6. La cena.
Hola.
Estooy aquí, porque Mike se sentía mal ya que el capítulo anterior fue tan corto, y quería subirles uno más. Espero que les guste:D
Capítulo 6: La cena.
Ella estaba rara aquel día. Habían pasado tres días desde la excursión, y tardó en volver de clase, más que de costumbre, cuando lo hizo, estaba muy seria, más de lo habitual. Aún así no dije nada, mamá estaba recogiendo la cocina, cuando ella bajó las escaleras, con un vestido negro, puesto.
- ¿Vas a salir? – preguntó mamá, haciendo que ella mirase hacia mí, como si buscase ayuda de alguna forma.
- Vamos a salir – aseguré. Christine me miró, algo sorprendida, mientras yo la agarraba de la cintura, y ella se asustaba. Acerqué mi boca a su oído y susurré algo – tranquila, sólo estoy actuando frente a ella – la calmé – disimula, Gleen – ella me agarro de la cintura entonces, mirando hacia mi madre, con una sonrisa en el rostro.
- Hacéis una bonita pareja – aseguraba ella, mientras Christine sonreía, divertida – Pero... Micke, ¿vas a ir así? Quiero decir, Christine se ha arreglado mucho...
- Ella es así, mamá – contesté, haciendo que ambas me mirasen – le gusta ponerse guapa para mí – mamá sonrió, volviendo a prestar atención a la vajilla, mientras ella agarraba mi mano y tiraba de mí hacia el exterior.
- Tengo una mierda de cena en casa de mi madre – se quejaba, dejándome claro que no le apetecía nada ir. Bajó la mirada entonces, emprendiendo la marcha hacia su casa, pero la detuve, agarrándola del brazo, conllevando a que ella no comprendiese mi actitud. Seamos claros, ni yo misma la comprendía.
- ¿Quieres que vaya contigo? – pregunté, ella sonrió, divertida, cómo si todo aquello le pareciese una broma – puedes mentirle, decirle que soy tu novio, así no tendrás que enfrentarte esto sola - Para mi sorpresa ella asintió, y para la mía, agarré su mano y tiré de ella hacia su casa, como un imbécil.
Su madre nos miró a ambos, con cara de incredulidad, para luego fijarse en nuestras manos, entrelazadas. Era raro, pues sabía que su hija no solía ser así, yo era el primer chico que traía a casa.
- Este es Micke – presentó, aunque su madre ya me conocía, se suponía que cuando éramos dos enanos éramos íntimos amigos, aunque yo no podía recordarlo, ¿no es cierto? – mi novio, te hablé de él, ¿recuerdas?
- Es un placer volver a verte, Michael – saludó su madre, para luego invitarnos a entrar. En el interior estaban Leo y Sean, padre e hijo, con una amplia sonrisa.
- Tú debes de ser Micke – se percató él, estrechándome la mano, mientras Sean y Cristi se mataban con la mirada – este es Sean, mi hijo.
- Sentémonos, pues – comenzó su madre, para luego sentarnos en la mesa, ella junto a mí, su madre presidiendo la mesa, al otro lado Leo y Sean justo en frente mía - ¿te gusta el risotto? – preguntó hacia mí, asentí, y entonces la cocinera vino a traernos la comida. ¿Era en serio? Tenían hasta servicio, que puta locura.
- ¿Así que eres su novio? – preguntó Sean, con cierto malaje en su entonación, mientras ella le echaba una mirada de soslayo - ¿desde hace cuánto? Por que cuando estuvo en...
- Desde hace poco – aseguró ella, cortándole.
- Sí – recalqué, justo después de dar un sorbo a mi vaso de agua – en realidad, ya nos habíamos fijado el uno en el otro antes, pero cuando volvió del internado, me atreví a dar el paso – Ella sonrió, a mi lado, para luego probar el delicioso plato. Lo cierto es que estaba delicioso, tenía un toque de canela que lo hacía diferente a cualquier otro que hubiese probado con anterioridad.
- ¿No vienes muy sport para estar de cena con tu suegra? – insistió Sean, dejando claro que quería arruinar el momento fuese cómo fuese.
- Este soy yo, así, al natural – aseguraba - ¿por qué voy a tener que disfrazarme de alguien que no soy durante la cena?
- ¿Vives muy lejos de aquí? – preguntó, en aquella ocasión, Leo.
- Lo cierto es que vivo justo en frente – contesté, volviendo a prestar atención a mi plato, pero parecía que aquella noche era el interrogatorio en persona, pues Sean habló de nuevo.
- ¿Y qué ha hecho que te fijes en ella?
- Ya vale de preguntas – se quejó ella, mientras yo madre le miraba con cara de malas pulgas.
- Sólo quieren conocerle un poco mejor, nena – aseguraba su madre.
- Pues ... - comencé, respondiendo a la pregunta que Sean me había formulado – mírala, es inteligente, culta y preciosa, habría que estar ciego para no fijarse en ella – insistí. Cristi miró hacia mí, asombrada, para luego darme un beso en la mejilla, que nos dejó a todos helados, a mi el primero, pero su madre también se sorprendió, pues ella no era así en lo absoluto.
La cena fue bien, pero no acabó ahí, luego seguimos charlando en la sala, hablando un poco de todo, hasta terminar hablando sobre el pasado, sobre papá.
- ¿y cómo es que se fue de pronto? – preguntó Sean, sin comprender la situación – Quiero decir, con tan sólo una nota.
- Su padre trabaja para el gobierno, Sean – aseguró su madre, lo que fue todo un detalle, porque yo estaba cansándome de aquel tipo, cada vez me caía peor. Se veía a leguas que todas las preguntas que hacía eran con cierta maldad – no tuvo más remedio, recibió la orden e inmediatamente tuvo que irse.
- ¿Cuánto tiempo lleva fuera? – preguntó Leo.
- Diez años y medio – contesté, dejándole algo sorprendido al respecto.
- Bueno, cambiemos de tema – comenzaba Cristine, agarrándome la mano que descansaba sobre mi rodilla izquierda. Miré hacia ese punto, mientras su madre hablaba sobre el club de campo, y luego levanté la vista hacia ella, justo en el momento el que retiraba la mano, colocándola en su cuello, luciendo algo avergonzada. Se cruzó de piernas y miró hacia su madre.
- ¿Vas a dormir aquí esta noche? – pregunté, entre susurros, haciendo que ella mirase hacia mí, pero parecía que su madre también me escuchó.
- Deberías quedarte en casa, nena – respondió, mientras ella la miraba, molesta, y luego volvía la vista hacia mí, pues yo había apoyado la mano en su rodilla, por encima del vestido.
- Te lo pregunto a ti, Cris – le dije, llamándola justo como la llamaban sus amigos. Ella bajó la mirada un momento, y luego la levantó, despacio.
- Esta noche me quedo en casa – contestó, mirando de nuevo hacia su madre, al mismo tiempo que yo quitaba la mano de su rodilla, algo dubitativo – tengo cosas que hablar con mi madre.
- Es tarde – comenzó Sean - ¿no deberías irte ya? – insistió, haciendo que todos mirasen hacia él – quiero decir... ¿no tenéis clases mañana?
- Tienes razón – añadía Catherine, mirando hacia mí – mañana tenéis clase – me puse en pie, justo después de beberme la cerveza que aún me quedaba en mi vaso, y luego estreché la mano de los chicos, despidiéndome sin más de las chicas – Nena – llamó hacia su hija, justo cuando me disponía a marcharme hacia la puerta – acompáñale – ella asintió, y lo hizo, hasta la puerta.
- Siento todo esto – se disculpó, mientras abría la puerta y me dejaba salir – de verdad... yo...
- No importa – le contesté, quitándole importancia al asunto, para luego fijarme en Sean, que nos miraba con atención – tu hermanastro nos está mirando – bajó la mirada en cuanto escuchó aquello – Buenas noches, Cristi – despedí, para luego comenzar a darme la vuelta. Pero me detuve tan pronto como sentí sus labios sobre mi mejilla. Me fijé entonces en su mirada, ella estaba asustada, y sabía perfectamente por lo que era – estaré esperándote en mi casa si necesitas algo no tienes más que llamarme, vendré en seguida.
- No somos nada, Jackson – se quejó, ella, pero la agarré de la mano, impidiéndole que pudiese irse a ninguna parte, para luego levantar mi mano libre y acariciar su mejilla, con el dorso de la mano.
- Si necesitas un amigo, puedo serlo – aseguré, para luego mirar una décima de segundo hacia sus labios – y si necesitas que sea tu novio falso, también.
Nuestros rostros estaban tan cerca, que terminamos apoyando la nariz sobre la del otro, con las respiraciones aceleradas, para luego escuchar a su madre carraspeando su garganta.
- Tengo que irme – me dijo, para luego ladear la cabeza, y marcharse sin más. Cerré la puerta, y me marché a casa, pensando en ella.
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