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3

Su decisión había sido una daga al corazón, una espina en su dedo, un puñal a su alma pero a sus ojos, era la mejor opción que pudo elegir, un par de días habían pasado y ahora se preparaba para lo que seguía, estaba nervioso, sabía muy bien a que se enfrentaba, una vida donde la compañía estaba prohibida, iba a pasar el resto de su miserable vida solo, pero como dicen por ahí, era mejor eso a ser infeliz al lado de alguien a quien no amaba ni siquiera un poquito, soltó un suspiro, su madre llamó a la puerta de su habitación.

—Es la hora— dijo

Salió vistiendo un sari blanco, sus manos habían sido decoradas con tinta de henna el día anterior, los brazaletes de oro reluciendo en sus brazos y las pulseras en los pies tintineaban cada vez que caminaba, su padre le miro solo de reojo, aguantando las ganas de llorar, perdería a su hijo, a su único hijo y fue enteramente su culpa, pudo darle la opción de irse pero no, solo lo ató a algo que ninguno de los dos quería pero ya estaban ahí, ya no había vuelta atrás, la ceremonia en el patio cubierto de pequeñas flores de loto era el escenario perfecto, todos, amigos y familiares estaban reunidos, incluso Aioria estaba ahí, viendo con enojo como su anhelo más grande se alejaba de él para siempre.

El sol en lo alto chocaba con los cabellos dorados de Shaka, se puso frente a la puerta principal de su casa, la posición adecuada fue tomada, aquellas largas piernas se juntaron y descendieron al unísono en un acto de sumisión ante el cielo y el poder residido en él, cerró los ojos y concentro toda su mente en una cosa: convencerse así mismo de que estaba haciendo lo correcto, cuando sus orbes color de cielo volvieron a ver el paisaje, su madre puso su dedo pulgar en su frente, en medio de sus cejas, cuando las separo, un bindi rojo yacía ahí.

Comenzó entonces a deshacerse de todas aquellas relucientesjoyas, poniéndolas frente a él, de manera lenta, como si se tratase de uncristal a punto de romperse, cada uno de los brazaletes pasaron al suelo juntoa los anillos y pulseras de los pies, cuando sus brazos y tobillos estuvieroncompletamente desnudos, se levantó, suspiro profundamente y entrelazó sus manosa la altura de su corazón, sus ojos color de cielo se posaron en cada uno delos presentes y en una flor de loto que apenas iba abriendo sus pétalos.

—He aquí que he decidido permanecer mis días con la pureza de las telas que cubren mi cuerpo y con la mente, al igual que mis brazos y tobillos, sin nada que le pese o que involucre algo más. — su temblorosa voz se escuchó por todos lados.

Alguien entre el público frunció el ceño con una clara mueca de molestia, sus ojos verdes se iluminaron, como si de dos fuegos se tratase, nunca en su vida había sentido las ganas de hacer trizas todo lo que estuviese a su paso, pero esta vez, su sangre hervía de un modo descontrolado, Aioria había hablado con el padre de Shaka, pero tal parece que el joven de ojos color de cielo, no quiso lo que él pensaba, pasó entre la gente, sin importarle las miradas, tomo el brazo de Shaka con fuera, los azules ojos le vieron con desagrado.

 —Tu deberías de ser mio — dijo con arrogancia.

— ¿Debería?, creo que eso ya no es posible — se soltó con fuerza y dio un leve empujón a ese hombre.

—Te arrepentirás de tu decisión. — sentenció como si de una maldición se tratara.

—Ya lo hago, Aioria, ya lo hago — le dio la espalda y le sonrió a su madre y a su padre.

Se escuchó una maldición por lo bajo y de a poco los invitados se iban retirando, dejando a solas la familia que ahora no sabe qué hacer, quizá, y poco a poco todo esto vaya tomando la importancia que se merece, por lo pronto, nadie debería de ver a aquel muchacho de ojos color de cielo, cuyos pies descalzos han sido cubiertos por un par de zapatos, ocultando así su libertad y sus deseos por salir, por dejar atrás esa gran puerta que le separa de las largas calles de Chennai, apenas y puede pensar en su suerte, aprieta sus manos y reprime las grandes ganas de llorar, es, ahora, un pájaro enjaulado, una pequeña flor de loto arrancada de la tierra y puesta en un forero para el deleite de seres sin corazón. 

...

Desde aquel día pasaron poco más de 3 años, en los cuales, aquella pequeña flor de loto se había marchitado de a poco, sus pétalos parecían carentes de brillo y de vida, aquellos ojos color de cielo, parecían, más bien, un par de orbes color tormenta, se transformaron en el ojo del huracán que no destruye todo a su paso, esos largos y finos cabellos dorados cambiaron para convertirse en rayos siniestros que bajan del cielo para quemar lo que tocan, aquel joven que sonreía se convirtió en un ser arrogante y falto de sentimientos, o eso parecía, se había encerrado en aquella que era su burbuja de devoción ante su elegida condición, sus palabras eran frías e hirientes, como si lanzara cuchillas afiladas pues había, por su propia voluntad, encarcelado, atado y amordazado su corazón y sus ilusiones que yacían rotas en el fondo de la habitación. 


♍♍
Disculpen la tardanza, criaturas bellas hechas por los dioses.

Dan R

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