Capítulo 3O "La guerra Parte 2"
OOOOOOOOkey, pibas locas fans de The big four insultándome en 3... 2...1...
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~ J A C K ~
Rapunzel estaba sobre mi espalda aferrándose fuerte a mí. Tenemos ya una hora de viaje y estoy realmente agotado. Rapunzel siente frío y no sólo porque nos estamos acercando más a Berk, sino porque lleva una hora entera pegada a mí, me siento un poco culpable, pero Norte estaba arreglando el trineo así que no pudimos ir en él.
Finalmente llegamos a lo que era Berk, la isla estaba cubierta a su alrededor de niebla negra, todo el mundo gritaba y lloraba. Desearía que Hipo no estubiese aquí, ojalá me esté equivocando y siga perdido en cualquier otro lugar. Comienzo a desender para terminar en el medio de la isla, busco a Hipo con la mirada pero no encuentro nada familiar, salvo una enorme cabellera pelirroja. Abrí los ojos como platos y corrí hacia ella, toqué su hombro y al darse vuelta era Mérida. Me abrazó a penas me vio y yo le correspondí el abrazo un rato después.
— ¡Tienen que irse! —dijo alterada.— Pitch está aquí, y no está solo ¡Están atacando Berk!
— ¡¿Qué?! —dije preocupado— ¿Dónde está Hipo?
— No lo sé, estaba aquí pero su padre lo está preparando para la guerra. —dijo.
Sentí como si me quedace sin aire, mi corazón dejase de palpitar y se quedara duro, mi mejor amigo estaba en peligro de muerte... Comencé a respirar agitado y Rapunzel intentó calmarme pero no pudo, así que me gire y dije para ambas:
— Búsquense un refugio y NO salgan.
Ellas me miraron con los ojos muy abiertos, Rapunzel iba a llorar, pero antes de que lo hiciera la tomé de los antebrazos y la besé, quizás éste podría de ser el último beso que le diera, tenía que aprobecharlo al máximo. La solté y salí volando hacia la casa de Hipo, entré y estaba él con su padre buscando armas. Cuando se percató de que yo estaba ahí abrió los ojos como platos y ligeramente su boca. Me miró con preocupación y yo sólo lo miré sorprendido.
— ¿Qué haces aquí? —preguntó.
— Buscándote —dije frío—, Hipo tienemos que irnos de aquí.
— No —dijo cortante, Hipo no era uno de esos chicos a los que les gusta pelear, era la persona más pacífica y gentil que podía haber en este mundo—. Debo hacer ésto. —me miró con ojos suplicantes, yo los abrí mucho y la igual— Jack, éste es mi pueblo, no puedo dejarlos en medio de una guerra solos. Necesitan mi ayuda —hizo una pausa— Un jefe proteje a los suyos.
Quedamos en silencio, sólo así pude entender que no podría hacer cambiar a Hipo de opinión, y sacarlo de aquí sería egoísta para Berk, mientras ellos estaban bajo ataque Hipo tenía que estar aquí. Pero yo tenía miedo, no quería perder a mi mejor amigo, no lo soportaría... Por más de que peleamos todo el tiempo, él es mi amigo...
Lo abracé y el se quedó estático.
— No permitiré que lo hagas —dije separándome de él, Hipo iba a protestar—, no permitiré que lo hagas solo.
Hipo sonrió triste.
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~Narradora~
Mérida y Rapunzel se adentraron en el bosque buscando refugio, las puertas de Berk se habían cerrado antes de que ellas pudiesen entrar, así que salieron al bosque. Corrieron a todo lo que las piernas les daban, pero en eso Rapunzel se tropieza y cae a el suelo, Mérida para de correr y va a ayudarla.
— ¿Estás bien? —perguntó, Rapunzel asintió parándose y sacudiendo su vestido. Mérida observó el lugar en el que se había caído Rapunzel.— Punzie, encontraste el refugio.
Rapunzel se giró a ver lo que su amiga veía. Una cueva subterranea, se miraron cómplices antes de empezar a cabar.
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Los soldados de Berk estaban listos montados sobre sus dragones, a excepción de Jack que estaba sobre el suelo en posisión de ataque con su cayado, nadie más que Hipo podía verlo, aunque eso ahora no importa. Pitch Drago los miraban desde arriba con indiferencia y una sonrisa asesina en sus rostros. Jack miró fijamente a Pitch con odio, estaba más que furioso y acabaría con él costara lo que costara.
Drago gritó con energía y los dragones comenzaron a atacar al igual que más gente que estaba sobre ellos.
Espada contra espada, cuerpo contra cuerpo, sangre y más sangre. Hipo no soportaba ver como las personas se mataban entre sí, pero más le dolió saber que él era una de ellas. Hipo tenía su espada con las abilidades de el cremayerus, una parte expulsaba gas y con la otra la encendía y todo podía explotar. En eso Drago se acercó a él, Hipo se giró a ver a el hombre con odio que caminaba cada vez más cerca de él.
— Es el gran maestro de dragones —dijo Drago en tono burlón, Hipo frunció el ceño.— El hijo de Estoico el Vasto —soltó una carcajada—, que vergüenza debe sentir.
— Tanta destrucción —Hipo habló— ¡¿Y para qué?! ¿Para ser invensible? ¡¿Para gobernar el mundo?! —Hipo hizo una pausa— Los dragones son buenos, unas criaturas impresionantes que pueden unir a las personas.
Drago rio.
— O hacerlas pedazos. —se quitó el escudo que llevaba en su brazo dejando ver que estaba apuntado. Hipo abrió lijeramente la boca, Drago volvió a colocarse su armadura— Veras, yo sé lo que es vivir con miedo, ver mi aldea incendiada —hablaba mientras caminaba al rededor de Hipo—, mi familia desaparecida. Pero ya de niño al quedarme sin NADA, juré alzarme contra el miedo a los dragones y liberar a los buenos de éste mundo...
— ¿Y por qué tienes un ejército de dragones? —preguntó Hipo.
— Porque hace falta dragones para conquistar otros dragones —habló Drago.
— O puede que necesites dragones para conquistar a los pueblos —Hipo volvió a fruncir el ceño.— Para controlar a aquellos que te siguen... Y para deshacerte de aquellos que no lo hacen.
Drago volvió a reír.
— Un chico listo —dijo.
— El mundo quiere la paz —dijo Hipo—, y nosotros tenemos la respuesta en Berk —hizo una pausa—, tú déjame que te lo enseñe...
— ¡No! —respondió Drago— déjame que te lo enseñe yo.
Drago comenzó a gritar y girar el bastón que llevaba con él, desde el agua un dragón gigante igual al alfa que su madre tenía caminó hacia ellos obedeciendo a Drago y caminando hacia ellos. Drago silvó y pudo ver como Chimuelo aparecía detrás de él.
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Mérida y Rapunzel escuchaban los gritos de todos los demás y las espadas, sabían que nada iba bien.
— Punzie, no me quedaré aquí con los brazos cruzados, ¡Necesitan nuestra ayuda! —dijo Mérida haciendo un ademán con las manos.
— No, Mérida es muy peligroso —dijo Rapunzel.— ¡¿Y si te matan?!
— Pues si me matan sabré que habré muerto con orgullo, y dónde quiera que Hipo esté... Sabrá que lo intenté. —dijo Mérida, abrazó a su amiga y comenzó a correr.
— ¡Espera! —gritó Rapunzel corriendo detrás de ella.
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El alfa seguía caminando hacia ellos, pero Hipo no podía quitar la mirada de Chimuelo.
— Ningún dragón puede resistirse al mandato del alfa —dijo Drago—. Así que aquél que controla al alfa —señaló al enorme dragón con su bastón— los controla a todos —ésta vez señaló a Chimuelo.
El alfa miró fijamente a Chimuelo, éste comenzó retorcerse de dolor y gemir. Hipo se acercó a Chimuelo preocupado.
— ¿Chimuelo? ¡¿Qué te pasa?! —preguntó Hipo.
— Contempla el poder de la fuerza del dominio —dijo Drago. Chimuelo dejó de retorcerse y levantó su cabeza, abrió los ojos, pero en vez de tener su pupila redonda como era de costumbre, las tenía formando una línea fina que no expresaba nada... — Ante algo así —Drago apuntó a Chimuelo con el bastón y luego a Hipo— tú no eres nada.
— Ehh... ¿Chimuelo? —preguntó Hipo con la voz temblorosa.
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Mérida corría más rápido hasta llegar al pueblo, corrió a la herrería de Bocón y agarró un arco y flechas, pero cuando estaba por salir a pelear oyó a Hipo — ¿Chimuelo? ¡¿Qué te pasa?! No lo pensó un segundo y corrió hacia donde veía a Hipo a punto de ser atacado por Chimuelo, un hombre robusto contemplaba con una sonrisa orgullosa. Mérida apresuró más su paso y a penas estuvo lo suficientemente cerca de Drago lo apuntó con una flecha.
— ¡CHIMUELO PARA! ¡MÉRIDA, NO! —Dijo Hipo alterado.
— ¡Cuidado, Hic, corre! —le dijo ella al ver como Chimuelo se acercaba peligrosamente a él.
— ¡HIPO! —Gritó Estoico corriendo hacia él, Mérida dejó de prestar atención a Drago para mirar la escena, así que éste la atacó por detrás encerrandola en sus brazos.
— ¡PAPÁ NO! —Gritó Hipo alzando la mano.
El furia nocturna estaba a punto de arrojar la bola de plasma, lo último que se escuchó fueron los gritos de Mérida.
Ella corrió llorando hacia Estoico e Hipo que estaban tendidos en el suelo, se agachó junto a ellos, Estoico se quitó de encima de Hipo alterado. Mérida colocó su oreja en el pecho de Hipo...
— Oh no... —dijo con voz temblorosa.
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