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CAPITULO 08

𝐓𝐇𝐄 𝐁𝐎𝐒𝐒'𝐒 𝐋𝐎𝐕𝐄𝐑

Al contrario de todas mis expectativas, convivir con Mew Suppasit ha resultado increíblemente pacifico. Y hasta monótono. No hay mucha diferencia entre mi rutina anterior en casa de su padre y la que me embarga todos los días; me levanto al amanecer, preparo el desayuno, limpio un poco la casa. De hecho, el piso es un poco más chico así que me lleva menos esfuerzo mantenerlo en orden. Y Mew es mucho menos exigente con respecto al menú ¡Incluso hasta me ayuda a cocinar y lavar los platos! Algo está tramando, a mí no me engaña.

A media mañana ya nos avocamos a los asuntos laborales; aquí es donde mi trabajo se torna más exhaustivo que de costumbre. Mew no tiene tanta soltura para la parte engorrosa del trabajo, como los contratos y el papelerío legal, y asistir a su padre durante tantos años me ha dado el conocimiento necesario para encargarme de eso. Lo que Mew si posee a montones, es un magnetismo increíble para cerrar tratos. Su naturalidad hace que los músicos no lo piensen ni dos segundos antes de firmar un contrato. Esta semana la ha pasado ultimando los detalles para producir el primer álbum de unos amigos de su Universidad que mezclan hip hop con rock. Los he escuchado cuando Mew puso uno de sus demos en el reproductor de música anoche mientras cenábamos. No soy fanático de ese estilo musical pero estos chicos suenan bien. Sé que Tharn no aprueba la decisión de su hijo, pero honestamente creo que esto le dará un giro positivo a la empresa.

Luego de trabajar, regresamos a nuestro piso cerca del centro. Yo cocino la cena, aunque la mayoría de las veces Mew prefiere pedir comida hecha, y luego él se dedica a mirar televisión en el sofá de la sala o a escuchar música en su móvil mientras yo me retiro a mi dormitorio a leer. Extrañamente, no ha hecho ninguna otra de sus locuras. No se ha escabullido en mi dormitorio a mitad de la noche, no me ha vuelto a pedir que duerma a su lado, ni me ha puesto un solo dedo encima. Ni siquiera me dedica sus miradas lascivas e incendiarias.

Y me he encontrado las últimas noches en vela, acurrucado en mi cama esperando en vano que Mew irrumpa en mi dormitorio con sus caricias salvajes, su cabello desordenado y su cuerpo ardiente. Pero no lo hace, y eso me molesta. Y me molesta que me moleste. Me odio a mí mismo por terminar haciéndome la puñeta en la oscuridad de mi cuarto, frustrado y enfurecido.

¿Acaso me ha acorralado una vez más? Luego de correrme no siento placer ni gozo, apenas un alivio físico y un hastío mental. La sensación de que esto no es suficiente. Todavía me queda el orgullo suficiente para no escabullirme en su dormitorio y pedirle que me folle ¡Nunca más volveré a suplicarle! Prefiero matarme a puñetas antes que mostrarle un ápice de debilidad a este manipulador.

¡Y durante el día se comporta tan amable y simpático! Siempre sonriéndome en forma inocente, como si jamás hubiese ocurrido nada entre nosotros.

Definitivamente, me está poniendo otra trampa. Si tan solo pudiera descifrar cual es...

Pero hay algo más que me molesta, el hecho de que cada vez fantaseo menos con Tharn y más con su hijo. Por más que intente borrarlo de mi mente, sus cabellos castaños y su sonrisa luminosa siempre aparecen al momento de mi clímax. Y lo odio por eso.

Hoy no lo he visto en todo el día. Para variar, se ha despertado antes que yo y condujo al estudio por su cuenta. Todo este asunto con la nueva banda de hip hop lo tiene con la cabeza en las nubes ¿será por eso que no me pone un dedo encima? ¿Y por qué eso me molesta? Debería sentirme aliviado. Es lo que yo le he dicho ¿no es cierto? Que me dejara en paz. Me lo cruzo por los pasillos de la oficina y noto que lleva el ceño fruncido. Se puede percibir el stress que lleva encima, y hasta casi me preocupo por el muchacho. Tan ensimismado estoy con mis pensamientos que no me doy cuenta cuando me choco con Tharn en el pasillo del estudio.

—¡Gulf! —me saluda Tharn con su usual tono amistoso y profundo. Lleva un cuello de tortuga gris que resalta sus ojos oscuros y su cabello prolijamente peinado. Hacia tanto que no veía esa sonrisa paternal y avasallante que me tiemblan las rodillas.

—Tharn...yo... Disculpa, no te vi —me tiembla la voz ante su presencia. Desde que me mudé con su hijo, casi no he tenido tiempo para llamarlo por teléfono. Me siento culpable ahora que lo tengo cara a cara, pero él tan solo sonríe, sin el más mínimo reproche.

—Se ve que tu nuevo jefe te tiene muy ocupado —ríe Tharn —¿Cómo va todo por allí?

—Bien, bien —asiento ¡no puedo contarle lo que realmente está ocurriendo!

—Se te ve bien, Gulf, Se nota que la libertad te hacía falta.

¿De qué coños está hablando? ¡¿Cómo se me puede ver bien si su hijo me está volviendo loco?! Pero no digo nada, tan solo le devuelvo la sonrisa.

—Es Mew quien me tiene preocupado...—sacude su cabeza.

—¿A qué te refieres?

—Todo este capricho con esa banda de hip hop...No es la primera vez que quiere producir a una banda de amigos suyos, pero nunca lo he visto tan persistente con un proyecto.

—No deberías preocuparte. Los he oído, son muy buenos. Creo que serán un cambio refrescante para la carpeta de la compañía. Tal vez no traigan ganancias muy significativas el primer año, pero cambiar la imagen de la discográfica, modernizarla y abrirla a un público más joven, sin duda es una inversión a largo plazo —me encojo de hombros y Tharn me mira asombrado.

—Está bien, si tú lo dices. Confío en tu criterio. Mew es muy afortunado por tenerte a su lado, así como yo lo fui cuando eras mi asistente. — Suspira Tharn, y coloca su mano en mi hombro en forma suave y paternal.

Sentir el peso de su mano fuerte y masculina despierta un viejo y familiar escozor. Otra vez me encuentro observando esos ojos oscuros, severos y cálidos al mismo tiempo. Mis rodillas tiemblan y trago saliva, recuerdo todas las veces que me he perdido en esos ojos, que he soñado con esas manos y esa voz envolviéndome. Y al mismo tiempo, no se siente igual que de costumbre. Las emociones en vez de invadirme y golpearme, tan solo me producen una calidez afectuosa.

—Gulf ¿Qué ocurre?? —Me dice Tharn —Sabes que estoy muy orgulloso que finalmente te hayas independizado pero también sé lo difícil que puede ser mi hijo. Si te sientes mal y deseas volver a casa, las puertas están siempre abiertas.

¡Mierda! El momento que he esperado por semanas...¡La oportunidad de dejar toda esta locura detrás y volver con mi amado Tharn! ¡La movida perfecta para vencer a Mew en todos sus jueguitos! ¡Volver con su padre y mandarlo a cagar de una vez por todas! La euforia estalla en mi pecho, y sin embargo, mi respuesta es:

—Gracias, Tharn. Pero por el momento me quedaré compartiendo piso con Mew.

Ni yo mismo puedo creer mis palabras cuando brotan de mi boca ¿Acaso estoy loco? ¡Dejando pasar esta chance de oro!

—Me alegra. Pero si cambias de opinión ya sabes dónde encontrarme ¡Y envíame un mensaje de tanto en tanto! —me regaña antes de despedirse.

Paso el resto del día envuelto en una neblina extraña de confusión. Mi vida parece irreal por momentos. Como si fuera una película proyectada frente a mis ojos ¿Acaso tomé la decisión correcta? ¿Por qué me he negado a regresar con Tharn, el hombre al que secretamente amo, para seguir torturándome con su hijo, el muchacho que más me irrita?

Termino mi trabajo en el estudio y me doy cuenta que Mew ha regresado a casa más temprano. O tal vez yo me pasado de mi horario de salida ordenando papeles y contratos. Como sea, cuando llego a nuestro piso el cielo ya está negro y sin estrellas. Aparco mi auto en el pequeño garaje privado y entro al apartamento. Las luces están encendidas y a simple vista, no encuentro a Mew por ningún lado. Me quito el abrigo y arrojo mi maletín un lado. Entro a la cocina con ánimo de prepararme un café cuando oigo la voz de Mew llamándome.

—¿Gulf? ¿Podrías venir por favor? —su voz suena extrañamente dócil y suave.

—¿Dónde estás? —pregunto mientras sigo su voz.

—En el baño. Entra, por favor.

Suspiro por lo bajo, consciente de que estoy metiéndome solito en otra de sus trampas. Pero aun así le obedezco y camino hacia el baño con un miles de punzadas en mi estómago y entre mis piernas. Tomo un respiro hondo y trago saliva antes de abrir la puerta del baño. Cuando lo hago lo encuentro inmerso en la bañera con la espuma del jabón cubriendo hasta su cintura. Su pecho delgado esta descubierto, brillante por el agua, irresistible, cálido y tentador. Su cabello castaño esta empapado y pegado a su cabeza, y sus ojos negros se ven todavía más redondos y profundos, si es que eso es posible. Me dedica una sonrisa malévola al verme entrar al baño.

—¡Sorpresa! Finalmente nos han instalado la bañera —me dice en un tono de voz que me provoca escalofríos.

—¿Y para eso me molestas?

—Vamos, esa no es manera de hablarle a tu jefe —me regaña en forma juguetona —He tenido un día agotador...ven aquí y enjabóname la espalda.

—¿No puedes hacerlo solo?

—¡Soy tu jefe y debes cumplir mis deseos!

—¡Soy tu asistente, no es mi trabajo enjabonarte!

Sin embargo, basta una mirada de esos abismos negros para que yo entre al baño y me arrodille en el piso, detrás de su espalda. Tomo la esponja de sus dedos y comienzo a refregar la piel de su espalda musculosa con movimientos lentos y circulares.

—Así es, Gulf. Se siente muy bien —ronronea Mew, y debo confesar que su voz rápidamente me provoca una erección. —Ahora mi pecho.

—¿No puedes enjabonar tú tu propio pecho?

—Hazle caso a tu jefe.

Me adelanto sobre mis rodillas y extiendo mi mano hacia su pecho. Acaricio sus pectorales suavemente con la esponja, llenándolos de espuma jabonosa. Mi rostro queda en la curva entre su cuello y su hombro y el aroma de su piel me embriaga. Observo su cara con el rabillo del ojo; tiene una expresión placentera y malévola en sus ojos de hielo, y mi miembro palpita más duro. Mueve su rostro lentamente hacia el lado y sus labios quedan a milímetros de mi mejilla.

Puedo sentir su calor y mi excitación crece en forma desmedida.

—Pobrecillo mi Gulf...he estado tan ocupado con el trabajo que te he descuidado. —suspira contra mi mejilla. Su aliento caliente me hace estremecer, pero intento disimular.

—No digas idioteces.

—Dime ¿te has estado tocando esta semana que te ignoré? ¿Has estado pensando en mí?

No respondo, tan solo enjabono su pecho con la esponja, dibujando intrincados diseños con la espuma y deleitándome en secreto con los trozo de piel desnuda y brillante que puedo deslumbrar bajo el agua. Veo sus pezones amarronados y no puedo evitar pensar en morderlos, en hacerlo gruñir en castigo por cómo me está humillando. Pero solo continúo mi tarea, y mi polla late cada vez más duro mientras toco su piel. Desearía tirar esa esponja a la mierda y sentir su piel desnuda con mis propias manos, resbalosa y caliente. Desciendo por su estómago flexionado y Mew sonríe satisfecho. Sus mejillas han cobrado un adorable tono rosado que solo puede adjudicarse a la lujuria. Deja escapar los más tentadores gemidos de placer mientras lo toco, y cada sonido que escapa de su garganta resuena en mi erección.

Mierda, lo ha hecho una vez más.

—Gulf...chico sucio, mira lo que has logrado...—susurra contra mi mejilla.

Mis ojos van hacia el agua y descubro su erección enrojecida asomando entre la espuma. Instintivamente me muerdo los labios y mi mente se pone en blanco durante un momento. He visto a Mew desnudo varias veces de niños, pero nada se compara a esto. También he sentido su polla dura durante nuestros jueguitos, y siempre me he preguntado por qué no desquitaba su pasión conmigo. La he imaginado más veces de lo que me gustaría admitir las últimas veces que me masturbé, pero ahora, tenerla frente a mis ojos es impresionante. Es más larga de lo que imagino, pero aun así tiene un grosor importante Su glande apunta hacia arriba teñido de un rosado profundo, y algunas venas azuladas recorren su grosor en forma caprichosa.

—¿Te gusta la polla de tu jefe, Gulf? Quieres tocarla? —me invita Mew con un suspiro ronco contra mi mejilla. Luego deliberadamente acaricia mi piel con su lengua, y esa suave y húmeda caricia me termina de enloquecer.

—Estás loco...—suspiro, pero no puedo evitar que una sonrisa se curve en mis labios.

—Te gusta, puedo notarlo —Mew deposita un suave beso en mi mejilla. Es la primera vez que hace algo así, y mi miembro se contrae con violencia entre mis pantalones.

Me muerdo mi labio inferior antes de dejarme llevar por la locura, Abrojo la esponja a un lado y sumerjo mi mano en el agua caliente. Envuelvo su polla con mi palma y su calor me impresiona. Mew hace una ínfima contracción de placer cuando lo toco, y eso me entusiasma todavía más. Su polla mojada y caliente se siente increíble en mi mano. Contemplo su dureza y su grosor con mis dedos, y dibujo unos pequeños círculos alrededor de su glande con mi pulgar.

—¿Te gusta la polla de tu jefe? —me pregunta con otro suspiro ronco. Es increíble como su voz se asemeja a la de su padre. Y sin quererlo, recuerdo cuantas veces he fantaseado hacer algo así con Tharn; masturbarlo hasta dejarlo seco mientras gime mi nombre.

Pero hacer esto con su hijo se siente extrañamente mejor. Comienzo a subir y bajar mi mano por toda la longitud de su polla, maravillándome con cada sonido que escapa de su boca. Su pecho y su estómago se contraen por el placer, haciendo que sus suaves músculos se ven irresistibles bajo la brillante capa de agua y jabón. Lo escucho jadear mientras acelero mi ritmo, y sonrío cuando su polla palpita en mis manos.

Ahora soy yo quien tiene el control: son mis manos las que hacen que el jefe se retuerza de placer. Mi pequeña venganza personal contra Mew, que sepa con que cálida puedo controlarlo y hacerlo correrse. Mi mano sube y baja cada vez más rápido, asombrado por su resistencia, y veo como sus parpados están apretados y sus labios forman un círculo perfecto mientras goza. Yo tengo el dominio ahora, yo soy el dueño de su placer.

Incluso pienso en detenerme y arruinar su orgasmo ¿Por qué no? ¿Cuántas veces me lo ha hecho él? Pero continúo hasta que veo los gruesos borbotones blancos brotar con furia de su polla. Lo hago porque verlo correrse en la bañera, jadeando y gimiendo rodeado de jabón, me causa un placer exquisito.

El agua salpica a mi alrededor y yo sonrío satisfecho mientras mi jefe se contrae de placer en mis manos. Acaricio su polla un par de veces más, a un ritmo más lento mientras sus pulsaciones se tornan suaves. Mew se queda inmóvil, con el agua hasta el cuello, los ojos cerrados y una sonrisa de felicidad en sus labios sonrojados. Durante esos instantes silenciosos, no puedo evitar notar lo hermoso que es. La paz en su expresión alimenta los latidos de mi propio miembro. Cuando abre sus ojos, y me mira, me parecen más luminosos y profundos que nunca. Hay una invitación tácita en ellos, que me hace temblar las rodillas.

Retiro mi mano del agua y me pongo de pie. Tomo una toalla de mano y limpio el jabón y el semen de ella en forma sistemática. Cuando giro mi rostro hacia la bañera, noto que Mew se ha puesto de pie. El agua chorrea por sus muslos y mi corazón late a destiempo. Su cuerpo brillante por el agua me deja sin aliento. Su polla ya ha perdido toda dureza pero aun así pienso en rodearla con mis dedos. Mis ojos se desvían por la forma delgada pero fuerte de su cuerpo, con los bíceps torneados, el pecho plano y el abdomen firme y todavía algo juvenil, con las irresistibles matas de vello café oscuro que dirigen la vista hacia su entrepierna.

—Trae una toalla. Seca a tu jefe —me dice Mew con un tono de voz que suena más a invitación que a orden.

Yo refunfuño en señal de protesta, pero aun así busco una toalla grande y me acerco a él. Sonríe mientras yo rodeo mi cuerpo con ella, y con mis brazos. Nuestras bocas comparten una proximidad amenazante, y puedo sentir su aliento cálido y perfumado contra mis labios. Me estremezco una vez más, y mi miembro late con fuerza entre mis piernas.

Sus ojos están fijos en mi rostro, pero yo intento huir de su mirada mientras seco sus hombros, sus brazos y su pecho. Su piel se siente irresistiblemente caliente , atravesando el grosor de la tela mullida, y yo solo puedo pensar en tocarla y besarla. Trago saliva y continúo mi tarea en forma estoica. Mew deja escapar una risita grave mientras yo acaricio su estómago con la toalla. Me inclino un poco para secar sus muslos, uno por uno.

Cuando vuelvo a alzar mi vista encuentro su sonrisa tentadora y sus pupilas dilatadas. Me cuesta horrores mantener la compostura. Siento un horrible impulso de besarlo, de morder esos labios llenos y saborear su lengua. Varias veces he fantaseado con besar a su padre, pero de una manera diferente. Ahora solo pienso en devorar al hijo. Mi polla late bajo mis pantalones con urgencia y dolor, recordándome lo mucho que necesito algo de alivio.

—¿Esta contento ahora, jefe? —le pregunto en tono monótono, dejando ver algo de desafío en mi voz. No importa cuánto necesite su polla en mi culo, debo dejarle ver que nunca tendrá control sobre mí.

—Mucho, Gulf. Eres un muchachito muy obediente —me responde con una sonrisa exquisita, y mi erección duele más todavía.

Mew da otro paso al frente, haciendo la distancia entre nuestros cuerpo inexistente. Rodea mis hombros con sus brazos calientes y perfumados y yo creo que voy a desvanecerme. Mi labio inferior tiembla un poco y mis latidos se aceleran. Dios, necesito correrme ya mismo. Como sea...que me toque...que me la chupe...no me importa. Solo necesito sentir a Mew Suppasit en mi cuerpo. Dentro de mi cuerpo, pulsando y embistiendo sin piedad. Dejo escapar un suspiro doloroso y me quiebro. Sus ojos oscuros descienden por mi cuerpo, y mi jefe sonríe al descubrir mi miembro duro.

—Te has portado muy bien, Gulf. Sin duda mereces una recompensa —me dice, y yo me estremezco una vez más. Imagino sus dedos bajando mi cierre ya siéndose alrededor de mi erección, pero en su lugar vuelve a posar sus ojos en los míos —Mañana.

Siento que voy a estallar. No solo por el dolor de mi propia erección, sino por la furia que se desata en mi estómago. Creo que mi pecho va a partirse en dos de la rabia. Mew se cubre el cabello mojado con la toalla y camina hacia la puerta del baño.

Lo jalo del brazo en forma violenta y él sonríe, satisfecho pues una vez más ha ganado en su juego.

—¡¿Estás demente?! ¡No vas a dejarme así de nuevo! —le espeto. Pero él solo ríe en forma cristalina.

—¿Qué quieres decir, mi pequeño Gulf? ¿Acaso me deseas?

Trago saliva, tratando de calmarme. Jamás admitiré mi derrota.

—Yo no he dicho eso. Pero si se me pone dura, necesito alivio. Es un hecho biológico natural —respondo con voz temblorosa, y suelto su brazo.

—Pues si no es a mí a quien deseas, entonces puedes arreglártelas solo — responde Mew.

—¡No quiero arreglármelas solo! —aúllo —¡Tú has provocado esto, tú lo solucionarás!

Mew me mira como una bestia acechando a su presa. No sé cómo, pero de alguna manera he caído en su trampa una vez más. Los latidos en mi polla resuenan en mis sienes, causándome un dolor horrible y un calor sofocante.

—Eso significa...¿Qué me deseas? —da otro paso hacia mí, hasta que nuestros labios están casi rozándose.

Respiro hondo, tratando de huir de esos labios tan carnosos y tentadores, del calor de su cuerpo y de la locura que me provoca su presencia. Una locura mil veces más salvaje y desenfrenada que la que me causaba su padre.

—Dilo, Gulf —ronronea contra mi boca —Dilo y tendrás tu recompensa.

Cierro mis ojos y lo que he tratado de negar durante tanto tiempo finalmente me sobrecoge.

—Te deseo — susurro en tono casi inaudible. Pero Mew me oye, me oye y sonríe a más no poder. Afortunadamente, no es tan cruel para hacérmelo repetir.

—Yo también te deseo, Gulf. Hace muchos años —susurra contra mis labios, y sus palabras hacen que mi corazón se salte de un latido ¿Hace muchos años? ¿Qué coños significa eso? De todas maneras, estoy demasiado ofuscado para preguntar. Solo deseo fundirme con su cuerpo ardiente.

Casi puedo sentir sus labios rodeando los míos, su lengua en mi boca y sus manos en mi polla, cuando Mew se retira.

—Mañana —me dice mientras camina hacia la puerta del baño— —Mañana es sábado, te compensaré todo el fin de semana por el tiempo perdido.

¡Voy a asesinarlo!

—¡Ya te he dicho que no voy a masturbarme esta noche! —le grito, en un inútil y desesperado intento.

—Precisamente, mi querido Gulf. Tienes prohibido hacerte la puñeta. Quiero que reserves toda tu energía para este fin de semana.

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