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CAPÍTULO 12

Ha llegado el lunes. Y un lunes más agitado que de costumbre en las oficinas del estudio discográfico; Mew finalmente ha logrado que la banda de hip hop de sus amigos firme el dichoso contrato, así que el papelerío me ha llevado toda la puta mañana. Su padre no está contento, así que se pasea por los pasillos dedicándole miradas sospechosas a su hijo. He contado una discusión y cinco miradas asesinas entre ellos en lo que va del día. Yo simplemente me concentro en mi trabajo, y secretamente, creo que este disco será un verdadero éxito. Es solo que a Tharn siempre le ha costado habituarse a los cambios.

Sacado eso, me ha costado trabajar con los dolores que tengo en todo el cuerpo. Pero dolor del bueno, ese que te recuerda lo bien que me han follado durante el fin de semana, Mierda ¡hace tanto que no sentía algo así! Sonrío y me muerdo el labio inferior, mientras acomodo los contratos sobre mi escritorio y recuerdo las cosas que Mew me ha hecho los dos últimos días. Creí que esas cosas solo pasaban en las películas porno, nunca creí que alguien me ataría a su cama, me amordazaría y me haría suplicar por ser follado. Peor me gusto. Me gusto demasiado y lo peor es que...creo que también me gusta Mew.

Tharn golpea la puerta de mi oficina.

—¿Gulf? ¿Estás ocupado? —me pregunta.

—Sí, pero adelante —me pongo de pie y abrazo a mi padrastro. Por primera vez en mi vida, sentirme rodeado por sus brazos no me provoca más que cariño. Un cariño inocente y sin insinuaciones sexuales.

—¿Te encuentras bien, Gulf? Tienes unas ojeras tremendas...¿tiene problemas para dormir? —me pregunta Tharn, alzando una de sus pobladas cejas algo grises.

—Sí, estoy perfecto. No te preocupes — le sonrío y lo invito a tomar asiento frente a mi despacho. No puedo decirle No he pegado un ojo en todo el fin de semana porque tu hijo no ha dejado de follarme el culo. —¿Cómo puedo ayudarte?

—Necesito que hagas entrar en razón a Mew —declara Tharn, preocupadísimo —¡Esto es una locura!

—¿Por qué? Lamentablemente la banda ya ha firmado — le señalo la pila de contratos en mi escritorio de los cuales todavía me falta sacar miles de copias para los abogados —Y realmente no tienes de que preocuparte. Creo que este disco será une éxito.

—Es que..ya conoces a Mew...—Tharn acude su cabeza. Yo me pongo de pie y camino hacia él.

—Lo conozco, pero creo que tiene un sexto sentido para estas cosas. Relájate. Deberías confiar más en tu hijo. Además ¿crees que yo permitiría que haga una locura con la empresa familiar?

Tharn sonríe por primera vez en toda la mañana. Hace mucho que no veía esa expresión en su rostro sutilmente arrugado. Esa sonrisa que años atrás podía ponérmela dura, ahora solo despierta un calor reconfortante en mi pecho.

—Tiene razón —me dice. Se pone de pie y me abraza nuevamente.

—Relájate, viejo. Y confía en Mew, es mucho más inteligente de lo que demuestra bajo esa fachada rebelde y despreocupada —le digo en forma cariñosa, y palmeo su espalda.

Me sorprende como el contacto físico tan íntimo con Tharn no me provoca absolutamente nada sexual. Tan solo una muestra de respeto y cariño., de admiración por el hombre que me ha salvado la vida ¡Que muchachito estúpido he sido!

Para el lunes habrás olvidado a mi padre, me ha dicho. Desgraciado ¡Realmente cumplió su promesa!

—¿Interrumpo? —la voz de Mew hace que rompamos nuestro abrazo., cuando me separo de Tharn veo que su hijo ha entrado en mi oficina sin que lo hayamos oído.

—Claro que no —dice Tharn.

—Solo venía a pedirle a Gulf que envíe los contratos por fax a la Asociación de Músicos. Están insistiendo con eso —explica con un mohín enojado.

—Ya mismo —respondo, y busco los papeles entre el caos de mi escritorio. Tanto padre como hijo abandonan mi oficina y yo reanudo mi trabajo por el resto del día.

Termina la jornada laboral y mi espalda y cuello duelen. Me levanto de mi escritorio, donde he estado sentado sin moverme las últimas dos horas, y todos mis músculos se sienten anquilosados. Estiro mis brazos y bostezo; no puedo esperar a llegar a casa y tener un buen revolcón con Mew, Eso me quitará la tensión laboral de encima. Una vez fuera de la oficina, descubro que él se ha ido a casa más temprano, sin mí. Ha tomado un taxi, así que mi auto todavía está en el estacionamiento. Me resulta extraño que no me haya esperado.

Conduzco a casa imaginando las mil cosas que deseo hacer con él. Cuando llego a nuestro piso, lo encuentro sentado en el sofá del living mirado televisión. Se ha duchado hace poco, lo sé porque su cabello oscuro está húmedo y chorreando agua en los hombros de su camiseta gris. También noto que tiene una expresión gruñona en su cara angelical.

—Hey ¿ya ha cenado, jefe? —le pregunto en modo juguetón mientras me acerco a él por detrás. Me inclino para abrazar sus hombros y besar su mejilla pero Mew se aparta, enojado. —¿Qué ocurre? —pregunto.

Mew apaga el televisor y se pone de pie para enfrentarme.

—Ocurre que nunca me ha gustado fracasar —dice en tono serio. No entiendo de que me habla, pero sus mejillas están ruborizadas.

—¿De qué estás hablando?

—¡Te he visto! —exclama —Te he visto hoy, abrazando a mi padre Lo quieres, ¿no es cierto?

—Por supuesto que lo quiero. Siempre lo querré. Tharn es cómo un padre para mí —explico con calma. Y una parte de mi quiere decirle que no lo amo, que solo ha sido un capricho de pre adolescente sobrecargado de hormonas. Que creo que podría amarlo a él con demasiada facilidad y demasiado pronto. Pero el miedo me hace cerrar la boca.

—Lo sabía —murmura Mew entre dientes —No hay manera de que yo compita con él.

—¿De eso se trata? ¿Una competencia entre padre e hijo? —pregunto.

—No —confiesa Mew —Me gustas, Gulf. Me gustas en serio, desde que tenía quince años.

Mi corazón se saltea un latido y una vez más, me quedo sin palabras.

—Pero tú lo amas a él. Y está bien, no me importa No me importa si follas conmigo pensando en mi padre, mientras yo pueda tenerte aunque sea unas horas. Me conformo con eso, si no tengo otra opción.

—¡Eres un reverendo idiota! — exclamo antes de tomarlo en mis brazos. Lo beso, muerdo sus labios y saboreo su lengua con frenesí. Mew recibe mis atenciones algo confundido, pero instantes después me estrecha en sus brazos con fuera y me arrastra a su dormitorio.

Le arranco la ropa entre gruñidos y caricias salvajes, ambos estamos más encendidos que nunca. Me encuentro completamente desnudo en cuestión de minutos, con mi polla dura y mis labios inflamados por los besos. Mew también esta desnudo, y con su polla durísima haciendo fricción contra la mía. Aterrizo de espaldas sobre su cama y él cubre mi cuerpo con el suyo.

Siento su lengua jugar con la mia y acaricio su espalda, ajustando nuestro abrazo todavía más. El calor me invade, y deseo tenerlo dentro de mí en este preciso instante. No puedo esperar. Pero Mew separa mis labios de los suyos y susurra:

—¿De veras me deseas a mí? ¿No a mi padre?

Es la primera vez en mi vida veo una expresión tan insegura en su cara. Eso me hace sentir poderoso. Otra vez esa oleada de calor en todo mi cuerpo advirtiendo que yo estoy en control. Le respondo tumbándole espalda sobre su propia cama. Mew sonríe mientras yo deposito besos en su pecho, estómago y entrepiernas. Me encantaría saborear esa polla entre mis labios, besarla y tragarla casi completa. Pero ninguno de los dos tiene tiempo para ello. Simplemente escupo sobre ella y desparramo mi saliva con mis dedos. Me siento a horcajadas de su cuerpo con una urgencia salvaje y comienzo a descender sobre su erección. Mew me toma de la cintura y me ayuda a enterrarme sobre su grueso miembro. Yo desciendo lentamente, disfrutando esa deliciosa mezcla entre dolor y placer, hasta que su glande ha llegado al punto más profundo de mi interior. Mis músculos internos lo ajustan con una fuerza que nos hace gemir a ambos, yo comienzo a verme.

Subo y bajo, cabalgando la polla de mi jefe y haciéndonos gozar ambos por igual. Mew se aferra a mi cintura y me hace moverme cada vez más rápido. No hay juguetes, ni sogas ni mordazas de por medio, solo el cuerpo de Mew fundiéndose con el mío. Y eso es más que suficiente. El calor me sofoca y sigo moviéndome en forma cada vez más furiosa, con mis manos apoyadas en su pecho cubierto de sudor. Lo monto con furia hasta que mis interiores arden, llenándome de un dolor exquisito, hasta que no hay límites entre su cuerpo y el mío.

Oigo a Mew gemir mi nombre y su polla vibra en mi interior. Su voz desata mi orgasmo y todo mi cuerpo se sacude. Me sostiene en sus brazos mientras me llena con su semen, yo continúo moviéndome como un loco, y mis músculos internos se contraen rítmicamente, vaciando su polla de la última gota de semen.

Me desplomo agotado sobre su cuerpo, con su polla todavía enterrada en mi culo y latiendo suavemente. Mew me recibe ente sus brazos y besa mi frente.

—¿Eso ha respondido su pregunta, señor jefe? —susurro contra su pecho. Mew sonríe y me besa, agitado y satisfecho.

Me rodea con su brazo, haciéndome imposible regresar a mi dormitorio. Yo descanso mi rostro en la curva de su cuello y lo miro. Lo miro sonreír de felicidad mientras se queda dormido y me doy cuenta que mis palabras lo han tranquilizado. Entre sus brazos cálidos, y con el placer todavía latiendo por mis miembros, descubro el enorme poder que tengo sobre mi joven jefe. Tan solo un revolcón ha bastado para calmar sus ansias y hacerlo feliz. Tal vez, a pesar de que yo sea el sumiso en nuestros juegos, el verdadero control reside en mí. Eso me complace.

Miro su sonrisa y como los pequeños mechones de su cabellos azabache acarician su rostro. Yo también lo acaricio mientras duerme, y antes de quedarme dormido entre sus brazos, me pregunto si esto es amor.

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