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V. Una razón.


Aquí les dejo el capítulo de esta semana, espero que les guste.

Cerró los ojos, dejándose llevar por los sonidos, esquivando los ataques de su enemigo,

"Serás una buena líder para Birkan, casi tan buena como tu madre"

"No necesito casarme con Hakon" – contestó, haciendo que este perdiese la sonrisa, justo cuando caminaban hacia su víctima.

"Necesitas a alguien a quien amar" – declaró él, mientras ella negaba con la cabeza – sé que no estás de acuerdo con mi decisión, pero créeme, tu madre se habría perdido sin mí. Necesitas a alguien que te recuerde que tienes corazón, que cuide de ti, y te apoye incondicionalmente"

Abrió los ojos, tan pronto como escuchó los gritos de Hakon, siguiéndola por el bosque, se dio la vuelta, encarándole, levantando la espada, justo cuando él lanzaba un nuevo ataque, cortando el aire con aquella afilada hoja, cortando su trenza por la mitad, soltando entonces su cabello dorado, que irrumpió en su rostro.

Ambos se observaron entonces. Él estaba herido, tenía un feo corte en la mejilla, muy cerca del ojo y ella en su cuello.

Dejó caer su espada, acortando la distancia que había entre ambos, mientras ella bajaba la cabeza, avergonzada. Alargó la mano, agarrando la espada de su oponente, dejándola caer,

"Caminaban junto al río. Hakon jugueteaba con su cuchillo, mientras ella sujetaba el arco en su mano, más que dispuesta a cazar su propio almuerzo. Ella lucía más joven, y tenía su cabello recogido en un moño con trenzas, mientras que él tenía un feo corte de cabello, la mitad de su cabeza estaba afeitada, y la otra mitad, recogida en rastas.

Ella se detuvo, molesta.

- Haces mucho ruido al pisar – se quejó – vas a espantar... - se detuvo, tan pronto como él agarró el arco tirándolo al suelo, besando sus labios después – Hakon... - le llamó, entre besos, intentando separarlo, pero él no le dejó tregua.

- Pronto estaremos casados – le dijo, separándose, con la respiración agitada, rozando su nariz con la suya, haciendo que en aquella ocasión fuese ella la que le besase, mientras acariciaba la parte de su cabello que tenía pelo – no tendré que fingir que vamos a cazar para esto – ella se detuvo entonces, apoyó la mano en su pecho, y sonrió, divertida.

- Se supone que sólo nos casamos para sellar una alianza - recalcó, mientras él acariciaba su rostro, metiendo la mano hasta su nuca, volviendo a besarla.

- Me casaría contigo, aunque esto no fuese una alianza – aseguró, haciéndola sonreír - ¿tú no?

- No – contestó, sorprendiéndole – no con esos peinados que gastas – ampos rompieron a reír, y no dejaron de hacerlo por un largo rato"

Ella siempre actuó de esa forma con él, nunca le demostró que había más que el deseo de líderes que querían unir sus fuerzas, nada más que eso. Quizás su padre tenía razón, quizás ella nunca le quiso. Tragó saliva, ante la sola idea de que aquello pudiese ser cierto, levantando la vista, percatándose de lo cerca que estaban.

Hakon miró hacia sus labios, tan sólo una décima de segundo, aterrado con su cercanía, ni siquiera podía pensar, tan sólo sabía que necesitaba hacerlo. Y lo hizo, sabiendo que ella le detendría, pero no lo hizo. Sus labios se unieron, y ambos se aferraron a los del otro, aterrados con lo que sentían. Jora dejó ir su mano, y esta se aferró a su nuca, incapaz de detener aquello, mientras ella cerraba el puño, aferrándose a la tela de su camiseta, ladeándola.

Ambos se separaron entonces, y se observaron, durante unos minutos, no podían dejarse llevar por los sentimientos, no cuando tenían una guerra que liderar, no cuando eran enemigos que debían enfrentarse entre sí.

Él volvió a besarla, dejando la razón y el deber fuera de aquello, apretándola contra el árbol que tenía detrás, mientras ella se aferraba a su cintura, aferrándole contra ella. Ambos gimieron sobre los labios del otro, con deseo.

"Eres fuego" – retumbó, su propia voz dentro de su cabeza – "y él hace que te temples" – tiró de él hacia abajo, poniéndose de rodillas, subiéndose sobre él, bajó pantalones, y se sentó encima, mientras él la observaba, con detenimiento.

Hakon agarró sus pechos, por debajo de su camiseta, mientras ella se sentaba sobre su preparado miembro, logrando que entrase en su interior, haciendo que ambos gimiesen, sin poder evitarlo. Aquello no se parecía a nada que hubiesen hecho con anterioridad, no de aquella manera, no con aquel deseo reflejado en sus ojos, no con esa sensación de estar cometiendo un error, pero sin poder detenerlo, a pesar de lo mucho que luchaban en su contra.

Él se posicionó entonces sobre ella, moviéndose con fuerza, clavándosela lo más hondo que podía, quitándose después la camisa, quedando desnudo por esa parte, mientras ella, acariciaba su torso desnudo, besándolo, despacio.

Ambos se observaron entonces, sin dejar de hacer aquello, con el rostro desencajado por el placer, y sus cuerpos sudados a causa del calor del momento, sin detenerse, hasta haber llegado al más pleno éxtasis.

Volvieron a besarse, apasionadamente, y luego se observaron, mientras ella acariciaba su rostro, despacio.

Hakón dejó caer su espalda sobre un árbol, mirando entonces hacia aquella mujer tan cambiante como el fuego.

- Me traicionaste – espetó, molesto – te esperé, durante toda la noche, y nunca... - él se detuvo, justo cuando ella se sentó sobre él, volviendo a introducírsela, gimiendo, deseosos del otro – Jora – gimió.

- Te diré cualquier cosa – le dijo ella, sin dejar de moverse sobre él, mientras él acariciaba su rostro con ambas manos – sólo esta vez, Hakon.

- Quiero saber la razón – pidió él. Ella se detuvo, aferrándose de nuevo a sus labios - ¿por qué renunciaste a todo, Jora?

- Por ti – contestó ella, sorprendiéndole – para asegurar tu vida y la de tu pueblo.

Él lo comprendió entonces, la razón por la que ella violó el tratado, la razón de todo era la misma que su padre se empeñaba en que no existía. Y fue justo en ese momento, en el que se dio cuenta de su error al aliarse con Vestein, ella nunca lo perdonaría, jamás.

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