CAPÍTULO 02
𝐓𝐇𝐄 𝐁𝐎𝐒𝐒'𝐒 𝐋𝐎𝐕𝐄𝐑
—¡¿Qué haces aquí?! —exclamo mientras termino de cubrir mi desnudez con los cobertores de mi cama. Elevo mi voz lo suficiente para regañarlo peor no tanto como para que me oigan afuera.
Mew solo ríe, de pie frente a mi cama. Su cabello castaño oscuro está tan descontrolados como de costumbre, y sus pupilas están dilatadas, lo que crea la ilusión de tener ojos oscuros. Sus mejillas están levemente ruborizadas y mantiene sus manos en los bolsillos de sus tejanos azules. Todavía tiene puesta su chaqueta deportiva gris y una búfana alrededor de su cuello.
—Perdón ¿He interrumpido tu diversión? —susurra con voz picara, ya da un paso hacia mi cama. Los latidos de mi corazón se aceleran por mil.
—¿Hace cuánto estás ahí parado? —le reprendo con mi rostro a punto de incendiarse. Mi erección todavía palpita con dolor bajo mis sabanas.
—Lo suficiente —dice con un susurro ronco, y se sienta al borde de mi cama, con su trasero a centímetros de mis pies.
Instintivamente los alejo de él. Mi erección se abulta debajo de los cobertores y se nota. Los ojos de Mew se posan en mi miembro duro durante unos instantes y creo que la vergüenza me matará. Luego vuelve a posar su mirada clara en mis ojos. —Estabas pensando en mi padre ¿verdad?
No puedo contestar. Solo dejo escapar un chistido de frustración, tratando de negarlo.
—No mientas, Gulf. Te he oído. Gemías el nombre de mi padre mientras te tocabas —dice con otro suspiro, y con un movimiento sutil de sus dedos hace las sabanas a un lado y revela mi desnudez una vez más.
Debería apartarlo, debería cubrir mi cuerpo y echarlo a patadas de mi cuarto. Pero me quedó inmóvil, sentado sobre mi cama y sosteniéndole la mirada. Los latidos de mi corazón, y de mi polla, vuelven a acrecentarse, hasta el punto de tornarse insoportables. El aire duele en mi pecho y mi orgasmo aún está ahí, esperando la más leve caricia para desencadenarse.
Sus ojos se posan en mi glande, enrojecido y un poco húmedo por el pre semen que había empezado a escapar de mí.
—Verás, mi vuelo se ha adelantado y llegué antes. Me escabullí escaleras arriba y oí tu conversación con mi padre antes...—dice con una voz tan grave como la del viejo Suppasit, pero al mismo tiempo más joven y cargada de emoción. Tal vez es esa voz la que me impide resistirme cuando sus dedos acarician mi polla dura. Siento el calor de su mano y me estremezco, Mew sonríe ante mi reacción.
—Picarón...¿acaso estás caliente por mi padre? —dice, y antes de que yo pueda responder envuelve mi polla con su mano firme. Su calor es delicioso, mi veces mejor que mí propia mano.
—Sí, claro que lo estás. Chico sucio — se responde si mismo mientras su mano sube y baja muy despacio por mi polla.
Su ritmo es tan lento y yo estoy tan al límite, que una ola de placer me sobrecoge. Siento escalofríos a pesar de que todo mi cuerpo está ardiendo. Miro con detención como su palma sube y baja por mi miembro, a veces deteniéndose para dibujar cirulos alrededor de mi glande con su pulgar. Recoge con él algo de mi pre semen y se lo lleva los labios desvergonzadamente. Lo saborea cómo si fuera lo más delicioso del mundo y yo quiero explotar.
—M—Mew...—balbuceo con el rostro acalorado. Tengo mil preguntas torturándome en este momento ¿acaso le gustan los hombres? ¿Y todas las muchachas que se ha follado? ¿Será bi? ¿por qué me está tocando?¿Por qué está gozando tanto de mi humillación? ¿Y porque me brinda tanto placer haber sido descubierto en una situación tan embarazosa? No importan las respuestas en este momento; solo importa lo bien que se siente su mano subiendo y bajando por mi miembro.
Mi puño se cierra en torno a las sábanas y aprieto mis dientes , pero aun así un gemido de placer escapa de mi garganta. Mis mejillas arden; no quiero demostrarle lo mucho que me gusta lo que me está haciendo. Pero Mew lo sabe, lo sabe y sonríe orgulloso de sí mismo.
—Parece que te gusta lo que te estoy haciendo —susurra y acelera el ritmo de su mano. Vuelvo a emitir un gemido vergonzoso de placer, y arqueo mi cuerpo en contra de mi voluntad.
—¿Te haces esto muy seguido? ¡Imaginas que mi padre te folla mientras te toca? ¿Imaginas su polla dándote por el culo? —insiste Mew mientras su mano se mueve a toda velocidad.
Lo odio; siempre me ha molestado su arrogancia y su extroversión, pero en este mismo momento odio a Mew con toda mi alma. Lo odio por cómo me está humillando, por cómo me tiene a su merced bajo sus caricias expertas, por la facilidad con la que logra hacerme gemir y retorcerme de gusto. Quiero gritarle y maldecirlo, pero solo puedo rendirme ante mi propio orgasmo.
Aprieto mis labios una vez más y el placer me golpea con una violencia jamás imaginada. Mi cuerpo se contrae sobre mi cama como el de un gusano, y el semen escapa a gruesos chorros de mi polla. Se siente poderoso y devastador mientras mi eyaculación recorre hasta la última fibra de mi ser. Salpica a mi propio pecho y mi estómago mientras recupero mi aliento. Mi corazón golpea con furia contra mis costillas y con los ojos entrecerrados y un poco mareado, diviso a Mew lamiéndose los dedos orgullosos. Saborea los restos de mi semen con una confianza desmedida, y el rubor rosado en su rostro pálido le da un aspecto intimidante y obsceno.
—Parece que lo has disfrutado —susurra de nuevo, y se inclina sobre mi cuerpo.
Su rostro está a escasos milímetros del mío y mi corazón se acelera una vez más. Su perfume es muy diferente al de su padre; más juvenil y arriesgado, con notas cítricas pero igual de sensuales. Sus dedos acarician mi polla, la cual ha perdido su rigidez pero todavía palpita suavemente contra mi muslo húmedo.
Recorre todo mi perfil con su dedo índice, hasta llegar a mis testículos. Dibujo unos círculos tortuosos alrededor de ellos, provocándome un estremecimiento. Mew sonríe triunfal ante mi reacción.
—Me alegra haber regresado antes a casa ¡Este ha sido un espectáculo digno de verse! —ríe por lo bajo mientras sus dedos índice y mayor descienden hacia ese punto delicadísimo entre mis testículos y mi culo. Debería detenerlo, pero en su lugar, mi cuerpo me traiciona y separo inconscientemente mis piernas. Mew se muerde el labio y sus ojos brillan.
—¿Qué quieres? —pregunto con un susurro ronco.
—¿Te molesta mi presencia? —responde Mew con falsa inocencia en su voz. Odio cuando hace eso; cuando responde una pregunta con otra pregunta. Y quiero decirle que sí; que me molesta, que se vaya. Pero sus dedos se sienten tan deliciosos, dibujando figuras imaginarias en mis testículos, subiendo y bajando por la ranura entre mis nalgas. Siento un leve cosquilleo despertando nuevamente en mi miembro y me muerdo el labio para no gritar.
—¿Acaso quieres que me vaya? —pregunta Mew. —¿Quieres que te deje solo así puedes seguir fantaseando con mi padre?
Una ola de calor invade mis mejillas.
—¡¿Por qué disfrutas tanto humillarme?!—le espeto, sin moverme un centímetro.
—Pues porque tú también lo disfrutas —responde con naturalidad, y aleja su mano de mi entrepierna para chuparse los dedos ceremoniosamente —¿O acaso no es verdad?
Al cabo de unos segundos sus dedos están brillantes con su saliva y regresan a mi entrepierna. Su índice se abre paso con algo de dificultad dentro de mi culo y yo arqueo mi espalda de placer.
—¿Lo ves? No puedes mentirme, Gulf —ríe por lo bajo mientras su índice me penetra despacio. La presión se siente agradable y Mew inserta su dedo todavía más profundo.
Otro gemido escapa de mi garganta. Siempre me ha gustado que me metan los dedos, Y Mew lo hace maravillosamente bien.
—¿Quién iba a pensar que eres tan pervertido, Gulf? — sus dedos dibujan un pequeño círculo en mi culo y yo me estremezco de dolor y placer. Y sus palabras, Dios ,sus palabras....
—Estás muy ajustado ¿sabes? —dice mientras retira su dedo de mi interior. Estoy jadeando cuando lo acerca a mi boca.
Quiero insultarlo, pero en su lugar dejo que introduzca sus dedos en mi boca y los chupo. Al igual que los de su padre, son largos y algo huesudos. Deslizo mi lengua entre ellos una y otra vez, y puedo notar como Mew se estremece también. Me sonríe en forma lasciva mientras yo dejo sus dedos bien mojados. De pronto, una pregunta salvaje cruza mi mente ¿Cómo se sentirá chuparle así la polla? Mew retira sus dedos de mi boca y regresa a mi entrepierna. Esta vez utiliza dos para penetrarme, y yo dejo escapar un chillido.
—Si no te gusta que te lo haga yo, imagina que es mi padre —Mew me guiña un ojo y empuja más profundo dentro de mi culo.
—¡Hijo de puta! —balbuceo con dientes apretados, antes de dejar escapar otro gemido.
—Que boca tan sucia ¿Así le hablas a mi padre también? —ríe Mew, y sus dedos se abren paso con fuerza en mi interior. Siento mis músculos internos palpitan en torno a ellos, provocándome un placer tan grande que me es imposible no gemir.
Tomo mi almohada y la coloco encima de mi rostro para morderla; no quiero que nadie escuche lo que está ocurriendo en este cuarto, y el gozo es tan grande que pronto gritare más alto. Pero Mew quita la almohada de encima y la arroja al piso, descubriendo mi cara una vez más.
—No, quiero verte —dice en tono amenazante —Quiero ver cómo te corres de nuevo.
Me muerdo el labio, incapaz de hablar, incapaz de insultarlo, incapaz de luchar. Solo puedo gemir mientras sus dedos me follan, Y embisten cada vez más duro y más rápido dentro de mí, curvándose caprichosamente y alcanzando lugares que no sabía que existían. Ya tengo otra erección palpitando entre mis piernas, apuntado al techo de mi dormitorio. La envuelvo con mi mano y comienzo a masturbarme mientras los dedos de Mew me penetran sin piedad. Los gira dentro de mí, los saca, vuelve a embestir más duro, acelera su ritmo hasta que yo creo que voy a enloquecer.
En un breve momento logro abrir mis ojos y encuentro a Mew observando cómo me masturbo. Claramente le gusta el espectáculo. Se muerde el labio y embiste brutalmente con sus dedos en mi culo. Yo subo y bajo mi mano con furia, y cuando la velocidad de mis jaladas alcanza la velocidad de su penetración, mi polla late con violencia y anuncia un segundo orgasmo.
No quiero gemir, pienso. No quiero demostrarle a este desgraciado lo mucho que me está haciendo gozar, el control que tiene sobre mi cuerpo. Pero es imposible, el gozo es simplemente demasiado intenso, el más fuerte que he tenido en meses ¿Acaso es lo morboso de la situación que me pone tanto? ¿El hecho de que Mew me ha descubierto y ahora me está tocando? No importa... solo quiero correrme de nuevo. Todo mi cuerpo sufre la anticipación y cuando sus dedos golpean mi próstata no puedo tolerarlo más. Arqueo mi espalda con un espasmo violento y un grito escapa de mi garganta. En un fugaz instante de éxtasis, no me asusta si Tharn escucha. De hecho, quiero que me escuche gemir como una puta mientras su hijo me folla con sus dedos.
Mi semen brota a gruesos borbotones de mi polla, una vez más salpica mi pecho, mi estómago y hasta mi barbilla. Incluso algunas gotas llegan a las mejillas de Mew, quien sonríe satisfecho.
—Vaya, te has corrido de nuevo...—sonríe mientras se limpia mi semen de su rostro con sus dedos y se los lame. —¡Me sorprendes, Gulf! Jamás creí que tuvieras tanto vigor...Se nota que estabas muy necesitado.
—Vete a la mierda — suspiro con voz ronca. Todo mi cuerpo está palpitando por mis recientes orgasmos, el aire apenas cabe en mi pecho y siento mi rostro arder.
—Que chico maleducado —replica en forma juguetona. —Creo que y te hace falta un poco de disciplina.
Se pone de pie y observo su erección abultándose bajo sus pantalones oscuros. De nuevo, quiero gritarle insultarlo, pero esa visión me hace dejar escapar un suspiro. De pronto, y a pesar que ya me he corrido dos veces como un loco, necesito más. Necesito ver esa polla, tocarla, sentirla dentro de mí.
Mew me sonríe de nuevo, orgulloso, y yo permanezco desnudo y tumbado de espaldas sobre mi cama, con mi cuerpo jadeante y cubierto de sudor, pero dispuesto a más.
No puedo creerlo ¿realmente deseo que Mew me folle? ¡Siempre lo he odiado!
Sin embargo, en este momento no puedo pensar en otra cosa. Quiero arrancarle esas ropas y ver su cuerpo desnudo, quiero que haga lo mismo que ha hecho en mi culo con sus dedos, que lo haga con su polla. Cuando da un paso hacia mi e inclina su rostro sobre el mío, un gemido de miedo escapa de mis labios. Mew acaricia mi barbilla con dulzura y sonríe a escasos milímetros de mi boca ¿Acaso va a besarme? Una ola de pánico me invade, pero también de deseo. En este momento, solo puedo pensar en Mew Suppasit.
—Buenas noches, Gulf —susurra en forma traviesa contra mi boca. En lugar de besar mis labios, deposita un beso casto en mi frente.
Abandona mi habitación, y yo arrojo mi almohada contra la puerta cerrada. Ojala fuera algo más contundente que le hubiera golpeado en la nuca. Hijo de puta ¿Cómo puede dejarme así, después de lo que me ha hecho?
A pesar de los dos orgasmos avasallantes que me ha provocado el hijo de Tharn, paso toda la noche inquieto y en vela, maldiciéndolo entre dientes.
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