Aquella mañana todo iba como de costumbre, el sol en el alba tiñendo el cielo de un naranja precioso, asomando sus amarillentos rayos por el horizonte y a la par de su salida, los pies descalzos de aquel muchacho de ojos color de cielo, se abren paso entre las pequeñas flores de loto que crecen en aquel amplio jardín de aquella casa en Chennai*, camina para salir de su encierro, camina para poder recorrer las calles de su ciudad sin que le miren, sin que le prohíban hacerlo, sin que su padre le reprima, sin nada que lo detenga, la puerta principal se abre y aquellos pies desnudos tocan la tierra de aquella calle, voltea solo para comprobar que no hay nadie a sus espaldas, sale de ese lugar y con sigilo, cierra aquella puerta.

 Camina con los pies desnudos, con el alma descalza y con los ojos azules bien abiertos, no es la primera vez que sale a escondidas y tal parece que no será la última, las calles aun duermen pero no le importa, porque ha de volver a su hogar cunado comience la vida en aquella ciudad, un par de horas despues, aquellos pies descalzos vuelven a abrirse paso entre los pequeños lotos que recién se abren, la luz de los rayos del sol, chocan con la tela amarilla de aquel Sari ceñido a su cintura.

— ¿Shaka? — escucha aquella voz llamándole y sus grandes ojos se posan en aquella persona.

—Madre — le ha reconocido y ha sonreído para ella.

—Volviste a salir sin permiso — dijo y aquel chico ha desviado la mirada, los brazos de su adorada madre le rodean con cariño y le acarician aquellas heridas doradas.

No pide perdón por sus actos porque aquella a la que llama madre no le ha reprendido por ello, lo sabe, sabe su secreto y no le juzga, sin embargo, los ojos color de cielo de aquella mujer se han inundado, ha habido antes de su llegada una tormenta, un par de nubes oscuras se han posado en aquel cielo y han provocado la lluvia, aquellas lagrimas se hacen cada vez más intensas, tanto que han mojado aquella tela que cubre el cuerpo ajeno.

—Madre — la ha llamado y ha tomado su rostro entre sus manos — ¿Por qué lloras, madre?

El silencio se apodera del ambiente, no sabe que responderle al hijo que ha salido de sus entrañas, no sabe que decirle porque las palabras han mudado de su garganta, uno nunca sabe que nos depara el mañana pero para el padre de Shaka, tal parece que aquello es irrelevante y ha decidido para su primogénito algo que ha de ser su perdición y quizá el terminó de aquella libertad de la que gozan un par de pies descalzos.

—Mi pequeña flor de loto — lo llamó su madre — tenemos que hablar, tu padre espera.

No dijo nada más, se adentraron en aquella casa, ambos tomaron asiento bajo la mirada de aquel hombre, sus ojos profundos se han clavado en él y aquellos labios se han torcido en una mueca que indica peligro, uno inminente y bastante doloroso sin importar porque lado se quiera ver, y la tensión se plasma en aquella habitación, ya no hay vuelta atrás.

—Es hora de decidir, Shaka — la imponente voz de su padre ha salido como una sentencia.

—Te escucho — ha respondido y su madre ha tomado una de sus manos.

—Voto de castidad o matrimonio — las dos opciones salieron y el corazón del chico con ojos de cielo se ha acelerado y se ha sentido atado, tanto de pies como de manos, no sabe a dónde ir, no sabe si salir corriendo sea una buena opción, no sabe que elegir porque ambas van a ser su perdición.

— ¿Quién? — como un susurro ha salido aquella voz, el agarre en su mano se apretó aún más.

—Aioria...

Se levantó de donde estaba y corrió todo lo que le dieron las piernas, dejó aquella puerta abierta y siguió corriendo, no, jamás aceptaría ese matrimonio arreglado, no sería otro trofeo para ese sinvergüenza pero tampoco quería pasar su vida entera en castidad, era tan joven que sus deseos por ser libre superaban todo, a sus escasos 19 años no tenía otro deseo que salir todos los días de su hogar, con los pies descalzos y volver justo cuando el sol se oculta tras el ocaso, pero ahora ha llegado hasta el lago, se ha hincado en el suelo y la tormenta se ha desatado en sus ojos color de cielo, ¿qué podría hacer ahora?

Su madre ha salido tras suyo pero le ha perdido y ahora le busca sin descanso por las calles de la tan hermosa ciudad de Chennai, busca a su pequeña flor de loto que se ha perdido entre la tormenta de sus ojos, no sabe a dónde estará, no sabe a donde pudo ir, no tiene fuerzas para consolar su dolor porque su corazón se ha roto cuando le ha visto marcharse, y recorre las calles en su búsqueda, en aquella desesperada búsqueda del fruto de sus entrañas que lleva sobre su cabeza un manto de sol, cuyos ojos zafiro han igualado a los suyos y cuyos pies descalzos anhelan seguir desnudos por toda la eternidad.

Y las horas pasan y los rayos del sol se apagan, la pequeña flor perdida va de regreso a su hogar, con la mirada baja y el corazón hecho añicos, ha tomado una decisión, ha elegido entre aquellos dos abismos su futuro, uno que le encerrara, uno que ha de ser su final, no ha de ser un trofeo pero tampoco ha de quedarse sin su vida; ha llegado la hora de la verdad, un último suspiro y vuelve a adentrarse en aquella casa bajo la mirada de sus padres, una mirada de furia y desesperación, de tristeza y desesperanza, de decepción y de enojo, de frustración y de ansiedad y de nuevo, el silencio vuelve a reinar, falta un poco para saber lo que ha decidido aquella flor de alma descalza y pies desnudos.

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comenzamos con esta cosita y ya hay problemas.

Como dato curioso: los matrimonios arreglados son muy comunes en las regiones de la India y Turquía, incluso en la actualidad, antes la edad adecuada para esto era entre los 12 y 14 años. Quería poner a Shakis en esta edad pero iba a ser muy cruel.

* Es una ciudad que se encuentra al suroeste de la India.

Dan R