8. Fiesta en casa de Issy Scott.
Capítulo 8: Fiesta en casa de Issy Scott.
El ansiado viernes tarde llegó para todos nosotros, las clases terminaron antes por un evento de puertas abiertas, cosa que la mayoría aprovechó realmente bien, sobre todo porque teníamos fiesta en casa de Scott, y los había invitado a casi todos.
Pete y Jacke estaban entusiasmados, ni siquiera podían hablar de videojuegos en aquel momento.
Por supuesto, los deportistas eran los que despertaban pasiones en aquella fiesta, con sus cuerpos al desnudo, tan sólo con el bañador puesto, en aquella piscina climatizada, rodeada de alcohol y buena música.
Ella estaba allí, riéndose con sus amigas, mientras miraban hacia los chicos. Ni por asomo entraría nunca en su radar, eso lo sabía bien. En aquel momento, tan sólo quería convertirme en un buen amigo, nada más.
Pete se quitó la camiseta, dejando ver su enclenque cuerpo, y Jacke se quitó la suya, enseñando sus michelines, sin ningún tipo de pudor. Ambos se habían depilado, yo por el contrario tenía mis bellos en el mismo lugar, nunca se me dieron bien esas cosas. Eso de prepararme para una chica o para un evento especial no era lo mío, yo siempre iba igual, así era yo.
Me quité la camiseta, no estaba muy godo, ni tampoco muy delgado, era un tipo normal, con algún que otro abdominal que había conseguido de correr alguna que otra tarde, y de hacer abdominales en casa, cuando me aburría. Tampoco era un flipado del deporte ni nada por el estilo, pero si que reconozco que me cuidaba un poco.
No hice esperar a los cafres de mis amigos y me tiré al agua, para luego salirme y secarme el cabello con la toalla.
- ¡Madre del amor hermoso! – escuché a lo lejos - ¿Pero quién es aquel de allí? – preguntó Charlotte, haciendo que sus amigas mirasen hacia mí – No está nada mal, el muy... - perdió el hilo de la conversación tan pronto como me giré, y se percataron de que era yo.
- ¿Ese es Jackson? – preguntó otra, sin dar crédito a lo que veían sus ojos - ¡Por Dios! ¿Dónde tenía escondido ese cuerpo?
- Tampoco es para tanto – le quitó importancia Cristi, haciéndome sonreír. Me senté en el banco de madera, y miré despreocupado hacia el otro lado, como si no me hubiese percatado de que me miraban.
- ¿Qué no es para tanto? – se quejaba Charlotte – Pero ¿tu has visto esos pectorales y ese cuerpo?
- ¡Por no contar, lo atractivo que está con el pelo mojado y esa barbita! – añadía la otra, haciéndome sonreír un poco más.
- Pero si ni siquiera le ha salido la suficiente barba – se quejó.
- Reconócelo, mujer – añadía Charlotte – A pesar de lo que dices, te parece tan guapo como a nosotras.
- Vale – aceptó ella, cansada de llevarles la contraria – está como un tren, ¿contentas? – reí a carcajadas al escuchar aquello, mordiéndome el labio después para mirar con disimulo hacia ellas.
- Está mirando hacia acá – añadió Charlotte, mientras ella levantaba la vista, cruzándose con la mía – no me importaría meterle entre mis piernas y ...
- ¡Charlotte! – se quejó la rubia, mientras Cristine bajaba la cabeza, timidamente.
- ¿Por qué no jugamos un rato? – preguntó la morena, haciendo que las demás se fijasen en ella – Una de nosotras debe ir hasta allí a hablar con él.
- ¿Qué dices? – saltaba Cristi, molesta con su amiga - ¿y decirle qué?
- Eso es lo de menos – añadía Susane – hay que jugar al "te reto". ¿A quién retas Charlotte?
- ¿Charlotte? – preguntó, con cara de pocos amigos - ¿Por qué Charlotte?
- Porque es la que ha propuesto el juego – respondía la otra - ¿A quién retas, Charlotte?
- A ti, Susane – le dijo, haciendo que todas las demás riesen, divertidas, excepto Cristine, que miraba hacia mí, al mismo tiempo que lo hacía yo. Sonreí, divertido, admirando como aquella chica se dirigía hacia mí, deteniéndose justo delante, mirándome divertida.
- Hola Jackson – me saludó, sonreí, divertido, para luego saludarla.
- ¿Qué hay, Adams? – le dije, para luego mirar discretamente hacia su amiga, observándola sonreír. Parecía hacerle gracia, todo aquello. ¿Le parecía divertido? Se iba a enterar - ¿qué te trae por aquí? – pregunté, haciéndome el idiota, poniéndome en pie, acercándome a ella con sigilo, para luego fijarme en que masticaba un chicle de forma exagerada - ¿tienes más? – negó con la cabeza, a lo que sonreí. Sabía perfectamente qué era lo que iba a hacer, y a pesar de parecerme de lo más arriesgado, no iba a detenerme, no cuando quería darles una lección - ¿Me lo pasas? – Ella me miró, sin comprender. Pero respondí a todas sus preguntas tan pronto como la besé, metiendo mi lengua en su boca, robándole el chicle, dejándola altamente sorprendida. Sonreí, entonces, masticando el chicle en mi boca, mientras Pete y Jackson me miraban boquiabiertos, llegando hasta mí.
- Ha sido un placer, Jackson – aseguró ella, mordiéndose el labio, despidiéndose de mi con la mano para luego volver con sus amigas, mientras yo sonreía con malicia, y mis colegas llegaban hasta mí.
- Pero ¿qué coño...? ¿Te has vuelto loco? – preguntaba Jacke, sin dar crédito, mientras Pete intentaba recuperar el habla, lográndolo justo después.
- ¿Acabas de morrearte con Susane Adams? – instó, con sorpresa, sin poder creérselo aún - ¡Tío, es una popular!
- Sólo me ha pasado el chicle – contesté, sin darle demasiada importancia al asunto, para luego caminar hacia la piscina, lanzándome de lleno. Apoyándome después en el borde, cerca de ellas, escuchándolas, haciéndome el tonto, de nuevo.
- ¡Sólo tenías que acercarte a hablar, no meterle la lengua hasta la campanilla! – se quejaba Cristi.
- ¡Déjala, Cris! – le decía su mejor amiga – Está en la edad de disfrutar – bromeaba, para luego hacer ese saludito famoso que tenían entre ellas, mientras ella la miraba con cara de pocos amigos, reparando entonces en mí – Mira, Susan, ha venido a por más – reí, divertido, al verlas hablar así de mí.
- Ya no hay más – espetó Cristine, molesta con la situación, haciéndome reír incluso más fuerte. Me encantaba sacarla de quicio, ¿os lo he dicho ya? – Jugamos en otra liga, entérate, capullo.
- ¿Por qué estás tan irascible hoy? – preguntó Susane, para luego caminar hacia mí, sumergiéndose en la piscina, acercándose de nuevo, haciendo que su amiga se molestase aún más.
- Pero qué simple sois las tías – me quejé, mirando hacia ella, ignorando a Cris – veis a un tío bueno y os lanzáis a la piscina – bromeé, haciéndola reír.
- Te lo tienes muy pero que muy creído, ¿no Jackson? – preguntó ella, sacudiéndose el cabello, para luego acercarse un poco más a mí. Sonreí, divertido, poniendo mi pose más provocativa - ¿vas a devolverme el chicle? – me mordí el labio inferior, con chulería, justo antes de besarla, jugando con su lengua, importándome bien poco quién de los dos se quedase el chicle.
Me di el lote con Adams, y no estoy ni un poco arrepentido. Se suponía que algo así jamás sucedería, que un friki y una popular se enrollasen en la piscina, frente al resto. Eso era algo inconcebible. Pero allí estábamos. Y en un momento dejé de ser Jackson el friki raro para convertirme en Jackson el tío guay, el monstruo.
Empezó a hablarme gente que ni siquiera conocía, y me alababan, era el puto amo en aquella fiesta. Por supuesto mis amigos se aprovecharon de la situación, ¿qué creéis?
- Ey, ¿veis a este tío? – comenzó Pete, por enésima vez, ya me estaba cansando la broma, pero lo dejaría disfrutar de la gloria un poco más – acaba de morrearse con Susane Adams, pero ¿sabes qué? Este tío es mi mejor amigo.
- Ey – se quejó Jacke – Creí que tu mejor amigo era yo.
- ¿Ahora soy tu mejor amigo? – añadí, divertido, rompiendo a reír, haciendo que ellos dos también lo hiciesen – Pero mira que eres pánfilo – bromeé, para luego sacudir mi cerveza, indicándoles que estaba vacía – voy a por otra, ¿venís? – pregunté, pero ellos negaron con la cabeza, mirando hacia Charlotte, que estaba tirándose a la piscina junto a sus amigas, divertidas – disfrutad del espectáculo.
- ¿Qué se supone que estás haciendo? – preguntó una voz a mis espaldas, justo cuando acababa de coger una cerveza del frigorífico. No necesité darme la vuelta para ver de quién se trataba, reconocía su voz – Jackson – me llamó. Me di la vuelta para encararla, bebiendo un par de tragos de la cerveza, mientras ella estaba terriblemente molesta. Me quitó la cerveza, llenándome el pecho con ella. La miré con cara de malas pulgas, pero ella ni siquiera se inmutó.
- ¿¡Qué mierdas haces!? – me quejé, ella se rio en mi cara, empujándome con un dedo, sin conseguir mucho.
- ¿Crees que porque te dejé entrar en mi casa la otra noche ya tienes derecho de meterte con las populares? – preguntó, haciéndome reír, de nuevo – ¡Eres un capullo!
- Y tú una niñata caprichosa que odia que la gente no haga lo que quieres, ¿no es cierto? – pregunté, mientras ella se cruzaba de brazos, molesta - ¿qué pasa? – insistí - ¿estabas celosa de que me enrollase con Susane en vez de contigo, o qué? – se rio en mi cara, pero era más que obvio que no le hacía gracia.
- No te lo creas tanto, friki – espetó, bajando los brazos, enfadada conmigo - ¿qué pasa si Sean te ve? – preguntó, haciendo que me diese cuenta de cuál era su preocupación - ¿qué pasa entonces?
- Bueno... - comencé - ... supongo que, si él nos ve, tus putas mentiras se caen – le dije. Se que le molestó terriblemente lo que le dije, pero me estaba cansado esa puta niñata egoísta – Creo que sería lo mejor, para que dejes de molestarme con tus problemas de mierda – insistí, realmente molesto con ella, por estar montándome aquella puta escena – Así puedes ir a follarte a cualquiera de los chicos del equipo y dejarme en paz – me cruzó la cara, y me lo tenía bien merecido, me había pasado – Estoy harto de ti, Cristine, harto de esconderme – espeté, cansado, diciendo cosas que no debía, pero no estaba ni un poco cerca de detenerme – A partir de hoy no me escondo más, así que búscate a otro para que sea tu novio de pega – concluí, mientras ella volvía a golpearme, realmente nerviosa, con todo aquello. Asentí, mientras me tocaba el rostro, dolorido, haciendo una mueca con la boca, al percatarme que aquella bofetada había dolido más que la primera.
- Pensé que eras diferente – me dijo, negando con la cabeza, defraudada – pero tan sólo eres un cabrón más – me reí, en su cara, sin ganas, para luego agarrarla del brazo, y atraerla hasta mí, mientras ella intentaba soltarse.
- ¿Soy un cabrón? – pregunté, estudiando su rostro con detenimiento, para luego asentir – soy el cabrón que dejó que te quedarás en su casa, el puto cabrón de mierda que cuidó de ti cuando lo necesitabas, el estúpido cabrón que aceptó ser tu novio de pega frente a tu familia y que al mismo tiempo pretendías no conocer en el instituto. Ese tipo de cabrón soy, ¿no, Cristine?
- Tu no lo entiendes...
- Claro – acepté, tan molesto que mi cuerpo temblaba, incluso mi voz, de la propia ira que sentía en aquel momento – no lo entiendo porque todo esto va sobre ti, ¿no es cierto? El resto del mundo no importa, no tiene sentimientos. Te da igual cómo me siento con tal de aprovecharte de mí un poco más.
- Yo no...
- ¿No? – insistí, mientras ella negaba con la cabeza, con lágrimas en los ojos – Me chantajeaste, ¿o es que ya no te acuerdas? – Ella palideció al darse cuenta de que era cierto – Así que deja de joderme de una puta vez, Cristine – Añadí – Porque si me apetece liarme con Susane, con Charlotte o con la puta virgen maría, lo haré.
Me aparté de ella, marchándome sin más, dándome cuenta, a cada paso que daba en la otra dirección, de que la había cagado con ella, que ya nunca volvería a mi casa, ni nada por el estilo. Pero supongo que tenía todo eso guardado dentro, y en aquel momento, borracho, lo escupí todo sin más. Eran mis sentimientos, no podía hacer como si nada.
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