-¡Eh, esa libreta es mía! -exclamó una voz, femenina pero grave.

Harv se giró y frente a él había posiblemente la chica más guapa que jamás había visto. No era precisamente delgada, pero tenía un bonito pelo azul por los hombros, ojos pequeños y negros tras unas gafas de pasta negras, de piel pálida, millones de pecas, con una camiseta de The Smiths hasta las rodillas y descalza.

-¿Tú eres Bleu?-susurró Harv.

-OH. DIOS. MÍO. ¡LO HAS LEÍDO! -chilló enojada ella, con sus mejillas pálidas tornándose carmesíes y sus puños apretados.

-No sabía lo que era y...me atrapó.

-¿Quién eres?-exigió saber ella.

-Harvey Williams, pero puedes llamarme Harv -susurró él, evitando a toda costa el contacto visual.

-Pues, Harv, voy a coger esto -dijo Bleu, agarrando su libreta y dándole la espalda-. Au revoir.

Y desapareció con una mancha azul

Desapareció como llegó; de la nada.