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CAPITULO 07

𝐓𝐇𝐄 𝐁𝐎𝐒𝐒'𝐒 𝐋𝐎𝐕𝐄𝐑

El apartamento que ha elegido Mew definitivamente no refleja su personalidad; es un piso de diseño minimalista con altas paredes blancas, cocina americana y tres dormitorios. Está a cinco minutos del estudio de grabación y a diez de la oficina discográfica. A veinte de la casa de Tharn

Los empleados de la mudanza han pasado toda la mañana cargando y descargando las cajas con mis pertenencias, en su mayoría libros. Mi nuevo dormitorio colinda peligrosamente con el de Mew, lo cual me despierta un entusiasmo preocupante. El hijo de Tharn ha estado ausente casi toda la mañana, mientras que yo he ayudado a coordinar la mudanza. Ya es casi de noche y todos los empleados han partido, luego de una generosa propina, dejando un caos un poco más controlable en el flamante apartamento. Hasta casi creo que me gustaría vivir aquí.

Luego de haber ordenado la cocina y dejado la sala de estar más o menos decente, me encierro en mi nueva habitación a ordenar los libros de mi biblioteca. Con la ayuda de una escalera portátil, estoy poniendo ordenando alfabéticamente por autor el primer estante de mis libros. Pero todavía me cuesta concentrarme ; ¿Qué ocurrirá ahora? ¿Estoy loco por aspirar a un periodo de paz viviendo junto a Mew Suppasit? Si bien el viejo Tharn tenía razón, abandonar la casa en la que viví toda mi vida me ha dejado con aires renovados, Tal vez esta nueva etapa no sea tan mala, si logro mantener a Mew a raya. Solo debo ayudarlo con el papelerío de la discográfica, algún que otro recado....no muy diferente a lo que hacía por su padre.

Dios, extrañaré a Tharn. Su mirada compasiva, su voz de terciopelo, su amabilidad ¿Cómo pueden padre e hijo ser tan distintos?

Estoy inmerso en esos pensamientos cuando siento sus manos envolverme. Me sacudo por la sorpresa y los libros que tenía en las manos caen al piso.

—¡Idiota! ¡¿Qué haces?! ¡Podríamos matarnos! —le grito mientras me aferro a la escalera con ambas manos. Mew ha subido y está abrazándome por detrás, refregando su polla desvergonzadamente contra mi culo.

—Has hecho un hermoso trabajo con la casa, Gulf. Estoy orgulloso de ti — dice mientras besa el punto debajo de mi oreja. Sentir sus labios caliente y el aroma cítrico de su loción me hace temblar. Lucho por desembarazarme de él y terminamos volteando la escalera. Ambos caemos al piso con un sonoro estruendo, la escalera aterriza a nuestro lado junto con una pila de libros.

—¡Eres un imbécil! —le espeto con el rostro acalorado.

—Oye, oye ¡no es manera de hablarle a tu nuevo jefe! —me dice mientras acaricia su propia cabeza, justo donde un grueso libro lo ha golpeado.

—Tú no eres mi jefe —mascullo enojado.

—Oh...¿entonces que somos? —dice Mew en modo juguetón, y se arrastra sobre sus manos y rodillas para acercarse hacia mí — Vivimos juntos, y jamás te he considerado mi hermano.

—Yo tampoco te considero mi hermano —me apuro a contestar mientras permanezco sentado en el piso rodeado de libros desordenados. Mew repta peligrosamente hacia mí, contagiándome de su calor.

—Perfecto. Porque sería muy sucio follar si somos hermanos. Aunque nada te ha impedido hacerte la puñeta con mi padre ¿verdad? ¿Te detendría si fuéramos hermanos, chico morboso?¿ O eso te encendería todavía más?

Los labios de Mew casi rozan los míos, veo esos ojos oscuros entrecerrados buscando mi boca y me aparto. —Déjame en paz. —respondo con el corazón a punto de estallar.

—Solo quiero dejar las cosas en claro. Vivimos bajo el mismo techo, comemos juntos, trabajamos juntos, te he hecho correrte en varias ocasiones. Pero no somos amigos, ni mucho menos hermanos. ¿Amantes, entonces? ¿O prefieres agregarle azúcar y decir novios?

—¡No! —le grito con mi paciencia agotada —¡De acuerdo, eres mi jefe!

Mew sonríe, satisfecho ¡Con que facilidad logra acorralarme siempre!

—Dilo de nuevo. —me pide con suave voz de comando.

—Eres mi jefe, Mew. —respondo hastiado, todavía escapando del roce de sus labios. Aunque todo mi cuerpo palpita por averiguar a qué saben.

—¿Y harás todo lo que yo te pida?¿Me obedecerás como obedecías a mi padre? —susurra en mi oído mientras su nariz acaricia mi cabello. Un escalofrío me recorre.

—Si —jadeo, embargado por el calor —Lo prometo.

Mew deja escapar una irresistible risita en mi oído. Mi polla comienza a cosquillear bajo mi ropa y su aroma cítrico me vuelve loco.

—Bien. —aprueba mi nuevo y joven jefe —Duerme conmigo. —¡Estás loco!

—Tu nueva cama todavía no ha llegado —apunta Mew al rincón vacío de mi dormitorio donde debería estar mi cama.

—Dormiré en el sofá.

—Es de mala suerte pasar en el sofá la primera noche en una casa nueva. —me explica muy serio.

—¡te has inventado eso recién!

—Si —ríe el muchacho de cabellos castaños, y debo confesar que suena adorable —¡Vamos! Duerme conmigo.

Me toma de la mano y besa mis nudillos, sin apartar sus redondos ojos claros de los míos. Honestamente, me es imposible resistirme a algo así.

—Bien ¡Pero solo porque no quiero romperme la espalda durmiendo en el sofá! —accedo, tratando de ocultar mi nerviosismo.

—¡Pues claro!— Mew se pone de pie entusiasmado, y me jala del brazo para ayudarme a levantar del piso.

Luego de un baño rápido en una ducha sin cortinas, me encuentro en la mullida cama king size de Mew. Todavía no hay calefacción en su inmenso dormitorio, apenas más espacioso que el mío, así que me acurruco sobre mi propio estómago, tratando de crear una barrera con los pesados cobertores entre el cuerpo de Mew y el mío. Para mi sorpresa, no intenta nada raro. Tan solo apaga la luz una vez que yo estoy en la cama y se dispone para dormir. Pero yo siento la proximidad de su cuerpo, el calor que emana de su piel invitándome a tocarlo, a rozarme contra él. También siento el calor de sus nalgas contra las mías y me estremezco.

Pero Mew no hace nada. Sé que está despierto, puedo sentirlo. Per no intenta ninguna de las locuras que ha hecho mientras vivíamos bajo el techo de su padre.

—Vas a dejarme dormir en paz ¿no es cierto? —mi voz rompe el silencio de la noche.

—Por supuesto, he dicho duerme conmigo, no folla conmigo —responde Mew desde abajo de los cobertores.

Y respondo con un suspiro. Debería sentirme aliviado pero en su lugar....

—¿Estás decepcionado? —me pregunta en su tono tramposo y lascivo.

—Solo déjame en paz —refunfuño.

—Si lo estás —declara orgulloso, y lo siento moverse bajo las sábanas. Sé que me está mirado, pero yo le ofrezco mi espalda. No me animo a observar su rostro en la oscuridad. Si lo hago, perderé el control otra vez. Lo sé. Y no puedo darme ese lujo.

—¿Desde cuándo follas hombres? —le pregunto con un suspiro ronco.

—¿Desde cuando estás caliente con mi padre?

—Lo que yo siento por tu padre tu jamás podrás entenderlo. No se trata de sexo.

—Oh pero te gustaría que mi padre te de por el culo ¿verdad? Eso lucia cuando te encontré en tu cuarto hace un par de noches...gemías su nombre...

La rabia me invade y giro en la cama, hasta que nuestros rostros están peligrosamente cerca. Le muestro los dientes mientras mi cara arde de furia, pero Mew tan solo sonríe como un niño.

—Me encanta provocarte —confiesa —Enojado te ves todavía más lindo.

Respiro hondo. Esta vez no va a ganarme. Me calmo, pero permanezco acostado frente a él. Tiene el pecho desnudo, y contemplar el pequeño rincón de piel que asoma por debajo de las sábanas me enciende un poco. Pero no puedo dejarme llevar. Ni por sus mechones marrón acariciando sus hombros desnudos o el brillo fantasmal de sus ojos negros en la oscuridad.

—Creo que mejor vuelvo al sofá —digo mientras intento incorporarme. Debo huir. Debo huir de Mew. Pero el muy desgraciado me sujeta de la muñeca con una suavidad a la cual es imposible negarse. La palma de su mano se siente como la seda contra mi muñeca.

—¿Por qué? —insiste sin soltar mi mano.

—Esto es una locura —sacudo mi cabeza pero me dejo caer nuevamente en la cama, rendido. Giro sobre mi lado izquierdo una vez más. Pienso que si no le veo la cara a Mew me será más fácil resistirme. Pero mi miembro ya ha empezado a cosquillear entre mis piernas. Y cuando siento su brazo envolver mi estómago y su pecho cálido contra mi espalda, todo mi cuerpo vibra.

—¿Qué ocurre, pequeño Gulf? ¿No puedes dormir? —susurra en mis oído antes de morder mi lóbulo. Siento su polla ardiente contra la curva de mis nalgas y mi propio miembro pulsa con violencia.

—No contigo molestándome de esta manera ¡Y deja de llamarme así, soy tres años mayor que tú! —refunfuño. Mew ríe por lo bajo y sus dedos descienden por mi pecho. Encuentran uno de mis pezones endurecidos y lo pelliza por encima de mi camiseta. Aun así, despierta un relámpago de placer que me hace gemir y ajustarme todavía más contra la curva de su cuerpo.

—¡Que malhumorado! Creo que necesitas aliviar un poco de tensión, Gulf. Te sentirás mejor después — susurra en mi oído, y su mano desciende hacia mi entrepierna. Lo siento sorne ir contra mi lóbulo cuando encuentra mi erección. Su mano se desliza bajo el elástico de mi ropa interior y abraza mi durísimo miembro. El calor envolvente de su mano me hace gemir, y siento su sonrisa contra mi oreja.

¿Debería decirme que me suelte? Imposible cuando lo estoy disfrutando tanto. Su mano se mueve a un ritmo delicioso, masajeando mi polla desde la base hasta el glande. Me aferro a las sabanas, haciendo un nudo con ellas con mis dedos rígidos. El placer avanza y avanza, siento el cuerpo de Mew contra mi espalda e instintivamente busco su miembro con la curva de mi trasero. Pero él solo se concentra en masturbarme, de llenarme de ese placer frenético y veloz. Mueve su mano cada vez más rápido, sin darme tiempo para respirar. ¡Cuántas veces he deseado que su padre me toque como él me está tocando ahora! Con esas manos firmes explorando hasta el último rincón de mi piel sin piedad. Sin embargo, por más que lo intente, no puedo olvidar que es Mew quien me está masturbando ahora. El hijo del hombre que amo. El muchacho que conoce todas las formas posibles de agotar mi paciencia. El irritable Mew con su estúpida sonrisa perfecta.

—Eres increíble, Gulf. Tan duro —susurra en mi oído antes de mordisquear mi lóbulo. Me estremezco cuando su lengua penetra en mi oreja, llenándome de un calor húmedo y obsceno. Otra corriente eléctrica sacude toda mi espina vertebral, y de pronto su mano no es suficiente.

—Fóllame de una puta vez —suplico con el aliento jadeante. Me avergüenza, pero al mismo tiempo todo mi cuerpo urge por él.

—Todavía no. No pienso ser el reemplazo de mi padre. Y sé que estás pensando en él —replica en tono tan firme y dominante que me hace estremecer — Así que por ahora, deberás conformarte con esto, pequeño Gulf.

Quiero maldecirlo, quiero golpearlo. Pero sus palabras son el toque final para lanzarme por el precipicio. Mi semen escapa de mí con chorros furiosos, a la vez que todo mi cuerpo se estremece. Me contraigo de placer mientras él continúa extrayendo hasta la última gota de mí en forma sistemática. Mi polla pulsa a un ritmo frenético y yo gimo, sacudido por el placer.

Una vez que estoy completamente abatido por mi orgasmo, permanezco jadeante y cubierto de sudor entre sus sabanas. Mew deja escapar otra risita y suelta mi miembro, el cual ya ha perdido toda dureza. Lo escucho lamerse los dedos y suspirar mi nombre por lo bajo.

—Bien, ahora podrás dormir tranquilito —se mofa mientras deja caer su espalda pesadamente contra el colchón.

—No has respondido mi pregunta —digo con el aliento agitado —¿Desde cuándo te gustan los hombres?

—Tal vez no me gustan los hombres. —Responde con un suspiro ronco —Tal vez solo me gustas tú.

Pondero en sus palabras durante unos largos segundos, antes de cerrar mis ojos y hundirme en el sueño.

—No voy a ser parte de tus juegos, Mew.

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