besos en mi estómago y mi pecho, hasta llegar a mis labios.

Nos besamos, y todavía se siente algo extraño ¿Por qué me he acostumbrado a follar a Mew, el hombre que se crio a mi lado como un hermano, pero besarnos todavía me desestabiliza? De todas maneras, sus labios son deliciosos. Húmedos y con mi sabor todavía en ellos.

—¿Te ha gustado? —me pregunta con una gran sonrisa agotada.

—Que pregunta tonta...—refunfuño. Trato de incorporarme pero Mew abraza mi cintura y apoya su rostro en la curva de mi hombro.

—¡Mi Gulf, siempre tan gruñón! ¿Por qué no puedes admitir que lo has disfrutado? —Mordisquea con cariño mi hombro y yo no puedo evitar sonreír.

—No me dejes marcas. Tu padre podría verlas —protesto una vez más.

Si ¿te imaginas que diría si se entera que su hijo y su hijastro están follando?

Un escalofrío me recorre. Tharn me ha adoptado cuando yo era un niño sin familia. Crecí bajo sus cuidados y junto a Mew, incluso en mi adolescencia creí estar enamorado de él. Hasta que me di cuenta que solo había confundido admiración con amor y atracción sexual. Si Tharn se entera de esto....no puedo dejar de verlo como una traición. La culpa forma un nudo en mi garganta y en mi estómago.

—Oye, relájate. Lo dije en broma —me sonríe Mew —Somos los dos adultos y no hay verdadero parentesco.

—Déjame. Debo darme una ducha —me quito sus brazos de alrededor y abandono la cama.

—Bueno, regresa pronto — me dice Mew en tono seductor.

—No creo que sea buena idea. Mañana tenemos que levantarnos temprano para trabajar. —refunfuño camino al baño.

Mew se levanta de la cama y corre una pequeña carrera hacia mí. Me toma entre sus brazos una vez más, desnudo, y el aroma de su loción mezclada con el sudor de su piel me estremece.

—Nadie dirá nada si llegamos tarde. Soy el hijo del jefe, de todas maneras. Y tú mi asistente. —ronronea en mi oído antes de besarlo. Pero yo me aparto de él. — Además, la discográfica ha sido un verdadero follón con todo este asunto del disco nuevo. Necesitamos relajarnos.

—Tu padre siempre ha dicho que eras un irresponsable —pesando, y me toma toda mi fuerza de voluntad apartarme de su cálido cuerpo. —Después de la ducha dormiré en mi cuarto.

—Gulf...—me reclama, pero yo me meto en el baño y cierro la puerta.

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