9. Enmendar un error.
Capítulo 9: Enmendar un error.
Me sentía como un idiota, por eso estaba allí, frente a su puerta, llamando al timbre, como un maldito imbécil. Era su novio de pega, así que me daba igual aparecer en su casa.
Su madre me abrió la puerta, sorprendiéndose de verme allí.
- No está – me dijo – Está en casa de Charlotte, se va a pasar todo el fin de semana con ella – asentí y me marché sin más.
Sabía perfectamente lo que aquello significaba, no iba a estudiar, se iría de fiesta. Y yo no podía hacer nada para contactarla. Ir a casa de Charlotte nos pondría a ambos en un aprieto, pero tampoco era como si pudiese llamarla por teléfono no es cierto, que por cierto comenzó a sonar en ese justo instante.
- Dime, Pete – llamé, al ver su nombre reflejado en la pantalla.
- ¿Qué te vas a poner esta noche? – preguntó, mientras yo intentaba adivinar a lo que se estaba refiriendo – para la fiesta de Adams – recordó. Cierto, Susane nos invitó la pasada noche a una fiesta en su casa.
- No creo que vaya – respondí, sin más.
- Vamos, tío, no me jodas – se quejó él – todos los tipos importantes estarán allí.
- Por eso mismo, nosotros no somos...
- Tío, te liaste con ella ayer – aseguró – ella espera que estés allí, así que... iremos, es más que obvio que lo haremos.
- No tengo ropa para ir a esa fiesta, ¿contento?
- Entonces, es más que obvio que necesitamos ir de compras.
Por si os interesa saberlo, fuimos de compras, y prácticamente ellos me eligieron atuendo, yo no entiendo de esas mierdas. También intentaron hacer algo con mi pelo, pero eso si que no, no iba a cortármelo ni a hacerme nada en él. Me gustaba mi pelo, así como era.
- Vamos tío – se quejó Jacke – sólo es pelo – insistió, mientras el peluquero nos miraba con interés – díselo, Jamie – pidió al hombre. Asintió justo antes de hablar.
- El pelo crece, déjame que te lo corte un poco – resoplé, molesto.
- Recórtalo sólo un poco, sólo las puntas.
Y lo hizo, para luego echarme un poco de espuma. Quedó guapo, así como despeinado, pero muy guay.
Cuando llegamos a la fiesta flipamos, lo cierto es que Adams tenía un casoplón de esos de película con tres plantas. La fiesta estaba en la tercera y última planta con un montón de gente, música y por supuesto, toneladas y toneladas de alcohol.
- ¿Dónde están sus padres? – pregunté, con incredulidad, mientras el mayordomo nos abría la puerta hacia el acceso de arriba. ¿En serio? ¿mayordomo? ¡Qué nivel!
- Se han ido a la casa de la playa a pasar el fin de semana, según he oído – aseguraba Pete, que era el rey de los cotilleos, por si no os lo he dicho aún.
Entramos, la puta sala de estar estaba a rebosar, había mucha peña, y el dj lo estaba dando todo. Tardé como una hora en verla, cuando lo hice estaba en la pista dándolo todo, mientras ella discutía con su hermanastro en el balcón. Estaba preciosa, pero se había cortado el cabello, lo tenía un poco más corto y sus puntas rosas habían desaparecido. No me extrañó, ella era así, siempre cambiando su aspecto.
Miré hacia Pete, que en aquel momento bailaba con una chica que no conocíamos en lo absoluto, mientras Jacke disfrutaba con otro tío, dándolo todo en su baile de robot. Sonreí, para luego marcharme hacia la terraza.
- Vamos, Cris – la llamó, a medida que me acercaba a ella, iba escuchándolos un poco mejor – seguro que lo estás deseando, ¿hace cuánto que no te acuestas con alguien? ¿Un mes?
- Ya te he dicho que no pienso hacerlo – se quejó ella – Además, ¿qué te hace pensar...?
- ¿Qué? ¿Crees que me he tragado la mierda de historia esa sobre que ese tipo era tu novio? – preguntó, divertido, mientras ella se molestaba con él – y aunque así fuese, es más que obvio que no habéis follado.
- Te repito, Sean...
- Pero mira quién está aquí – comenzó él, tan pronto como se dio cuenta de mi presencia – pero si es Micke, el novio del año – ella miró hacia mí, perdiendo el hilo de lo que decía, luciendo realmente incómoda – dejad ya el numerito este de los novios, porque no hay quién se lo crea – añadía – Es imposible que seáis novios, ni una muestra de cariño ni nada, y ni siquiera os habéis besado, ¿verdad?
- Ella es tímida – le dije, intercediendo por ella, de nuevo, como un idiota. No entendía por qué, pero una parte de mí quería protegerla de aquel capullo – además, no quiere que los demás se enteren aún – insistí, acortando las distancias entre ambos, apoyando mi mano en su cintura, logrando que ella mirase hacia mí, asombrada - ¿tienes algún problema con eso? – pregunté hacia él, haciendo que volviese a reír, con malicia.
Bebí un sorbo de mi cerveza, para luego asesinarle con la mirada, al mismo tiempo que ella me arrebataba la botella y bebía, mientras yo la observaba.
- Sí que le doy besos – dijo entonces, volviendo a darme el botellín de cerveza – lo que pasa es que tu nunca lo has visto.
Tiré de su brazo, sin previo aviso, y la posicioné frente a mí, ella sabía que era lo que me proponía, tan sólo quería mostrarle a su hermano que era real para que la dejase en paz. Pero antes de haberlo echo lo hizo ella, apoyó sus manos en mi cuello y me besó. Sabía que su hermano no creería esa mierda si no era real, y yo iba a hacerla real. La agarré de la cintura, y le devolví el beso, haciendo que dejase de ser un simple pico, y fuese mucho más. Saboreé sus labios, incluso metí mi lengua en su boca, haciendo que ella se aferrase a aquello.
- ¡Joder! – se quejó él, haciendo que ella se echase hacia atrás, pero no pudo ir muy lejos, pues la tenía aún sujeta de la cintura – iros a un hotel – espetó, para luego marcharse sin más.
- ¿Quieres bailar? – pregunté, admirando como ella sonreía, tenuemente, asintiendo, dejando que la agarrase de la mano y me la llevase hacia la pista. Creo que, en aquel momento, a ninguno de los dos nos importaba que nos viesen juntos.
- ¿A qué está jugando este ahora? – escuché a Pete – ayer con Susane, hoy con Cristine, ¿piensa liarse con todas las populares, o qué?
- Ayer fui un idiota – le dije, acercando mi rostro al suyo, mientras una bonita canción de RAIGN sonaba, en aquel momento.
- Fuiste muy idiota – se quejó ella, haciéndome sonreír – pero tenías razón – negué con la cabeza, porque no quería hacerla sentir mal – ni siquiera tuve en cuenta tus sentimientos, tan sólo pensé en mí.
- Tenlos en cuenta ahora – pedí, apoyando mi mano en su cuello, para luego acariciar su mejilla con mi dedo godo.
- Ese beso de hace un momento... - comenzó, aterrada, mientras yo negaba con la cabeza, para tranquilizarla, intentando convencerme a mí mismo que no había significado nada.
- Sólo ha sido para que Sean dejase de meter las narices – prometí, ella asintió.
- No sabes nada sobre mí, Micke – era la primera vez que me llamaba por mi nombre – no puede haber nada entre nosotros. – Reí al escuchar aquello, para quitarle hierro al asunto – Dime que no te gusto, que ese beso...
- No ha significado nada – la calmé, mientras ella asentía – y ya te lo he dicho muchas veces, no eres mi tipo, Cris.
- Pertenecemos a mundos distintos – añadió. Asentí, de nuevo, aceptando aquello, pues no quería complicar las cosas aún más – sólo podemos ser amigos.
- Entonces seamos eso – acepté, mientras ella lo aceptaba, a pesar de ser difícil. Agarró mi mano, bajándola, para que dejase de acariciarla.
- Gracias por entenderlo – agradeció, para luego entrelazar sus brazos a mi espalda, apoyando su barbilla sobre mi hombro, dejándose llevar por la canción.
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